De Plebeya a Princesa

By FabiolaGp

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~¡Karma... mátame!~ Y el karma me diría: No me culpes de lo que te pasa por imbécil. Mi madre siempre dice qu... More

S I N O P S I S
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Parte 10
Parte 11
Parte 12
AVISO
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MEMORIAS DEL PRÍNCIPE PERFECTO
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Parte 1

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By FabiolaGp


¡Hola bellas flores!

Os dejo con el primer capítulo como avance de la historia...

Advertencia: No me hago responsable de que esta historia provoque que te mees en las bragas (o lo que lleves puesto) y te duela la barriga de reir tanto (advertidas quedan 😂)

NOTA IMPORTANTE: ESTA HISTORIA TIENE CONTENIDO INÉDITO POR PARTE DEL PROTAGONISTA QUE SE ENCUENTRA ÚNICAMENTE DISPONIBLE EN MI PERFIL DE INSTAGRAM. TE RECOMIENDO SEGUIRME POR ALLÍ PARA LEERLO CUANDO LLEGUE EL MOMENTO.
TAMBIÉN ENCONTRARÉIS LOS ROSTROS DE LOS PERSONAJES Y MUCHO MÁS... ASÍ QUE OS INVITO A SEGUIR MI CUENTA


Y AHORA SI, DISFRUTA DE LA HISTORIA :)

Los viernes son; día de chicas, mis amigas y yo siempre nos reunimos en mi casa porque soy la única que está soltera y ya que estamos «sin novio», por tanto vivo completamente sola -también podría añadir que amargada pero gracias al chocolate y la avellana diré que no- además, las únicas en quejarse por ese hecho son mis cartucheras, no yo.

Desde hace seis años tenemos ese ritual pese a que alguna de nosotras suela fallar algún viernes que otro, pero aunque solo estemos dos en la ciudad, nos reunimos para pasar una tarde/noche de «solo chicas» contando secretos, envolviéndonos en mejunjes y atiborrandonos de comida basura viendo una peli ñoña en el sofá estampado de flores de mi salón.

En el caso de hoy, toca la elección del destino para la despedida de soltera de Sonia que se casa dentro de tres meses y no tenemos aún nada preparado. La primera en casarse fue Mónica y nos fuimos todas a Gandía donde lo dimos todo - y también lo perdimos todo, porque entraron a robar al hotel y se llevaron hasta las llaves del coche, por lo que tuvo que venir el novio de Andrea a traer las de repuesto-, después llegó la de Andrea precisamente y nos aventuramos en la fiesta de Ibiza con lo más "superguay" y "cool" de la isla ¡Vivan los tíos cachas y petados con tableta de chocolate! -aunque la decepción vino cuando trate de acostarme con uno y aquello no se levantaba ni con pastillita azul, a saber que mierdas se meten para llenar esos bíceps-, más tarde llegó Lucía y decidimos ir a Budapest por ser algo más tranquilo puesto que a ella no le va mucho la marcha, pero por suerte allí nos corrimos una buena juerga con unos tíos que también estaban de despedida, por aquel entonces yo estaba con Samuel -si lo llego a saber me hubiera acostado con ese rubiazo que me miraba todo el rato... pero por idiota no lo hice-. En fin, ahora tocaba Sonia. No teníamos ni idea sobre que destino elegir, pero sí, que fuera espectacular porque sería la penúltima en casarse, suponiendo que yo lo hiciera en algún momento de mi vida, cosa que empezaba a dudar -y creo que todas mis amigas también, la verdad-.

El timbre sonó y la primera en llegar fue Mónica que venía cargada de comida guarra para una buena sesión de charla y que con toda probabilidad se alargaría hasta bien entrada la madrugada. Habíamos decidido que de hoy no pasaba tener todo planificado para la despedida y por supuesto, a mí me iba a tocar el mochuelo de hacerme cargo de casi todo, más aún si teníamos en cuenta el tiempo libre con el que contaba debido a mi trabajo.

Andrea y Lucía llegaron justo después,  venían juntas en el coche así que ya estábamos todas, puesto que en aquella ocasión hicimos que el novio de Sonia se la llevara fuera de la ciudad en plan fin de semana romanticón sorpresa, para que no pudiera asistir a la reunión de chicas ni tampoco pudiera sospechar nada.

Después de discutir más de una hora sobre los posibles pros y contras de varios destinos y encontrarnos en un callejón sin salida al no decidirnos todas por uno, optamos sortearlo, así nadie pondría quejas.

-Que cada una ponga cinco destinos en papeles separados -aclaró Lucía mientras yo repartía un folio a cada una donde iban apuntando.

-Bien, ponemos todos los posibles destinos en el frasco -dije utilizando uno de los tantos botes de nutella que conservaba. Sí, soy una loca empedernida de la Nutella ¡Dios bendiga al creador todopoderoso de la bendita nutella! -juro que le haría un altar si existiera- y es que hasta la coliflor con nutella está buena, al menos camuflaría su vomitivo olor. No se vivir sin mi apreciada y adorada nutella. Además, los botes sirven para todo lo inimaginable... desde lapicero hasta macetero, incluso lo uso para colocar el cepillo de dientes o los cubiertos, o los mandos de la tele, o los condones... y así un sin fín.

-Como no un bote de ... ¿Que será?, ¡Ah sí Nutella! -exclamó riéndose  Andrea conociendo de sobra mi afán por guardarlos todos.

Metimos los nombres de los destinos en el frasco, veinte en total.

-¿Quien será la mano inocente? -dije nerviosa.

Lo cierto es que mi cuerpo necesitaba un fin de semana de locura extrema, pensaba emborracharme hasta la inconsciencia y estaba ansiosa de aventura. Tal vez fuera por mi aburrida vida últimamente por lo que deseaba con tanto fervor aquella despedida, pero esperaba un destino de fiesta de verdad y no algo patéticamente turístico como la última vez -obviando la juerga final que nos pudimos correr gracias a los chicos de la otra despedida-.

-Tú -contestó Mónica mirándome-.  Serás la siguiente en casarte, así que te toca -dijo guiñándome un ojo y en ese momento me estremecí porque sinceramente... ser la única de tus amigas que ni tan siquiera tiene un novio con el que plantear esa posibilidad comenzaba a rozar la desesperación y podía resultar desquiciante, los pelos de mis piernas tras cuatro semanas sin depilarme lo corroboraban, más aún cuando veía la cera de depilar en el baño recordándome que debía quitarlos y lo dejaba siempre para el día siguiente.

-Está bien -dije mientras metía la mano y daba vueltas en el bote hasta sacar un papelito. Lo abrí lentamente y cuando leí el nombre que yo misma había escrito sonreí de oreja a oreja.

-¿Y bien?, ¿A donde iremos? -preguntó Lucía nerviosa.

-Dijistéis que iríamos al destino que saliera en el papel fuera cual fuera-advertí.

-Miedo me das -exclamó Andrea-.  Suéltalo ya, ¿Donde ha tocado?

-¡A las Vegas! -grité enseñándoles el papel.

-¿Pero a las vegas de "Las Vegas" ? -gimió Lucía.

-No creo que sean las Vegas de la Virgen de Triana que hay en tu pueblo de doce habitantes, hija mía -contestó Andrea en un tono de ironía divertida.        

-¡La madre que os parió! -gritó Mónica consternada entre la risa y el nerviosismo.

-¿Quien de vosotras puso ese destino? -preguntó Andrea mirándonos a Mónica y a mi.

-Yo -dije encogiéndome de hombros- ¡Y ahora no me vengáis con que está lejos y son muchas horas de vuelo!

-¡Pues tu te encargas de los billetes!, ¡Y ya puedes darte prisa para que no tengamos que donar un riñón!, Aunque creo que me pondré en lista de espera ahora que lo pienso... -exclamó Mónica.

-¡Y del Hotel! -terció Andrea.

-¡Y de los taxis, de los restaurantes y de planificar la despedida! -soltó Lucía riéndose porque ella no sabía nada de inglés, era un poco "paletilla de pueblo".

-¿Y vosotras de que se supone que os vais a encargar? -contesté divertida por saber que aceptaban, realmente no me importaba encargarme de todo aquello, es más, ya me había mentalizado de antemano.

-¡De trabajar como condenadas para poder pagarlo! -dijeron las tres a la vez.

A mis veintiocho años tenía una vida bastante cómoda a decir verdad. No era que me entusiasmara pero tampoco tenía motivos para quejarme.

Estudié periodismo en mi afán de ser una excelente escritora y actualmente solo llegaba a nivel mediocre porque aún no había conseguido que ninguna editorial publicara mi libro al no ser una autora reconocida, la cuestión es que si nunca me publican, no seré reconocida y si no soy reconocida, no me publican ¿No es  absurdo?, Es como la pescadilla que se muerde la cola constantemente.

Mi madre quiso costear mi auto-publicación, pero sinceramente era una nefasta idea puesto que sin la publicidad de una gran editorial detrás, jamás iba a conseguir llegar al público adecuado. Lo peor de todo es que no me habían rechazado mis obras por carecer de ingenio o no ser buenas, sino porque el coste en publicidad para darme a conocer podía ser superior al nivel de ventas que podría tener -eso me pasaba por no ser rica y famosa, o hija de millonarios ya que estamos-.

La cuestión es que para sobrevivir sin tener que mendigar pan por las esquinas o peor aún; pedirle dinero a mis padres, escribía relatos cortos para una conocida revista de adolescentes, de esas donde las historias de amor les hacen suspirar creyendo que existen príncipes azules que vendrán sobre un corcel blanco a sacarlas de su mísera vida o penosa existencia como la mía -aunque el príncipe esté disfrazado de Christian Grey y te de latigazos que supuestamente dan placer-. Ellos las filtraban para pasar por historias reales, hasta ponían foto y nombre de la supuesta protagonista a la que le había ocurrido aquella fantástica historia cuando todo era absolutamente falso, ¿Pero qué esperar? Ninguna revista te contará algo real, todo está basado en lo que el público desea escuchar, la prensa funciona así «Que te quede claro».

Pero no me quejaba, aquello me daba un sueldo para pagar mis facturas, afortunadamente para mi, el piso en el que vivía había sido una inversión de mi padre cuando me vine a estudiar a la ciudad y por lo tanto era en propiedad. No tenía que preocuparme en pagar alquiler o la dichosa hipoteca como mis amigas, ¡Gracias a dios! De lo contrario si que me veía usando las bragas del revés para ahorrar en lavados, comprando champú del malo, sustituyendo la nutella por chocolate barato del super de marca blanca cuya imitación era años luz de la original, o comiendo yogures caducados -algo que por cierto hago de vez en cuando, no os voy a engañar-.

Tenía una hermana menor llamada Adriana de dieciséis años, con la que creo que me veré obligada a compartir piso en un par de años. Lo cierto es que nos diferenciábamos tanto en edad como físicamente. Mientras que yo tenia el cabello oscuro y los ojos de color celestes como mi nombre «No os diré porqué me llamaron mis padres de esa forma porque me da vergüenza ajena, pero no fue precisamente por el color de mis ojos», Adriana era completamente rubia y con los ojos de color castaño claro, cualquiera que nos viese juntas diría que una de las dos era adoptada, y a eso había que sumarle la diferencia de edad entre nosotras de doce años.

Mi madre me tuvo con diecisiete,  -es para estar locos, sí-. Era una adolescente que aún tendría espinillas en la frente y que pensaría que estaba jugando a los médicos con mi padre cuando se embarazó. La cuestión es que decidió no tener más hijos, según ella, hasta tener la edad adecuada de volver a quedarse embarazada, pero no contaba con que le diagnosticaran cáncer por lo que le fue imposible siquiera pensar en esa posibilidad por entonces. Hasta que no pasaron cuatro años en los que parecía la enfermedad se había ido a tomar viento fresco a otra parte, no se lo planteó de nuevo siquiera. Para mí,  Adriana era casi como una hija más una hermana pequeña, aunque el instinto de madre por mi parte fuera completamente nulo a mis alturas, hasta las plantas se me morían y eso que ponía todo mi empeño en intentar que vivieran, al final solo conseguía que me duraran -más de lo estrictamente normal-, los cactus y aun así, ¡Los capullos se acababan muriendo!

No, definitivamente tenía menos instinto maternal que las tortugas de agua salada.

Tal vez por eso no me duraban las relaciones y mi vida sentimental era más triste que la peli de Titanic, solo que en mi caso ellos no se ahogaban, ¡Se largaban!.

Mi último novio estable fue hace casi un año. Se llamaba Samuel y era un completo capullo que prefiero no recordar, un surfista heavy al que le molaba el rollo de intercambio de parejas y que como no quise acceder a ello, me dejó para encontrar a otra que si lo hiciera. Antes de él, estuvo el idiota alemán por el que hasta aprendí a hablar su idioma, ese duró más tiempo, pero se volvió finalmente a su país y tardo menos de lo que se tarda en cocer la pasta en ponerme los cuernos con una alemana rubia, alta y perfecta, «Por más que Mónica dijera que era una marimacho cuando cotilleamos las fotos en su perfil del cara-libro o más conocido como "Facebook"». Después de ellos solo había tenido un par de rollos que no habían ido más allá de cuatro besos porque no me inspiraban. Me encontraba en una completa y absoluta sequía que parecía estar incubándose a largo plazo debido a que mis amigas ya no salían conmigo de fiesta y salir sola era como colgarse un cartel de "desesperada busca sexo" en la frente. Mi situación era desesperante, como intentar ligar en medio del desierto del Sahara, tal vez allí consiguiera algo más que aquí, ahora que lo pensaba.

Pero tenía claro que mi sequía iba a ser saciada en las Vegas, ¡Oh sí! Así me tuviera que beber hasta el agua de las plantas del hotel, esa noche pensaba hacer un pleno, dar de lleno en la diana y encontrar un rubiazo de ojos azules tremendamente guapo con el que pagar toda mi insatisfacción sexual acumulada. Y por si alguna se lo está preguntando... si, yo tenía fijación por los rubios, altos y de ojos azules «No me preguntéis por qué», pero así era.

Si quieres conocer a los protagonistas de esta historia ¡¡Búscame en Instagram!! Allí cuelgo fotos, frases y todo sobre los personajes de mis historias.

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