#3 ¿En su casa?

2.7K 160 38
                                    

-¿Por qué crees que existe el odio, Sonny? -Le pregunté mientras veía aquel campo de fútbol vació, como era costumbre en un día lluvioso como lo es hoy, aunque sentada a su lado no se sentía el frió, mas bien un agradable sentimiento que te hacia sentir como si estuvieras en pleno verano, debajo del árbol que da más sombra, con una agradable brisa que pasea de aquí a allá haciendo mover el césped y flores de una pradera.

-El odio no existe. -Dijo con algo de sabiduría en su voz, lo que me hace reír levemente igual que él -Es simplemente la ausencia del amor, pequeña -Volteó a mirarme con una media sonrisa y yo hice lo mismo.

-¿Qué sucedería si yo llego a irme sin decírtelo? ¿Sentirías ausencia de amor hacia mi? -Volví la mirada hacia algún punto perdido en las gradas de aquel campo.

Sabía que muy pronto me tendría que ir, pero no sería capaz de decírselo todavía, es mejor... Por ahora. Me tomó de la barbilla con dos dedos haciendo que lo mirara, esa mirada tan profunda era indescriptible, siempre me dejaba sin aliento, con muchas preguntas sin sentido y sin respuesta, me ponía nerviosa, me ponía alegre, me ponía melancólica, con tan solo mirar sus ojos sentía todo eso y mucho más.

-No lo haría. -Dijo sujetándome aun. -Al contrario... Te amaría mas.-

¿por qué..? sonrió un poco, le devolví la sonrisa tratando de que las lágrimas no se escaparan de mis ojos y comenzarán a correr frenéticas por mis mejillas, no estaba lista aun...

---------------------------------------------------------

El incesante aroma de una fragancia inundaba mi respiración obligándome a levantar para averiguar de dónde provenía tan dulce olor, sin abrir los ojos aún, me di vuelta quedando boca abajo con la cara en la almohada de algodón, de seguro era Lory quien está probando una nueva fragancia y el olor se esparció hasta mi habitación que queda muy cerca de la suya, pero no era así, el dulce aroma se sentía más fuerte en la almohada como si la hubieran bañado de aquella colonia, era tan fuerte que me hacía picar un poco la nariz, pero era tan hipnotizante como para quedar dormida al instante de haberla olido.

Estiré mi mano un poco hacia un lado para buscar mi teléfono en la mesa de noche, pero lo que toque era muy diferente a una mesa ¿Otra almohada? Es imposible en una cama donde solo quepo yo. Volví mi mano hacia mi, me di vuelta quedando de nuevo boca arriba y abrí con pereza los ojos, dándole paso a un techo tan blanco como la nieve.

Mire lentamente a mi lado izquierdo, observando no más que un ordenador y tres cámaras puestas en orden sobre una mesa y una en un tripie, desvié la mirada hacia mi lado derecho esta vez observando una puerta que parecía ser el baño, un espejo, un armario que tenía la puerta entreabierta, una especie de tocador -nada femenino- en donde había fragancias de todo tipo y una silla al frente de este que tenia ropa.

Me removí en mi lugar notando que aun traía el pantalón puesto, abrí un poco mas los ojos para notar con mejor claridad aquella habitación desconocida de paredes blancas y cuadros que llenaban los espacios vacíos, me levante lentamente quedando sentada y mirando para al frente dándole paso a una gran cortina de color beige que cubría todo lo que se suponía debía ser la pared.

Ladee un poco las piernas para quedar con ellas en el borde de aquella cama de sábanas también blancas. Cuando mis pies desnudos hicieron contacto con el frío suelo de madera laminada sentí un frió recorrerme de pies a cabeza.

Mire a un lado buscando mis zapatillas y mis calcetines sin éxito, baje de la cama y me agaché para buscarlos debajo de esta, ahí estaban, en la esquina superior, los tome y me los coloque. Me dirigí sigilosamente hacia la gigantesca cortina que pude ver con más detalle, dándome cuenta que al final la cubría un encaje del mismo color que está. La tomé de un extremo para poder ver lo que había detrás, y claro, ¿a quién no le daría curiosidad saber que hay detrás de una cortina que cubre toda la pared? Seguí abriendo la cortina esta vez con más impaciencia y al dejar suficiente espacio como para poder ver, me encuentro con toda la ciudad de Los Angeles detrás de una imponente ventana gigante que hacía el papel de una pared transparente. Mis ojos se abrieron como platos por tan fascinante vista de un cielo manchado de dorado y rosa y tomé otra vez la cortina esta vez abriéndose toda de ambos lados e iluminando todo el cuarto. Podías ver toda la ciudad o al menos gran parte de ella, era hermoso.

¿Y Si Nos Vemos De Nuevo? (Skrillex & tu) ||Terminada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora