Epílogo
Ahí estaba yo... Sentada en un pequeño banco enfrente del edificio, observando como nunca aquella alianza de oro blanco que adornaba mi dedo anular desde hace ocho años y junto a este las dos palabras que estaban grabadas minúsculamente en la parte interna del anillo "Mi Ángel".
Sonreí sintiendo el viendo remover un poco mi cabello suelto, levanté la mirada observando los árboles y la naturaleza que me rodeaba pensando, saturandome de recuerdos de los últimos años, recordando en lo mucho que pasé para llegar a donde estoy ahora y en lo contenta que realmente me sentía.
La sensación de conformismo, de paz interior y el alivio al saber que tengo lo que alguna vez quise, me llenaba y se desbordaba por mis dedos con cada despertar y se lo transmitía al hombre que conmigo abría los ojos, a través de sus cálidos labios y con un tierno " buenos días" así en la facha mas sencilla, honesta y verdadera que alguien puede tener a esas horas temprano en la mañana.
Con el trabajo soñado, con el hombre indicado, con una casa en los suburbios de Los Angeles. Suspiré ordenando mi cabello revuelto por el viento y quitando una hoja que habia caído plácida en mis rodillas.
-Yo quería jugo de manzana, pero ella me dio de pera. -Esa dulce vocecita resonó en mis oídos y sonreí con ternura.
-¿Le has dado las gracias? -Soltó la voz más masculina.
-¡Mami! -Exclamó entusiasmado, ignorando al pelinegro y de inmediato soltó su mano, corriendo hacia mi con sus piernitas regordetas, haciendo mover sus rizos negros hasta abrazar mi pierna. Me incliné un poco.
-¿Como te fue, perrito lindo? -Él sonrió mostrando sus pequeños dientes.
-Muy bien. -Saltó un poco hasta sentarse en mis piernas y Sonny se acercó regalándole un beso casto.
-Oliver, ten cuidado con tu mamá. -Lo miró y seguido posó sus ojos prevenidos sobre mi ya pronunciado vientre.
-Ahí no está mi mami, Papi. -Río graciosamente. -Está mi otro hermanito. -Puso su mano sobre mi panza. -Hola, hermano. -Susurró. -¿Quieres jugo de pera? A mi no me gustan las peras. -Puso su oreja en el vientre a lo que Sonny sonrió con ternura junto a mi. -¡Si, si quiere! Y también un helado para mi. -Revolee los ojos divertida, Quitando a Oliver de encima. Sonny me ayudó a levantar.
Ya me estaba haciendo demasiado peso.
-Tu hijo se aprovecha de la situación. -Solté divertida suspirando pausadamente por el esfuerzo que me suponía hacer hasta la acción más básica de levantarse.
-Lo heredó de ti, cariño. -Negué graciosa y tomé la pequeña mano del niño. Sonny le ayudó con la mochila.
-¿De que quieres el helado? -Empezamos a caminar.
-Chocolate... -Canturreó empezando a dar pequeños salticos cuando Sonny tomó su otra mano y de vez en cuando colgándose divertido.
-¿Que te parece ir luego a la playa? -Propuso el pelinegro. Bueno... Después de todo ya era viernes.
-¡Si! ¿Podemos ir con la tía Lory? -Hizo un puchero.
-La llamaré. -Dije sonriendo y mirando a Moore a quien se le desborda la felicidad por aquella sonrisa que traia, mientras hablaba con el niñito.
Yo ya tenía lo que quería...