Almas unidas

By Goddess-Artemiss

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Desde tiempos inmemoriales, las almas de la Princesa del Destino y del Héroe Elegido por las Diosas han estad... More

Notas de escritora
1. El designio de las Diosas
2. El encuentro
3. Amor sellado
4. Sentimientos estremecedores
5. Anuncio formal
6. Eterna unión
7. Buenos amigos
8. Más allá del deseo
9. El inicio de una agonía
10. Aceptando la derrota
11. El comienzo de lo inevitable
12. El regreso de antiguas hazañas
13. Marido y mujer
14. Íntimas confesiones
15. Malas intenciones
16. Misión encomendada
18. Descubrimientos misteriosos
19. Enfrentamiento mortal
20. Efímera tranquilidad
21. Almas unidas
22. Dudas angustiantes
23. Corazones destrozados
24. Nefasta revelación
25. Secretos al descubierto
26. Destino definido
27. El principio de una travesía
28. La llama sagrada de Farone y el regreso de un antiguo enemigo
29. Las puertas del Crepúsculo
30. Situaciones inesperadas
31. Reavivando emociones
32. La llama sagrada de Eldin y la enfermedad del Héroe Elegido
33. Amor que sana
34. Cambios radicales
35. Nuevo comienzo
36. Tratos cumplidos
37. Sorpresivos encuentros
38. Firmes aclaraciones
39. Simples amantes
40. Juramento inquebrantable
41. Reanudando el camino
42. Misteriosas revelaciones
43. La llama sagrada de Lanayru y la otra cara de la moneda
44. Impredecible hallazgo
45. Grandes verdades
46. Impensable
47. Desgracias al acecho
48. Devastadores cambios
49. La invasión
50. La sagrada bestia de ojos azules
51. El Héroe del Crepúsculo
52. Abismo infernal
53. Lucha contra uno mismo
54. Indicias devastadoras
55. Todo tiene un comienzo...
56. ... Y también un final
57. El reencuentro de las almas
Epílogo

17. Heridas del alma

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By Goddess-Artemiss

Zelda estaba impactada por la reciente confesión de su suegra. Jamás se imaginó que ella pasaría por situaciones tan lamentables con su familia.

- Demetrio es un hombre con un gran corazón y ama a nuestro hijo con toda su alma, pero hay varios motivos por los que a veces es muy estricto con él.

La princesa decidió guardar silencio, no quería interrumpir por ningún motivo el relato de la duquesa.

- La razón por la que me convertí en su institutriz fue por petición de su padre, pues en ese entonces su joven hijo se le estaba saliendo de control...

*.*.*.*.*

El príncipe Demetrio, en ese entonces, tenía dieciocho años. Siempre se había caracterizado por ser un joven bondadoso y responsable con su reino, pero a partir de la muerte de su madre, la duquesa Oriana, su conducta cambió radicalmente. Se convirtió en un muchacho rebelde e irrespetuoso, evadía cada una de las responsabilidades que le competían y siempre ahuyentaba a sus maestros con extrema insolencia.

El padre de Demetrio, el duque Genaro, se sentía desecho con la muerte de su esposa, sin embargo, no podía permitir que ese dolor lo derrumbe, pues no solo tenía que velar por el bienestar de su reino, sino también por el comportamiento de su hijo, que estaba provocando serios problemas en su vida personal.

...

Padre e hijo se encontraban en una fuerte discusión en la biblioteca del palacio, y por más que el gobernante quisiera evitarlo, los gritos de ambos eran desorbitados.

- ¡Basta, Demetrio! ¡Es el quinto maestro que ahuyentas en este mes! Tu insolencia ha rebasado todos los límites. ¿Cómo pretendes reemplazarme algún día con semejante actitud que has tomado? – reclamaba exaltado el duque.

- ¡Todos los mentores que eliges para mí son unos viejos insoportables!

- ¡Cuida tu boca! ¿Qué manera de hablar es esa?

- ¡Es la verdad! No dejan de cuestionarme por todo y me repiten a cada instante que sería una deshonra para Ordon tener un duque con mi forma de ser. Estoy harto de tener tantas presiones por parte de ellos. ¡Quiero que todos me dejen en paz!

- Desde que tu madre murió, hace dos años, te has vuelto intratable. Sé que su muerte fue un golpe muy duro para ti, para mí también lo fue, pero créeme que ella no se sentiría nada orgullosa con tu conducta actual. ¿Dónde quedó el joven noble y gentil que tenía un intachable honor con el deber?

- ¡No quiero tener más maestros, no pienso tolerar sus hostigosas cátedras y reproches! Ya estoy lo suficientemente grande para decidir mi propia vida.

- ¡Tú harás lo que yo ordene! ¡Soy tu padre y me debes respeto! Vas a prepararte como es debido para algún día obtener el ducado; te guste o no, ese es tu destino y debes enfrentarlo. Yo no viviré para siempre y el reino dependerá solamente de ti, y con tu rebeldía llevarás todo a la ruina. No pienso soportar ni un día más tu indebida conducta, por eso, en este momento, está esperando afuera una nueva institutriz a la que acabo de contratar, y quieras o no, la obedecerás.

- Otra vieja fea e insoportable...

- ¡Silencio! ¡Nada de eso! Ella es graduada de la mejor universidad del reino gracias a una beca de estudios que obtuvo por sus excelentes notas. Ha llegado muy lejos, y aparte de poseer amplios conocimientos en el comercio, también ha puesto en cintura a rebeldes nobles como tú, gracias a su estricto método de enseñanza. Espero que ella sea capaz de regresar a la persona que antes era mi hijo, pues el que tengo frente a mí es todo lo contrario a él.

- Puedes traer a una universidad entera si así lo deseas, pero no pienso permitir que ninguna vieja retrógrada me diga qué hacer.

- ¡Mocoso arrogante! – gritó enfurecido

Ofuscado, el duque se retiró de la biblioteca para ir a hablar con la persona que estaba esperando afuera.

...

Aitana, una joven de veinte años, se encontraba sentada a la salida de la biblioteca. Al parecer fue citada por el duque para un importante deber, tomar las riendas de la conducta del joven príncipe de Ordon y regresarlo al camino de la rectitud.

A pesar de ser prudente en todas las cosas que realizaba, no pudo evitar escuchar la discusión que se estaba llevando dentro, pues los gritos del duque y el príncipe eran lo suficiente sonoros.

Una vez que el escándalo cesó, pudo observar al duque saliendo del lugar totalmente consternado.

- Lamento tanto que haya escuchado semejante escándalo, pero como podrá darse cuenta, mi hijo ha acabado con mi paciencia. – indicó avergonzado

- No se preocupe, su majestad, no tiene por qué explicarme nada. – respondió calmada.

- Creo que es mejor que entre de una vez a trabajar con él. Solo le pediré una cosa, si él se llega a portar irrespetuoso con usted, tiene mi total autorización para reprenderlo de la manera que crea conveniente, no tolere ni una falta de respeto. Yo le juro que antes no se comportaba así, la muerte de mi esposa lo afectó más de lo que pensaba.

- Pierda cuidado y deje todo en mis manos, le aseguro que el joven príncipe retomará el camino por el que se perdió. – contestó sonriendo.

...

Cuando Aitana entró al estudio de la biblioteca, encontró al príncipe de espaldas bufando un montón de palabras inentendibles. En ese momento el joven percibió su presencia, y mientras se daba la vuelta comenzó con su cantaleta.

- ¡Es mejor que sepa de una vez que no pienso soportar ninguno de sus...!

El príncipe se quedó callado ante la mujer que tenía frente a él. No era la típica institutriz entrada en edad a las que estaba acostumbrado, esta era una hermosa joven que solo transmitía encanto y atracción, pero a la vez respeto y distancia por el serio semblante que mostraba.

- Buenos días, príncipe Demetrio. – saludó con una reverencia.

-Bu... buenos días.

- Mi nombre es Aitana. Desde el día de hoy seré su nueva institutriz. Espero que las cosas entre nosotros se manejen de la manera más cordial posible y cumplamos nuestro trabajo eficientemente.

El príncipe estaba enmudecido y sonrojado, no fue capaz de cuestionar nada de lo que la joven le indicó.

- Tomemos asiento de una vez para empezar las clases, quiero evaluar su nivel académico para saber qué debemos reforzar.

Demetrio, sin cuestionar nada, se sentó junto a su maestra y comenzaron su actividad tranquilamente, hasta que llegara la noche.

...

Una vez finalizada la clase, Aitana salió de la biblioteca para encontrarse con un ansioso duque caminando de un lado a otro. Una vez que el hombre notó su presencia, se le acercó a hablar nervioso.

- Algo le hizo ese muchacho, ¿verdad? ¡Dígame y en este momento lo voy a...!

- Pierda cuidado, majestad. Con todo respeto, creo que usted se ha preocupado más de lo debido, pues trabajar con el príncipe fue muy gratificante.

- ¿¡QUEEEÉ!? – exclamó sorprendido.

- Ha acatado cada una de mis órdenes sin quejarse, e incluso me ha impresionado con sus amplios conocimientos. Al parecer las cosas no están tan mal como piensa usted y los demás miembros del consejo.

- P... pero...

- Ha llegado la hora de retirarme. En dos días regresaré a continuar con mis labores. Buenas noches.

Luego de una reverencia, la institutriz se fue, dejando al duque totalmente anonadado con lo que acabó de escuchar. Luego de un rato, el príncipe salió de la biblioteca con una gran sonrisa en los labios.

- Buenas noches, papá. Esta maestra no es como los demás, me ha gustado mucho su método de enseñanza. Definitivamente, ha sido la mejor clase que he tenido en años.

El joven se retiró del lugar animadamente, sin saber que su padre lo analizaba. Pudo notar que su hijo tenía un brillo especial en los ojos, algo que no había visto en él desde hace mucho tiempo. Sin duda esa joven traería cosas buenas a la vida del príncipe, incluso más de las que se imaginaba...

...

Pasaron los meses y las clases del príncipe empezaron a dar buenos frutos. Todos en el palacio estaban sorprendidos por el abrupto cambio que había tenido, tanto a nivel académico como conductual. Pasó de ser un joven desobligado e irrespetuoso a otro educado y responsable. Todos se sentían felices por su mejora, especialmente su padre, quien sabía cuál era la razón de ello... o quién.

Por otra parte, entre maestra y alumno se estaba formando algo más allá de la relación académica. En todo el tiempo que se trataron empezaron a conocerse mejor en el ámbito personal, encantándose de las cosas que caracterizaba al otro. Un ejemplo de ello era que ambos tenían las orejas puntiagudas, pues resulta que, así como el príncipe era descendiente de hylianos, Aitana había nacido en Hyrule; fue hija de unos fallecidos comerciantes venidos de la ciudadela, que comenzaron una nueva vida en las afueras de Ordon.

Esa comodidad que sentía la joven al hablar con el príncipe la hacía sentir a gusto, pero al mismo tiempo la asustaba, pues no quería llegar a sentir algo más que aprecio por su estudiante. Sabía muy bien que una relación amorosa como la suya no sería aceptada por ser de distintas clases sociales, y aparte de eso, el tabú donde una mujer no debía ser mayor a su pareja aún estaba vigente. Por eso decidió tomar la mayor distancia posible de él y centrarse únicamente en su trabajo, sin esperarse que eso provocaría que el interés del joven por ella crezca aún más.

Hubo momentos en los que el príncipe abrió su corazón con ella, derramando dolorosas lágrimas mientras recordaba a su difunta madre. Eso provocó que ella deje a un lado su barrera y cometa un acto atrevido e impropio, consolarlo por medio de abrazos e indicarle que ella también lo entendía, pues perdió a sus padres de pequeña y tuvo que salir adelante por sí sola.

...

Uno de esos días, los jóvenes se encontraban en una de sus clases. Aitana se sentía orgullosa de la gran evolución de su alumno.

- Me siento muy contenta de los cambios que ha mostrado. Su padre está demasiado satisfecho con los resultados de su mejoría.

- Todo eso es gracias a usted. Desde que comenzó a darme clases, mi perspectiva cambió completamente... en todo sentido. – indicó sonriendo.

- Yo solo he cumplido con mi trabajo, todo el esfuerzo ha sido de su parte.

- Entonces, si es así, creo que merezco una recompensa por mi esfuerzo.

- ¿Recompensa? – preguntó extrañada.

- Así es... y ya tengo en mente que es lo que quiero.

El príncipe tomó la mano de su maestra de la forma más descarada, provocando que ella se ponga nerviosa al extremo.

- Deseo dos cosas. La primera es que nos hablemos de manera más informal, somos jóvenes, así que podemos tutearnos sin ningún inconveniente.

- ¿Ah?

- Y la segunda... es que aceptes salir a cenar conmigo esta noche. – le propuso sonrojado.

- Yo no...

- Por favor, por una vez deja de ser distante conmigo. Solo será una salida entre maestra y estudiante. Si no aceptas mi invitación me sentiré muy ofendido. – expresó demostrando resentimiento.

Aitana se quedó en silencio asimilando la situación, sin embargo, no veía bien hacerle una descortesía a Demetrio... sea como sea era el príncipe de Ordon.

- Está bien, gracias por la invitación, príncipe. – respondió ruborizada.

- Es un gusto. Dame tu dirección para ir a verte esta noche... y ya deja de llamarme príncipe.

Esa primera salida se convirtió en varias más, donde los jóvenes no pudieron evitar enamorarse el uno del otro. Aitana era la más callada y reservada con el asunto, por eso el príncipe fue el primero en dar el primer paso, tanto en robarle su primer beso como declararle su amor. Ella sabía que no iba a ser aceptada por el consejo del reino, sin embargo, se sentía inmensamente feliz al ser correspondida por su alumno.

Pasado el tiempo, llegó a su vida una propuesta que la puso entre la espada y la pared.

- ¿Casarnos? – preguntó sorprendida.

- Sí, Aitana. Acepta este anillo como símbolo de mi amor, quiero que seas mi esposa. – pidió mientras se encontraba de rodillas a su amada.

- ¡Eso es imposible! – indicó tajante.

- ¿No quieres estar conmigo? – preguntó apenado.

- ¡Claro que quiero, sabes que te amo!

- ¡Entonces no le veo el problema! – reclamó con firmeza.

- Nuestras diferencias sociales y de edades... sabes que jamás me aceptarán a tu lado.

- ¡Pues tendrán que aceptarlo! Tú eres la mujer que amo y solo eres mayor a mí un par de años, ni que fueras una anciana. Vamos a hablar con mi padre.

- ¡No, por favor!

- ¡Dije vamos! – ordenó con ímpetu.

El príncipe obligó a su amada a ir donde el duque, estaba dispuesto a encararlo y comunicarle la decisión que había tomado.

...

- Aitana y tú...

- Sí, papá, hemos sido novios en secreto desde hace tiempo, nos amamos y...

- No, Demetrio, por favor...

- Queremos casarnos...

El duque se sorprendió en sobremanera por la declaración de su hijo, y pudo notar que Aitana estaba muy angustiada evadiendo su mirada. Ella tenía deseos de salir corriendo, pero Demetrio la tenía fuertemente agarrada de la mano para evitar que se escapara.

- Su majestad, déjeme explicarle, la verdad es que...

El duque empezó a reírse a carcajadas, mientras que los jóvenes se quedaron perplejos ante su actuar. Una vez calmado, el hombre se dirigió a hablar con su hijo.

- ¿Acaso creíste que me ibas a engañar? Hace tiempo que sé sobre su relación y jamás te dije nada, pues esperaba pacientemente que vengas a revelármelo.

Ambos jóvenes se sonrojaron enormemente al saber que su secreto era conocido por el duque.

- Aitana ha cambiado tu vida enormemente. Desde que nos dejó tu madre, ella ha sido la única capaz de hacerte sonreír después de mucho tiempo. Gracias a ella has mejorado y retomaste el prestigio que siempre te caracterizó... y sobre todo por ella recuperé al hijo que siempre tuve. ¿Cómo no podría aceptarla como nuera?

- Es decir que... – preguntó impactado.

- Acepto y bendigo que ustedes se casen, para mí no hay mejor mujer para ti que ella.

La pareja se puso muy feliz con la autorizaron del duque, sin embargo, la joven desvaneció su alegre sonrisa por un pensamiento que la perturbaba.

- Pero, ¿y el consejo? Usted sabe lo que piensan sobre los plebeyos, y aparte mi edad...

- ¡No te preocupes por eso! Aquí se hace lo que yo ordeno. Sé muy bien que los ministros piensan de esa forma, porque en el fondo desean emparejar a sus hijas con mi hijo, pero yo no pienso matrimoniarlo con alguien a quien no ama... y referente a tu edad, eso es lo de menos, lo que importa es que se amen y sean conscientes que también, una vez casados, tú pasaras a ser la princesa de este reino, y las responsabilidades que se vienen para ti son de peso. – dijo en tono serio.

- No le temo a eso. Mientras pueda estar junto a su hijo, sé que lograré cumplir con todo lo que se me encomiende. – respondió sonriente y segura.

- Eso es lo que siempre he esperado escuchar de mi futura nuera. ¡No se diga más, empezaremos con los preparativos de su boda lo más rápido posible!

...

La boda de los jóvenes se llevó a cabo entre algunas alegrías y muchos disgustos, pues los ministros y consejeros estaban en total desacuerdo con la unión del príncipe y su institutriz, sin embargo, el duque le restó importancia a su opinión y celebró por todo lo alto su matrimonio.

Lamentablemente, al poco tiempo de casados ocurrió una tragedia. El duque Genaro falleció de un ataque al corazón, dejando a su hijo sumido en una profunda depresión, pues en muy poco tiempo perdió a su madre y a su padre. Sin embargo, su pena fue más llevadera con su esposa como compañía, quien le brindó consuelo y le aseguró que siempre cargarían con las tristezas del otro.

A las pocas semanas de la muerte de su padre, Demetrio fue coronado como Duque de Ordon, y para disgusto del consejo, Aitana también tuvo que ser coronada como Duquesa, pues el reino no podía pasar tanto tiempo sin un gobernante a su cargo.

Fue un año lleno de dificultades donde el joven duque tuvo que olvidarse de su pena para tomar las riendas de un reino entero. Las responsabilidades y exigencias para él aumentaron desorbitadamente, al punto que había momentos en los que no podía dormir tranquilo ni pasar junto a su esposa momentos agradables, quien de la misma manera lo apoyaba trabajando a su lado por los habitantes de Ordon.

La única alegría que recibió, después de tanto tiempo, fue enterarse de que iba a convertirse en padre. Los duques no cabían en la felicidad al saber que llegaría una criatura a bendecir sus vidas y que formarían la familia que hace tiempo habían perdido.

Sin embargo, las cosas empezaron a complicarse, pues a partir de los primeros meses de embarazo, la duquesa empezó a sentirse mal. Experimentaba fuertes dolores de cabeza acompañados por náuseas insoportables. No había alimento que tolerara por más que se esforzaba en comer, todo lo rechazaba; solo consumía agua y unas cuantas frutas para tratar de tener algo en el estómago, sin embargo, había momentos en que tampoco las aceptaba. Todos esos malestares la incapacitaron, provocando que su marido caiga en la desesperación y envíe a llamar a los mejores médicos, tanto de Ordon como extranjeros, pero ninguno encontraba la razón de sus males. Todos indicaban que eran síntomas normales del embarazo... esas palabras no dejaban tranquilo al gobernante.

Una de las doncellas del palacio le contó al duque sobre una sabia originada del antiguo Templo del Bosque de la región de Farone; el nombre de la joven era Saria, bautizada así en honor a una antigua líder de una comunidad de niños llamados Kokiris, quienes vivieron en la tierra hace miles de años y eran recordados por mantener el equilibro entre el hombre y la naturaleza. Demetrio estaba tan preocupado por la salud de su mujer que envió a traer a la muchacha de inmediato, para que de una vez por todas descubra qué tenía.

...

A la habitación que la duquesa compartía con su esposo, entró una joven alta, de largo y ondulado cabello verde y ojos azules, usando un vestido largo ajustado al cuerpo con los hombros descubiertos, y de una tonalidad más oscura que su melena.

En el momento que entró al lugar, Saria se entristeció enormemente al ver a la joven mujer en un estado tan lamentable, y también estaba preocupada por la salud del bebé que esperaba.

- Por favor, le pido que atienda a mi esposa, quiero saber qué es lo que tanto la aqueja. – suplicó preocupado

- No se preocupe, duque, primero la revisaré y luego le diré el motivo de su enfermedad.

La joven se acercó a la cama, y en ese momento la duquesa le sonrió débil, pues por su estado no podía ni siquiera saludarla debidamente.

- No se esfuerce, por favor. Permítame palpar su vientre.

La joven cerró los ojos, puso una mano en el vientre de la duquesa y la mantuvo en ese lugar por varios minutos, sin decir ninguna palabra. El duque estaba impaciente esperando que termine de revisarla, sobre todo porque notó que mientras tenía cerrados los ojos, su semblante calmado inicial cambió por uno desagradable y consternado.

Luego de varios minutos de espera, Saria retiró la mano del vientre, para luego explicarles a los duques qué es lo que estaba pasando... sin rodeos

- Seré breve... un hechizo maléfico está provocando sus malestares.

- ¿Qué es lo que ha dicho? – preguntó alarmado.

- Lo que me escuchó, alteza. Alguien ha maldecido a la soberana, o más bien, al hijo que ella espera.

- ¡Eso es imposible! ¡Nosotros no tenemos enemigos!

- El enemigo no los busca a ustedes, busca la muerte del bebé que se está formando. No le conviene por nada del mundo que la criatura nazca.

La duquesa derramó amargas lágrimas al escuchar lo que la sabia le estaba informando. Por otra parte, el duque se sentó en la cama para abrazarla, igual de dolido que ella.

- Sé que lo que les digo es duro y difícil de creer, pero la prueba de ello es que ningún médico ha podido ayudarla. No deberían descartar lo que les estoy diciendo.

En ese momento la duquesa se sentó en la cama, y con dificultad le dirigió unas palabras a la sabia.

- Mi hijo es una bendición... es un regalo maravilloso que llegará a nuestras vidas. Me parece impropio que diga que está maldito. Lo siento... pero no puedo creer en sus palabras. – reclamó indignada, respirando con molestia.

- Yo no he dicho que su hijo está maldito, mi señora... y lo que usted dice es una gran verdad. El bebé que espera es una bendición directa de las Diosas. No tiene idea de quién está acogiendo en su vientre.

- ¡Yo sí le creo! ¡Estoy tan desesperado que estoy seguro de que alguien quiere hacernos daño lastimando a nuestro hijo! Indíqueme qué hacer para que mi esposa se sienta mejor, y que esa maldición se vaya de la vida de nuestro bebé.

- En mis manos no está la cura, solo en las de ustedes. Lo que deben hacer es pedirle a las Diosas con todo el corazón que bendigan a su hijo; sé que es difícil usar ese recurso, pues en momentos desesperados uno quiere soluciones rápidas, pero háganme caso, yo sé por qué les digo que las Deidades desean más que nadie que esta criatura venga al mundo... y referente a los malestares, enviaré con sus sirvientes varias botellas de agua sagrada del manantial del Templo del Bosque. Al beberla los síntomas no desaparecerán, pero sí se reducirán notoriamente a ciertas horas del día, pero sean pacientes, pues sus efectos se verán después de un tiempo. El agua sagrada es muy poderosa, pero para esta clase de maleficios es poco efectiva; también ella debe guardar absoluto reposo, pues cualquier descuido puede atentar contra la vida de ambos.

- Seguiremos cada una de sus indicaciones, gracias por su ayuda. Le aseguro que será recompensada con una buena cantidad.

- En casos distintos si cobro por mis servicios, pero en esta situación no pienso hacerlo. Después de lo que acabo de sentir, sería como una blasfemia a las Diosas hacerlo. Hasta pronto.

...

El duque siguió todas las indicaciones de la sabia. Por las mañanas, junto con su esposa, le pedía a las Diosas por la sanación de ella y la bendición de su bebé, para que esa maldición se disipe para siempre. La duquesa estaba llena de fe ante sus oraciones, a pesar de que aún seguía incrédula de la maldición que la aquejaba.

Por otra parte, el agua sagrada provocaba cierto alivio de forma parcial en la soberana. Por las noches se sentía algo mejor, pero al llegar el amanecer las cosas empeoraban, pues los síntomas aún la aquejaban y había perdido demasiado peso debido a la poca ingesta de alimentos.

Los consejeros y ministros no estaban nada contentos con la situación. No les preocupada en lo absoluto la salud de la duquesa, sino que les molestaba que ella no podía cumplir con sus obligaciones con el reino, y que talvez no sería capaz de traer al mundo a un heredero sano. Una vez más sacaron el tema de que fue un completo error permitir que el duque se case con una plebeya enfermiza.

...

El duque Demetrio fue citado a una audiencia de última hora. Tenían que hablar urgentemente sobre la situación que estaba pasando su esposa, para que se tomen medidas drásticas.

- Se ha llamado a los mejores médicos del reino y del exterior para que traten el mal de la duquesa, pero las cosas cada vez van de mal en peor. Por las noches se siente ligeramente mejor, pero por las mañanas y tardes, cuando más se necesita de su presencia, está incapacitada de cumplir con sus deberes. – indicó uno de los consejeros.

- El embarazo de mi esposa es delicado. Entiendan que necesita descansar para que tanto ella como mi hijo estén en buenas condiciones. – explicó angustiado.

- ¿Buenas condiciones? ¿Acaso no se da cuenta de que su esposa es una mujer enfermiza? ¡Le advertimos que casarse con una plebeya no le traería nada bueno! ¿Quién sabe qué tan mal estaba de salud antes de unirse a usted?

- ¿Qué dice? – preguntó con firmeza.

- ¡Qué su esposa es incapaz de engendrar hijos sanos! Hemos hecho esta audiencia para que tome una decisión al respecto. Sospechamos que esa criatura morirá o nacerá con defectos, así que lo mejor que se puede hacer es interrumpir ese embarazo... y de una vez, anular su matrimonio para que se case con una mujer sana, capaz de darle hijos, pues un heredero es sumamente importante para...

El consejero fue interrumpido en su frase, pues el duque se lanzó encima de él a golpearlo en la cara sin piedad. La furia se había apoderado de él incontrolablemente, pues se habían metido con lo que más amaba, su esposa, quien en su vientre llevaba al sagrado lazo que los unía.

- ¡Repítelo, bastardo! ¡Repite lo que acabas de decir para terminar de matarte!

- ¡Sáquenme a este tipo de encima! – suplicó a gritos.

Los ministros y consejeros separaron al enfurecido duque de su ensangrentado compañero, quien con dificultad apenas podía mantenerse en pie.

- ¡Todos en este momento se largan de mi palacio! Son unos malditos desleales que se olvidan con quién están tratando. Permití que abusen de su autoridad cuando mi padre vivía, pero ahora las cosas son diferentes. ¿Qué es lo que creen? ¿Qué porque aún soy joven pueden manipularme a su antojo como si fuera su marioneta? ¡Nadie se va a meter con mi esposa y con mi hijo! ¡Nadie!

- ¡Cálmese, majestad! Todo lo hemos dicho por su bien y por el del reino.

- ¿Por mi bien? ¿Quiénes son ustedes para decidir en mi vida? ¡Mal nacidos, no quiero seguirlos escuchando! Todos serán enviados al exilio, nunca les perdonaré el haber hecho esta audiencia para deshonrar a su soberana. No quiero en mi reino personas tan crueles y despiadadas al juzgar con dureza a una vulnerable madre enferma, que lo único que desea es que su bebé nazca sano y feliz.

- ¡No nos puede destituir, estaría cometiendo una locura!

- ¡Locura es lo que cometeré al matar a este tipo si no lo quitan de mi camino!

- ¡Espere, podemos conversar y arreglar las cosas!

- ¡Arreglar nada! ¡Guardias, llévense a esta basura a los calabozos y libérenlo cuando yo lo ordene! Y referente a ustedes... ¡Largo! ¡Largo de aquí y no regresen más! ¡Lárguense todos! – ordenó descontrolado.

Los ministros y consejeros salieron despavoridos del lugar, mientras que los guardias se llevaron a los calabozos al irrespetuoso consejero que le sugirió al joven semejante atrocidad.

Una vez que todos se fueron, el duque no aguantó más y estalló en llanto, ya eran demasiadas cargas que tenía encima de sus hombros a su corta edad. La muerte de su madre, el rechazo a su matrimonio con Aitana, la súbita muerte de su padre, las fuertes responsabilidades que se le impusieron al ser coronado, y ahora el embarazo complicado por el que estaba pasando su amada, y por el que temía perderlos tanto a ella como a su hijo.

Lo que no sabía el duque es que uno de los soldados no se retiró de la sala, pues estaba apenado por todo lo que estaba pasando. El joven no pudo evitar acercase a Demetrio y ponerle una mano en su hombro para tranquilizarlo.

- No te angusties, te aseguro que las cosas van a resolverse antes de lo que te imaginas.

- Moy, eres el único honesto entre tanta escoria. ¡Estoy desesperado, ya no puedo más! – lloraba desgarradamente.

- ¡No puedes derrumbarte! Tu señora y tu bebé te necesitan. Llora hoy, solo hoy, pero mañana y más adelante, no vuelvas a llorar. Aférrate a la esperanza que las cosas mejorarán, no olvides que así estés rodeado de traidores, yo jamás te abandonaré. Eres como mi hermano.

- También te considero mi hermano. Aparte de Daphnes, eres uno de los amigos más valiosos que tengo y por eso te estaré siempre agradecido. Tengo tanto miedo, si algo les pasa a Aitana y a mi hijo me quedaré completamente solo. ¡Son lo único que tengo y no quiero perderlos!

- Ellos estarán bien, confía en mis palabras.

El duque siguió llorando hasta que se le secaron los ojos. Por lo menos ese día necesitaba desahogarse de tantas penas que lo aquejaban desde hace tiempo.

...

Antes de entrar a su habitación, el duque pudo escuchar el llanto incontrolable de su esposa. Eso le rompió el corazón terriblemente y abrió la puerta enseguida para ayudarla.

- ¿Qué sucede, mi amor? ¿Te duele algo? – preguntó preocupado.

- Vi a lo lejos la audiencia que tuviste, y pude ver que lloraste amargamente, pero fui tan cobarde que no fui capaz de acercarme para abrazarte.

- ¡No debiste levantarte! ¡Debes guardar absoluto reposo! No te preocupes por mí, solo fue un mal momento. – dijo, fingiendo una sonrisa para calmarla.

- No, ellos tienen razón. No debiste casarte conmigo y por mi culpa nuestro bebé está sufriendo. No soy una mujer fuerte.

- ¡No digas eso! Casarme contigo fue lo mejor que me ha pasado en la vida. Eres muy fuerte, lo que dicen ese montón de idiotas no tiene importancia. A pesar de que hay personas que no nos aprecian, aún hay otros que nos apoyan, ya sea cerca o a la distancia; Moy, Daphnes, su esposa Celine... y nuestros padres, que sé que, aunque no están presentes, desde donde estén nos protegen. ¡No pierdas la fe, vas a ver que pronto nos reiremos de estos malos momentos!

- ¿Y si nuestro hijo nace enfermo? ¡No quiero que eso pase! – exclamó entre espasmos.

- ¡Eso no pasará! Algo me dice, desde el fondo de mi corazón, que este bebé es muy especial y que viene con un importante propósito. No sé por qué, pero eso es lo que siento, por eso no podemos rendirnos, debemos luchar para traer a nuestro hijo junto a nosotros. Recuerda lo que me dijiste el día que mi padre murió, que aprenderíamos a cargar con las tristezas del otro, y eso es lo que tenemos que seguir haciendo. No te rindas, por favor, al final de todo nuestro sufrimiento será recompensado.

El duque secó las lágrimas del rostro de su esposa, para luego acomodarle en su pecho para calmarla. Estaba seguro de que todo lo malo por lo que estaban pasando llegaría a su fin con la llegada de su hijo.

...

Después de tantas dificultades y desagradables momentos, finalmente llegó el día del nacimiento del heredero de Ordon. El trabajo de parto duró largas horas, varias doncellas, enfermeras y médicos estuvieron rodeando la gran habitación de la duquesa para tener todo bajo control; el duque no se separó de su lado en ningún momento y le brindó su apoyo en la difícil tarea.

Y después de tanto dolor y lágrimas, llegó al reino el bebé más sano, hermoso y fuerte del mundo, cuyo cabello rubio cenizo brillaba con la fuerza del sol y su blanca piel se asemejaba a los reflejos de luna. Los soberanos lloraron de la felicidad al ver que después de tan difícil etapa, su hijo hubiera nacido en tan perfectas condiciones.

Era un niño nacido con un maravilloso propósito que tardarían unos cuantos días en descubrir, sin embargo, lo que les demostró inicialmente que su bebé era especial, es que desde el momento en que su madre se lo puso en su pecho para abrazarlo, todos los malestares que tenía desaparecieron, como si la cura estuviera dentro de su espíritu, y lo más curioso que también ocurrió fue que a medida que se iba sintiendo más aliviada, la manito de su pequeño titilaba constantemente, descubriendo así un conocido símbolo para ellos...

*.*.*.*.*

Zelda derramaba lágrimas a medida que escuchaba cada palabra que le contaba la duquesa. Era una mezcla de tristeza por todas las penas que pasaron, y al mismo tiempo de felicidad al ver que el nacimiento de su esposo trajo bendiciones a la vida de sus padres, en todo sentido.

La duquesa también había derramado algunas lágrimas al relatar la historia de su vida, y se sentía feliz de compartirla con una persona amada y valiosa para su hijo.

- Ver a mi hijo convertido en lo que es ahora, me hace no sentirme mal por el pasado, y si fuera necesario, volvería a pasar lo mismo, cientos de veces, con tal de verlo tan lleno de vida y sonriendo. Esta es la historia de mi familia, Zelda, y te agradezco tanto que me hayas escuchado. Aparte de tu madre, eres la única persona a la que se la he contado de manera tan íntima; ni siquiera a Link se la he revelado completa, pues no quiero que piense que sufrimos por su culpa. Él es muy sensible y no desea que nadie se incomode por su causa.

- La que tiene que agradecerle soy yo por haber compartido conmigo algo tan valioso de su vida. Lo único que ha logrado es que mi cariño y respeto por ustedes crezca más, y sobre todo, me hace sentir feliz y orgullosa del hombre que tengo a mi lado.

- Nosotros también te queremos mucho. No es porque sea mi hijo, pero Link es un hombre maravilloso, tanto como tú lo eres. Por eso decidimos comprometerlos desde que naciste, pues personas especiales deben estar juntas siempre.

- Muchas gracias por sus palabras. Le aseguro que me dedicaré a hacer muy feliz a su hijo, y referente a su esposo, ahora entiendo por qué es tan serio, tuvo que aprender a madurar y hacerse fuerte abruptamente para poder soportar tanto sufrimiento.

- El dolor de Demetrio lo hizo el buen hombre que es ahora, como el carbón pulido de la manera más extrema, para al final convertirse en un hermoso diamante. Mi esposo no es alguien perfecto y sé que a veces es duro con Link, pero lo hace porque piensa que así él no pasará por las mismas cosas que él sufrió. Gracias a él, pude seguir luchando por mi vida y la de mi hijo, y valió la pena, pues después de haber dado a luz, me dijeron que lamentablemente no podría volver a embarazarme por los riesgos que corrí en el proceso, por lo que agradezco tanto a las Diosas el haberme permitido tener la dicha de ser madre por una sola vez.

- ¡Han sido unos padres maravillosos, son admirables! Por lo que ha contado, me he dado cuenta de que Link y el duque son tan parecidos. Muchas veces él me defendió con vehemencia ante los ministros y consejeros que nos presionaban por motivos parecidos a los de ustedes.

- Nuestra vida como gobernantes no es nada fácil, pero lo que importa es saber enfrentarla y no frustrarse por el daño que quieran hacernos otros. No debemos permitir que comentarios insanos acaben con nuestra tranquilidad y deber con el pueblo. Total, la gente siempre hablará y lo que digan ellos es su problema, no nuestro. No debemos responsabilizarnos por los actos de los demás.

- Tiene razón. Una vez más gracias por confiar en mí, y guardaré total discreción en lo que me contó.

- Talvez, algún día, Demetrio y yo le contemos la verdad a nuestro hijo, eso entre otras cosas... Bueno, ahora me retiro para que leas el libro de magia que te acabo de dar, me alegra que sepas leer el idioma hyliano antiguo, así que no te será muy difícil entenderlo. Nos vemos más tarde.

- Hasta luego, duquesa.

Cuando la duquesa cruzó la puerta de la biblioteca, sacó de su bolsillo la carta que su amiga Celine le envió.

- Ya no tienes nada de que preocuparte, amiga, tu hija retomará lo que por derecho siempre le perteneció. – pensó para sí misma.

...

Luego de tres días de viaje por la región de Farone, Link llegó a la cabaña de su familia junto con su padre, Moy y los soldados. Durante el trayecto se vieron acorralados por varios monstruos, pues el atajo que tomaron era famoso por ellos, sin embargo, gracias a las habilidades de los hombres en el uso de la espada, pudieron defenderse y salir ilesos de cualquier ataque. En ese tiempo también les tocó acampar en medio del bosque, y aun así, siempre estaban alerta por cualquier problema que se les pudiera atravesar.

Ahora que habían llegado a la cabaña, se sentían más tranquilos, pues los monstruos casi no pasaban por ahí, y podrían dormir más cómodos en las camas en vez de las tiendas de campaña.

...

Esa mañana el príncipe se encontraba con su padre desayunando. Estaban conversando sobre las estrategias que ejecutarían para la primera reunión con el Ministro de Comercio de Farone.

- Mañana temprano nos espera en su despacho. Observa cada uno de sus movimientos, desde la manera de hablar hasta como nos mira. Aunque no lo creas, de esa forma sabremos si está siendo honesto.

- No solo hay que fijarse en eso, también hay que ver su manera de enlazar las palabras. A la primera incoherencia o irregularidad que diga sabremos que...

Las palabras del joven fueron interrumpidas por un extraño sonido, algo que estaba lejano de donde ellos se encontraban.

- ¿Escuchaste eso? – preguntó extrañado.

- No escuché nada. – respondió el duque.

- Qué raro, debió ser mi imaginación...

De repente el sonido regresó, pero ahora parecía que estaba formando una canción.

- ¡Lo volví a escuchar!

- Debes estar cansado por el viaje, te juro que yo no escucho nada.

- ¡La escuché muy bien! Es una canción y parece que una trompeta la está entonando.

- ¿Una trompeta?

- Sí, y viene de allá. ¿Sabes qué hay ahí? – dijo, mientras señalaba el punto de donde la canción provenía.

- Está el Templo del Bosque, pero actualmente está cerrado, pues la sabia que lo habitaba murió hace años. – indicó apenado.

- Algo está pasando ahí, pueden ser enemigos. Creo que es mejor ir a averiguar de qué se trata antes que encuentren la cabaña y nos ataquen.

- Tienes razón, vamos tú y yo a ver qué pasa. Dejemos a Moy y a los soldados descansar, pues ellos son los que menos han dormido por estar atentos a nosotros.

- Es cierto, tomemos nuestras espadas y vamos a ese lugar de una vez.

...

Padre e hijo se trasladaron caminando a la zona que rodeaba el Templo del Bosque. Link se quedó sorprendido del largo puente que llevaba hacia el inmenso árbol que conformaba dicha construcción, donde antes parecía que hubo un gran portón, ahora todo estaba cubierto por ramas y raíces envejecidas, y por el paso del tiempo parecían difíciles de derribar.

- ¿Este gran árbol es el Templo del Bosque, papá?

El joven esperó que su padre le responda, pero este no dijo nada. Cuando volteó a verlo vio que observaba el templo con demasiada atención, con una mezcla de nostalgia y consternación.

- ¿Papá? Te estoy hablando...

El duque seguía enmudecido, al parecer aún no notaba que su hijo le estaba llamando.

- ¡Padre!

- ¿Ah? ¿Dijiste algo, hijo?

- Te he estado hablando todo este tiempo, te he preguntado cosas sobre este lugar. ¿Por qué no me respondías?

- Estaba distraído, disculpa. – respondió fingiendo calma.

- Por lo que veo no hay nada peligros por aquí, es mejor que nos...

El sonido de la trompeta volvió a hacerse presente, y esta vez el duque pudo escucharlo con sus propios oídos.

- ¿Eso es lo que escuchaste, Link?

-Sí, ese sonido, pero al parecer no viene del templo, viene de más allá.

El joven se colocó encima de un tronco cortado que antaño fue un árbol de gran tamaño, y se sorprendió mucho al ver que las ramas de este formaban un delgado camino, como una especie de puente que llevaba a un sitio en especial.

- Esto nos servirá como puente, papá, vamos a cruzarlo y a ver a dónde nos lleva.

- Se ve muy peligroso, mejor regresemos.

- ¡No podemos arriesgarnos! ¿Y si es algún delincuente que nos quiere hacer algo mientras nos descuidamos? Mejor es detenerlo antes.

- Es cierto, pero cruza tú primero. Temo que ese puente no nos aguante a los dos juntos.

Ambos hombres cruzaron la rama de forma pausada. Solo de ver el oscuro abismo que estaba debajo de ellos les daba escalofríos, sin embargo, ya era tarde para detenerse, habían avanzado bastante camino y lograron llegar a unos viejos puentes, que al parecer se movían de un lado a otro por medio de una hélice que funcionaba con el viento. Los puentes estaban totalmente envejecidos, pero la calidad de su madera aún seguía siendo buena.

Se subieron a los puentes y cruzaron del uno al otro, hasta que llegaron a una gran cueva. En ese lugar se escuchaba muy claramente la canción de la trompeta, pero esa melodía entonada era desgarradora y triste.

- Esa canción suena tan deprimente, como anunciando alguna triste noticia. – indicó el joven, apenado.

- La verdad me hace sentir lo mismo, pero entremos de una vez. Tanto misterio me está volviendo loco.

Los hombres se adentraron a un oscuro bosque conformado por varias cuevas. Todo parecía un laberinto muy confuso, y la única forma en la que pudieron guiarse fue por medio de la triste canción de la trompeta. Gracias a ella pudieron saber qué puerta adentrar, y a medida que se iban acercando, también pudieron escuchar el sonido de un lloriqueo, una voz chillona acompañaba el dolido sonido del instrumento.

- ¿Alguien está llorando? ¡Al parecer es un niño, no podemos dejarlo aquí, papá!

- ¡Por supuesto que no! ¡Vamos a rescatarlo inmediatamente!

El príncipe y el duque continuaron su camino dejándose llevar por el sonido, y a medida que se hacía más claro, sabían que estaban llegando a su destino...

...

Al llegar a la última puerta del extraño bosque, sus ojos se desorbitaron en sobremanera a lo que tenían frente a ellos. Un gran espacio abierto, rodeado de árboles y por varios tipos de construcciones, parecía que tuvieran miles de años de antigüedad, pero lo que sí pudieron notar es que todo estaba destruido, y al parecer todo fue provocado no hace más de treinta años. Los árboles estaban totalmente destrozados y separados de la tierra, un par de estatuas, que parecían escoltaban una entrada cubierta por ramas, partidas por la mitad. Todo ese lugar estaba destruido, provocando un ambiente tétrico y desolador.

- ¡Diosas, todo está destrozado! ¿Quién habrá hecho semejante cosa? Al parecer esto no pasó hace mucho. Las construcciones sí parecen tener varios siglos, sin embargo, estos daños no se ven del todo milenarios.

Petrificado, el duque observaba cada rincón del lugar. Tenía un mal presentimiento de todo lo que los rodeaba, algo en su mente lo estaba incomodando, pero no sabía exactamente qué.

El joven príncipe se dirigió a la puerta en medio de las estatuas destruidas, tenía curiosidad por saber qué estaba detrás de aquellas ramas, pero fue interrumpido por la llegada de un extraño ser...

Una especie de duende se puso frente a él con la mirada perdida. Utilizaba un gorro puntiagudo color naranja y ropas de la misma tonalidad, decorado por hojas verdes y amarillas; tenía el aspecto de un pequeño espantapájaros, pero al mismo tiempo su mirada le recordaba a un niño travieso. Curiosamente, pudo notar que en las manos llevaba una pequeña trompeta dorada.

El pequeño ser lo miró a los ojos con sorpresa y consternación, hasta que de la nada comenzó a llorar, para luego ir corriendo a abrazarse a las piernas del príncipe.

- ¡Volviste! ¡Después de tanto tiempo has regresado! – expresó con desahogo.

- ¿Ah? ¿Quién eres tú, pequeño amigo? – preguntó acariciándole la cabeza.

- ¿No me recuerdas? ¡Soy yo, Skullkid!

- ¿Skullkid? Lo lamento, pero no te recuerdo. Es la primera vez que te veo.

- ¿Cómo que no me recuerdas? Siempre me gustaba hacerte bromas con mis amigos del bosque. La primera vez que nos vimos eras un lobo y te montaba a esa extraña criatura. La segunda fue cuando viniste a abrir las puertas del templo de la parte de arriba, y la tercera fue cuando viniste a devolver la...

De repente, Skullkid se quedó en silencio y se soltó bruscamente de las piernas del príncipe, luego empezó a llorar, provocando que el joven y su padre se preocupen.

- ¿Qué te sucede? ¿Por qué estás llorando?

- ¡No, te juro que no fue mi culpa! Yo hice lo que pude para protegerla, las Diosas me encomendaron vigilarla, pero ese hombre malo vino y destruyó todo. ¡Arrasó con todo! - explicó gritando.

- ¡Tranquilo! ¿De qué hombre malo me hablas?

- ¡El que destrozó todo este lugar! Él es muy malo, destruyó a muchas de mis marionetas, asesinó a... ¡Perdóname! ¡No pude protegerla, a ninguna de las dos pude salvarlas!

Skullkid desapareció del lugar llorando a gritos, dejando al príncipe totalmente confundido.

El duque Demetrio estaba pálido por lo que acabó de escuchar, varias ideas empezaron a invadir su cabeza con cada palabra que dijo el pequeño.

- Pobrecito, estaba tan consternado que hasta me confundió con alguien más. Al parecer alguien muy malo destrozó este sitio y eso le afectó mucho. Ojalá pronto se recupere.

El duque ni siquiera prestó atención a las palabras de su hijo, tenía la mirada ida, como si estuviera recuperándose de alguna impresión.

- Voy a seguir recorriendo este lugar, quiero saber qué hay detrás de estas enredaderas. – dijo el príncipe, animado.

El duque solo le asintió con la cabeza a su hijo para que siga recorriendo el sitio. Su mente estaba en un proceso de encajar varios cabos sueltos, cosas que tenía guardadas desde hace tiempo, pero que no comprendía...

Link logró destruir las enredaderas de la misteriosa puerta custodiada por los restos de los guardianes de piedra, para inmediatamente entrar y visualizar otro espacio abierto con paredes cubiertas de hierbas, y a lo lejos un objeto inidentificable tapado por niebla.

El duque seguía perdido en sus pensamientos, ni siquiera pudo notar que su hijo ya había entrado por la puerta frente a ellos.

- ¿Será posible?... este lugar... las ruinas, las palabras de esa pequeña criatura, todo lo destrozado a nuestro alrededor... este lugar es... es... ¡LINK! – gritó histérico e impactado.

El duque salió de su trance y corrió rápidamente a donde su hijo había entrado. Lo encontró frente a un irreconocible objeto... un pedestal destruido y vacío.

El soberano cayó de rodillas al suelo debido a la incapacidad de poder mantenerse de pie, y en ese momento se puso a recorrer con la mirada el lugar.

Todo estaba destruido de forma más grotesca que la parte de afuera. Había manchas de sangre coaguladas por el suelo y muchas más ubicadas en el pedestal roto frente al príncipe; era una imagen desolada y aterradora, como si en ese lugar se hubiera llevado a cabo una masacre sin fin.

El duque se sentía demasiado asustado, quería salir de ese sitio cuanto antes, así que inmediatamente tomó el brazo de su hijo para sacarlo de ahí, pero grande fue su sorpresa al ver que el príncipe no se movió ni un solo centímetro.

- ¡Vámonos, no tenemos nada que hacer a...!

- ¿Por qué el pedestal está roto?

El duque notó que su hijo tenía la mirada perdida en el destruido pedestal, parecía espantado viendo cada hueco y grieta que este tenía

- ¿Qué dices? – preguntó confuso.

- El pedestal, papá. ¿No debería estar la espada ahí?

- No entiendo qué ha pasado aquí, pero no es nuestro problema. ¡Salgamos de aquí de una vez!

- ¡No! ¡No pienso irme hasta saber por qué no está la espada, debería estar ubicada aquí! – respondió alarmado.

El duque percibió que su hijo empezaba a alterarse, incluso pudo notar que sus ojos se habían vuelto vidriosos y sus manos temblaban sin control. No se creía capaz de soportar más esa imagen.

- ¿Qué te pasa, hijo? – preguntó angustiado.

- ¡La espada! ¿Dónde está la espada? ¿Quién destruyó el pedestal? ¡Nadie puede tocar esa espada! – gritó con histeria.

- ¡Cálmate, has perdido la cordura! – le pidió, mientras lo agarraba por los hombros.

El príncipe se soltó bruscamente de los brazos de su padre, para luego agarrarse la cabeza con fuerza mientras iba retrocediendo, observando el pedestal vacío. El joven estuvo caminando en ese sentido, hasta que perdió el conocimiento y cayó al suelo desplomado.

El duque entró en desesperación al ver a Link en ese estado, no entendía lo que estaba pasando.

- ¡Link, despierta, por favor! – pidió suplicante.

El príncipe no mostraba signos de despertarse, eso provocó que su padre entre en pánico, así que inmediatamente lo cargó en su espalda y salió rápidamente del lugar a buscar ayuda.

Mientras el duque se retiraba, cargando a su hijo, a lo lejos una extraña criatura entonaba una triste canción usando su trompeta, y una vez que detuvo el sonido, recitó unas palabras en medio de sollozos.

- Lo lamento, no pude hacer nada, no pude salvar la Espada Maestra. No pude salvar a mi amiga. ¡Ese villano acabó con ellas! ¡No pude defenderlas!

...

Comentarios finales:

Ahora que saben por todas las dificultades que pasaron los duques, podrán entender la razón de la estrictez de Demetrio con su hijo.

Por otra parte, ¿qué habrá pasado con Skullkid? ¿Qué es lo que tanto lo perturba? ¿Cómo es posible que la Espada Maestra haya desaparecido, si solo su legítimo portador puede sacarla del pedestal? ¿Será posible que ese mal hombre la haya destruido después de miles de años que estuvo esperando la llegada de su dueño? Todo tiene una explicación lógica (al menos relacionada con esta historia). Las dos partes de este capítulo están relacionadas, mas los secretos serán revelados más adelante.

¡Nos vemos! ^^

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