Camino junto con Billie por los pasillos de aquel viejo edificio, mis hombres, se encargan de matar a los mordedores que se acercan a nosotros.
—Tenemos una base en el sur, y esta sería la del norte. Los muros son resistentes y en el Santuario tenemos gente de sobra—informa el pelinegro observando el lugar con detalle—; ¿Qué piensa? señor.
—Es la jodida ostia—respondo después de varios minutos—, me encanta. Has hecho un gran trabajo.
Billie con satisfacción asiente ante mí comentario, y la radio que se encuentra a un costado de su cinturón comienza a sonar y a emitir ese fastidioso sonido de la estática.
—Beta llamando a Alfa—la voz de Paula resuena en la radio—; tenemos un problema, un serio problema.—se escuchan disparos en el fondo—, ¡Deténgalos en este mismo instante!
—Beta, Beta ¿Me recibe? ¡Beta, aquí Alfa por el canal! ¿Me escucha?—responde Billie, pero en cambio, se escucha la estática.
—Muevan ese culo, debemos ir al santuario, ahora mismo, no quiero perder a mi gente—digo en total calma.
Comenzando a caminar, mis hombres salen con prisa a la par que entierran sus cuchillos en los mordedores que se encuentran enfrente de nosotros, dando un paso enfrente, mi pie choca con algo.
Confundido, alzó aquella pequeña bolsa que contiene polvo y manchas de sangre. Con mi guante de cuero, limpio un poco la suciedad de esta.
Una sonrisa inunda mi rostro al notar el contenido de este, un cuaderno de dibujos, con un par de viejos colores se muestran en la bolsa.
Niego divertido con la cabeza, y reanudó mi camino.
Quizá alguien se lleve una buena sorpresa.
próximo capítulo narrado por Bea.