Capítulo 47

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— ¿Por qué tan feliz?

— ¿Cómo por qué? Faltan solamente dos días para navidad. La hermosa y blanca navidad.—comentó Charlotte, mientras caminaba con una polera negra, ensima de esta una camisa beige, y una bufanda negra. Mientras que en la parte inferior vestia un pantalon negro y unas botas del mismo color que la camisa.

— ¿Todo por la navidad?

—Claro que si, es mi época del año favorita. —dijo la chica, con una sonrisa centellante en su rostro. —Con mis padres y Alaric, siempre nos poníamos alrededor de la fogata y comíamos el guiso de mi madre, y cuando llegaban las doce, abríamos los regalos y luego, tomábamos una leche caliente con galletas y nos íbamos a dormir.

—Suena increible. —comentó el chico, mientras caminaban por las nevadas calles de Londres. —Jamás tuve una navidad así.

—Y yo no la volveré a tener jamás. Pero... las disfruté mientras las tuve. Era una tradición hacer eso cada año.

—Bueno, puede que no sea lo mismo, pero si quieres podemos mantener viva la tradición. Tu haces el guiso ese que tu madre hacía y yo me encargo de los obsequios.

— ¿Y tu padre? ¿No vas a pasar navidad con él?

—No, claro que no. Robert es la persona más molesta de este mundo. —dijo el chico, mientras acurrucaba a Charlotte en su costado, y la chica apoyaba la cabeza en su hombro, y caminaban lentamente por las oscuras calles de la metrópoli.

—Entonces... ¿Pasamos la navidad solos, en casa?

— ¿Estas haciendome una propuesta indecente? —indagó Harry, ganándose un golpe de parte de la muchacha, mientras reía con dulzura. —De acuerdo, pasamos una tranquila y sana navidad en casa. ¿Qué le vas a pedir a Santa este año?

—Santa ya no me trae regalos hace varios años. —comenta, riéndo, la francesa.

—Este año Santa va a redimirse por sus años de ausencia. Así que, dime, ¿qué le vas a pedir?

—Quiero... Un británico abajo de mi árbol. Tiene que tener pelo rizado, ojos claros, alto, tiene que ser un chico muy dulce, y muy idiota también.

— ¡Ey!

— ¿Qué? Yo jamás dije tu nombre.

—No creo que entre debajo de tu árbol. —comentó el británico.

—No tengo árbol, tampoco. —dijo riéndo ella. Continuaron caminando hasta llegar al tan conocido puente donde hace dos meses, van usualmente. Desde allí pudieron ver los pedazos de hielo que flotaban en el río, y las calles y veredas cubiertas de la resvaladiza nieve. Se quedaron allí parados, apoyados contra el varandal, mientras que Harry pasaba su brazo por la cintura de ella, y ella, apoyaba casi la totalidad de su cuerpo sobre el de él. El silencio era algo usual entre ambos, desde hacía tres meses que su relación era dulce y tranquila. ¿Peleas? por supuesto, sería extraño que no las tuviesen, pero, todo era pacífico entre ambos. Se necesitaban, dos personas tan solitarias como ellos, se encontraron en una de las ciudades más pobladas del mundo, y con unas personalidades tan contradictorias, pero, más allá de todo, se tenían el uno al otro.

Se amaban. De eso no cabe la menor duda. Una, histérica, manipuladora, sobradora, prepotente, y el otro, egocéntrico, mujeriego, charlatan. Pero, más allá de los defectos que los caracterizaban, se amaban. Estaban completamente locos, el uno por el otro.

— ¿El franchute se volvió a Francia? —preguntó de sopetón Harry, mientras ella giraba su rostro para verlo.

—Si, se volvió solo por las vacaciones, va a volver los primeros días de Enero.

TROUBLEMAKER - Harry StylesWhere stories live. Discover now