Las canciones de Celestina

By MoonRabbit13

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Cada medianoche, en una radio independiente, comienza el programa de La Celestina. Una misteriosa locutora de... More

Sinopsis
Canción 1
Canción 2
Canción 3
Canción 4
Canción 5
Canción 6
Canción 7
Canción 8
Canción 9
Canción 10
Bonus Track
Canción 11
Canción 12
Canción 13
Canción 14
Canción 15
Canción 16
Canción 17
Canción 18
Canción 19
Canción 20
Canción 21
Canción 22
Canción 23
Canción 25
Canción 26
Canción 27
Canción 28
Canción 29
Bonus Track
Canción 30
Canción 31
Canción 32
Canción 33
La última canción
Bonus Track - Epílogo
Agradecimientos
Otros títulos y... ¿continuación?
El consultorio amoroso de Celestina para personajes en apuros
Extra I: Un tiempo despúes
Extra 2: Historias que inspiraron a Las canciones de Celestina
Extra 3: Preguntas y Respuestas
Especial de San Valentín 1° Parte
Especial de San Valentín 3° Parte
Especial de San Valentín 2° Parte

Canción 24

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By MoonRabbit13

And I said

Romeo, take me somewhere we can be alone

I'll be waiting, all that's left to do is run


—Hola a todos, mis amores. Bienvenidos a Stereo Hearts, el programa de radio más romántico de Argentina. Solo aquí, por FM 93.2 —dije a la radio.

No me encontraba tan miserable como hace unos días, cuando ocurrió el desastre de Pato y Cassy, pero todavía me sentía mal.

Cassidy permanecía internada, bajo múltiples y rigurosos estudios. La necesidad de realizarle esa operación para quitar el tumor de su pulmón era inmediata. Pero también costosa.

Todos y cada uno de nosotros estaba sacando dinero de donde pudiera para ayudar a la familia de Casiano. Aunque él no quería aceptar ayuda, sabíamos que entre sus trabajos de medio tiempo y la jubilación de su abuela, no había mucho que pudieran hacer. Sin embargo, todavía nos faltaba mucho para cubrir esa enorme cantidad de ceros.

Por otro lado, Casiano seguía molesto conmigo, y yo no lo culpaba por eso. Pero también se había peleado con Guido y Pato. Hasta parecía que nuestro círculo de amigos se había dividido en dos bandos, entre los que apoyaban la decisión de Cassy y Pato y los que compartían el enojo de Casiano. Algunos quienes apoyaban a Casiano ni siquiera me miraban. En lo único que todos parecían estar de acuerdo, era en ayudar a Cassy a como dé lugar.

—Love, amour, liebe, amore, liubof, ai, amor. Podés llamarlo como quieras, o podés decirlo en el lenguaje universal: la música. Escuchá las mejores canciones románticas en Stereo Hearts. Por FM 93.2, Radio Underground, lo raro es ser igual a todos.

Cuando la publicidad del programa terminó, pasé a leer varios mensajes y dedicaciones. San Valentín estaba a solo unos días de distancia y se sentía el amor en el aire. Muchos de los mensajes eran confesiones de amor, algunas con firmas, otras anónimas.

Esa noche era Guido quien estuvo conmigo en los controles y eso hizo las horas amenas. Ambos especulábamos sobre el resultado de las confesiones y los posibles finales de aquellas parejas.

Guido era uno de mis mejores amigos, lo adoraba como a un hermano. Era divertido y práctico, aunque un tanto romántico también. Por eso me dolía ver que, a pesar de su sonrisa amistosa, sus ojos tenían grandes sombras debajo de estos. Incluso su cabello se veía mal, el rojo brillante se había desvanecido en un naranja opaco y unas raíces oscuras se asomaban.

Aunque él no lo admitiera, sabía que le dolía estar peleado con Casiano y estaba preocupado por sus amigos. Guido y Casiano eran el uno para el otro, pero sus orgullos y lealtad a sus familias los estaban cegando. La tragedia de los Capuleto y los Montesco continuaba.

♥ ♥ ♥

Esa semana pasé a ver a cómo estaba Cassidy. No me extrañó que sea Casiano quien me abriera la puerta de la sala. Él no se había apartado de su hermana en ningún momento. Pero también había alguien más en la habitación. Una señora que, a pesar de su avanzada edad y brillante cabello plateado, tenía una postura regia y elegante.

—¿Qué hacés vos acá? —exigió saber Casiano.

—Yo... Yo sólo... —intenté decir, pero realmente no sabía qué contestarle.

Él tampoco me dejó hacerlo. Sin mediar palabras, me tomó del brazo y me apartó de la puerta. Nos alejamos un poco de la sala.

—¿Qué hacés acá? —volvió a preguntar, esta vez conteniendo su voz para no gritar. Él estaba reamente furioso. Su mirada era tan fría que cortaba.

—Sólo quería ver como estaba ella —respondí, intentando que mi voz no suene tan asustada como yo me encontraba. Pero seguramente mi rostro me delató, porque inmediatamente Casiano se apartó de mí, como si mi piel lo quemara.

—Ella está bien —respondió luego de un largo silencio en el que intentó calmarse—. Cassidy es la única que está bien con todo esto.

—Perdoname —contesté—. Yo... yo quería decírtelo, pero Cassy me hizo prometer que no lo haría. Me dijo que...

—Lo sé —respondió, pasándose una mano por la cara. Debajo de sus ojos tenía sombras tan oscuras como ellos—. Ella me lo dijo. Pero aun así... A pesar de todo no puedo evitar sentirme traicionado. Confié demasiado en vos y siento que eso no importó.

—Lo siento —susurré tan despacio que creí que él no me escucharía. Pero lo hizo.

—Está bien —respondió, evitando mi mirada—. Podés ver a Cassidy, pero creo que lo mejor es que estemos alejados un tiempo. Yo en este momento no estoy para tus manías.

Yo solo asentí y lo vi alejarse por el pasillo hacia el patio. Posiblemente iría a fumar. Algo dolió dentro de mi pecho al ver su cabello rubio perderse en el pasillo. Mi amistad con Casiano no había durado nada y, aun así, me sentía triste por ello.

—No te preocupes. Él está más molesto consigo mismo que contigo —dijo una voz a mi espalda y, cuando volteé, me encontré con aquella señora mayor—. Lo siento, no quería ser chusma, pero me inquieté cuando te sacó así de la habitación.

—N-no pasa nada —respondí—. Usted debe ser su abuela, ¿cierto?

—Así es, soy Elena. Y vos tenés que ser Celeste, ¿no? —preguntó y asentí, extrañada de que ella supiera de mí—. Te gustaría tomar unos mates conmigo, Celeste. Cassy está durmiendo, no quiero despertarla, pero este lugar es demasiado aburrido para una vieja como yo.

—¿Casiano siempre fue así de... intenso? —le pregunté mientras aceptaba un mate dulce de Elena.

—La verdad no podría decírtelo —contestó con tristeza—. Mi esposo y yo recién conocimos a Casiano y Cassidy luego de la muerte de sus padres.

—¿Cómo ese eso posible? —pregunté sorprendida.

—Jacob, mi esposo, siempre fue un hombre estricto y nuestra hija no lo soportó. Ella huyó con el primer hombre que prometió bajarle la luna. Y no volvimos a saber de ella hasta que pasó aquella tragedia —comenzó a relatar mientras se sebaba un mate para ella y lo tomaba—. Cassidy me dijo que Casiano te contó cómo fue que ellos quedaron huérfanos.

Asentí cuando ella me dio otro mate.

—Luego de eso, nosotros tomamos la tutoría de los niños —continuó—. Ellos estaban tan perdidos. Habían pasado por demasiadas cosas horribles, Casiano se vio obligado a hacer algo imperdonable. Ellos nunca supieron lo que era tener una familia normal y, de un momento a otro, tenían que ayudar con los quehaceres, ir a terapia, hacer la tarea y seguir reglas. Mi esposo y yo siempre fuimos muy religiosos y los nenes ni siquiera estaban bautizados. Fueron demasiadas cosas nuevas para ellos.

Un silencio se produjo mientras Elena bebía su mate antes de seguir con su relato.

—Cassy siempre fue una nena... algo sumisa y obediente. Con la contención suficiente fue capaz de superar aquel trauma y ser una buena niña —dijo, su voz impregnada de orgullo y nostalgia a la vez—. Pero Casiano era otro caso. Él era rebelde y arisco. Siempre se metía en problemas a causa de los rumores sobre ellos. Debido a lo que habían pasado, él se volvió extremadamente sobreprotector con su hermana, no dejaba que ningún niño se acercase a ella. Siempre terminaba a los golpes. El pobre niño no conocía otra cosa.

«Durante una discusión entre mi esposo y Casiano, Jacob le dijo lo peor que podría decirle. Le dijo que él era idéntico a su padre. Casiano no le respondió nada, pero supe que aquellas palabras lo habían afectado inmensamente. Desde entonces él dejó de meterse en peleas, pero también se alejó completamente de las personas. De no ser por esos niños Moretti, quizás él nunca habría tenido amigos.

—Ya veo —respondí tratando de asimilar toda aquella información sobre Casiano.

—Sin embargo, me siento feliz de que al fin tenga una buena amiga.

—Él no me considera una amiga, o al menos ya no —comenté más para mí que para la señora.

—Oh, no digas eso. Él te aprecia mucho —respondió con una sonrisa pícara.

—Perdóneme, pero me es difícil creerle. Él nunca ha ocultado su desagrado hacia mí, y con lo que pasó creo que me detesta aún más.

—Si eso es lo que querés creer, no te lo voy a discutir. Pero a mi edad una simplemente sabe de esas cosas —dijo y casi creí ver que me guiñó un ojo, pero quizás fue un espasmo muscular.

Luego de eso, el horario de visitas terminó y tuve que volverme a casa sin poder hablar con Cassy.

♥ ♥ ♥

Desde aquel encuentro con Elena no había podido dejar de pensar en Casiano. En cómo habrá sido su adolescencia y su vida con sus abuelos. Cuando lo conocí, él ya era el hombre frío y malhumorado que es ahora.

—¿Guido? —llamé tímidamente a mi nuevo compañero mientras sonaba una canción.

—¿Ajam? —contestó con la boca llena con un sándwich de milanesa.

—¿Cómo se conocieron Casiano y vos?

Creo que él se atragantó porque tardó un poco en contestar.

—Cuando estábamos en primero de secundaria. Éramos compañeros de curso cuando lo trasladaron, pero él no hablaba con nadie. Una tarde fui a buscar a Pato a la salida de la escuela, él y Cassy todavía estaban en primaria. Entonces vi que el chico nuevo de mi curso estaba peleando con un grupito de chicos mayores —respondió, haciendo un esfuerzo por respirar—. Creo que ellos habían estado molestando a Cassy porque ella lloraba cerca de ellos y tenía su guardapolvo sucio de tierra. Me pareció injusta la diferencia de número así que simplemente me metí en la pelea mientras Pato intentaba consolar a Cassy —agregó con un deje de nostalgia en su voz—. Desde esa vez impelente siempre estuvimos los cuatro juntos.

—Si él y Pato siempre fueron amigos, ¿por qué ahora está tan molesto con él? —quise saber, intentando recolectar las piezas de un rompecabezas llamado Casiano Ivanov.

—Él no está enojado con Pato, ni con vos o conmigo. Casiano está enojado consigo mismo —dijo y sus palabras fueron casi iguales a las de Elena—. Está celoso de Pato, sí. Porque siente que Cassy confió más en él que en su hermano. Y porque él actuó de manera violenta. No se perdona por haberle pegado a Pato.

―¿En serio?

—A Casiano le da terror aún la posibilidad de que él lastime a una persona amada. Quizás sea por eso que nunca ha tenido pareja —dijo con aire pensativo, aunque luego agitó una mano y sonrió despreocupadamente—. Pero no me hagas mucho caso, solo son suposiciones.

—Claro, no te preocupes —contesté y me decidí a dejar de pensar tanto en ello.

♥ ♥ ♥

—¿Por qué no me lo dijiste? —inquirió Jesse.

Él estaba esperándome en mi departamento cuando llegué del hospital y se lo veía realmente molesto. Desde la habitación de los chicos provenían sonidos de videojuegos, pero nada de la de Blanca y Olivia, por lo que supuse que estarían en lo de Renzo.

—¿Qué cosa? —pregunté dejando mis cosas en el recibidor y haciéndole una seña hacia mi habitación.

—¡Todo! —exclamó cuando entramos en mi cuarto y yo me tiré en la cama, simplemente agotada con todo; él permaneció de pie—. Lo de tu amiga, que tiene cáncer y necesita una operación. Lo de esa... boda secreta y el pleito entre tus amigos. Todo lo que has pasado y te has guardado para ti.

—No podía. No... No sabía cómo. Simplemente no pude —respondí haciendo un esfuerzo por no llorar.

—Creí que ya habíamos hablado de esto —dijo, sentándose a mi lado y limpiando las lágrimas que habían comenzado a fugarse por mi mejilla—. No tienes que cargar con el peso del mundo sobre tus hombros. No tienes que intentar hacerte cargo de todo.

—Sabés que no puedo evitarlo —contesté haciéndome una bolita junto a él. Jesse no dijo nada, simplemente se acostó junto a mí y me envolvió en sus brazos hasta que mis lágrimas parecieron acabarse.

—Eres tan tonta como para olvidarte de que yo podía ser de ayuda, ¿cierto? —comentó cuando vio que yo me calmaba.

—No podría...

—Mis padres son filántropos, ¿recuerdas? —dijo colocando un mechón de cabello rebelde detrás de mi oreja.

—Sí, pero ellos...

—Lo sé, será difícil —me interrumpió; la determinación invadiendo sus ojos verdes—. Pero les voy a cobrar un poco de todo lo que me deben.

—Jesse, no puedo pedirte eso —repliqué. Sabía que él era orgulloso y la simple idea de ir a pedirle un favor a sus padres le causaba nauseas.

—Estaré bien. Por esta vez te pido que me dejes hacer esto por ti. Confía en mí —dijo y me besó.

—¿Quién se lo llevará? —preguntó Percy una mañana en que las chicas nos habíamos juntado en mi departamento para recaudar todo el dinero que le daríamos a Cassidy.

Todos los chicos de la radio, amigos y compañeros de la facultad, fans de la banda e incluso nuestras habían ayudado aportando su granito de arena. Y si con esto y la ayuda de Jesse no fuera suficiente, Pato estaba decidido a realizar un concierto a beneficio, aunque dos de sus compañeros estén peleados.

—Yo puedo ir, pero dudo que lo acepte si se lo doy yo —respondí viendo como Percy y Blanca contaban cada billete y moneda y los iban guardando en diferentes sobres.

—Yo voy con vos —dijo Marlene—. Les debo mucho a ellos dos, no podrá negarse si yo les doy el dinero.

Asentí. Ella tenía un buen punto. También les expliqué la propuesta de Jesse y, aunque a todas les sorprendió descubrir que él era un ricachón, les pareció una gran idea. Jesse era alguien completamente neutral en todo este lío, además él solo operaría como puente con la fundación solidaria de sus padres.

Así que esa misma tarde, en el horario de visita, los tres fuimos al hospital. Había pasado casi una semana desde que Cassy había caído internada y el tiempo se acortaba.

Marlene y yo hablamos con Casiano y le pedimos que aceptara el dinero. Nos costó trabajo, pero al final no le quedó más que recibirlo.

Por otro lado, Jesse le pidió hablar a solas con él. No entendimos bien por qué, pero Marlene y yo los dejamos solos y fuimos a visitar a Cassy, quien estaba siendo cuidada por su abuela.

Pero cuando Elena me pidió que fuera por agua caliente me topé con los muchachos.

Ellos se habían ido a un descansillo de las escaleras para tener un poco de privacidad para hablar. Tanto secretismo me dio curiosidad, lo admito. Así que no pude evitar esconderme detrás de una pared y escucharlos.

—Lo entiendo. Te lo agradezco —estaba diciendo Casiano, pero tras una pausa agregó—: Esto es por ella, ¿no es cierto?

—Todo será siempre por ella —respondió Jesse y su voz sonaba más seria y fría de lo que jamás lo había escuchado.

«¿Ella?» ¿Estarán hablando de mí?

—En verdad la amás —comentó Casiano. Sin embargo, para mi sorpresa, no había burla ni sorna en su voz, él estaba siendo serio.

—Tanto que ni te lo imaginas. O quizás sí —respondió Jesse y no entendí a qué se refería—. Por eso sólo te pediré una cosa a cambio de este favor.

—Querés que me aleje de ella, ¿verdad?

—Al contrario. Quiero que dejes de ser un idiota y te reconcilies con ella. Cele se ha estado sintiendo terrible con todo lo que ha sucedido, y sé que en parte es porque siente que te falló como amiga. Haz las paces con ella, ¿sí?

No hubo respuesta o quizás sí, lo cierto era que no me quedé a oír más. Aquella extraña conversación me había dejado confundida, así que terminé de hacer mi recado. Sin embargo, no me quedé en la habitación. Salí excusándome con que necesitaba ir al baño.

Entonces me fui a un pequeño patio interno que tenía una bonita fuente. Necesitaba tomar aire. El sonido del agua y el aroma a fresias y menta parecieron relajarme un poco. Pero, ¿de qué? No entendía por qué mi corazón se sentía tan agitado luego de haber escuchado aquella conversación. Ni siquiera había conseguido comprender de qué estaban hablando los dos.

—¿Estás bien? —dijo una vos detrás de mí haciendo que pegue un respingo. No necesité voltear para saber que era Casiano.

—Sí, solo necesitaba un poco de aire —respondí intentando calmar mis ánimos. ¿Por qué estaba tan alterada?

—Cuando estaba hablado con tu novio me pareció ver un destello rojo cruzando el pasillo y tuve la sensación de que alguien nos estaba observando —comentó—. Por las dudas, ¿no sabrás qué podría haber sido?

—Nop. Ni idea —respondí intentando sonar lo más inocente posible, aunque sabía que mi cara completamente roja me delataría.

—Por cierto —dijo poniéndose un poco serio de pronto—, gracias.

—No hay de qué. Ese dinero es de parte de todos, Marlene y yo sólo hicimos el recado.

—No me refería a eso... Gracias por no rendirte conmigo.

—¿Qué querés decir?

—Me refiero a que cualquier ser humano con sentido común se habría alejado inmediatamente de mí con la forma en la que te he tratado. Pero vos insistías en ver algo bueno en mí... y admito que eso me aterra un poco.

—De nada... Creo.

—No importa si lo entendés, sólo quería que lo supieras —respondió y por primera vez en muchos días, me miró a los ojos—. Lamento haber sido un pelotudo últimamente.

—Perdonado —le dije con una inesperada y enorme sonrisa—. Después de todo somos amigos, ¿no?

♥ ♥ ♥

El resto del programa pasó sin nada fuera de lo ordinario.

Yo seguía negándome en "dar consejos". Me había disculpado con los oyentes, alegando que no me encontraba en un periodo en el me creía capaz de ser de ayuda para otros. Por suerte ellos lo entendieron.

Por supuesto, muchos fans de la radio y la banda conocían la situación de la hermana de Casiano y comprendían que ninguno de nosotros estaba en su mejor momento. Incluso hubo fans que iniciaron cadenas de oraciones en nuestras redes sociales y una colecta para ayudarnos con la operación de Cassidy. Todos estaban siendo tan lindos que apenas podía conducir el programa en los últimos días. Sus gestos de cariño y apoyo hacia nosotros eran tan grandes.

En aquel momento, eran ellos quienes me estaban enseñando a mí lo que era el amor.

El amor involucraba un sacrificio la mayor parte del tiempo, sí. Pero también era dar fortaleza a quienes se sentían en el fondo del pozo. Amar era dar una parte de nosotros para completar al otro.

Las cosas de a poco estaban mejorando, lo sabía. Y aunque aún nos faltaba mucho por resolver, tenía esperanza. Tarde o temprano los chicos se reconciliarían. Porque ellos eran familia... Ahora más que nunca. Y a pesar de que seguía sintiéndome culpable de todo e incapaz de volver a ser la misma de antes, tenía a mi familia, a mis amigos y a Jesse ahí para mí cuando ya no pueda cargar con todo yo sola.

Sabía que el amor a veces nos traía pesares y dolor. Pero al final siempre era el camino correcto, por más difícil que sea transitarlo. 

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