Marvel | One Shots | (EN EDICIÓN)

Bucky Barnes

"¿Quién demonios es Bucky?"

[EDITADO]

Después de haber gritado incoherencias por cerca de veinte minutos, ____ logró calmarse y escuchar lo que el oficial de policía tenía que decir.

—Lo siento, pero sin la información personal del sujeto del que habla, me temo que no podemos ayudarla, señorita—dijo él cerrando la carpeta roja donde habían guardado el papeleo del caso de James, y apoyando ambas manos sobre esta.

El oficial la miraba con lástima, la había mirado con lástima por horas, mientras ella balbuceaba cosas que en su mente tenían completo sentido, hasta que salían disparadas por su boca, y se convertían en una ensalada de ideas, sin pies ni cabeza.

Piensa. Se decía a si misma. Piensa.

La rabia, mezclada con un desgarrador sentimiento de tristeza, se acumulaban en el pecho de ____, su mente llenándose de las peores ideas; en lo mal que debía de estar pasándolo Bucky; en lo mucho que lo extrañaba; en que quizás no volvería a verlo nunca más en su vida.

Después de todo, la gente desparecía para después nunca volver. ____ ya lo había vivido con su madre cuando era una niña, no estaba muy segura de si podría sobrevivirlo una segunda vez.

—Usted no entiende —susurró ella sin quitarle la mirada de encima al oficial de policía—. Esos sujetos entraron en mi departamento y se lo llevaron en contra de su voluntad. Es un secuestro, no pueden simplemente quedarse con los brazos cruzados... Podrían, podrían estar torturándolo, o algo peor... tienen que hacer algo. Por favor...

Un nudo se formó en su garganta mientras negaba con la cabeza, sus ojos se comenzaron a llenar de lagrimas, y en un intento de retenerlas, tomó aire haciendo que un tembloroso sollozo se escapara de sus labios.

—Ya le dijimos que, sin sus datos personales, no podemos ingresarlo en el sistema...

—James Barnes. Ese es su nombre. Arréglenselas y devuélvanme a mi novio. Por favor.

Sin dejar que el policía pudiera formular una respuesta que no la dejaría para nada tranquila, _____ se puso de pie y salió de la pequeña sala en la que la habían retenido durante tres horas, para que diera declaraciones.

Se arregló la bufanda roja que colgaba de su cuello, e ignorando los repetitivos llamados del oficial, salió de la comisaría, aún con los ojos picando por las lágrimas, y el frío, su mente reproduciendo como un disco rallado la última vez que había visto a Bucky.

Su cabello desordenado. La curvatura de sus musculosos hombros. La sonrisa ladeada en su rostro, antes marcharse de la habitación que llevaban compartiendo por meses ya.

—¿Dónde vas? —le había preguntado ella la noche anterior, con voz ronca por el sueño del que él la había sacado, pasándose la palma de la mano por los ojos, para despertarse.