"¿Quién puede resistirse a los Waffles con Nutella?"
[EDITADO]
—Steve... —murmuró Sofía al escuchar el endemoniado sonido que se desprendía de la pequeña alarma sobre la mesita de noche—, apaga esa cosa, es sábado.
Steve se sentó en el borde de la cama, con los ojos medio cerrados y un bostezo formándose en su boca. Con su brazo izquierdo apagó la alarma y soltó un suspiro.
—¿Qué tiene que sea sábado? —dijo Steve esbozando una sonrisa y besando el hombro de su novia—. No existen los fines de semana para los vengadores. Lo sabes.
Ella escondió su rostro en la almohada soltando un quejido.
—No pienso salir a correr un SÁBADO a las ocho de la mañana —dijo cerrando los ojos y encogiendo las piernas—, olvídalo.
Steve soltó una risita y se recostó a su lado, posando una de sus manos en su cintura por sobre las mantas.
—Podemos fingir que es viernes —dijo Steve sonriendo, ella bufó y acercó su cuerpo al de él mientras negaba con la cabeza.
Los fines de semana antes de conocer a Steve habían sido sagrados. Dormir, comer y ver Netflix. Eso era a lo que solía dedicarse los dos únicos días que tenía libre a la semana, y ser una de las secretarias de Tony Stark requería que se tomara esos dos días muy enserio. Hasta que se consiguió un novio súper héroe por supuesto. Uno al que le gustaba salir a trotar incluso los domingos.
—¿Irías si te invito a desayunar después? —preguntó Steve apoyando su cabeza en su mano derecha y escondiendo una sonrisa.
Sofía abrió un ojo y lo miró con el ceño fruncido. La última vez la había llevado a un restaurante orgánico en donde lo único que tenían era fruta, había que admitir que tenían gran variedad, melones, sandías, duraznos, uvas, frutillas, unas que Sofía nunca había visto en su existencia, pero seguía siendo fruta, y era sábado. Lo peor de todo, era que no tenían ni una pizca de chocolate. Ninguna.
—Depende a donde me lleves a tomar desayuno después —respondió ella observándolo—, porque si es a una de esas porquerías que te gustan a ti, entonces prefiero quedarme durmiendo.
Steve rió.
—Es fruta, le hace bien a tu cuerpo. Ayuda a ir al baño.
—No necesito ayuda para ir al baño, ya estoy grande. Aparte, todos nos vamos a morir de algo, Steve.
Steve depositó un suave beso en la coronilla de Sofía y recostó la cabeza en la almohada. Él tampoco tenía muchas ganas de salir a trotar tampoco, de hecho preferiría mil veces quedarse durmiendo con ella, aprovechando el agradable frío de las mañanas de otoño abrazándola. Pero su subconsciente nunca lo dejaba tranquilo con cosas como esas.
—Si voy contigo, es más entretenido —dijo escondiendo su nariz en el cabello de la muchacha, el cual olía a una extraña mezcla entre flores y chocolate.
—Porque te burlas de lo lenta que soy, no gracias.
El viento agitó la ventana del departamento del el piso 17 en el que vivían, a penas unas cuantas cuadras de la Torre de los vengadores.
Sofía se dio la vuelta y escondió su rostro en el pecho de Steve, cubriéndolo con las mantas al mismo tiempo.
—Waffles con Nutella —dijo Steve en su oído haciéndola sonreír.
—Y un chocolate caliente con malvaviscos o no hay trato.
—Hecho.
Sofía salió de la cama de un salto y corrió al guardaropas a buscar su vestimenta deportiva más abrigada. Después de todo, no era como si fuera capaz de decirle que no a los Waffles con Nutella.
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