—Oh, la, la. ¡Dame un pedazo!
— ¡Mantente alejado, Niall! —le gritó Charlotte, mientras lo empujaba a un costado al rubio, y en el patio del colegio, en la típica mesa que habitaban todos los días, dejó el plato con una torta de chocolate, decorada con crema y tres frutillas en medio.
— ¿No vas a convidarme un pedacito?
—No es mía.
— ¿De quién es? —preguntó Niall, mientras Liam se sentaba en la mesa.
— ¿Has visto a Harry?
—Lo vi en la entrada con Zayn. —contestó Liam. — ¿La haz hecho tu?
—Si, ¿te gusta?
—Dame un pedazo y te digo. —contestó Niall, mientras la castaña lo golpeaba. Y antes de que nadie pueda decir nada más, aparecieron Zayn y Harry, saludando a sus amigos con un apretón de manos, y un beso en la mejilla a la francesa.
—Que rico. Yo quiero. —dijo Zayn, tratando de avalanzarse sobre el pastel.
—Mantente alejado, Malik. —anunció Charlie, poniéndose en medio de Zayn y la torta. —Que me ha costado mucho hacerla, y aunque sea, quiero que la persona a la que se la hice, la vea con vida.
— ¿Louis?
— ¿Le haz hecho un pastel al franchute ese? —indagó enojado, Harry.
—En primera: deja de llamarlo así. Ya te dije que es ofencivo, ya que si no lo recuerdas, yo también soy francesa. Y en segunda, no, no es para Louis.
— ¿Entonces? —preguntó Niall desesperado, ya que era muy glotón y lo que más quería era incarle los dientes al pastel.
—Es para ti. —dijo Charlotte, estirando el plato hacia el castaño. Este, la miró extrañado, pero tomó el pastel dudando, entonces ella prosiguió. —Obtuviste el segundo lugar, pero no ganaste... Así que esta es mi manera de consolarte. —comentó ella, haciendo reír al castaño, y sonriendo de costado.
—Gracias. —soltó el muchacho, besando la mejilla de esta, muy cerca de sus labios, haciendo que la parisina, lo corra un poco de su cuerpo.
— ¡Eres mala, Charlotte! ¿Por qué a él le haces un pastel? A mi jamás me has hecho uno.
—No te enojes, Niall.
—Me hizo uno a mí, porque está enamorada de mi. Es obvio.
—Cierra la boca, Styles. —dijo Charlie, volviendo a su postura enojada.
—Mentira, porque también le ha hecho un pastel a Liam.
— ¿Y nosotros dos? —inquirió Zayn, metiéndose de lleno en la conversación.
—De acuerdo, mañana les hago un pastel a ambos.
—Uno para cada uno. —acotó Niall, haciendo que Charlotte riéra.
—De acuerdo, uno para cada uno. —aceptó ella, tomando su bolso, y en vuelto con unas servillestas de cocina, se encontraba un cuchillo tramontina.
—Toma. —dijo, estirádole el cuchillo por el mango, al castaño. Este lo tomó y apoyó el plato con el pastel encima sobre la mesa. —Córtalo primero por la mitad, y podrás ver mi obra de arte.
— ¿Obra de arte? —inquirió extrañado el castaño, entonces eso hizo, cortó la torta por la mitad, y luego cortó una de las mitades en varios pedazos (el más grande para Niall) y allí, cuando una de las mitades hubo desaparecido, pudo ver a lo que se refería la castaña.
La mitad de torta que quedó, cubierta de la crama blanquecía, tenía el biscochuelo decorado con tres colores: blanco, azul y rojo, formando a la perfección la bandera británica:
—Wouh, Charlie. Está buenisimo. —dijo Niall, mirando el pastel.
— ¿Cómo hiciste eso?
—Viste. Yo también soy una artista. —comentó Charlotte, sonriéndole a Harry.
—Gracias, Charlotte. —le dijo con sinceridad el muchacho, lo más suave y profundo que pudo. Ella solamente le sonrió, una sonrisa calma, tranquila y llena de ternura, y allí fue cuando, por décime u onceava vez, Harry sintió su estómago y corazón estrujarse, al punto de que el dolor físico se repudiaba en su cuerpo, al observar el rostro de ella tan angelical como de costumbre. Se maldijo por lo bajo.
Con una musculosa de tiras negra de modal, una pollera de cuero tiro alto, zapatos de tacón cerrados tipo bota del mismo color convinado con blanco, al igual que el sombrero y la cartera, Charlotte caminó hasta donde sería su locker. Allí colocó sus libros de la pasada hora, y tomó los cuales necesitaba para la siguiente. Hasta que unas manos, cálidas y suaves, se posaron al rededor de su vientre, arrollándola entre los brazos de dicha persona.
—O me sueltas, o vas a ver tus dientes en el piso, Styles.
—No pensé que me ibas a tratar así.
—Oh, Liam. Lo siento. —comenté con una sonrisa, abrazándolo. —Creí que...
—Era Harry, pero no. Tranquila. —dijo el chico riéndo. — ¿Charlotte?
— ¿Si? —preguntó, guardando los libros en su bolso.
— ¿Te he dicho que eres la chica más linda, dulce, inteligente, capaz, sensible, simpática y...?
— ¿Qué pasa Liam? ¿Por qué tan meloso? —indagó riéndo, cerrando su casillero.
—He hecho algo que tal vez no te agrade mucho.
— ¿Algo? ¿Qué has hecho?
—Bueno, tu sabes...
— ¿Yo sé?
— ¿Sabes quién es el hermano de Clea?
—No, ¿debería?
—Es Brandom Mongomery. —contestó el chico, nervioso. —Y bueno... Clea no cedía a una cita, porque su hermano no la deja salir con nadie.
— ¿Qué? ¿Es idiota o qué?
—Si, tal vez un poco. Pero... La dejó ir conmigo.
—Oh, eso es fabuloso. —comentó ella, caminando por los pasillos seguida por el británico.
—Si, pero la dejó ir, si él iba con nosotros.
— ¿Qué? ¿Ese chico no saben que tres son multitud?
—Si, bueno... El punto es, Charlie que... Tal vez, he hecho algo sin consultarte.
— ¿Qué has hecho Liam?
—He organizado una cita doble. Clea conmigo, Brandom y... Tu.
— ¿Qué? ¿Cómo se te ocurre hacer algo así, Liam?
—Oh, de verdad lo siento Charlotte. Pero tu sabes, Clea me gusta muchísimo y quiero realmente salir con ella, pero su hermano no cedía y cuando dijo tu nombre, me acordé que gusta de ti, entonces, si proponía lo de la cita doble, él aceptaría. —dijo rápido el castaño, sin respirar por un segundo.
—Eres un tonto, Liam.
—Por favor, Charlie. Te prometo que jamás volveré a pedirte algo hasta el día que me muera.
— ¿Cuándo es?
—El viernes a la noche.
—Ay, Liam. Ya quedé con alguien más.
— ¿Con Louis?
—No, con Jonathan.
— ¿Y ese es...?
—Lo conocí en el juzgado. Ya sabes que trabajo para el Sr. Styles, y bueno, un día lo vi con uno de sus clientes.
— ¿Clientes? —indagó desorientado.
—Es abogado. —respondió ella, entrando al salón, mientras Zayn y Niall ya se encontraban sentados delante de ellos, y detrás ya estaba Harry, practicamente recostado sobre el banco.
— ¿Por favor, Charlie puedes quedar con él para otro día?
—La semana pasada ya le pospuse la cita. Ya no puedo cancelarlo más pobre chico, va a pensar que no quiero verlo.
— ¿Cita? ¿De qué hablas?
—No te metas, Harry. —le dijo ella, tajante. —Y, perdón Liam.
—Por favor, Charlotte. Hago lo que quieras.
—Es que... —musitó ella dudando, ya que al ver la carita de perrito mojado de Liam, le daba ternura y lástima negarse a un pedido del británico.
—Por favor, por favor, por favor, por favor... —repitió una y otra vez, juntando sus manos en forma de plegaria.
—De acuerdo, de acuerdo. —contestó desganada, haciendo que una enorme sonrisa se formara en los labios del castaño. —Pero ya recordé quien es ese Brandom. Así que si se propasa, o es un grosero, me levanto y me voy. Ya con uno es suficiente. —comentó ella, girando los ojos hacia Harry, el cual, bufó.
— ¿De qué hablan? —indagó Zayn, sentándose en la mesa, y mirando a los dos castaños.
—Tengo una cita con Clea. —respondió Liam, con cara de idiota. Charlotte rió en su fuero interno por ello. Aunque sea, su sacrificio valía la sonrisa del muchacho.
—Y yo con Brandom. —comentó desganada la castaña, mientras se ecaha (literalmente) sobre la silla.
— ¿Qué tu tienes qué? —preguntó enojado el castaño.
—Es una cita doble. Clea, Charlie, Brandom y yo.
— ¿Por qué va ese idiota?
—Porque es el hermano de Clea, y si no, no la deja salir. —contestó Liam, sentándose junto a la parisina.
— ¿Y tú qué? ¿Solo para salir con Clea le entregas en bandeja de plata a Charlotte a ese retardado? —inquiere, molesto, Harry.
—No va a hacer nada, va a ser solo una cena. —dijo Liam, desviando la mirada a la entrada, donde Clea, y su amiga, Jennifer, aparecían.
— ¿Cita doble? Me gusta más triple. —comentó Harry, parándose detrás de los chicos, y llendo hacia donde se encontraban Clea y su amiga. El muchacho, se colocó delante de ellas, y las muchachas, comenzaron a reír de algo que el había dicho, una movida de cabello luego, una sonrisa ladeada, una pequeña risa de parte de él, una penetrante mirada verde azulada, un beso en cada dorso de la mano de ambas y con eso, se acercó nuevamente, al rededor de cinco minutos después de que se había ido, hasta su lugar de origen.
— ¿De qué tanto hablaban?
—Tengo una cita. —soltó Harry, riéndo. —Tu con Clea, y yo con Jennifer.
— ¿Jennifer?
—La amiga de Clea. Vamos a ir todos al mismo restaurante.
— ¿Qué? No, no. Yo no voy. —soltó Charlotte.
— ¿Por qué has hecho eso? ¿Tú una cita? —indagó Niall.
—No te voy a entregar como plato fuerte a nadie, bonita. —comentó el chico, oliendo el perfume de ella, mientras esta, se quitaba. — ¿Qué mejor que un sábado a la noche con amigos?
—Eres despreciable.
—Lo sé, y eso es algo que te vuelve loca.