POV Dasio
— ¿Qué me estás insinuando, que no quieres trabajar más para mí? —reí frente al chico, intentando no perder los nervios— ¡No puedes dejar de trabajar para mí! ¡Te estoy pagando!
— Pues no me pagues más, te devolveré todo el dinero, no diré nada —dijo— Esa chica no se merece lo que quieres hacer con ella.
Mi mejor plan se me estaba yendo de las manos. Maldito crío. Tenía que haberla raptado yo desde un principio, o haber sacado del Infierno a cualquier capullo. Toda opción hubiese sido mejor que haber escogido al primer hombre tigre y haberlo amenazado con desvelar su identidad.
Pero por favor, ¡soy Dasio! Tengo el abecedario entero de planes. No se me escapa ni una.
— Bien, chico —dije— mañana quiero todo mi dinero aquí. Ya me buscaré a otro que acepte gustosamente mis diez mil dólares por simplemente quedar con una chica.
Él asintió y suspiró, y dispuesto a irse, dio media vuelta.
— ¡Louis! —le llamé— No desaproveches a mi sobrina, y cómo la dejes plantada, te mataré. Ella es sangre de mi sangre, no quiero que sufra.
Él rodó los ojos y salió de mi casa. Todos mis colegas estaban en silencio, mirándome sorprendidos por no haberle arrancado la garganta.
— ¿Y cuál es el plan B? —dijo uno de los presentes.
— Sigue siendo el plan A —sonreí— Chicos, ese niño quedará a las cinco y media de la tarde en la cafetería Dolls, así que media hora más tarde, allí estaremos nosotros.
— ¿Y si va alguien con Leyla, qué hacemos?
Sonreí cínico, como de costumbre.
— Nada, solo nos llevaremos a Leyla.
POV Leyla
Había quedado con Louis en dos horas y estaba toda la manada en casa de Scott, la cual también es mí casa. Genial.
Esto es perfecto.
Estábamos todos en el salón, pero hace un rato que me disculpé diciendo que debía subir a mi habitación y de paso, a ducharme. Ahora estoy sentada frente a mi armario analizando cómo salir de mi habitación sin que ellos se dieran cuenta.
Escogí para vestir un pantalón de tiro alto y largo de color negro, un top básico corto de color verde y mis converse blancas junto a la chaqueta corta vaquera. Ya me había duchado, así que me sequé un poco el pelo y lo dejé suelto. Para acabar, me puse un gloss y rímel.
Ahora, me toca pensar cómo salir de aquí. Podría saltar por la ventana, pero si ellos se enteran de que me he ido sin avisar, entonces mi libertad quedará nula para siempre.
— Tu única opción es decirles que vas a salir con Louis, aunque ya sabes mi opinión... no me gusta ese chico —dijo Diel sentado en la silla de mi escritorio— Debería haberle seguido con Allison para ver que se trama, pero no lo pensamos.
— Diel, no es mala gente —suspiré— ¿Por qué todos estáis diciéndome lo mismo?
— ¿Quién más te ha dicho que no le gusta Louis? —preguntó ahora Allison, apareciendo sentada al lado mío.
— Theo también me lo dijo.
— Pues si somos tres los que te lo han dicho, creo que deberías tenerlo más en cuenta, ¿no crees? —dijo Diel.
— ¡Bueno! Voy a ir, voy a pasarmelo bien, porque él no me va a hacer nada —dije ya cansada— Y si lo hiciese, os doy permiso para matarlo.
— Me quedo con tus últimas palabras —río Allison.
Les sonreí como despedida y bajé para enfrentarme a Scott y demás. Ellos estaban sentados en los sofás, hablando de los problemas a los que nos enfrentamos. Y yo pensando en quedar con un chico, que egoísta va a sonar cuando lo diga.
Suspiré y me decidí a decir la cosa más simple que se me ocurrió.
— ¡Luego nos vemos chicos! —dije y me encaminé rápido hacía la puerta, pero las voces de Scott, Liam y Theo me retuvieron.
Joder.
— ¿Dónde vas? —preguntó Scott.
— A comprar algo que me apetezca comer ahora —dije sin que me temblara el pulso, la verdad es que se me daba genial el controlar mis pulsaciones.
— No te creo —dijo Liam.
— Yo la acompañaré —propuso Theo— así no tendrá que ir sola.
Liam y Scott se miraron una milésima de segundo en la que alfa y beta se comunicaron sin palabras.
— En una hora máximo, aquí —dijo Scott.
Los dos asentimos y salimos por la puerta. Suspiré.
— Una hora —reí sarcástica— Menuda vida me espera.
Theo río.
— Podrían pasar cosas peores.
🐺
Mi quedada con Louis estaba siendo espantosa. Tardamos en llegar diez minutos, Theo me dijo que se escondería en el descampado de enfrente, y cuando entré con Louis, casi ni intercambiamos palabra. Él estaba nervioso por algo, su mirada iba de un lado a otro del lugar, inquieto. Y esta situación comenzaba a ser insoportable. Ni si quiera se había tomado el café que se había pedido.
— Louis, ¿estás bien? —pregunté, y pareció pillarle desprevenido.
— Sí, sí... yo solo, no-no me encuentro muy bien —dijo, y su pulso se aceleró— No quería parecer que fuese una excusa para no quedar.
Aunque supiera que me estaba mintiendo, asentí, finjí que le creía. Aún me quedaban veinte minutos para tener que estar en casa, pero para estar aquí con un chico inquieto y nervioso sin saber qué le pasaba, prefería irme ya.
— Vámonos mejor, podemos quedar otro día si quieres —dije, y asintió frenéticamente.
¿Qué le pasaba?
Miré mí móvil y vi un mensaje de Liam:
«Recuerda que en 19 minutos tenéis que estar en casa, princesa.»
Princesa. La verdad es que mi relación con Liam era bastante rara ahora que lo pensaba. A mí me gustaba, lo admito. Pero había a veces que parecía que el sentimiento era mútuo, y eso me confundía. Él estaba cada dos por tres recordándome que éramos mejores amigos, pero luego sus acciones eran totalmente diferentes, y empezaba a molestarme esta actitud. Es como si estuviera chocándome todo el rato contra una pared que sé que no puedo derribar, pero me gusta hacerlo. Sé que a Liam no le gusto, pero me gusta sentir que sí para que, después, sus palabras me dejen en vela toda la noche.
No recuerdo el momento exacto en el que paré en seco y salí de mis pensamientos, al ver a mi tío con Theo inconsciente en sus brazos y una máquina con dos pegatinas en la cabeza de Theo en sus manos.
— Tranquila, Leyla —sonrío mi tío— Él no recordará que pasó desde que salisteis de tu casa. Probablemente —río— ni se acuerde de que te iba a acompañar a tener una cita con mi gancho.
¿Cómo que con su gancho?
— Muchas gracias Louis por traerme a mí sobrina hasta aquí —dijo él, y me giré rápidamente hacía Louis, al cual le temblaban las manos y tenía la boca ligeramente abierta mientras balbuceaba— pero el dinero lo quiero de vuelta.
Sentí un golpe seco en mi nuca justo en el momento en que mis ojos se iluminaron de color verde para atacar... y todo se volvió negro.