—¿Qué haces, Signe? —reclamó Cécile apenas estuvieron en su campo de visión.
—Termino con este melodrama adolescente de telenovela —explicó la mujer con un resoplido.
—Tú tampoco me has hablado en todo este tiempo... —reprochó Nadine poco convencida.
—Eso es mi culpa por juntarme con jovencitos alborotados —respondió la mujer tomando asiento en uno de los bancos al lado de Cécile —. Ahora díganse una disculpa mutua, dense un beso y un abrazo.
—¡No tenemos cinco años, Signe! —recriminó Cécile cruzándose de brazos en desafío, ofendida.
—¡Pareciera que sí los tienen! —acusó la mujer.
Los cuatro adolescentes se mantuvieron en silencio sin dirigirse la mirada durante varios minutos. Nadine se movía incómoda, Brian se mantenía inmóvil, Cécile no paraba de arreglarse su rebelde cabello, Kaoru miraba a todos expectante y Signe resoplaba cada tanto como si no tuviesen remedio.
—¡Vamos, niños! Quedan solo tres meses para viajar a conquistar un planeta. ¿Les parece buen momento para estar peleados así? —insistió la mujer.
El chico japonés fue el que primero rompió el hielo y, absteniéndose de su sonrisa característica, se levantó de su banco en dirección a Nadine y Brian. Cécile lo miró como si la hubiera traicionado y afirmó aún más sus brazos cruzados.
—Estuvieron muy, pero que muy mal —les dijo Kaoru, su inglés casi comenzando a ser fluido.
—Lo sabemos. Perdóname Kaoru, no les dije porque no quería ponerlos en peligro... Nunca cruzó mi cabeza que los reclutas se revolucionarían de la manera que lo hicieron y ustedes saldrían lastimados —explicó Nadine con voz forzada.
—¡No miras consecuencias! Tú actúas mucho por lo que sientes —continuó el chico señalándola acusatoriamente para luego dirigirse a Brian—, y tú mucho por lo que piensas. ¡Necesitan balance!
—Intentaremos mejorar, perdónanos —repitió Nadine, Brian asintió a su lado.
—¡A pedir perdón vayan a la iglesia! ¡No todo puede solucionarse con palabras! —acusó Cécile gravemente.
—¡Cécile, más que pedirles perdón y prometer no hacerlo nuevamente, no podemos hacer! ¡No voy a rogarte de rodillas sólo para curar tu orgullo! Tómalo o déjalo —respondió Nadine cansándose de la testarudez de la chica de rulos.
Nuevamente se desató el silencio.
—Doy última oportunidad. No más —decidió Kaoru.
—Intentaré... Con el tiempo... No estoy segura —confesó Cécile jugando con algunos de sus rulos.
—¡PERFECTO! —anunció Signe palmeando sus manos antes que Nadine pudiera responderles— Ahora que estamos en el mismo bote es hora de planear.
Los cuatro adolescentes la miraron confundidos. La mujer se acomodó en el banco y le hizo señas a Nadine y Brian para que tomaran asiento junto a ellos.
—En tres meses nos pondrán dentro de una nave y existe una posibilidad, aunque mínima, de que efectivamente lleguemos a un nuevo mundo. Para nosotros será un pestañeo desde el momento en que nos criogenizan al momento que nos despertemos. ¿Qué haremos entonces? ¿Cómo sobreviviremos? —inquirió Signe con una gran sonrisa entusiasmada moviendo sus manos para hacerse entender— Si queremos vivir para contar la historia, tenemos que planear.
La discusión entre los cuatro chicos había quedado en el olvido y ahora todos prestaban atención a las palabras de Signe.
—Pero es muy probable que nunca volvamos a despertar —insistió Nadine pesimista como muchas veces lo había mencionado.
—¿Qué perdemos con planificar? ¿Tienes algo mejor para hacer aquí dentro? —desafió Signe.
—¡Me gusta idea! Podemos adelantarnos a circunstancias... ¿Por dónde empezamos? —convino Kaoru, sus ojos brillando como los de un niño.
—Por el principio —aclaró Signe—. ¿Qué piensan que será lo primero que necesitemos?
—¡Agua! Siempre dicen que lo primero que se debe conseguir es agua —propuso Cécile dejando por fin de jugar con sus rulos aunque todavía cruzada de brazos.
—Buena respuesta, pero te equivocas —contestó Signe y Nadine se preguntó por qué buscaba una respuesta si ya la sabía—. Lo primero que necesitaremos son doctores.
—¿Doctores? —preguntó Kaoru frunciendo su ceño.
—Las probabilidades que lleguemos a NOVA y aterricemos suavemente son prácticamente nulas —explicó Brian sin tartamudear pero moviendo su mano de la forma que siempre lo hacía.
—¿Ven a dónde quiero llegar? Necesitamos prepararnos para las eventualidades, conocer las personas que nos acompañan y sus habilidades —continuó Signe.
—¿Por qué no instigan a esto los funcionarios? A que nos preparemos —preguntó Nadine.
—Por falta de tiempo. Lo único que nos pueden dar es una forma sencilla de comunicarnos, agilidad física, conceptos básicos de supervivencia e inculcarnos tolerancia —explicó Signe.
La mujer había captado su atención al punto que los cinco se habían acercado los unos a los otros y unido las cabezas en conferencia. Nadine estaba convencida de que moriría en el espacio, pero Signe tenía razón. Si por alguna de esas casualidades de la vida lograban llegar a NOVA, era mejor estar preparados.
—Tenemos que hacer lista. Lista de todo lo que consideremos indispensable y ordenarla por prioridad... —comenzó a sugerir Kaoru emocionado.
—Luego necesitamos las personas indicadas que puedan ayudar... —siguió Cécile siguiendo su razonamiento.
—Por último necesitamos hablar con esas personas y darnos a conocer. Necesitan saber quienes somos si queremos que el plan sea exitoso y en el momento oportuno todo esté coordinado —terminó Signe con una media sonrisa de satisfacción y un brillo extraño en los ojos.
—P-p-p puedo sacar un listado de todos los reclutas que haremos el viaje —anunció Brian.
Signe, Kaoru y Cécile lo miraron con ojos desorbitados puesto que aunque estaban seguros de que ambos tenían algo que ver con el apagón, Nadine estaba convencida de que no tenían idea de hasta qué punto llegaba la inteligencia de Brian. Signe parpadeó rápidamente como despertándose de un sueño y volvió a tomar el control de la conversación.
—Eso sería maravilloso, Brian. Ten cuidado, sin embargo. No quiero que te pongas en peligro —aceptó Signe honestamente consternada, pero maravillada a la vez.
Brian asintió sin dirigirle la mirada.
—Nadine, necesitamos tu ayuda tanto como la de Brian —continuó Signe dirigiéndose a Nadine con sus ojos penetrantes.
La chica sintió una mezcla de confusión y sorpresa dado que, aunque era una figura pública, pocas veces alguien había "necesitado" su ayuda. Para eso estaban sus padres, a quienes acudían todos en busca de favores y auxilio.
—No creo poder hacer mucho aquí dentro. Toda mi influencia y veneración quedaron en la superficie, ahora soy una persona común y corriente y la mayoría de los reclutas se han asegurado de hacérmelo entender —explicó Nadine sintiéndose impotente mientras Cécile sonreía satisfecha.
—Querida, puede que ya no te idolatren, pero tu cara continúa siendo reconocida por la mayoría de los reclutas. Podrás no tener tu pasarela, tu maquillaje y los contactos de tus padres, eso no importa. Lo que realmente nos interesa es que cuando caminas por la cafetería la gente te mira y dice, "Allí va Nadine Ruetter". Si a esas palabras siguen piropos, insultos o especulaciones no nos importa. Necesitamos tu popularidad para que la gente nos reconozca, para ser más que unas caras perdidas en un mar de reclutas. Tenemos que resaltar. Cuando cualquiera de nosotros se acerque a alguna de las personas que nos interesa, ellos tienen que poder identificarnos. De esta manera, coordinar la colonia cuando lleguemos a NOVA será mucho más sencillo.
Todas las alarmas de la mente de Nadine sonaron juntas, aunque no dejó que le ganara el instinto. Kaoru bien había dicho que se dejaba llevar mucho por lo que sentía en lugar de lo que pensaba, y ella había prometido mejorar. Mordiéndose la lengua, se propuso primero a recolectar información. Actuó como sus padres le habían enseñado, como había hecho el primer día al llegar a las instalaciones, como lo había hecho cuando Cécile estaba enferma... Y como pocas veces lograba actuar. Por el rabillo del ojo vio que Cécile también le dirigía una mirada llena de desconfianza a Signe, pero Nadine prefirió no tentar la reciente semi-reconciliación que habían tenido y actuar por su cuenta por ahora.
—Signe, ¿tienes intención de gobernarnos si llegamos a NOVA? —preguntó de la forma más inocente que pudo intentando que su tono fuera burlón.
—Ay, pero qué cosas dices, Nadine —desmintió Signe riendo y haciendo un gesto de indiferencia con su mano— Yo no he podido ni gobernar a mis propios hijos, menos lo voy a hacer con una colonia.
—Vamos, ¿a qué te dedicabas antes de ser seleccionada por El Loto? ¿Eras dictadora o algo así? —insistió Nadine aún sonando como una porrista de las películas.
—Sí, era la amante de Fidel Castro. Ahora, ¿podemos continuar? —contestó Signe todavía riendo.
Nadine dejó el tema de lado por el momento, preguntándose si sería tan malo que Signe, con su personalidad maternal, los gobernara. El cliché de las películas taquilleras decía que la idea daría un giro para lo peor en el momento de decretar la primera orden en NOVA. Faltaba mucho para ese momento, si es que llegaba. No se estresaría ahora.