Cada parte de mí quería seguir luchando, pero cada vez me costaba más. Dasio era, evidentemente, más fuerte que yo.
— ¿Ya no puedes más, Leyla? —le escuché decir mientras yo intentaba ponerme en pie— Te creía más fuerte.
Esto había sido un uno contra uno desde un principio, aunque no sé ni como soy capaz de luchar porque nunca antes lo había hecho.
— No tienes que hacerlo si no quieres —dijo Scott, intentando acabar esta pelea de piedras y rayos voladores.
— Sabes que puedes hacerlo, crea fuego Leyla, tu puedes hacerlo —habló Diel a mi lado, sujetándome ambas manos y levantándolas un poco— Piensa en fuego, cree en el fuego.
Por un momento, con los ojos cerrados, todo a mi alrededor era fuego, y cuando los abrí, el fuego estaba en mis manos.
Miré a mi tío, quien me miraba entre fascinado y cofuso.
— Lo siento Deaton —dije, después de lanzar violentamente las dos esferas de fuego contra Dasio, consiguiendo prenderle fuego.
Oía gritos, sabía que no eran de mis amigos, eran de Dasio. Él gritaba.
— ¿Te crees que puedes matarme? —gritó— ¡Yo vengo del mismo infierno, donde tú también vas a estar pronto!
Y en un cerrar de ojos, desapareció de nuestro frente, simplemente se desvaneció.
No podía dejar de mirar al lugar en el que se encontraba anteriormente. La que he liado. Esto es demasiado para mi, yo... yo no puedo ser esto, no quiero serlo. Quiero ser una persona normal. Ser un ángel... un ángel caído, se me va de las manos completamente.
Me siento realmente cansada, tanto física como emocionalmente, así que decido sentarme en el suelo, aun sabiendo que será en el sitio en el que empiece a llorar. Estoy derrotada. Mi tío va a matarnos a mis amigos y a mi, y no sé como evitarlo.
— Todo va a salir bien —dijo Stiles a mi lado.
— No me mientas —dije con la voz entrecortada— No me mintáis. Esto es un completo desastre.
— Podemos solucionarlo —afirmó Scott.
— Soy una carga innecesaria.
— No digas eso —dijo Liam— Nosotros vamos a ayudarte, estamos juntos en esto.
Malia me ayudó a levantarme y pasó un brazo por mi hombro.
— Tú tienes la culpa de que todos, incluso Lydia, tengamos los oídos ensangrentados por tu espantoso grito de guerra, pero oye, —río— estamos contigo igualmente.
Sonreí un poquito. Malia y su magia de hacerme sonreír.
Deaton nos avisó de que Theo se va a quedar una noche más aquí para las observaciones, pero aunque todo indica que el chico ya no es un ser sobrenatural, tiene que confirmar que no viene con la intención de atacarnos.
Pero en el momento en el que pensaba que ya estaba más relajada, Diel se coloca enfrente mío, impidiéndome el paso.
— ¿Diel? ¿Qué pasa? —pregunté al ver su destructurada cara.
— Tenemos problemas —dijo.
Miré a los demás, que me miraban intrigada.
— ¿Qué clase de problemas? —pregunté.
— Pues...-
— ¿Problemas? —preguntó Stiles— ¿Más?
— ¡Stiles! —reprochó Lydia.
— Seguro que ahora es un extraterrestre el que quiere matarnos —dijo sarcástico.
— Sería guay —dijo Liam.
— ¿Os lo imagináis? —dijo Malia con los ojos súper abiertos— Podríamos ir al Area 51 algún día.
— Yo creo que mi muerte tiene que ser más épica que un disparo en la cabeza —dijo Scott.
— ¿Hola? —dijo Diel.
— Diel, no te escuchan, ¿recuerdas? —le dije mientras un alboroto sobre extraterrestres había tras de mí.
— Pues creo que esto les va a interesar, a todos —hizo una pausa— ¿Sabes qué? Luego podrá venir ella a decirte que pasa, y quien es.
— ¿Quién es ella? —pregunté, creando el silencio de mis compañeros, que ahora escuchaban atentos.
— ¡Míralos, como se giran ahora! —dijo— Ellos la conocen.
Y desapareció, dejándome con la eterna intriga.
— ¿Quién es ella? —preguntó Stiles.
— ¿Qué ella? —pregunté ahora yo.
— Eso lo has preguntando tú —dijo Liam.
— ¿Yo?
— Sí, tú —contestó Stiles.
— ¿Cuándo?
— ¡Se lo acabas de preguntar a Diel! —dijo él, ya alterado.
— ¡Ah! —dije, y Stiles se llevó las manos a la cabeza expresando alegría— No lo sé.
Y tan pronto como vino, esa expresión desapareció
— Me ha dicho que luego iba a poder conocerla, pero que os interesa.
No le dimos muchas más vueltas al tema, y decidimos que era hora de volver a casa, ya que había sido un día bastante ajetreado.
🐺
Me levanté de un salto de la cama, sudada y temblorosa, con miedo. Las pesadillas eran lo que peor llevaba de todo, y practicamente, todas las noches las tenía.
Pero esta había sido horrible.
Presenciaba la muerte de cada uno de mis amigos, a manos de Dasio, y les escuchaba gritar y llorar, agonizar. Y yo miraba, no podía moverme.
Cogí el teléfono corriendo y marqué el número que sabía que sin duda, no me fallaría.
Diez minutos después, Liam entraba por la ventana de mi habitación, y al ver mi expresión, no tardó ni dos segundos en abrazarme.
— ¿Sigues con la misma pesadilla?
— No —contesté casi en un susurro.
— ¿Quieres hablar de eso?
— No Liam, solo quiero dormir —dije.
Liam me guió a mi cama y, tras tumbarse él, me tumbé yo a su lado, apoyando mi cabeza en su pecho, mientras él me acariciaba lentamente la espalda.
— ¿Crees que todos me odiarán si os pasa algo por mi culpa? —susurré.
— No, porque principalmente, no es tu culpa.
— Yo le traje aquí...-
— Contra tu voluntad, Leyla —dijo Liam— Oye, vamos a ayudarte, ¿lo entiendes?
— ¿Por qué? —respondí tan rápido, que no creo que ni se esperara eso.
— Porque te quiero.
Y mi corazón dio un vuelco. Liam carraspeó.
— Porque te queremos —añadió pasados unos segundos.
Besó mi sien y susurró un buenas noches para dar por finalizada la conversación, y, creo, que tal vez... Liam, me esté gustando un poco más.
Ya era de día, pero yo me desperté un poco antes, dado que Diel me avisó de que llamara a toda la manada para desvelarles quién es ella. Así que, me encontraba tumbada en la cama observando como Liam dormía, pero de un momento a otro sonrío, dandome a entender que estaba despierto.
Y que sabía que le estaba mirando.
— Haz una foto si quieres, seguro que dura más —bromeó con la voz ronca.
Me río y me acomodo un poco más.
— ¿Has tenido más pesadillas? —me pregunta.
— No, creo que no he soñado nada.
— Mejor.
Liam había estado presente en algunas de mis pesadillas después de que le llamase, dice siempre que me pongo a patalear y a llorar, a veces me agarro a la cama muy fuerte y es imposible hacerme salir de ese trance.
Scott entró al cuarto y nos avisó de que estaban todos abajo, y antes de salir, me da una mirada de hermano mayor que lo dice todo. Para él ya es costumbre que Liam esté en casa cuando nos levantamos, pero aún así tiene que hacer su lavor de hermano postizo.
Yo me visto en el baño con un pantalón de chandal gris y una sudadera granate, mientras que Liam se pone una muda de las que tiene aquí por si acaso.
Bajamos al salón, y allí todos están hablando. En un sillón, veo sentado a Diel, y Stiles tiene intención de sentarse ahí.
— ¡Stiles, no te sientes! —casi grito, a lo que todos me miran raro— Esta ahí Diel.
— Oh... ¿perdón? —dice.
Diel rueda los ojos y yo me siento en una silla que pongo al lado del sillón de este.
— ¿Y bien, dónde esta la chica? —pregunto.
— Allí —dice él, señalándo con la cabeza a una chica que está detrás de Scott.
Ella es alta, de tez blanca. Tiene el pelo ondulado y negro, unos ojos preciosos y una boca que acompaña a la perfección a los hoyuelos que tiene.
— ¿Cómo te llamas? —pregunto, y todos miran hacía la dirección que estoy mirando.
— Allison Argent —dice la chica.
— Me es familiar ese nombre —dije sonriéndole.
— ¿Puedes... puedes decir mi nombre en voz alta? —pregunta, y yo la miro confusa— Ellos me conocen muy bien.
Dudo un momento en si decirlo o no, ya que si fue una amiga suya, significa que murió, y tal vez sea abrir una herida cerrada. Pero en el momento en el que veo como le acarícia el pelo a Scott, y la cara de él es de suma felicidad, como si supiera que es ella la que le está acariciando, decido que es la mejor elección.
— Chicos, —digo, llamando la atención de todos— ella es Allison, —la cara de todos los presentes se desencaja por unas milésimas de segundo— Allison Argent.