Señorita Inocencia [Andy Bier...

Oleh AdhrianneT

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- Hunter... Hayden Hunter... - ¿Eh? ¿Si? - ¿Podría explicarme por qué se sonrojó cuando dije su nombre? - E-e... Lebih Banyak

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Normal
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Petición
Encuentro
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Mal
Fascinante
Preparativos
Sempiterno
Epílogo
Segunda Temporada
Señorita Inocencia: La Ironía de Nombrar

Alexey

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Oleh AdhrianneT

- Hayden. - Una enorme y preciosa sonrisa se formó en su rostro al verme. Andy caminó hacia mi y me besó en frente de ella. Simplemente se me heló la sangre. - Después del colegio quería llevarla a su casa, pero no la encontré. - Me tomó por las mejillas.

- ¿Qué están haciendo aquí? - Dije, en un hilo de voz. Agaché la mirada, puesto que detrás de Andrew, Adrianna me miraba como si fuera un insecto que ella podía pisotear.

Sentí mis ojos aguarse. Este ya no es un lugar seguro. Respiré profundo, tratando de mantener la compostura.

- ¡Oh! Es verdad, Adrianna me pidió ayuda para hacer sus planificaciones para este semestre. - Está diciendo la verdad, aún así...

- Yo... - Andrew me miró, arrugó el ceño, estaba preocupado.

- ¿Se encuentra bien? Está pálida. - Tocó mi frente y mis mejillas suavemente.

- Cariño, déjame ver a mi. - Adrianna se acercó, pero lo evité, retrocedí dos pasos con las manos en alto. 

- No es necesario. - Sonrió. - Me siento bien.

- ¿Está segura? - Asentí.

- De hecho, ha llamado mamá, así que debo ir a casa. - Mentí, asustada, frustrada, con ganas de abofetearla a ella y golpearlo a él. - Yo ya iba de salida. - Me di la vuelta y corrí a por mi mochila y fui a buscar mi uniforme. Me vestí lo más rápido que pude, esa mujer y yo no podemos estar en la misma habitación, menos con él de por medio.

- ¿Se encuentra bien? - Apareció detrás de mi.

Me enferma.

- Ya se lo dije. - Evité su mirada, mientras pegaba brinquitos para terminar de ponerme los zapatos.

- Pequeña ángel. - Sentí náuseas en el momento en que me llamó así. Adrianna se había burlado de mi con ese mismo apodo hace tan sólo unas horas. Cerré las manos en puños, no puedo seguir así. - No sabe mentir. - Me volteé para poder verlo a los ojos.

- Si quiere creerme o no, no es mi problema. - Respondí molesta, terminé de hacer el nudo en mi zapato derecho y me decidí a salir de la habitación, pero él me detuvo poniendo su cuerpo en la puerta.

Me frustra.

- ¿Por qué me habla así? - En su rostro había una peligrosa mezcla de dolor y confusión, pero yo no quería aclararle nada, no quería hacer nada que no sea irme de ese lugar. - ¿Hice algo malo?

Negué con la cabeza, mirando al suelo.

- ¿Entonces pasó algo? ¿Algo que yo deba saber? - Me miró, dos claras lágrimas rodaron por mi rostro enrojecido por la ira y los celos que ahora me invadían. Él me sostuvo por los brazos y los acarició con cariño. - ¿Pasó algo con... ? - Se detuvo a pensar. - ¿Robert?

Robert...

Pensé en él y el corazón se me encogió, si yo estuviera con él ahora... Hice una mueca de amargura y llevé mis manos a mis ojos para secar mis lágrimas.

Andrew me movió de mi lugar tan sólo un poco, cerró la puerta de la habitación y me acorraló contra la pared, su cuerpo me envolvió en un abrazo que me dejó inmóvil y estupefacta. ¿Por qué está conmigo si ella está allá afuera?

Me sentía total y completamente débil, sentía que podría desmayarme en cualquier momento. La cabeza me daba vueltas, todo lo que Adrianna me dijo estaba presente en mis recuerdos y no podía dejar de revivirlos. No puedo estar cerca de Andy así, no puedo.

Lo empujé y no me detuve a escuchar razones, salí rápidamente de la habitación, tomé mi mochila y me largué de ahí. 

En el camino que me llevaba al ascensor esperé con todas mis fuerzas oír los pasos rápidos de él viniendo en mi búsqueda, que grite mi nombre, que me pida que me quede ¡Que me diga algo! Pero eso no pasó, en lugar de eso sólo escuché el tormentoso sonido de la puerta al cerrarse.


Abrí la puerta, una inmensa soledad embargaba la casa de un aura lúgubre. Al menos aquí habrá algo de paz. Caminé a la cocina y bebí un poco de agua, sostuve el vaso de cristal frente a mi, a la altura de mis ojos. No pude evitar pensar nuevamente en todas las cosas que Adrianna se atrevió a decirme, en como una chispa divina le encendía los ojos cada vez que hablaba o miraba a Andy... ¿Qué podría hacer ella para recuperarlo?

Solté el vaso sin querer, el cuál al tocar el suelo se rompió en mil pedazos. Me sobresalté, pero no fue sólo por el pequeño incidente, sino porque acabo de sentir un par de manos en mi cintura.

- Buenas tardes. - Su ronca voz me provocó un escalofrío que me obligó a actuar de forma automática. Quité sus manos de inmediato, golpeándome accidentalmente contra la mesa de la cocina al alejarme de él.

- No me vuelva a poner las manos encima. - Exigí. Dante sonrió.

- Tú no pones las reglas, Hayden. - Retrocedí un paso. - Las pongo yo. - Intentó acercarse nuevamente, salí corriendo al instante y él me persiguió.

- ¿A dónde crees que vas? - Me atrapó en la sala, me agarró con fuerza por la cintura y su otra mano me tapó la boca. Empecé a patalear y a quejarme, pero él me llevó de vuelta a la cocina, me empujó, haciendo que me incline sobre la mesa. Dante me inmovilizó tomándome con fuerza por el cuello. - Eres preciosa, Hayden. - Habló sobre mi oído y depositó un beso en mi mejilla.

Dejé caer una lágrima. El hecho de respirar se volvió un problema para mi, no sé, n-no puedo...

No sé qué hacer... 

Quitó su mano de mi boca, grité en el momento en que tiró con fuerza de mi cabello. Empecé a temblar y me sentí mareada, sentía un enorme nudo en la garganta y mi voz se quedó dolorosamente atrapada. N-no... Que no siga...

Tengo un ataque de pánico.

- Me encanta tu cabello. - Acercó su rostro a mi cabello y aspiró con fuerza. - Mierda, hueles tan bien. - Colocó una mano en la curva de mi espalda y comenzó a bajar. Los oídos me zumbaban de forma tal que parecía que dentro había un enjambre de avispas enfurecidas, estoy totalmente paralizada. Cerré las manos en puños y traté de respirar regularmente, pero entonces sus manos me apretaron las caderas con fuerza y se frotó contra mi.

- Eres encantadora. - Su voz sonaba divertida, estaba sonriendo. Escuché el sonido metálico de su cinturón al ser desabrochado y el estómago se me revolvió.

Me moví en un reflejo nervioso y él volvió a inmovilizarme. Todo comenzó a correr en cámara lenta desde ahí, el corazón me latía rápido y con fuerza dentro del pecho y mi vista se había vuelto borrosa.

Un sonido agudo me regresó a la realidad, era el celular de Dante, él se quejó pero procedió a contestar.

- Hola, Linda. - Contestó. - Es tu madre, ¿Quieres saludarla? - Me sonrió. - Si, preciosa. Ella está bien. - Silencio. - Muy bien, entonces te espero. - El aire que me faltaba volvía a mis pulmones. - Muy bien, preciosa. Aquí te veo. - Me soltó para colgar.

 La oportunidad era única y la tomé sin detenerme a pensar en nada, aproveché su descuido para salir corriendo a toda velocidad. A pesar de que al llegar a la sala las piernas me fallaron y caí al suelo, continué. Escuché sus pasos detrás de mi y corrí aún más rápido.

Lloré con fuerza.

Papá nunca hubiera permitido que Dante entre en nuestra casa. 

Papá nunca hubiera permitido que algo como esto me pasara. 

Papá nunca hubiera permitido que nadie me ponga un sólo dedo encima. 

Corrí y corrí, hasta llegar a una base de policía.

- Ayúdenme, por favor. - Entré corriendo y un hombre me miró asustado.

- ¿En qué la puedo ayudar? - Respondió con seriedad.

- Quiero poner una denuncia. - Seguía muy alterada y no paraba de llorar.

- Claro, venga por aquí. - Se puso de pie.

El hombre me llevó a una oficina dentro de la estación, habían dos escritorios, él me llevó al segundo, donde otro policía aguardaba.

- Buenas noches, tome asiento, por favor. - Obedecí. 

- Buenas noches. - Respondí en un hilo de voz. - Vine porque quisiera poner una denuncia.

- Claro que si, ¿A qué se debe la denuncia? - Una policía me trajo un vaso pequeño con café, seguido se sentó en el otro escritorio.

- Gracias. - Bebí un poco. - Un hombre intentó abusar de mi. - Intenté respirar profundo para que el nudo que tenía en la garganta dejara de doler, una lágrima cayó, prófuga de mi control.

- ¿Tiene idea de quién pudo ser? - Asentí sin fuerzas.

- Si, el novio de mi mamá. - Me limpié la nariz con la manga de mi sudadera.

- ¿Nos podría decir su nombre? - Empezó a teclear algo en su computadora.

- Ah, yo... - Tartamudeaba. - Sé que se llama Dante, pero no sé su apellido. Es un hombre alto, con el cabello castaño salpicado de canas, debe tener unos treinta y pico años. - El policía dejó de teclear de inmediato y volteó a ver a su compañera, quien también lo miraba con ojos sorprendidos. Cerró los ojos con fuerza y respiró profundo antes de volver a dirigirse a mi.

- ¿Tiene pruebas? - Me miró, bebió un poco del contenido de su taza.

- Yo... - ¿Qué?

- ¿Golpes? Debe de haber rastros de... - Lo interrumpí.

- Ese hombre me tocó sin mi consentimiento y me golpeó como si yo... 

- Escucha, niña. - No más policía bueno. - No estamos aquí para jugar a los detectives cuando tu quieras "acusar" a alguien. - Hizo comillas con los dedos. - Una denuncia formal debe tener pruebas. - Su compañera se pasó la mano por el rostro, la miré y ella agachó la cabeza, para luego levantarse y marcharse rápidamente.

- Pero yo... - Iba a protestar.

- No puedo hacer nada por ti. - Me cortó enseguida. - Eso es todo, puedes retirarte. - Apreté la mandíbula y me levanté del asiento, le planté la mirada al hombre, pero él ya no era capaz de mirarme. Caminé hasta la salida completamente derrotada. Choqué con otro policía sin querer, lo miré, traía un casco de motociclista puesto, así que no pude ver su rostro.

- Dios mío, ¿Te encuentras bien? - Levantó la visera del casco y me miró preocupado. Intentó acercarse, pero me quité.

- A ustedes no les importa. - Le espeté, el policía se quedó plantado en su lugar. Miré al suelo y caminé rápidamente fuera del lugar. 

No puedo volver a casa.

Tampoco puedo ir con Andrew.

Suspiré. Miré mis zapatos.

A unas calles de aquí está el Breng's, podría ir y con algo de suerte, Alexey estará ahí.


- Debo ir a entrenar ahora, pequeña. - Se acomodó la gorra.

- ¿Tan tarde? - Pregunté mientras caminábamos fuera del restaurante. Pronto iba a empezar a atardecer.

- Si, todo se lo debo a tu amigo. - Dijo, un poco apurado, estaba buscando algo en su mochila.

- ¿Robert? - Salimos de la cafetería y empezamos a caminar.

- Si, es un buen capitán, pero nos presiona demasiado. - Se rascó la nuca. - Pero bueno, eso no importa, ¿Por qué estabas llorando cuando llegaste?

- No estaba llorando. - Mentí. 

- Incluso ahora tienes lágrimas acumuladas en tus ojos. - Silencio. - Hayden, ¿Qué ocurre? - Se detuvo frente a mi, pasando suavemente sus pulgares por debajo de ellos, las lágrimas cayeron sobre sus manos.

- Alexey. - Miré al suelo y él acunó mi rostro entre sus manos, obligándome a mirarlo.

- Puedes confiar en mi, Hayden, ¿Qué está pasando? - Pasó su mirada de mis ojos a mis labios, intercalando la mirada entre estos. 

- Es que yo...

- ¡Harris! - Me volteé y vi a Robert caminando hacia nosotros. - ¿No deberías de estar ya en el gimna...? - Se detuvo a tan sólo unos pasos y me miró, enseguida su semblante cambió, se aproximó a mi y me abrazó, tan fuerte como él sabía que yo lo necesitaba. Llevó una de sus manos a mi cabello y comenzó a acariciarlo. Me deshice entre sus brazos, por fin me sentía segura y reconfortada.

- Estaba con ella. - Dijo Alexey, en un hilo de voz.

- ¿Qué pasó? - Robert metió sus dedos entre mi cabello y empezó a acariciarme el cuero cabelludo. Me acomodé y coloqué mi cabeza contra su pecho, escuchando los latidos de su corazón. - ¿Le has hecho algo? - Le preguntó, más como una reclamo.

- Claro que no, me golpeo bajo mi voluntad el dedo chiquito del pie antes que hacerle algo a ella. - Bromeó, lo miré y el me sonrió.

Robert se quedó en silencio y luego rio brevemente.

 - ¿Fue él? - Sacó sus conclusiones antes de tiempo. - ¿Qué te hizo?

Escondí mi rostro en su pecho, este abrazo me está ayudando muchísimo. Realmente agradecía profundamente tener a este chico testarudo en mi vida.

- Hayden, camina. - Robert rompió nuestro abrazo y tomó mi mano, empujó también a Alexey.

- ¿Qué sucede? - Sentí una segunda mano, que me detuvo sin hacerme daño.

- Hayden, no he dejado de llamar a su celular, justo ahora estaba yendo a buscarla a su casa, ¿Por qué se fue? - Me miró un poco más. - ¿Por qué está llorando? 

- Suéltela. - Robert empujó el brazo de Andy para hacer que me soltara y me colocó detrás de él. Alexey me miró confundido, pidiendo una explicación con la mirada.

- Usted no va a decirme que hacer. - Respondió. - Hayden, por favor, debemos hablar. - Intentó acercarse a mi una vez más, pero Robert se lo impidió.

- No la toques, te lo estoy advirtiendo. - Le señaló con el dedo índice. - Ella no irá contigo a ningún lado.

- ¿Quién se cree que es? A mi no me amenace, recuerde que soy su profesor. - Se acercó a Robert.

- Cómo si eso me importara. - Ambos estaban empezando a alterarse. - ¿Qué le hizo? - Andrew lo miró confundido y molesto. 

- ¿De qué diablos está hablando? - Abrí los ojos al ver como , por primera vez, Andy perdía los estribos.

- ¡No tiene el derecho de hacerla sufrir! Ella es la persona más buena y pura que conozco. Ella no merece esto. - Robert estaba más que enojado, su frente estaba perlada por el sudor y una vena se le marcaba en la sien. - Ella merece a alguien mejor que tú. - Andy rio.

- ¿A quién? ¿A ti? - Respondió, trayendo de vuelta la calma que lo caracterizaba, aunque aún podía verse notablemente indignado. 

- Lo más seguro es que si. - Le sonrió. Andy se pasó la mano por la barbilla.

- Por favor, no me hagas reír. - Se acercó y ambos quedaron cara a cara. - Déjame recordarte que a quién ella ama es a mi. - Sentí a Robert temblar. - Hayden no es tu novia, ni mucho menos es de tu propiedad, así que apártate de ella. - Exigió Andy. Rob levantó su puño, lo detuve y él me miró sorprendido.

- No, Rob, no. Por favor, no hagas esto. - Rogué.

- ¿Estás defendiéndolo? - Un nervio en su mandíbula se crispó.

- Hayden. - Andy me miró serio.

Su mirada azul me intimidó, tanto que casi obedezco a su llamado, pero al verlo no podía dejar de pensar en Adrianna y de como él la llevó a un lugar que él mismo se había atrevido a llamar nuestro. 

- Por favor, venga conmigo, tenemos que hablar.

Desvié la mirada. Andy intentó acercarse, pero nuevamente Rob intervino.

- ¡Deja de molestarla! - Lo empujó. - Si no es mía, mucho menos es tuya, imbécil.

- No estoy hablando contigo. - Escupía con ira las palabras.

- Todo lo que tenga que ver con ella también me compete a mi.

- Ay, por favor. - Andy se pasó las manos por el rostro. - ¿Qué hago para que deje de ser un imprudente entrometido?

- Déjanos ir, lárgate.

- ¿Crees que voy a dejar que Hayden se quede contigo?

- ¿Que temes que puede pasar? - Sonrió y Andy abrió la boca, no sé si de sorpresa, o porque estaba guardándose todo lo que tenía que decirle a Robert. - Así que es eso. - Rio.

- No se te ocurra. - Pronunció las palabras lentamente debido a la tensión que mantenía apretada su mandíbula.

Robert se volteó, me tomó por mi muñeca y me acercó a él, me acarició la mejilla antes de hacer su movimiento. Justo como había pasado hace unas horas, Rob me besó, pegó su boca con la mía tan rápido que no pude oponer resistencia.

Todo esto va a terminar muy mal.


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