¡Eres mio! Imbécil

Od Javiwiwi

26.8M 1.2M 342K

-Imbécil. -Insoportable. -Idiota. -Consentida. -¡Dejame en paz! -Admite que te encanta discutir conmigo. ... Viac

Antes de leer
Prólogo
Capítulo 1: Campamento
Capítulo 2: Recuerdos
Capítulo 3: Primeros problemas
Capítulo 4: Desconciertos
Capítulo 5: El juego del año
Capítulo 6: Malditas actividades
Capítulo 7: Soportándonos
Capítulo 8: Colapso
Capítulo 10: Un simple juego
Capítulo 11: Carnaval veraniego
Capítulo 12: Su árbol
Capítulo 13: Dafne
Capítulo 14: Excursión
Capítulo 15: Tentación
Capítulo 16: Feliz navidad
Capítulo 17: Territorio prohibido
Capítulo 18: Detalles
Capítulo 19: Del odio a los celos
Capítulo 20: No, definitivamente no es un juego
Capítulo 21: El veneno de Dafne
Capítulo 22: Ganaste, Bruno
Capítulo 23: Empate
Capítulo 24: Destellos
Capítulo 25: Difuso
Capítulo 26: Rompe promesas
Capítulo 27: Árbol solitario
Capítulo 28: La última llamada
|01| Capítulo 29: El baile de fin de año
|02| Capítulo 30: Un chico nervioso
|03| Capítulo 31: Volver a verte
|04| Capítulo 32: Nuestro baile de fin de año
|05| Capítulo 33: Momentos incómodos
|06| Capítulo 34 - ¡Feliz cumpleaños!
|07| Capítulo 35: El lago
|08| Capítulo 36: Vistas al futuro

Capítulo 9: El límite

508K 34K 9.1K
Od Javiwiwi

—Lo sé —resopló, luego se mantuvo en silencio y pensó sus palabras antes de continuar —Es que me hiciste mucho daño.

Todavía no terminaba de entender qué era lo tan terrible que le había hecho.

—No sé a qué te refieres.

—Te dije que no te lo diría nunca.

—Creo que... ya es hora de hablar.

—No es lindo.

—Sé que no, supongo que por eso me odias tanto.

Ella suspiró y luego bajó su mirada.

—No quiero hablar de esto —evitó el tema.

—Jamás solucionaremos algo si no lo hablamos.

—¿De verdad crees que quiero arreglar algo contigo? —volvió a su actitud fría.

Está bien, ya era hora de que alguien cediera...

—Sé que no... —contesté bajando mis revoluciones —Es sólo que quiero saber la razón de por qué me odias.

—¿Por qué te importa tanto?

—Quizás porque nunca nadie me había comparado con un perro con rabia.

Mi comentario la hizo sonreír y yo sentí algo en el pecho.

—Bueno... a ver... ¿recuerdas la primera vez que te hablé?

Cómo no... si fui un idiota.

—Sí.

—Tú... bueno... tú me gustabas mucho —confesó de pronto y yo arrugué las cejas con extrema confusión ¿Yo gustarle a Mila? Por favor, me compara con lo peor que encuentra. —Ese día fuiste un idiota conmigo y sentí vergüenza, esa es la primera razón por la que comencé a odiarte. Y ya sabes el resto, soy vengativa y terminamos en una pelea sin fin.

Sonreí al recordar mi cabello azul en medio del comedor.

—Continuamos con el plan de hacernos la vida imposible hasta que ganaste... quemaste mis cosas.

—¿De verdad tanto te molestó que quemara tus cosas?

—No tan sólo me molestó... me hirvió la sangre. De verdad quería matarte a golpes, Bruno —contestó mirándome en todo momento, yo sólo la observaba con el ceño levemente fruncido —Si entre las cosas que quemaste sólo hubiese estado mi ropa, quizá nuestro juego no hubiese acabado ahí, pero... quemaste cosas realmente importantes para mí. Había collages de mis amigos, de mi familia... de Daniel y yo... —su voz se cortó un momento, desvió la mirada. —También había una carta de Daniel, la escribió unas semanas antes de desaparecer y...nada...todo eso era lo más cercano que tenía para recordarlo. Y también recordar a mi familia... que se destruyó luego de lo que pasó con Daniel...

Me quedé de piedra mirándola. Sentí una presión en el pecho y al instante entendí que fui un imbécil, un completo y real imbécil, pero realmente yo no sabía lo que Mila tenía entre todas sus cosas, sólo cogí objetos, ropa y mis amigos —que en ese entonces eran otros y hacían lo que les pedía— sólo obedecieron y quemaron todo en medio del campamento. No le tomé el peso a la situación, ni menos medí las consecuencias que habría. Era un idiota inmaduro... lo único que hacía en ese entonces era pensar en mí y en vengarme de aquella chica que hacía mis días imposibles.

—No sabía que tenías esas cosas ahí... —sentí el arrepentimiento recorrer mi cuerpo —Lo lamento, de verdad. Si hubiese sabido todo esto tal vez no habría actuado así.

«No me disculparé con ella, jamás»

Y ahí estaba. Disculpándome.

Mila tragó duro.

—Ya no hay vuelta atrás.

—Lo sé, pero no sabía que...

—No importa —me cortó —. Las disculpas no sirven cuando ya no hay vuelta atrás.

Arrugué las cejas.

—Claro que sirven.


MILA

Lo inimaginable estaba ocurriendo: Bruno y yo hablando... sin gritos y sin insultos. Y eso significaba sólo una cosa: Alcancé mi límite y sólo tenía ganas de largarme del campamento y llorar. Necesitaba contención y claramente Bruno no era la persona que me lo daría.

¿De qué me servían sus disculpas? Daniel no iba a volver a escribir la carta ni tampoco iba a regresar para sacarnos todas las fotografías que tenía.

Guardé silencio ante sus últimas palabras porque no tenía razón y no quería discutir una vez más defendiendo lo que pensaba, así que sólo lo vi respirar hondo, se acomodó en la cama y se quedó mirando un punto fijo en la pared. Quizá no debía ser tan dura... pues él no sabía las cosas valiosas que guardaba y quemó todo porque estábamos provocándonos mutuamente... algo iba a terminar mal y lamentablemente el fin de nuestro juego malévolo recayó en mí.

—Bueno... sólo me gustaría olvidarme de ese episodio de nuestras vidas —confesé.

Él se relamió los labios, luego volvió a mirarme.

—Sé muy bien que es difícil olvidarte de las cosas cuando realmente las querías.

Inevitablemente sentí el nudo posarse en mi garganta, mis ojos se llenaron de lágrimas y tragué duro. No quería que Bruno me viera llorar ni menos quería que estuviese hablándome como si fuéramos amigos o que estuviera intentando entenderme. Sólo quería zafarme de esa situación, pero estábamos amarrados y no podía arrancar.

Pero él notó mi expresión.

—No voy a juzgarte si lloras, Mila. Somos seres humanos.

—Eres la última persona que quiero que me vea llorar.

—No soy tan malo... —sonrió levemente consiguiendo que una de sus margaritas se marcara.

Apreté la mandíbula e intenté con todas mis fuerzas que las ganas de llorar se alejaran de mí, pero sin previo aviso ya estaba dejando que las lágrimas recorrieran mis mejillas. Dios... me sentía tan mal, sobre todo porque todavía no podía superar la muerte de mi hermano, la separación de mis padres y ahora estaba llorando frente a la persona que más odiaba en el mundo.

¿Cómo había dejado que ocurriera esto en tan pocos días?

Bruno se quedó congelado por un momento y yo me sequé la cara con más fuerza de la debida.

—Sólo quiero que esto acabe de una vez —solté exasperada.

No sabía muy bien a lo que me refería... si al campamento o al profundo dolor que sentía al pensar en mi familia, pero no pude indagar más allá de mis pensamientos, ya que sentí de pronto los brazos fuertes de Bruno rodeándome, luego una mano en mi espalda que me empujaba hacia su cuerpo con seguridad. Me quedé pasmada, estábamos muy cerca. Y antes de poder reaccionar y empujarlo lejos, se sintió tan bien que sólo respiré hondo y me apagué aún más a él.

De algo podía estar segura... Bruno no era malvado como creía... y yo tampoco.

No sé cuánto tiempo había pasado, pero terminamos tendidos en la cama en completo silencio, él seguía abrazándome y yo seguía fingiendo que no me ponía nerviosa tenerlo tan cerca de mi cuerpo. Se sentía bien tener su contención y sólo cerré los ojos respirando profundamente, hasta que finalmente me dormí.

***

—Bruno.

Seguíamos abrazados en una posición para nada incómoda como la primera noche que dormimos juntos. De hecho, estaba sorprendida por lo bien que había dormido.

Lo vi abrir sus ojos lentamente, se quedó mirándome un momento y analizó levemente la situación, luego elevó un poco la comisura de sus labios.

—¿Todo bien? —me preguntó.

Asentí y con cuidado me senté en la cama. Él continuó acostado y dio un bostezo.

—Gracias por lo de anoche —le dije muy bajito y rápido. Él sólo alzó una ceja y se rio.

—¿Cómo? No entendí lo que dijiste.

—Que gracias por lo de anoche —repetí con lentitud.

Volvió a sonreír.

—Si había entendido.

—¿Y por qué haces que lo repita?

—Sólo quería saber si era real o lo estaba soñando.

Rodé los ojos y no pude evitar sonreírle.

Un poco más tarde cogimos nuestras toallas para ir a la ducha. Todo era mucho más extraño llevándonos bien que llevándonos mal. Ya estaba acostumbrada a que nos gritáramos o a insultarlo por cualquier cosa, sin embargo, algo había cambiado la noche anterior y ahora no me sentía capaz de decirle algo malo.

—¿Quién primero? —pregunté cuando nos quedamos afuera de la ducha.

—Tengo una idea —sonrió.

Fruncí el ceño, confundida.

—Ven —me dijo mientras empujaba la puerta para entrar a la ducha, lo seguí como una estúpida y vi que colgó nuestras toallas en la pared. Claramente el lugar era sumamente pequeño para ambos, pero a él no parecía molestarle en lo absoluto.

—¿Qué haces? No pienso desnudarme contigo aquí —hablé horrorizada.

¿Se había vuelto loco?

—Yo tampoco. Podemos ducharnos con traje de baño, es más fácil si me ayudas y yo te ayudo.

Entrecerré mis ojos. De verdad estaba loco, pero tenía algo de razón.

—De acuerdo —accedí.

Ambos estábamos con traje de baño, me situé al costado de Bruno y fue él quien giró de la manilla para echar a correr el agua, pero apenas salió el chorro noté que estaba congelada, di un pequeño grito y la esquivé posicionándome detrás de él. Bruno alzó una ceja mirándome y luego me contagió la risa. Se encargó de regular el agua para que estuviera lo suficientemente caliente para nuestro gusto. De seguro otro día habríamos estado discutiendo por la temperatura del agua o porque estábamos ocupando el mismo oxígeno.

Bruno se metió debajo del chorro de agua para mojarse el cabello y cerró levemente los ojos. Tuve que luchar con mi subconsciente para no mirar más de la cuenta, es que Bruno realmente era muy atractivo... y más con el cabello mojado y las gotas recorriéndole el rostro y los hombros. Respiré hondo y rápidamente me metí también para poder mojarme el cabello, pero creo que necesitaba agua helada.

Sin hablarme me pasó el shampoo y me pidió que le pusiera, así que eso fue lo que hice luego de unos segundos. No era normal la tensión que sentía en los hombros cuando se agachó levemente y su espalda triangular estaba cerca de mí mientras le acariciaba el cabello con espuma.

—¿Y si me pongo de rodillas?

—¿Lo harías? —desperté de mis pensamientos y no sé por qué dejé mis manos apoyadas en sus hombros, sentí la tensión también, pero él lo disimulaba mejor.

—Sólo bromeo.

—Pues es más cómodo, arrodíllate —empujé sus hombros y él riendo se agachó hasta que estuvo de rodillas dándome la espalda.

No lo podía creer.

Estaba lavándole el cabello a Bruno de lo más normal mientras lo tenía de rodillas frente a mí.

—Podría ponerme para el otro lado y...

—No.

—Estaría más cerca de...

—¡Bruno! —lo empujé y él comenzó a reír.

—Bien, te toca.

Él se enjuagó el shampoo del cabello y luego me giré dándole la espalda. No estábamos tan cerca, pero podía sentir el vapor caliente emanar de su cuerpo y eso me hacía estar, en algún punto, nerviosa. Dejé todo mi cabello caer por mi espalda y él me ayudó a aplicarme el shampoo.

—¿Y si te subes a un banquito?

Rodé los ojos.

—Claro que no.

Oí su risa áspera detrás.

Apenas terminamos, todo fue mucho más fácil, incluso secarnos. Por primera vez habíamos logrado que las toallas nos funcionaran. Cediendo en algunas decisiones todo era muchísimo más sencillo, hasta vestirnos.

—¿Ahora se supone que todo mejorará? —oí su voz.

—¿En qué sentido?

—En el sentido de llevarnos mejor —contestó con obviedad. —No discutiremos ni nos gritaremos como energúmenos...

—Eso espero...

—¿De verdad crees que soy una mierda de persona?

Me giré hacia él.

—Por supuesto que sí.

Mi respuesta lo hizo reír.

—Ya veremos.

Sólo le sonreí.

—Quiero estar en paz —confesé. —Ya llegué a mi límite.

—Yo también.

Se quedó mirándome por un momento y tuve que desviar mis ojos para no volver incómoda la situación.

Cuando llegamos al comedor sin discutir y logramos desayunar en silencio, todos a nuestro alrededor nos estaban mirando de forma extraña.

—¿Y a ustedes que bicho les picó? —preguntó Thomas sentándose junto a Emilia frente a nosotros.

—¿Por? —pregunté, luego me eché una cucharada de cereal a la boca.

—Estábamos seguros de que irían a hablar con la madre de Dafne para irse del campamento o mandar al carajo la actividad —sonrió Emilia.

—¡Gané! —soltó Renato, victorioso. Todos rodaron los ojos.

—Fue el único que apostó que no harían eso.

—Estuvimos a punto —contestó Bruno, luego su mirada se fijó en mí —¿Cierto, amiga Mila?

—Sí.

—¿Y Ethan?

—Dafne lo obliga a que le ayude a esmaltarse las uñas —contestó Valery.

Solté una carcajada contagiando a los demás.

—De seguro el lunes lo perdemos y se vuelve team Dafne —sonrió Thomas.

Luego del desayuno nos acercamos a las piscinas y nos quedamos sentados en el césped del bosque, conversamos algunas cosas sin importancia hasta que todos comenzaron a irse a hacer diferentes cosas, hasta que me quedé a solas con Bruno...igual era obvio, estábamos amarrados.

Lo vi tenderse en el césped sin ganas de moverse o hacer alguna de las actividades que ofrecía el campamento.

—Ven —me indicó que me tendiera a su costado.

Fue lo que hice unos segundos después, nos quedamos mirando el cielo celeste lleno de enormes nubes blancas. Estábamos cerca, hombro con hombro y nuestras cabezas casi tocándose.

Me moví un poco hacia abajo y apoyé mi cabeza en su hombro, él no me dijo nada, sólo lo vi elevar levemente la comisura de sus labios. Puso su otro brazo por detrás de su cabeza y continuamos mirando las nubes. Todo era demasiado tranquilo así... tanto que hasta rozaba la paz. Y eso sí que era extraño, Bruno para mí era una bomba a punto de estallar en cualquier segundo, no un chico que entregaba paz.

Y sí que me gustó... podría haberme quedado así por horas.

—Esa nube tiene forma de flor —comentó con total seriedad.

Me reí.

—No tiene forma de nada, Bruno.

—Claro que sí, mírala.

—Parece una caca y...

—Tiene forma de flor y... no me has dejado terminar mi frase poética.

—Continua.

—Tiene forma de flor y tú eres una flor. Igual a ti.

Nos quedamos en silencio y luego comenzamos a reírnos como idiotas.

—¿Cómo estuve? —preguntó moviendo sus cejas de arriba abajo.

—Pésimo.

—Gracias.

—Igual era una planta carnívora más parecida a ti y...

Golpeé levemente su estómago y él continuó sonriendo.

Estuvimos por bastante rato en el césped buscándole formas a las nubes, si no fuera porque comenzó a correr viento frío nos hubiésemos quedado por más tiempo allí. Sin interrupciones.


***

—Eres muy malo —me reí mirando la televisión.

—En mi defensa es muy difícil jugar a esto amarrado a otra persona —contestó Bruno con el ceño fruncido —Además te mueves mucho, como si estuvieras dentro del juego.

—Te voy ganando —me burlé.

Él entrecerró sus ojos y pausó el juego.

—Pero... —lo miré con mala cara —Tramposo.

—No jugaré más contigo.

Después de haber estado mirando nubes lo único que habíamos estado haciendo fue jugar en la Nintendo de Renato mientras Ethan seguía ayudando a Dafne a hacerse una manicure casi profesional. Emilia seguía mirando con ojos de enamorada a Thomas mientras él le contaba una historia seguramente de fantasía y de seguro Valery y Renato estaban en la piscina o participando en alguna actividad... esos dos no paraban nunca.

—Eres bueno en eso, Ethan —le dijo Thomas, sonriente —. Ganarías mucho dinero.

—Oh cállate —contestó mi amigo. —No te burles de mi lado creativo.

Todos nos reímos. De verdad Ethan era bueno ayudando a Dafne con todas sus cosas. Y hablamos de Ethan... un chico alto, fortachón, jugador de futbol americano frente a Dafne... una adolescente rosada. Eran completamente opuestos y se veían realmente divertidos.

Dafne seguía siendo insoportable conmigo, intentaba hablarle a Bruno por sobre los demás e incluso se notaba super molesta cuando notó que Bruno y yo ya no estábamos gritándonos ni insultándonos como los primeros días.

Esa noche nos acostamos temprano, pero nos quedamos conversando hasta muy tarde. Ninguno de los dos podía dormir, todo estaba muy oscuro, no podía ver ni siquiera sus facciones.

—Juguemos a algo —sugirió.

—¿A qué?

—Verdades y secretos.

—¿Qué es eso?

—¿Nunca has jugado?

—¿Por qué tú si y yo no?

—Tengo dos hermanas que me fastidiaban si no jugaba.

Me reí.

—Bueno... enséñame.

—Yo te pregunto algo y tú debes responder con la verdad...

—O sea... preguntas y respuestas.

—No me has dejado terminar.

—Sigue —reí.

—Luego tú me preguntas y te respondo con la verdad. Luego me dices un secreto y yo te digo uno y así...

—¿Primero la verdad y luego el secreto?

—Sí.

Lo dudé un momento... ¿debía confiar en él si hace un día lo detestaba?

—De acuerdo —acepté sin tanto entusiasmo.

—Pero prometámonos algo. Esto no saldrá de aquí.

—Te lo prometo, por la garrita —imité la escena de tierra de osos.

Él buscó mi meñique y lo enlazó con el suyo.

—Bueno... empiezo yo —dijo con decisión —Una verdad... a ver ¿tienes algún enamorado fuera o dentro del campamento?


***

Ya llegó el momento más chido xdxdxdxdxd

¿Qué tal? En mi instagram quedamos en que Mila es signo Aries y Bruno es Escorpio ¿Qué vibes les dan a ustedes? JAJAJA

Les mando un besopo gigante, no olviden comentar ni votar.

Mil gracias <3

BESOPOS

XOXOXO

Pokračovať v čítaní

You'll Also Like

237K 20.2K 16
¿Cuánto esta bien entregarle al otro? ¿Con cuanto alguien se siente satisfecho? Dinero, fama, éxito.. O tal vez... ¿nuestra propia vida? Fiorella se...
CATARSIS Od GIA

Romantika

640K 82.4K 77
*Fueron los libros los que me hacían sentir que quizá no estaba completamente sola, y tú me enseñaste que el amor solo es una debilidad.* Isis descub...
196K 21.9K 39
la Soltera Samanun Anuntrakul mejor conocida como Sam, es una diseñadora de moda reconocida de todo Bangkok, una casanova incorregible con un ego po...
146K 6.5K 68
tus amigos llevaron a un amigo a tu casa desde ahi se conocen y pasar de los dias se van gustando