¡Eres mio! Imbécil

By Javiwiwi

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-Imbécil. -Insoportable. -Idiota. -Consentida. -¡Dejame en paz! -Admite que te encanta discutir conmigo. ... More

Antes de leer
Prólogo
Capítulo 1: Campamento
Capítulo 2: Recuerdos
Capítulo 3: Primeros problemas
Capítulo 4: Desconciertos
Capítulo 5: El juego del año
Capítulo 6: Malditas actividades
Capítulo 7: Soportándonos
Capítulo 8: Colapso
Capítulo 9: El límite
Capítulo 10: Un simple juego
Capítulo 11: Carnaval veraniego
Capítulo 12: Su árbol
Capítulo 13: Dafne
Capítulo 14: Excursión
Capítulo 15: Tentación
Capítulo 16: Feliz navidad
Capítulo 17: Territorio prohibido
Capítulo 18: Detalles
Capítulo 19: Del odio a los celos
Capítulo 20: No, definitivamente no es un juego
Capítulo 21: El veneno de Dafne
Capítulo 22: Ganaste, Bruno
Capítulo 23: Empate
Capítulo 24: Destellos
Capítulo 25: Difuso
Capítulo 26: Rompe promesas
Capítulo 27: Árbol solitario
Capítulo 28: La última llamada
|02| Capítulo 30: Un chico nervioso
|03| Capítulo 31: Volver a verte
|04| Capítulo 32: Nuestro baile de fin de año
|05| Capítulo 33: Momentos incómodos
|06| Capítulo 34 - ¡Feliz cumpleaños!
|07| Capítulo 35: El lago
|08| Capítulo 36: Vistas al futuro

|01| Capítulo 29: El baile de fin de año

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By Javiwiwi

Fin de año.

MILA

Gustavo estaba mirándome de pies a cabeza, inspeccionándome, mientras yo estaba observándolo exhausta. Habíamos recorrido todo el centro comercial en busca de un vestido, pero a él nada le convencía cuando a mí ya me habían gustado unos tres.

—¿Y si te pruebas el púrpura? —sugirió.

Negué con mi cabeza.

—Si sigues pensando en que Gus te ayudará, no terminarás nunca —agregó Bastián.

Respiré hondo, empujé la persiana del probador y me metí nuevamente adentro. Me miré en el espejo por un momento, el vestido que tenía puesto era naranja. Odiaba ese color, pero Gustavo decía que resaltaba mis ojos. Rápidamente me lo quité y decidí que la próxima vez que buscara un vestido iría sola a comprarlo porque mis amigos no servían tanto para tomar decisiones.

Al llegar a casa lancé mi mochila al sofá y subí corriendo las escaleras, saludé a mamá con un grito y cuando entré a mi habitación sólo me tendí en la cama con el móvil en las manos. Tenía un mensaje de Ethan, él sería mi cita para el baile de fin de año.

Ethan: Ya encontré un traje.

Ethan: ¿Encontraste vestido?

Mila: No, pero estoy en eso.

Claramente no estaba en eso, pero ya estaba cansada de meter mi cuerpo en vestidos distintos.

El baile de fin de año era especial, sobre todo para los últimos cursos que ahora éramos nosotros. Era algo así como una despedida, ya que probablemente nunca nos volveríamos a ver. Todos iban a entrar a universidades diferentes para cumplir sueños distintos y el tiempo se encargaría de alejarnos. Podría haberle pedido a mi madre enviarme por última vez a un campamento de verano, pero no quise hacerlo, sólo quería concentrarme en buscar algo en lo que fuera buena para ir a alguna universidad que me aceptase.

Ir a un campamento de verano significaba volver a pensar en Bruno y ya no quería pensar en él. Todavía no consideraba que lo había superado porque todas las noches revisaba su chat para ilusionarme con que me escribiría... seguía viendo sus fotografías en redes sociales y cada vez detestaba más su forma de sonreírle a la cámara.

Tres días tuvieron que pasar para conseguir el vestido que quería. Gustavo, que se creía experto en moda, lo aprobó. Era un vestido rosa claro ajustado y con lentejuelas plateadas que hacían que brillara, tenía los hombros caídos y combinaba con las pequeñas flores que mamá quería colocarme en el cabello.

Me miré en el espejo cuando estuve lista. No sabía si estaba preparada para emprender una nueva aventura e ir a la universidad, ni siquiera tenía claro lo que me gustaba para poder postular a alguna. Tampoco sabía si estaba preparada para dejar el pasado atrás. Se estaba sintiendo demasiado desastroso dejar mi época escolar y de campamentos de verano atrás... como si estuviera prácticamente perdiendo una parte de mi vida.

Cuando bajé las escaleras, todavía descalza, pero digna, vi a Ethan sentado en el sofá junto a mi madre y su actual pareja, Louis. Ya nos habíamos conocido, mamá lo invitó a cenar una noche y nos habíamos llevado bien, era sumamente respetuoso y detallista con ella, lo que me encantaba, porque mamá se veía feliz. Me acerqué a ellos y la primera en mirarme fue mi madre, agrandó los ojos con sorpresa y se puso de pie emocionada.

—¡Te ves preciosa!

Ethan se giró hacia mí y me sonrió con cariño. Vestía un traje azul oscuro con una camisa blanca y una corbata del mismo color del traje. Se veía guapísimo... en realidad él siempre lo había sido, hoy no era un día distinto.

—Así que tienes parte femenina —bromeó.

Rodé los ojos y lo abracé para saludarlo.

—¿Sabes? Creo que lo pasaremos genial —me enganché a su brazo, pero él se quitó y me observó con una ceja alzada.

—Pero con tacones, ni modo vas a ir descalza que así me estás llegando al ombligo.

Me reí.

A Louis lo había saludado por la mañana, así que me uní a la conversación que estaban teniendo mientras mi madre me ayudaba a colocarme los tacones sin romper nada, porque sí, era un desastre andante y lo admitía.

Apenas tuve los tacones puestos, mi madre y Louis fueron al auto a dejar algunas cosas a la maleta. Ethan me echó una mirada.

—¿Has vuelto a saber de...?

—No —lo corté.

Sabía de lo que iba a hablarme, ya lo había intentado anteriormente, sin embargo, seguía teniendo curiosidad por él.

—¿Y tú? —me atreví a preguntar.

Mi amigo se relamió los labios y asintió.

—¿Cómo está?

—Ha vuelto a entrenar luego de su accidente —me contó, pero no es lo que quería oír, por lo que me quedé en silencio mirando los brillitos de la falda de mi vestido —Y ha preguntado por ti.

Alcé mi vista.

—¿Para qué?

—También quiere saber cómo estás.

—Y le dices que estoy muy bien ¿No?

—Por supuesto que sí —sonrió.

Iba a preguntarle más acerca de él, pero la voz de mi madre nos interrumpió diciéndonos que el auto estaba listo para ir a dejarnos a la escuela en donde sería el baile de fin de año. Ethan me ayudó a ponerme de pie y ofreciéndome su brazo, me enganché a él y caminamos juntos hasta la salida.

—¿Ya sabes a que universidad postularás, Mila? —me preguntó Louis desde el asiento delantero.

Tragué duro.

—No... no estoy muy segura.

—Quizá puedas tomarte un año —sugirió mamá con una sonrisa.

Eso lo había pensado, pero no quería quedarme atrás con mi vida, todos parecían tomar decisiones respecto a su futuro y yo todavía no entendía en lo que era buena o lo que me apasionaba para poder ir a la universidad.

—Claro...

—Esperemos que el verano pase y ya podemos verlo —me animó mamá una vez más. Me alegraba que no me presionara.

Apenas llegamos a la escuela Ethan se acercó a mí y caminamos hasta la puerta. Una chica nos pidió las entradas y luego ingresamos al salón principal. Un fotógrafo nos detuvo en un stand envuelto en flores y decoración luminosa para tomarnos fotografías y luego continuamos nuestro camino hasta estar justo en medio de todo.

Del techo colgaban lámparas redondas y elegantes, las paredes tenían decoración brillante junto a pinturas del taller de artes de la escuela. Todo estaba muy elegante y delicado, incluso las mesas infestadas en cóctel y comida.

—Se ve mucho mejor que el baile de mi escuela —sonrió Ethan.

—¡Mila! —oí el chillido de Gustavo, quien vestía un traje gris a la medida. A su lado estaba Bastián, quien se veía espectacular en un traje rojo oscuro. El primero que miró a Ethan como un león fue Bastián, pero el primero en saludarlo con besos en las mejillas fue Gustavo.

—¡Que guapa! —me abrazó Gus. —¿Y este guapo? —le echó un ojo a Ethan y de inmediato mi amigo se rio.

—Soy Ethan —se presentó.

—¿Podemos ya sabes...? —hizo un gesto con sus manos indicándolo a él y luego a sí mismo y Ethan le frunció el ceño con muchísima confusión.

—Ni lo intentes —me adelanté mirando a Gus y Bastián se echó a reír.

Gustavo sólo le dedicó una sonrisa y continuó en lo suyo: mirar alrededor en busca de una nueva conquista. Él decía que no podía salir de la fiesta de fin de año sin al menos haber besado a dos personas.

Me serví ponche sin alcohol en un vaso y Ethan se adelantó para sacar un canapé del mesón.

—¿Y has sabido algo de Dafne?

Casi se atraganta con la aceituna.

—No...digo sí, un poco.

Alcé las cejas.

—Cuéntame —codeé su brazo y él rodó los ojos.

—Quedó en la carrera que quería, se mudará a una residencial de la universidad y probablemente estemos... cerca.

—¿Cerca?

Se encogió de hombros.

—¡Ethan! Necesito más detalles.

—Postulé a la misma universidad sin saberlo... no habíamos hablado desde la salida del campamento y cuando fui a visitar el lugar la vi rellenando unos papeles de ingreso a la residencial.

—¡No me lo creo!

—A veces el destino es... un puto caprichoso.

—Bueno ¿Y qué harás estas vacaciones?

—Aprender a surfear y no morir en el intento.

Bastián se unió a nuestra conversación después de unos minutos. Gustavo ya se nos había perdido de nuestro campo de visión y no pasó más de una hora cuando lo vimos bailando con una chica.

—¿Ya superaste a ese chico? —me preguntó Bastián, luego le dio un sorbo a su néctar natural.

—Claro que sí.

—Tu voz acaba de subir tres tonos.

Rodé los ojos.

—Vamos, es hora de bailar —cogí las manos de ambos, pero rápidamente Bastián me la soltó y arrugó la nariz. A mi amigo no le gustaban mucho las fiestas ni menos bailar, por el único motivo que asistía al baile de fin de curso era por la comida y por nosotros.

Ethan rápidamente se unió a mí y comenzamos a bailar una melodía electrónica y divertida, luego pasó una canción lenta y se acercó a mí para juntarnos un poco más. Colocó sus manos en mi cintura y yo en sus hombros. Una de las cosas que más me gustaba de mi amistad con Ethan era que nunca nos habíamos confundido, siempre habíamos sido amigos y nos veíamos como hermanos, por lo que tenerlo cerca y estar apoyada en su hombro no era incómodo o tensional.

—¿Ya sabes que quieres estudiar?

—No —resoplé. —A veces quisiera volver al campamento y no tener que preocuparme de encontrar algo en lo que soy buena.

—Eres buena en muchas cosas, Mila. Sólo no quieres verlo. Eres buena escuchando, pintando, escribiendo y ayudando a los demás.

—Entonces me toca ser una clase de psicóloga artista.

Él se echó a reír.

—O una médica.

No me lo había planteado, por lo que la idea me quedó dando vueltas un momento.

De pronto, una de las canciones incluidas en todos los ensayos del baile de fin de año comenzó a sonar. Al club de teatro le encantaba crear coreografías para "recordar momentos especiales", así que dos semanas antes nos tenían ensayando un par de canciones. Como Ethan era mi invitado tuve que obligarlo a aprendérsela, así que apenas reconoció la canción, su sonrisa se amplió.

—Lo ensayamos —dije.

—Claro —me tendió la mano derecha y comenzamos a bailar.

El baile constaba de giros, acercamientos y también algunos pasos. De reojo podía ver a Gustavo con su cámara casi llorando de la emoción porque más gente de la que pensaba se había aprendido el bendito baile.

Cogí la mano de Ethan mientras nos meneábamos al ritmo de la canción y en un giro quedé con otra pareja, luego nuevamente un giro me devolvió a Ethan, pero me quedé de piedra cuando los ojos que me observaron no fueron los de mi amigo.

Sus ojos grises se quedaron en los míos y el contacto con su mano me ardió. El corazón me bombeó muy rápidamente y me quité con rapidez. No fui consciente de que había arruinado el baile hasta que una sonrisa se dibujó en su rostro. Mis rodillas temblaron y mi estómago se contrajo.

—Estamos arruinando el baile, Mili.

¿Realmente estaba ahí?

Por más que intenté mantenerme cuerda y ser una chica madura, no lo conseguí. Giré sobre mis pies y comencé a caminar hacia el interior de la escuela, lejos del salón de eventos. Mis piernas temblorosas me llevaron hasta el pasillo de los casilleros y cuando me detuve intenté mantener la calma, pero mi corazón no podía dejar de latir justo en mis oídos.

—Mila. —Oí detrás de mí.

Respiré hondo. No quería largarme a llorar, ni menos verme frágil, así que preferí verme enfadada, aunque en cierto punto sí lo estaba.

Me giré hacia él con el ceño fruncido.

—¿Qué se supone que estás haciendo aquí, Bruno? —solté.

Se acercó a mí y yo retrocedí unos pasos.

—Merecemos hablar de lo que pasó.

Me reí, sarcástica.

—Fuiste claro conmigo la última vez que hablamos.

Pareció ignorar mis palabras, ya que continuaba con una leve sonrisa en el rostro.

—Te extrañé.

Mi corazón dio un brinco y me enfadó el hecho de que mi orgullo no fuera más fuerte de lo que sentía por él.

—Déjame explicarte.

—Te pedí que no volvieras, que no volvieras nunca. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Necesitaba verte.

—¿Verme? ¡Yo también necesitaba verte y lo único que hiciste fue alejarme!

—¿Si necesitabas verme por qué no fuiste por mí?

Su pregunta me dejó descolocada, pestañeé un par de veces y sus ojos grises se quedaron fijos en los míos, esta vez se mantuvo serio.

—¡Has dicho que no podías quererme!

—¡Pues fui un puto imbécil!

—¡Lo sigues siendo, Bruno! ¡Deberías estar lejos, muy lejos!

—Permitiste que me arreglara... ahora déjame recompensarlo.

—¿Qué? —sentí mis ojos llenarse de lágrimas, pero aun así una risa dolida salió de mi boca. No lo estaba entendiendo.

—En nuestra última llamada te pedí que me dejaras armarme... lo he hecho.

—¡Pues ahora la rota soy yo! —me quebré. —¡Me dejaste sola cuando lo único que quería era que me hicieras parte de tu vida para poder ayudarte! ¡Pero me alejaste!

—Mila...

—No quiero verte, Bruno... no quiero verte nunca más.

—Eso no es cierto —se acercó mucho más a mí, intentó cogerme la mano, pero la quité rápidamente. —No estás llorando porque ya no me quieres, Mila.

—Estoy llorando porque no entiendo qué se supone que esperabas... ¿Esperabas regresar y que correría a tus brazos? —resoplé. —Por favor, Bruno. Me iré a casa —giré sobre mis pies para caminar hacia la salida, pero antes me detuve. —Y no me sigas.


***

¡Hello again!

Hace un mucho no venía por aquí, pero sucedieron muchas cosas y no fui consciente del tiempo que había pasado sin escribir esta historia. Lamento mucho mi demora con las actualizaciones, pero me ha costado ponerme al día. Solo quiero que sepan que no he abandonado ninguna de mis historias y que continuaré escribiendo siempre.

Gracias por su infinita paciencia y a quienes no me juzgaron por tardarme más de lo debido <3. A diario recibía mensajes juzgándome por tardarme o cualquier cosa, incluso cuestionando si "realmente" me apasionaba escribir... pero ya regresé :) Y SI, me apasiona escribir, pero lamentablemente no puedo vivir de la escritura porque sino, no como.

¡Nos leemos pronto! ¡Espero que el miércoles! ;)

BESOPOS

XOXOXO


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