Acuerdos [Vol1] [Trilogía Re...

Galing kay Steysi_98

194K 11.7K 1.3K

Trilogía Relaciones Tóxicas Primera Parte (VOL 1) En un universo de lujos y sombras, ella es una joven here... Higit pa

¡ATENCIÓN!
Sinopsis
Prólogo
Personajes
~Portadas~
~Portada~
Mockup
~Booktrailer~
Corte Informativo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Epílogo

Capítulo 4

4.7K 299 12
Galing kay Steysi_98

Samira Rockefeller

Muchos cuestionarán mi decisión tan repentina. Aunque he afirmado que me aterra estar cerca de un hombre, no puedo evitar pensar que todos ellos solo tienen el sexo en mente. Sin embargo, considerando todo lo que me ha sucedido en esta vida, ¿qué más podría salir mal?

Me pregunto si he tomado la decisión correcta, pero la poca fuerza de voluntad que me queda no me dejó otra opción.

Prostituta. Sí, ahora prostituta. Pero el término que el señor Fantiny me explicó no es exactamente "prostituta". Según él, sería la atracción del club. Nadie podría tocarme, excepto él.

La joya de su club.

Su adoración.

La idea de ser tocada por alguien me repugna profundamente. Se lo expliqué, y aun así acepté. Mis pensamientos debatían frenéticamente si debía aceptar o no. Pero el escaso juicio y cordura que quedaban en mi mente dictaban lo contrario.

Jamás he estado con un hombre, no porque no encontrara con quién, sino porque nunca fue el momento adecuado, ni el lugar, ni las personas indicadas. Además, las repetidas veces que mi padrastro entraba en mi cuarto e intentaba forzarme a tocarlo me traumatizaron profundamente. Por suerte, nunca logró su cometido, pero eso no le impedía intentarlo. Siempre intentaba rozar su asqueroso miembro contra mí, me obligaba a besarle, a tocarlo. Era lo más repulsivo que había experimentado.

A pesar de contarle a mi madre lo que Bob hacía, ella nunca me creyó. Al contrario, decía que estaba loca y que solo lo decía porque Bob me atraía. Me cansé de esa vida. Sabía que Samaira Rockefeller no se interesaba por mí, solo por sus diseños y su fama. Me harté de esa vida de basura que llevaba. Desde que murió mi padre y Bob llegó a nuestras vidas, él se encargó de convertirla en una miseria. Mi madre finge felicidad a su lado, pero solo finge. Ambos se engañan mutuamente, no sé por qué siguen casados si ni siquiera se quieren.

Desde ese momento dejé de ser la hija de mi madre para convertirme en su estorbo. Lo que fue dejó de ser en un abrir y cerrar de ojos.

Ya no me importa lo que pase en sus miserables vidas. Me fui de casa a vivir en la calle, dejé mi vida de lujos y privilegios para enfrentar el mundo sola. No pensaba en otra cosa que en suicidarme. Quería subir al Empire State y lanzarme dramáticamente. Luego pensé que sería muy viral en las redes, así que la mejor solución sería ser atropellada y dada por muerta.

Y listo, adiós Samira Rockefeller.

Pero no funcionó. Me encontré con este hombre. Tiene un carácter autoritario, su humor es cambiante, sus ojos de un color llamativo te hipnotizan. Su actitud es de alguien que siempre quiere salirse con la suya. Habla con seguridad y convicción.

Es dominante.

Repasaba su rostro, que estaba bastante cerca del mío. Sebástian Fantiny era algo digno de hablar. Llevaba un traje negro que, por la etiqueta, supe que fue hecho por mi madre, pero el diseño lo hice yo. Era un traje negro a medida, la camisa que llevaba dejaba notar su cuerpo bien trabajado. Su perfume me embriagaba. No había olido esa fragancia en mucho tiempo, y me trajo muchos recuerdos. Tiene unos labios finos y delicados, con una dentadura perfecta y una sonrisa atrapante.

"Contrólate", me dije.

Olvidé por un momento la realidad. Tendría que acostarme con él, y ni siquiera tengo experiencia. Mi mente está un poco revuelta, no sé si tomé la decisión correcta.

Para ser totalmente sincera, tengo miedo.

—Dime, ¿qué es para ti la prostitución, Samira? ¿Qué crees que hago en mi club? —preguntó él.

—Prostitución es acostarte con los hombres, con cualquiera, donde sea y como sea —respondí.

—Una definición algo pobre, pero la prostitución es la práctica de mantener relaciones sexuales con otras personas a cambio de dinero u otros beneficios económicos. De eso se encargan mis chicas.

—¿Y yo?

—Para ti, otro término puede referirse al hecho de una persona prestarse a cosas moralmente censurables o vituperables, no necesariamente relacionadas con el aspecto sexual, por el simple hecho de obtener algún beneficio.

—Las dos definiciones son totalmente parecidas.

—Lo importante es que ya te expliqué el término de cada quien en este lugar. Ya sabes cuál lugar ocupas y cuál lugar tienen las demás.

Creo que he cometido el peor error de toda mi vida.

—Samira —dijo mientras acariciaba mi mejilla—, ahora serás la atracción. Los hombres fantasearán contigo —hizo una pausa— solo por un detalle.

—¿Cuál? —pregunté confundida.

—El que intente ponerte un dedo encima, muere. Te juro por Dios que muere —sonrió de una forma diabólica—. Solo estarás conmigo. Tú tomarás el lugar de Meroly.

—¿Meroly? ¿Quién es ella?

—Nadie que importe en estos momentos —apartó la mirada.

—Al parecer tiene un papel importante. Si tomaré su lugar, es por algo.

—Ella solo era una más de la lista, nada que ver.

Yo seré una más de la lista.

—Está bien —suspiré, entristecida—. Solo tengo una pregunta para ti, Sebástian Fantiny.

—Espero tu pregunta y me gustaría que no fuera complicada, así te proporcionaré una buena respuesta.

—¿Tendré que salir ahora? Quiero decir...

—No, descansa. Es muy tarde y tu herida tiene que sanar.

Sus palabras me calmaron. Veo que le preocupo.

—¿Dónde dormiré? Ya que este es tu cuarto y no quiero molestarte.

—No me molestas. Tu cuarto no estará listo hasta mañana, por eso tienes que quedarte aquí —señaló su cama—, conmigo.

—¿Es una broma, verdad?

—No estoy jugando. He sido muy claro, señorita Rockefeller.

—¿Quieres decir que tú...— titubeé, sintiendo que las palabras se atragantaban en mi garganta—. Y yo...

—Si es lo que estás pensando, no, estoy demasiado cansado para deleitarme con tu cuerpo esta noche.

"Gracias, Dios."

—Está bien, entonces me dormiré para descansar. Hablaremos en la mañana.

—Duerme tranquila. Iré a ver cómo va el club y luego volveré. Si necesitas algo, no dudes en llamarme.

Salió del cuarto, dejando tras de sí el aroma embriagador de su perfume y un sinfín de preguntas atormentando mi mente. Cerré los ojos, intentando encontrar el descanso que se me había negado por tanto tiempo.

(........)

El ruido de los coches y sus bocinas estridentes me sacaron del sueño. Aún estaba sola en la cama, o eso creí hasta que escuché el sonido de la ducha en el baño. No me había dado cuenta de que llevaba puesta una pijama; me había dormido con el vestido que el maquillista me trajo. La luz del sol que se colaba por la ventana iluminaba el cuarto, transformando el lugar oscuro en un escenario lleno de vida y belleza.

—Buenos días.

Su voz me sacó de mis pensamientos. Al girar, lo vi desnudo, sonriendo como si aquella fuera una escena cotidiana. Tapé mis ojos, muerta de vergüenza.

Un ataque de pánico comenzó a crecer dentro de mí.

—No cierres los ojos. ¿Acaso dirás que no disfrutas de la vista?

—Lo siento... Lo siento...

Las palabras salían con dificultad. Maldije una y otra vez mientras mantenía los ojos cubiertos. Su mano tomó la mía y destapó mis ojos. Sentía cómo mis mejillas se encendían de rubor mientras él reía.

—¿Qué te pasa?

—Yo... No sé... No creo que...

No podía controlarme. Estaba demasiado nerviosa y no sabía cómo reaccionar. El aire comenzó a faltarme y ya no tenía control sobre mi cuerpo.

—Tranquila, no es nada del otro mundo. No te voy a golpear ni obligar a mirarme, pero... —Puso mi mano en su miembro y me quedé paralizada, recordando las veces en que Bob entraba a mi cuarto y me decía lo mismo. Gritaba que se detuviera, que se fuera—. Necesito que me conozcas para que no te sea una sorpresa.

—¡Déjame! —Aparté su mano.

—Tranquila, solo es para disipar tus dudas.

—¡Basta! —Las lágrimas brotaron sin control—. No me toques, ¡aléjate de mí ahora!

—¡Calma, Samira, perdona! Yo no quería...

—¡¿Tú no querías qué, Sebastián?! ¿Recordarme mi vida pasada? ¿Lo que quiero olvidar? ¿Qué es lo que querías? ¡Te lo dije, yo no puedo con esto!

—Lo siento mucho...

Tomó una toalla y algo de ropa, y salió del cuarto. Me eché en una esquina a llorar. Recordar esas cosas me hacía sentir terrible, llena de miedo. Manejar esta clase de situaciones es difícil para mí, y más cuando sé que mi vida ahora depende de esto, ya que no tengo a dónde ir.

Las horas pasaron. Una chica del personal me trajo comida al cuarto, pero no salí. Me quedé pensando en mi actitud y en cómo reaccioné delante de él. Fui una estúpida. Luego, ya era de noche. Hoy sería el gran día. Según lo que me explicó Fantiny, me presentaría como la nueva atracción del club. Si esto funcionaba, le haría ganar millones de dólares.

No sé si después de lo que pasó él quiera que me quede. Y siendo honesta, tampoco quiero quedarme si las cosas serán así.

En toda la mañana y la tarde, hasta caer la noche, no supe nada de él. Tampoco se acercó al cuarto. Siento que hice algo mal, pero no es mi culpa reaccionar así. Me sentí impotente y no sabía qué hacer.

Dieron las diez de la noche y era el momento que menos quería que llegara. La puerta del cuarto sonó. Abrí y era él, traía en la mano una bolsa negra.

—No irás a matarme por lo que te dije, Sebastián.

—Hoy no es ese día —dijo sonriendo.

Suspiré aliviada. No lo conozco bien y tampoco conozco sus intenciones, así que pensé lo peor.

—Quería pedirte disculpas por lo que ocurrió —dijo, colocando la bolsa sobre la cama—. Sé que fue algo apresurado y que estás lidiando con algo dentro de ti, pero tienes que entender que ya que aceptaste ser parte de esto, de mí, tendrás que acostumbrarte. Fui muy apresurado, lo siento. Mis deseos me ganaron. No volverá a suceder.

—Solo no pude controlar la situación. Todo pasó tan rápido y...

No presté atención al hecho de que, justo antes de terminar mi frase, él ya estaba frente a mí, mirándome. Tomó mi mano y la acariciaba. Suspiraba, sin borrar esa media sonrisa de su rostro. Me miraba como si quisiera devorarme en ese momento, castigarme, o aún peor, hacerme suya sin importar mis palabras. Su mirada me hacía temer lo peor, sentía miedo, pero no quería irme.

—No sabes todas las cosas que tengo planeadas para ti, Samira —se acercó a mis labios, pero no los besó—. Cosas que ni tú te imaginarías.

—¿Qué clase de cosas? —le pregunté agitada. Su cercanía me ponía nerviosa y hacía que mi piel se erizara de inmediato, como si en ese momento tuviera control de mi cuerpo.

—Pronto te enterarás, mi dulce adoración.

Misterioso.

—Quisiera primero preguntarte si te sientes bien.

—Lo estoy, dormí perfectamente bien.

—¿Cómo está tu herida?

—Mucho mejor, ya no tengo dolor.

—Me alegro mucho, Samira.

No sabía si sentir miedo, pánico, vergüenza o quizás terror, sabía que en pocos minutos tendría que hacer lo que me había explicado. No estoy mentalmente lista para esto.

—Ahora vístete, es hora de que salgas a la pista, luego tú y yo—se acercó peligrosamente a mis labios—tendremos nuestra sesión privada.

No sé por qué me sentí tan nerviosa, justo en ese momento pensé que tendría un ataque de pánico, pero no lo fue. ¡Dios, por qué me siento tan nerviosa!

Otra vez estoy en guerra con mis pensamientos.

Mi cuerpo responde aún como una niña; al mínimo toque de él, mi piel se eriza y me descontrolo. Mis piernas tiemblan y mi respiración se vuelve errática.

—Tú tranquila, es hora de que te luzcas bellísima, Samira Rockefeller.

Asentí y él llamó a Fausto.

Fausto fue muy amable conmigo; me curó y me contó algunas cosas sobre lo que hacen las prostitutas en este lugar. Pero ya tenía todo claro: ellas solo se acuestan por dinero.

Fausto entró en la habitación y miró a Sebástian con enojo.

—¿Qué quiere, Fantiny? —dijo Fausto.

—Despide a Meroly, ya no la necesito —dijo Sebástian mientras buscaba en su armario.

—¿En serio? —dijo sorprendido—¿Estás loco, Fantiny? ¿Por qué a Meroly?

—Solo hazlo, ya tengo a mi nueva personal.

Fausto me miró y se echó a reír.

—¿Qué? ¿A la nueva? —me señaló—¿No íbamos a dejarla irse? —dijo haciendo comillas con los dedos—Te dije que no la conoces, que no hicieras alguna locura, y justo ahora lo estás haciendo.

Sebástian dejó de buscar en su armario, miró a Fausto con rabia, apretó los puños y respiró profundo.

—Sabes que me jodo la puta vida todo el puto tiempo. Cuando me contradices o dudas de algo que he dicho, me dan ganas de ahorcarte. Soy el jefe aquí, si te doy una orden, solo hazlo.

—Solo repetí lo mismo que tú dijiste. Es que no entiendo por qué a Meroly. Hace unos días no parabas de hablar de ella y ahora la despides.

—Solo haz lo que te dije, no más preguntas.

—Espero que esto no sea igual que con Mahia.

—No será así, solo haz lo que te pido, Fausto.

Los veía discutir y sabía que era la causante de la discordia. Me levanté de la cama y caminé hacia la ventana para respirar un poco. Mi falta de alimentación me cansaba fácilmente; vivía debajo de puentes y muchos vagabundos me dieron alojamiento en pequeñas casuchas construidas con lonas y sábanas viejas. Con el tiempo, ya no podía seguir con ellos, ya que eran hombres y solo yo era la única mujer.

Los gritos de Fausto y Sebástian me hacían doler aún más la cabeza, además del golpe que tenía. No entendía por qué tanto alboroto. Volteé a verlos y aún seguían discutiendo por la chica de nombre Meroly.

¿Qué tiene de especial ella?

Molesta, fui en dirección a Sebástian. Me detuve frente a él con el gesto enojado. Él me miró y frunció el ceño. Sabía que algo me molestaba.

—¿Por qué esa cara? —preguntó enojado.

—¿Podrían dejar de pelear, por favor? ¿No eres el jefe aquí? —Asintió—Pues, como eres el jefe, está en ti despedir a quien quieras. ¿No es así? —Volvió a asentir—Pues no se discute más. Despide a Meroly y listo. A menos que alguien te lo impida, debes seguir órdenes. Si no es así, aquí las reglas las pones tú, o eso supongo. ¿No eres tú mi superior?

Fausto se mostró sorprendido por la forma en que hablé, pero era cierto. Si Sebástian es el jefe, puede despedir y contratar a quien le dé su santa voluntad. Fausto, como solo es su hermano, no tiene derecho en nada.

Y no es que su opinión no importe, sino que Sebástian tiene más poder aquí.

—La escuchaste, Fausto —dijo Sebástian mirándolo con disgusto—. Despide a Meroly. Si causa problemas, solo avísame. Tengo mi personal listo y justo ahora estoy viendo lo que quiero.

Me sentí nerviosa con sus palabras. Aún no sé cómo decirle que soy virgen.

Fausto asintió y salió de la habitación. Sebástian me entregó la bolsa con el traje que usaría. Bueno, ni siquiera era un traje; era una tela fina que solo podía tapar algunas partes de mi cuerpo. Jamás había usado una cosa como esa.

Él la puso en mi mano y sonrió con satisfacción.

—¿Qué hago con esto? —pregunté tímidamente—. No sé si sea...

—No me digas que olvidaste cómo vestirte.

—No —bufé—, solo que esto no tapa casi nada. Estoy casi desnuda. Me verán todo.

—Ese es el punto, Samira —sonrió—. Solo podrán verte, nadie te tocará. Fantasearán contigo. Descuida, no es como que nunca te han visto desnuda.

«Jamás me han visto desnuda».

Cuando Bob entraba a mi cuarto y cerraba la puerta, el que estaba desnudo era él. Yo siempre tenía ropa puesta porque ya sabía de sus intenciones. Tenía cientos de seguros en mi puerta y aún no entendía cómo podía entrar.

Era algo frustrante; sentía miedo de estar en mi casa. Quizás una de las razones por las que ya no quería vivir era esa: no me sentía segura en mi propio hogar.

Tomé el vestido, bueno, el pedazo de tela, y me lo puse sin quejas. Era bastante bonito y muy provocador. Jamás he usado este tipo de ropa. Samaira decía que esa clase de ropa solo la diseñaba, pero que jamás la usaría ya que no era de su agrado. El traje era tipo corset; dejaba todo al descubierto, no tapaba gran cosa. Sentía el aire entrar por mis piernas. La tela era suave, elegante, sexy y provocadora, justo lo que él quería.

Sebástian me pasó unos tacones por la puerta del baño. Los tomé y me los puse. El atuendo era negro, el maquillaje que Paolo me puso era oscuro y con los labios rojos encendidos. Jamás me había visto así.

Ya estaba lista. Me puse una bata lisa negra que había en el baño, me miré al espejo y suspiré.

—¿Qué estás haciendo, Samira Rockefeller? —fue una de las mil preguntas que tenía sin contestar. El hecho de que estuviera aquí no era porque me gustara o porque disfrutara lo que tendría que hacer. No, estoy aquí porque Sebástian tenía razón: no tengo a dónde ir y, si ser la atracción de su club o ser solo suya era la condición, de una u otra manera tendría que aceptar o moriría en las calles.

La bata tenía a un costado el nombre de Meroly, la chica por la cual Sebástian y su hermano discutían. Ella debió ser muy importante para Sebástian, por la forma en que Fausto hablaba de ella. Por alguna razón, era importante. Además, hay que tener mucha paciencia para entender a Sebástian. Solo llevo un día y medio aquí y aún no comprendo nada. Creo que esto solo es un sueño, algo momentáneo. Pero me aterra la idea de volver de donde salí, y ahora me aterra hacer lo que estoy a punto de hacer.

Ipagpatuloy ang Pagbabasa

Magugustuhan mo rin

1.1K 77 36
*Segundo libro de la saga - La Mafia Lobo - Leer el primero para entender * Yo soy Scarlet Greco O' Mali, hija de la Luna suprema Maite Greco y El Al...
711K 46K 62
Amber Griffin es una fotógrafa profesional que trabaja en una gran e importante cadena de periodismo en Chicago, tiene la oportunidad de ser parte d...
207K 18.6K 34
Hyunjin es el chico más guapo y coqueto de la preparatoria, Felix es un chico estudioso y el líder del club estudiantil. ¿Podrá Hyunjin lograr que Fé...
2.8K 477 29
¿Qué pasa cuando una modelo plus size y un cantante francés se cruzan en el camino? Ella, una modelo de tallas grandes que está cansada de su vida a...