Hold me tighter (HMT2) » Sug...

Oleh thatsmyego

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Yoongi sigue necesitando a alguien que lo abrace fuerte. El único problema es que Hyesun ya no está para hace... Lebih Banyak

p l a y l i s t
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d o s
t r e s
c u a t r o
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c a t o r c e
q u i n c e
d i e c i s é i s
d i e c i s i e t e
d i e c i o c h o
d i e c i n u e v e
v e i n t e
v e i n t i u n o
v e i n t i d ó s
v e i n t i t r é s
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v e i n t i s é i s (iii)
v e i n t i s i e t e
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I
III
IV

II

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Oleh thatsmyego

— ¡Mamá!

— Lo siento, lo siento. Estamos llegando. Hay mucho tráfico hoy. — se excusó.

Resoplé. — Vale. Da igual si tardáis. Id con cuidado, quiero que el vestido llegue de una pieza.

— Tranquila, cielo.

Finalicé la llamada con un nuevo suspiro. Dejé el teléfono en la mesa de madera que se extendía delante de mí, entre sombras de ojos, brochas y demás maquillaje. Hice una mueca y me hundí en la silla giratoria en la que estaba sentada. Sentía que estaba en una de esas comedias románticas en las que la novia llega una hora tarde a la boda y sale huyendo al final porque se arrepiente de haberse comprometido con su novio. Vi el reflejo de Olivia en el espejo.

— No vengas a la boda. — solté.

— ¿Eh? — me miró sorprendida, con ojos de corderito. — ¿Po-por qué? ¿He hecho algo malo?

Su melena castaña estaba recogida en un moño bajo, sus ojos verdes destacaban aún más gracias al maquillaje y el vestido rojo que había elegido para ella le quedaba tan bien que tuve envidia. — No es legal verse mejor que la novia en el día de su boda.

Sonrió tímidamente. — S-si quieres no voy...

— ¡Era broma!

— ¡Pensé que lo decías tan serio!

Una de las cosas buenas de pasar la mayoría del tiempo con Yoongi - o al menos yo pensaba que era algo bueno- era que su neutralidad se me había pegado, así que era capaz de bromear sin reírme antes. Eso era una ventaja ¿no? Olivia también miró con impaciencia el reloj de su teléfono móvil. Hizo un puchero.

— Están tardando mucho... — dijo, con lástima.

— Esto se está volviendo muy-

La puerta de la habitación se abrió de golpe, interrumpiéndome. Pensé que serían mi madre y mi hermano, con mi vestido de novia, pero me equivoqué. En cuanto Olivia vio a Yoongi entrar en la sala, se levantó, rauda y veloz, dispuesta a echarle de allí a bofetadas si hacía falta.

— Sigues igual de fea que siempre. — me dijo, señalándome acusadoramente con el índice.

— ¡El novio no puede ver a la novia antes de la boda! — exclamó Olivia, horrorizada.

— Eso son cosas de las películas. Bienvenida al mundo real, bonita. — le dijo, dando una palmada y abriendo los brazos con una sonrisa amplia pero fingida. — Además, yo sólo quería ver el vestido. Pero Hyesun sigue en pijama. Vas a llegar tarde. Te dije que debíamos casarnos en pijama, y te empeñaste en comprar un maldito vestido.

Ver a Yoongi con traje y camisa blanca me impedía dejar de sonreír. Y de pensar correctamente, pero eso era lo de menos. Siempre le había comparado con una obra de arte, y sin duda alguna, el arte en su mayor expresión era él con un simple traje negro y entallado. Me concentré en mirarme en el espejo para no hablar babeando por Yoongi.

— Es que no quiero que veas el vestido. — dije, canturreando.

— Sólo espero que no sea amarillo chillón, porque si es así juro que huiré de la iglesia y pediré una orden de alejamiento. — arrugó la nariz. — No llegues demasiado tarde, por favor. No quiero que el cura me haga comulgar... Por si acaso me ahogo o algo. Y espero que al menos estés un poco más guapa que ahora.

— Está bien. Sólo llegaré cuarenta y cinco minutos tarde.

Yoongi puso los ojos en blanco. Se despidió de nosotras con la mano. Le devolví el gesto antes de que saliera de la habitación. Al rato, escuché a mi madre gritar una agudo ''¡No!'', seguramente porque se había cruzado con Yoongi en la planta baja y acababa de ver mi vestido. Al rato, mi hermano apareció con un portatrajes negro echado al hombro. Jungkook vestía similar a Yoongi, sólo que él tenía un aspecto algo más despreocupado y sin chaleco bajo la chaqueta del traje. Suspiró y tiró mi vestido sobre la cama. Me lancé sobre él.

— ¿Y si no me vale?

— Ay, Hye, claro que te valdrá. — me animó Olivia, cogiendo con cuidado el vestido blanco, por los hombros.

Había conseguido el vestido con espalda de encaje y botonadura de perlas de mis sueños, aquel que vi en Los Ángeles tres meses atrás, pero tenía un pequeño problema con el que no contaba. Con la esperanza de que fuera una falsa alarma, compré el vestido -en su mayor parte pagado por mi abuela, que tenía la ilusión de verme con un vestido de novia fuera como fuese- y dejamos que pasaran un par de meses... Hasta que me di cuenta de que había engordado bastante. Mi madre llevó el vestido a una sastrería para que hicieran un par de arreglos en la cintura a última hora, pero no me había probado el vestido hasta el crítico momento: es decir, el mismo día de mi boda.

— ¡Ay, mi pelo!

— ¡Perdón! — se disculpó Olivia.

— Ten mucho cuidado con los botones, por lo que más quieras.

— Hye, cielo, levanta los brazos un momentito. — me pidió mi madre.

— ¿¡Esta parte es la cabeza o un brazo!?

— A ver, a ver, calma.

— ¡No puedo estar calmada porque me caso en cinco minutos!

Tardamos media hora en cerrar el dichoso vestido.

— ¿Te aprieta demasiado? — me preguntó mi madre con preocupación, ajustando bien la tela a mi cintura para disimular un poco mi tripa. Ella no llevaba el vestido rojo que había elegido para Olivia y para el resto de damas de honor, pero aun así estaba preciosa. Por unos escasos segundos me vi a mí misma reflejada en la figura solemne y elegante de mi madre.

— No, estoy bien.

— ¿Segura? ¿No te molestará?

— Sí, mamá. Si hace falta, me lo quitaré. — sentencié, encogiéndome de hombros.

Mi hermano volvió a aparecer por la puerta cuando los gritos y los alaridos cesaron. Abrió la puerta tan de golpe que estuvo a punto de hacerla giratoria. Se aclaró la garganta. — Llegamos tarde.

Chillé mientras Olivia me arrastraba hasta el coche de mi madre, decorado para la ocasión con flores y lazos blancos. Jungkook se empeñó en conducir. Olivia me ayudó, junto a mi hermano, a meter la cola del vestido en la parte trasera del coche. Mi madre, después de sentarse a mi lado, juntó las manos y puso la misma cara que la de El Grito de Munch.

— ¡El velo!

— ¡Que le den al velo! ¡Me caso sin él! ¡Arranca! — hice un exagerado gesto con las manos, pidiendo a mi hermano que pisara a fondo el acelerador. Se lo tomó tan literal que casi salí disparada a través del cristal de la luna de no ser por el cinturón de seguridad. — ¡Kookie, vas a matarnos! ¡Esto no es una de esas películas de coches!

Me hizo caso omiso. Mi hermano estaba concentrado en adelantar coches, en ir a casi doscientos kilómetros por hora por una carretera de la ciudad y en ganarse alguna que otra multa. Al menos llegamos más pronto de lo previsto a la iglesia donde mi madre quiso que Yoongi y yo nos casáramos. Él no estaba muy a favor, pero logré convencerle. En el exterior no había demasiados coches aparcados. Era una iglesia pequeña y los invitados eran menos de cincuenta. Yoongi no quería una boda por todo lo alto, y en el fondo, ninguno de los dos conocíamos a suficiente gente como para tener cien o más invitados en nuestra boda.

— Qué calor tengo. — se quejó mi hermano. Se quedó un momento quieto, a medio camino entre el coche y la puerta de la iglesia. Se abanicó con las manos.

— Es normal, Kookie, es un jodido dieciséis de agosto...— repliqué, con tono irónico. Pataleé. Empezaba a marearme. — ¡Qué nervios!

Claro que estaba nerviosa. ¿Quién no está nervioso o nerviosa el día de su boda? Hasta los invitados se ponían nerviosos sólo de pensarlo. Entrelacé mi brazo con el de mi madre, que me sujetó firmemente. Me pregunté a mí misma si de verdad quería hacer aquello. Quizá Yoongi no era la persona más adecuada con la que debía pasar el resto de mi vida. Quizá era demasiado joven para casarme, quizá debía huir y vivir mi etapa de veinteañera... Demasiados 'quizás' se agolparon en mi cabeza. Pero supuse que ya no había vuelta atrás. Inspiré todo el aire que pude y lo solté en un larguísimo suspiro.

— Vale, vamos.

Dar un solo paso hacia delante seguramente me costó más que la primera vez que lo hice, cuando era un bebé. Agarré bien el ramo de flores y paseé la mirada por toda la Iglesia, por cada invitado. Saludé tímidamente a mis abuelos, sentados en primera fila; al resto de chicos, en fila en las escaleras del altar cubiertas por una moqueta roja... Jimin movió su pequeña mano en el aire para devolverme el saludo, y Taehyung estuvo a punto de saltar del escalón para venir a abrazarme.

Y luego estaba Yoongi.

Me observaba con detenimiento. Cruzamos una mirada rápida, y vi cómo ocultaba una sonrisa mordiéndose el labio inferior.

Noté cómo mi madre me soltaba del brazo. Tuve un momento de pánico. Me giré hacia ella para verla y para dejar que me diera un abrazo rápido. Mi madre tenía los ojos llorosos, vidriosos por culpa de las lágrimas. Cogió mi mano y se la tendió a Yoongi. Él me ayudó a subir los últimos escalones del altar, sujetando mi mano con delicadeza, y me situé a su lado. Agaché la cabeza, abrumada.

— Estás preciosa. — me susurró, sonriendo tanto que el sol se quedaba corto a su lado.

— No me puedo creer que tengas que esperar al día de nuestra boda para decirme esto. ㅡ me reí. Estaba demasiado feliz a la par que nerviosa como para aparentar estar molesta con él.

— Es una ocasión especial. ㅡ poco a poco, entrelazó sus dedos con los míos.

ㅡ Tú también estás-

ㅡ No hace falta que lo digas, siempre estoy genial.  ㅡ soltó ㅡ pero hoy me ganas. En serio, estás preciosa, Hyesun.

A la mitad de la ceremonia, Jimin y Jin se echaron a llorar juntos, justo cuando Yoongi terminó de pronunciar sus votos. Yo, a pesar de tener los ojos algo aguados, logré mantener la compostura. En el fondo, quería bailar encima de la mesa del altar.

El sacerdote miró a los invitados por encima de la montura de sus gafas y pronunció la archiconocida frase que yo sólo conocía de las películas: ㅡ Si alguien está en contra de este matrimonio, que hable o calle para siempre.

Yoongi se giró. Miró a cada uno de los invitados, incluidos sus amigos, situados a su derecha, y les advirtió uno a uno con la mirada.

ㅡ Esa es una pregunta muy estúpida. Nadie está en contra de este matrimonio. ㅡ dijo, en alto, con esa mueca que siempre hacía, alzando las cejas. Volvió a mirar hacia atrás, suspicaz, y sobretodo hacia mi izquierda, donde estaba mi hermano.ㅡ ¿Verdad...?

Jungkook negó enérgicamente con la cabeza. Yoongi asintió, satisfecho, y el cura continuó con una sonrisilla. ㅡ Min Yoongi, ¿quieres recibir a Jeon Hyesun como esposa, y prometes serle fiel hasta que la muerte os separe?

ㅡ Sí quiero.

No me lo podía creer. Estuve a punto de ahogar un grito. El sacerdote se dirigió a mí.  ㅡ Y Jeon Hyesun, ¿quieres recibir a Min Yoongi como esposo, y prometes serle fiel hasta que la muerte os separe?

Me quedé callada un par de segundos que a Yoongi le resultaron una eternidad. Fui capaz de escuchar cómo tragaba saliva.

ㅡ Vamos, Hyesun. ㅡ me susurró, impaciente.

Carraspeé para que todo el mundo me oyese.  ㅡ Sí quiero.

Jimin soltó un gritito agudo, mi madre se echó a llorar como una magdalena, alguien de las filas de atrás aplaudió de repente y Yoongi soltó todo el aire que había estado conteniendo en un suspiro, aliviado.

ㅡ ¿Puedo besar a la novia?

ㅡ Esp-

Yoongi no dejó que el sacerdote articulara palabra. El pelinegro sonrió, iluminando la iglesia entera, rodeó mi cintura, me pegó a él bruscamente y me dio el beso más feliz y dulce que me había dado hasta el momento. Todos sus amigos, incluido Jungkook, se pusieron a gritar y aplaudir como locos.

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