Las canciones de Celestina

By MoonRabbit13

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Cada medianoche, en una radio independiente, comienza el programa de La Celestina. Una misteriosa locutora de... More

Sinopsis
Canción 1
Canción 2
Canción 3
Canción 4
Canción 5
Canción 6
Canción 7
Canción 8
Canción 9
Canción 10
Bonus Track
Canción 11
Canción 12
Canción 13
Canción 14
Canción 15
Canción 16
Canción 17
Canción 18
Canción 19
Canción 20
Canción 21
Canción 22
Canción 23
Canción 24
Canción 26
Canción 27
Canción 28
Canción 29
Bonus Track
Canción 30
Canción 31
Canción 32
Canción 33
La última canción
Bonus Track - Epílogo
Agradecimientos
Otros títulos y... ¿continuación?
El consultorio amoroso de Celestina para personajes en apuros
Extra I: Un tiempo despúes
Extra 2: Historias que inspiraron a Las canciones de Celestina
Extra 3: Preguntas y Respuestas
Especial de San Valentín 1° Parte
Especial de San Valentín 3° Parte
Especial de San Valentín 2° Parte

Canción 25

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By MoonRabbit13


Now I'm speechless, over the egde,

I'm just breathless,

I never thought that I'd catch this Love Bug again


—¡FELIZ SAN VALENTÍN, MIS AMORES! —exclamé al micrófono con tanta efusividad que casi dejé sordo a Casiano.

Aunque él no se quejó. Todos estábamos de muy buen humor hoy. La tormenta por fin había terminado y un arcoíris brillaba sobre nosotros, de forma metafórica, claro.

Con el dinero recaudado y sus estudios finalizados, el día de ayer, Cassidy pudo ser sometida a una segmentectomía. Habían sido horas eternas en las que todos estábamos pendientes de lo que sucedía y rezando por ella. Helena me había pedido que la acompañase en el hospital, pues su nieto y los Moretti no hacían más que crispar sus nervios yendo y viniendo de un lado a otro. Casiano había fumado como una chimenea. Pero, al menos, dejó Guido lo abrazara. «Era inevitable» había dicho Percy con voz sabia, «ellos no pueden estar separados».

Cuando la operación terminó, el médico informó que retiraron el tumor de su pulmón con éxito. Quizás tendría que realizarse quimioterapia para prevenir nuevos brotes, pero todos estábamos siendo muy optimistas al respecto.

Ahora, Cassy se encontraba recuperándose en el hospital, junto a su abuela. Ambas prácticamente habían echado a Casiano de la sala, exigiéndole que volviera a su rutina o de otra forma se enfermaría estando encerrado allí. Así que por el momento Casiano debía aceptar hacer turnos con su abuela y Pato. También tuvo que reconocer que su pequeña hermanita ahora era una mujer casada y debía compartir el corazón de ella con otro hombre. Sin embargo, Casiano les había dado su bendición a los dos y aceptó a Patricio como su cuñado... con la condición de que cada uno seguiría viviendo en sus respectivas casas, al menos hasta que terminaran la universidad.

Eso sí, como castigo por todo el revuelo que causó Casiano en el hospital, él tenía que trabajar hoy sí o sí conmigo. Le habíamos preparado la peor de las torturas: permanecer horas en un lugar que Percy y yo decoramos con corazones, flores y cintas rosas; reproduciendo la selección más diabética que se me pudiera haber ocurrido y escuchando los empalagosos mensajes de amor de los oyentes.

—¡Bienvenidos, corazones! Hoy estamos de fiesta en Stereo Hearts porque hoy es San Valentín, el día del amor y los enamorados —seguí con la misma alegría—. Por eso mismo tenemos un programa especial, sólo por hoy estaremos al aire un día sábado.

—La noche será realmente larga —rezongó Casiano, dejándose caer en su silla.

Por primera vez, Casiano no se molestó en ocultar sus sentimientos. Todo su semblante reflejaba su miseria y odio al mundo entero. Pero una pequeña curva en su boca me confundía, él parecía... ¿estar disfrutándolo?

¿Acaso él había terminado de enloquecer?

—Esta noche, Darcy y Celestina les tienen preparado la mejor de las mejores canciones de amor del mundo y todos los tiempos —dije, remarcando el pseudónimo de Casiano—. Así que tomen a su pareja, véanla a los ojos y dedíquenle esta canción.

En cuanto lo dije, Casiano apretó un botón casi con rabia y Halo de Beyonce comenzó a sonar.

Mientras una dulce melodía invadía el aire, me permití cerrar los ojos y pensar en la persona que más amaba. En Jesse y nuestra cita de hoy.

♥ ♥ ♥

El día anterior me había quedado a dormir en el departamento de Jesse, así que el catorce me desperté entre sus sábanas, con nada más que las huellas de sus besos como prenda.

—Buenos días, princesa —dijo Jesse depositando una bandeja en mi regazo.

—¿Qué es todo esto? —pregunté aún algo somnolienta, mirando la bandeja repleta de comida.

Allí había cupcakes y bombones de chocolate, jugo de naranja y dos tazas de café, también había rodajas de pan y frasquitos de mermelada de frutilla y dulce de leche. Todo decorado en color rojo.

—La pastelería de enfrente estaba haciendo un servicio especial de desayunos y me pareció buena idea darte uno —respondió, sentándose a mi lado, ligeramente culpable—. Espero que no sea demasiado.

—No... Es adorable. Gracias, mi amor —contesté inclinándome un poco para darle un beso—. Pero tendrás que ayudarme a terminarlo, yo no puedo comer todo esto.

—Si insiste, señorita —dijo tomando la taza de café.

Aquella mañana nos quedamos en su departamento, comiendo golosinas y viendo películas románticas de los ochenta. En compensación al desayuno, yo fui la encargada del almuerzo y preparé su nuevo plato favorito: milanesas a la napolitana.

Por la tarde nos arreglamos y salimos a nuestra cita. Quizás no era necesario ya que hasta hace un momento yo andaba por su mono-ambiente con nada más que mi ropa interior y una remera suya. Pero sentía que, poniéndome un bonito vestido de verano, ondulando mi cabello y maquillándome hacía aquel día un poquito más especial.

Teníamos bastantes horas antes de que la obra comenzara su función de las ocho, así que aprovechamos ir a recorrer lugares bonitos de la ciudad. Fuimos al museo de arte Caraffa e hicimos un picnic en el parque Sarmiento a la orilla de un pequeño lago.

Allí le entregué mi regalo. Era una idea un poco tonta y cursi, un álbum que no solo tenía fotos que nos habíamos sacado juntos desde que él había llegado a Argentina, sino también algunas capturas de chats y mensajes que nos hemos enviados durante todos nuestros años de amistad, y también había cartas y mensajes de amor para que él las viera una vez que haya vuelto a España.

—Sé que no se compara a lo que vos me diste, pero...

—Es hermoso, Cele —respondió viendo maravillado aquel caótico collage—. El solo pensar en todo el esfuerzo que le has puesto hace que quiera besarte.

—¿Y por qué no lo hacés? —dije con una sonrisa pícara.

Jesse me besó y él mundo desapareció por completo.

—Te amo —susurré contra sus labios.

Todo era perfecto, o al menos hasta que fuimos a la función especial de Romeo et Juliette y las cosas comenzaron a alborotarse un poco.

La obra de teatro fue espectacular, maravillosa. Las actuaciones, la música, los bailes. Y cuando llegaban las canciones, todos aquellos que la conocían las cantaban. Ese musical era todo lo que está bien en este mundo.

Jesse, como el niño rico que mostraba ser a veces, había conseguido lugares en primera fila de El Teatro del Libertador, tan cerca de todo. Tan cerca del apuesto Romeo y la bella Julieta... ¡y Mercucio! El Mercucio de esa versión hacía que me derrita en mi asiento.

Pero entonces, cuando comenzaron a cantar Les rois du monde, una de mis canciones favoritas, noté que Jesse miraba fijamente a una de las bailarinas. Tenía la expresión de alguien que acaba de ver a un fantasma. Confundida, seguí sus ojos hasta toparme con una morena vestida de azul, una Montesco. Su ondulado cabello negro seguía grácilmente sus movimientos sensuales y alegres, y sus labios rojos le daban pícaras sonrisas a sus esporádicos compañeros de baile.

Me costó entender la reacción de Jesse ante esa chica... hasta que la reconocí. Aquel cabello y ojos negros, esa sonrisa. Los había visto antes, aunque tan solo en fotografías y un par de videos-llamadas, en versiones cuatro años más jóvenes.

Era Melissa, la ex novia de Jesse.

♥ ♥ ♥

Los mensajes de amor no dejaban de llegar. Tampoco las dedicatorias de canciones, desde Sandro y Sinatra hasta el último tema del verano. Eran tantos que creí que no alcanzaríamos a pasar ni la mitad. Pero Casiano, como el gran sonidista que era, reprodujo un poco de todos y cada uno, cuidando que el paso de una canción a otra sea armónico y rítmico.

Incluso me dio tiempo pasa seguir con mi extraña lección de historia y filosofía amorosa... por llamar de alguna manera a mi cháchara.

—¿Por qué celebramos el día de San Valentín? —pregunté al micrófono—. El origen de esta celebración se remonta hacia el siglo III, en Roma. Cuenta la leyenda que el emperador romano Claudius Aurelius Marcus Gothicus, conocido como Claudio II, había prohibido la celebración de matrimonios para los jóvenes. El emperador creía que los hombres solteros sin familia y con menos ataduras eran mejores soldados —relate aquella historia que me sabía de memoria—. Pero un sacerdote cristiano llamado Valentín se reveló ante el emperador y en secreto celebraba matrimonios para jóvenes enamorados.

—Eso me recuerda a alguien —masculló Casiano, pero fui capaz de oírle. Mas no le hice caso.

—Cuando fue descubierto, Claudio II mandó a apresar, martirizar a Valentín y finalmente fue ejecutado el 14 de febrero. No sin que este haya obrado algún que otro milagro antes de su muerte. Y, claro, le haya devuelto la fe en el amor a cientos de jóvenes romanos.

Por el rabillo del ojo pude ver a Casiano alzando una ceja, escéptico.

—San Valentín demostró que el amor es lo único más fuerte que la guerra y que la ambición de poder. El amor rompe con todos los límites —dije al micrófono con convicción. Ahora más que nunca creía en ello—. A veces, por más que queramos negarnos a él, aquella fuerza misteriosa llamada amor siempre nos unirá a aquellas personas que están destinadas a formar parte de nuestras vidas. Quién sabe, quizás sí exista esa magia que llamamos hilo rojo del destino.

♥ ♥ ♥

Cuando la función terminó, Jesse aún seguía en estado de shock.

Una vez que salimos de la sala, lo aparté un poco de los pasillos del teatro y le pregunté por qué estaba así, aunque ya sabía su respuesta. Él se disculpó, pero no mencionó nada de la bailarina.

—Esa en el escenario era Melissa, ¿verdad? —dije.

Él solo asintió, viéndose avergonzado por alguna razón.

—Lo siento —respondió—. No sabía que ella estaba en esa compañía, me sorprendió.

—¿Por qué te disculpás?

—Es que... Ella desapareció tan de repente que... No lo sé, siento algo quedó sin zanjar entre nosotros —respondió, realmente apenado y triste—. Perdóname por estar así, se supone que hoy es nuestro día.

—¿Y si vamos a hablar con ella? —dije de pronto. Jesse me miró estupefacto—. Si sentís que quedó algo por hablar entre ustedes quizás deban hacerlo.

—Pero, tú...

—No me molesta, en serio —contesté. Sí, quizás si estaba un poco celosa. Comparada con aquella mujer tan sexy, yo parecía una muñeca de trapo. Pero no podía ser tan egoísta como para no permitir a Jesse que cerrara aquel capítulo de su vida—. Escuchá, no puede ser casualidad que dos personas como ustedes se reencuentren en el otro lado del planeta como si nada.

Llegar a los camerinos no fue fácil. Tuve que mostrar mi credencial como locutora de radio y chamucharle en francés a unos guardias que me cuadruplicaban en peso y altura. Finalmente, uno aceptó escoltarnos hasta el camerino de las bailarinas y llamó a Melissa.

—¿Elliot? ¿Pero qué...? —exclamó ella con el mismo acento madrileño que él tenía, pero también con un ligero tono francés.

—¿Melissa? —contestó Jesse, fuera de sí, dando un paso hacia ella.

―La misma —respondió con frialdad cruzando los brazos en un volátil movimiento de las largas mangas de su vestido, y entonces reparó en mí—. Y tú eres...

—Celeste —respondí con una sonrisa, pero intentando erguirme elegantemente. No quería quedar como un mamarracho ante la ex super hermosa de mi novio—. No creo que te acuerdes de mí, pero...

—Te recuerdo —me interrumpió y pareció momento para analizar esta extraña situación. Luego se volteó hacia Jesse—. Así que finalmente ustedes están juntos.

Jesse se mostró herido ante ese comentario. Quizás ella pensara que él la había engañado conmigo cuando eran novios.

—Yo...

—Está bien. Yo no tengo nada que reprocharte —dijo antes de que él pudiera contestar.

—¿Por qué te fuiste? —exigió saber él de pronto, al fin saliendo de su estado de shock.

Ella suspiró. Se la no taba cansada.

—Fueron muchas razones las que me llevaron de Madrid a París. Pero si quieres saberlo, no fue por ti —respondió ella, mostrándose amable por primera vez—. Lamento no haberme despedido de ti.

En ese momento la puerta del camerino se abrió y un pequeño niño salió corriendo hacia Melissa.

Mamá, mamá, Giselle dijo que iríamos comer todos juntos —dijo el pequeño en francés, prendiéndose de las ropas de Melissa. Él tenía la piel canela y el cabello oscuro como los de ella.

Ya, Eren. Dentro de un momento iremos todos. Pero primero tenemos que terminar de cambiarnos —respondió Melissa alzando al pequeño que parecía ser su hijo.

Entonces cámbiate rápido para que podamos ir a comer —ordenó el nene.

—¿Es tu hijo? —pregunté, sólo para hacer un poco de conversación.

—Sí, se llama Eren —contestó ella y entonces el pequeño me miró. Sus ojos verdes brillaron con curiosidad.

Su cabello es bonito —le susurró a su madre.

Gracias. A mí me gustan tus ojos —le respondí en francés. Ambos me miraron con sorpresa, pero la expresión de Melissa decía algo más—. ¿Cuántos años tienes, Eren?

Así —dijo mostrándome tres deditos.

Entonces, la puerta volvió a abrirse y una bailarina rubia se asomó.

—Melissa, deberías cambiarte. Nos iremos en un momento.

—Está bien —le respondió Melissa antes de volverse a nosotros—. Lo siento, debo irme.

—Es bueno saber que estás bien —dijo Jesse.

—Lo mismo digo —respondió Melissa antes de volver su camerino.

♥ ♥ ♥

—Eso fue todo por hoy, mis enamorados —dije mientras sonaba la última canción, una balada de los Jonas Brother que casi enloqueció a Casiano—. Esperamos que hayan pasado un hermoso día de San Valentín junto a sus seres queridos. O sino esperamos que hayan disfrutado de este especial y nuestra compañía. Les agradecemos por estar cada noche con nosotros. Darcy y yo le enviamos todo nuestro amor.

En el momento que dije eso, Casiano tiró un beso en el aire y creo que estuve apunte de caerme de la silla. Eso había sido completamente inesperado. Pero él solo estaba sonriendo con esa sonrisa despectiva tan suya.

¿Quién entendía a ese hombre?

Una vez que salimos de la estación, me quedé en la vereda esperando a Alec, quien siempre me buscaba sin decirle a nadie mi secreto.

—¿Te vienen a buscar? —preguntó Casiano saliendo detrás de mí y cerrando la estación con su llave. Aunque intentaba disimularlo, Casiano siempre se quedaba hasta que yo me iba. Él podía ser bastante caballeroso... a veces.

—Sí, ya me mandó un mensaje que viene en camino —respondí y entonces noté la bolsa de plástico que llevaba, dentro podía ver cosas rojas y rosadas, inclusos unos corazones y hasta... ¿un gatito de peluche?—. ¿Y eso? ―pregunté señalando la bolsa.

—¿Eh? Ah, son regalos de las fans —contestó como si nada y mi sorpresa debió verse reflejada en mi cara porque agregó—. Nos es como si fuera una estrella de rock, pero cada año, las fans de la banda nos mandan algunas cartas y cosas.

—¡Oh! Me hiciste acordar —exclamé y comencé a buscar algo en mi bolso mientras él me miraba curioso—. Acá está... Tomá.

Le extendí una tarjeta de San Valentín que tenía una foto del Grumpy Cat y una frase que decía "Te tolero".

—¿Pero qué mierda? —exclamó al verla.

—El otro día me topé con una tienda que tenía tarjeras graciosas y no pude evitar comprar varias —admití un poco avergonzada por la forma en que gastaba mi dinero—. Se las estuve regalando a todos los chicos de la radio. También tengo una para Cassy —agregué dándole una segunda tarjeta con un mensaje de amistad más agradable.

Pero Casiano no me estaba haciendo caso. Cuando dejó de mirarme sin entender nada entró en un ataque de risas. Nunca lo había visto reír así.

—¿Qué? —protesté haciendo un puchero.

—Es solo que... Sos única, Celeste —respondió entre risas.


Nota

Como que me atrasé un poquito con San Valentín, pero bue, pretendamos que la temporada de querubines sigue. 

¿Qué les está pareciendo la novela?

¿Qué piensan de la aparición de la misteriosa Melissa?

¿Qué les pareció la historia de Cassiano y la locura se mandaron Cassy y Pato?

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