Hold me tighter (HMT2) » Sug...

By thatsmyego

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Yoongi sigue necesitando a alguien que lo abrace fuerte. El único problema es que Hyesun ya no está para hace... More

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d i e c i s é i s
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d i e c i o c h o
d i e c i n u e v e
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v e i n t i u n o
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v e i n t i c u a t r o
v e i n t i c i n c o
v e i n t i s é i s (ii)
v e i n t i s é i s (iii)
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v e i n t i o c h o
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III
IV

v e i n t i s é i s (i)

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By thatsmyego

Traté de levantarme del colchón de la forma más digna posible después de que Jimin saliera del baño y me preguntara qué narices hacía ahí tirada. Suspiré, miré el resultado una vez más cuando él ya hubo desaparecido y me dirigí a la ventana. La abrí, miré hacia abajo y lancé el test de embarazo sin pensármelo dos veces. Seguí la trayectoria en línea recta desde la yema de mis dedos hasta el suelo. Lo vi desaparecer entre unos pequeños arbustos plantados junto a la fachada del apartamento.

Bajé las escaleras con la cabeza bien alta, agarrándome al pasamanos. Aunque fingí no estar muy desanimada y estar bien, me mareé nada más llegar al fin de las escaleras. Me apoyé contra la pared fría.

— ¿Estás... bien?— se atrevió a preguntar Jimin desde algún lado de la sala de estar. Asentí con desgana. Llevábamos casi diez días sin hablar; simplemente nos saludábamos con una sonrisa y poco más. 

— Sí. Acabo de recordar que tengo dos horas de clase seguidas y... me he mareado. — bromeé, fingiendo una sonrisa dulce que al parecer tranquilizó a Jimin. Él pasó a mi lado. 

— Si te pasa algo, deberías decírmelo. Vives conmigo... Imagínate que vuelvo cualquier día de clase y te encuentro muerta en el suelo. ¡La policía me haría muchas preguntas! 

Me reí. — Tranquilo, estoy bien.

— ¿Pasa algo con Suga?

— ¡No!

Jimin me miró una última vez con los ojos entornados. Sabía que tenía que irse al conservatorio de danza, así que empecé a empujarle hacia la puerta para que se fuera cuanto antes y dejara de preguntarme insistentemente si me pasaba algo con Yoongi. Me despedí de él agitando la mano en alto, apoyada en el marco de la puerta, de la forma más dramática que una debilucha embarazada de diecinueve años podría imitar. Los dos seguíamos fingiendo estar dentro de una película dramática. Bueno, realmente mi vida no estaba tan lejos de ser adaptada para crear una novela basada en hechos reales.

Cerré la puerta despacio. Todavía me quedaban unos quince minutos para salir a clase, pero teniendo en cuenta de que mi velocidad normal al caminar se había reducido en las últimas semanas, decidí prepararme y salir antes. Me vestí con el vestido blanco que Yoongi me regaló. Me prometí a mí misma nunca ponérmelo, pero fue lo primero que alcancé. Tenía demasiadas cosas en la cabeza; vestirme con la prenda blanca y romper mi autopromesa era lo de menos. Intenté quitar la etiqueta con las manos. Acabé arrancándola de cuajo con los dientes porque apenas tenía fuerza y no iba a recorrerme media casa en busca de unas tijeras. 

Yoongi dormía tapado casi hasta los ojos la última vez que me asomé a la habitación antes de irme definitivamente. Solía acercarme a él y decirle que tuviera paciencia con Hoseok, pero dormía tan profundamente -cosa extraña en él, porque se despertaba con el más mínimo ruido- que preferí dejar que siguiera durmiendo como un bebé.

Cogí mi bolso, me puse un abrigo que me resguardara del frío, me calcé con los primeros zapatos cómodos que vi y salí caminando hacia la estación de metro diez minutos antes de lo normal.

Me di cuenta de lo lenta que me había vuelto cuando al girar la esquina vi a Kangjoon cerrando la verja que rodeaba su casa. Aceleré un poco el paso para poder alcanzarle un poco antes, aunque él siempre se volvía para ver si yo bajaba ya la cuesta. Al verme en la lejanía, sonrió. Después de saludarle con un suspiro, comenzamos a caminar juntos.

— ¿Qué tal el resultado? — preguntó, directo al grano. Sus ojos estaban bastante más abiertos que de costumbre, así que supuse que tenía mucha curiosidad.

— Positivo. ¿Sabrás guardar el secreto al menos tres meses? 

Vi cómo los músculos de su cuello se tensaron al tragar saliva. — ¿Tres meses? ¿Vas a escondérselo a él? — Joon parecía seguir siendo incapaz de pronunciar el nombre de Yoongi. Me encogí de hombros a modo de respuesta. 

— A ellos. — corregí, casi sin pensarlo. Me abofeteé mentalmente por soltar aquello.

— Ellos... Hye, no me digas que...

— Bueno, es una historia larga de la que no me acuerdo, si te soy sincera. — corté. — Y sí, lo esconderé al menos hasta que sea evidente que engordo sin motivo.

— Ellos. — repitió, echando la cabeza hacia atrás y enarcando ligeramente las cejas. Yo volví a suspirar. 

Murmuré algo que ni yo entendí acompañado de un extraño gesto de manos que hizo reír a Joon. — Éramos tres y, p-pues, eh... entonces...— Intenté explicárselo, pero gracias al cielo él lo captó. 

— Vale, vale. Lo pillo. Entonces, — volvió a reírse, escéptico. — ¿hay dos posibles padres?

Asentí. — Sí.

— Bueno, todavía no sabes con mucha certeza si estás embarazada. — Le miré casi con horror al oír esa palabra que tanto se repetía en mi cabeza. Joon miraba al frente, así que no vio mi cara de mapache asustado. — Los test de embarazo siempre tienen un margen de error. A lo mejor es resultado es negativo. No te preocupes mucho por tener un bebé hasta que no estés cien por cien segura de que sí estás embarazada. Deberías repetir la prueba. O ir al médico. He leído que lo más eficiente son los análisis de sangre. 

— ¿Has leído? 

— He investigado un poco sobre el tema de los embarazos y todas esas cosas... — admitió, con ese puchero que hacía cuando estaba molesto. Me miró como si le ofendiera mi sonrisa. — ¿¡Qué!?

— Gracias por ayudarme.

Miró hacia otro lado, entre abrumado, nervioso y molesto. — No es nada. — bufó.

*****

Las clases se me hicieron horriblemente infernales. Apenas tenía tiempo para ir al baño, mis compañeras se echaban perfumes empalagosos que me hacían querer vomitar hasta mi primera papilla y los profesores empezaban a hablar de fechas de exámenes. Todavía quedaba más de un mes para las vacaciones de Navidad y los profesores ya empezaban a estresarnos. No podía pensar en otra que fueran bebés, epidurales, tobillos hinchados y en general, que estaba preñada según la maldita prueba. Y encima no sabía quién era el padre. Maravilloso.

Una embarazada más exámenes igual a completa catástrofe. 

Traté de dejar mi mente en blanco y concentrarme más en las clases, así que, durante el receso que teníamos a la hora del almuerzo, me senté en una silla alejada de la barra de la cafetería de la facultad y respiré hondo con la intención de calmarme. 

— Todo va a estar bien, Hyesun. Tranquila. Tú puedes con todo esto. — me dije a mí misma, con los ojos cerrados. Seguramente lo había dicho en alto y por eso Kangjoon se quedó mirándome como si fuera un bicho raro cuando llegó a la mesa con dos vasos humeantes. 

Los dejó en la mesa de un terrible color verde y se sentó en la silla de mi izquierda. Apoyó el codo sobre la mesa y hundió su mejilla en la palma de la mano. Me pregunté cómo serían sus padres; tener un hijo así no podía ser obra de cualquiera. 

 Algo en mi interior me dijo que dejara de observarlo como una maldita depravada, así que fijé la mirada en el vaso. Joon siempre aprovechaba para estudiar en el descanso. Sacó los libros sin apartar la vista de la pantalla del ordenador portátil que siempre llevaba consigo para recoger apuntes y trató de concentrarse. De vez en cuando cruzábamos miradas nerviosas.

Bebí el té que me había traído en silencio. Joon sabía que prefería café, pero el de la cafetería de la facultad era basura. Casi achicoria. Lo odiaba, por eso Kangjoon siempre compraba té negro para los dos. Me sentía mal, en deuda. Él nunca aceptaba mi dinero, ni mi ayuda, así que me las arreglé yo solita para dejarle billetes de cinco mil wones entre sus libros de psicología sin que él se dara cuenta. Después, en mitad de las clases, al pasar las hojas, encontraba los billetes. Siempre me preguntaba si era yo quien les dejaba ahí. Yo negaba con la cabeza aparentando estar igual de sorprendida que él y le decía que quizá eran de algún amante secreto, para darle un poco más de misterio. Joon miraba a todas las personas del salón de clases con suspicacia cuando yo le soltaba aquello. Me hacía reír.

Kangjoon y yo pasamos toda la tarde juntos, con los niños del hospital de día. Jugar con Hayul, pintar junto a Sehun o contar cuentos a los pequeños sentada en el suelo se había convertido en mi rutina. Pensé si tendría que dejar la universidad y el trabajo si de verdad estaba embarazada. También pensé en mi madre. ¿Qué me diría ella si se enterara de que su hija también iba a ser madre con sólo diecinueve años? Prefería no imaginármelo.

Aquel día, Jae se quedó dormido en mis brazos. Me senté en el único sofá de la sala mientras la suave respiración del pequeño chocaba contra mi hombro. Sus manitas agarraban con fuerza la tela del vestido, arrugándolo. Kangjoon se lo llevó en brazos al pasillo en cuanto el reloj marcó las ocho de la tarde, cuando sus padres venían a buscarle.

Joon entró con pinta de estar cabreado. — Creo que han venido a verte. — señaló la puerta con un gesto apático.

— ¿Eh?

— Puedes irte. No hace falta que limpies esto, ya me encargo yo.

Gruñí. Estaba harta de que Joon quisiera hacer todo por su cuenta, de que me ayudara sin querer recibir nada a cambio. Con toda la lentitud del mundo, empecé a ordenar las juguetes y a dejarlos en sus respectivas cajas o huecos en las estanterías. Me mareé varias veces, pero conseguí mantener el equilibrio sin que Joon tuviera que sujetarme. Él parecía tener mucha prisa para perderme de vista. Me obligó a ponerme el abrigo, a calzarme y a salir del hospital como alma que lleva el diablo, a toda velocidad. Volví a marearme, y con la excusa de que me sentía débil, le esperé apoyada en el marco de la puerta hasta que Joon también salió con el abrigo puesto. 

— ¿Por qué no vas yendo? — me preguntó, mirándome de reojo mientras cerraba con llave la puerta. 

— No puedo caminar sola, me fallan las piernas. — en cierta parte, era verdad. 

Joon se acercó a mí con tiento. — Vale, — suspiró. — Vamos. 

Caminamos cerca el uno del otro hasta que llegamos a los escalones de la entrada principal del hospital. Entonces, Joon tuvo que ir por delante de mí con miedo a que yo me cayera por las escaleras. No iba pendiente de él, pero antes de pisar la acera, una mano cálida cogió con delicadeza la mía para ayudarme a bajar. Supuse que era la de Kangjoon. 

A no ser que tuviera unas manos idénticas a las de Yoongi, pálidas, venosas y de dedos delgados, la mano que había cogido la mía no era de Kangjoon.

Alcé la cabeza. Efectivamente, Yoongi estaba allí, abrigado con una simple sudadera que apenas le abrigaba. No me sorprendió mucho verle ahí. Era cierto que no le esperaba, pero era Min Yoongi, rey de la espontaneidad absoluta. A lo mejor se plantaba a la salida de mi trabajo o quizá decidía emborracharse a las afueras de la ciudad sin importarle nada. No tenía término medio.  Apretó mi mano con fuerza.

Yoongi y el castaño se miraban como si fueran a pelearse en cualquier momento. O a besarse, depende el nivel y tipo de tensión entre ellos. 

Carraspeé, como diciendo ''eh, estoy aquí, no os peleéis conmigo delante''.  Joon reaccionó, y con esa expresión suya de estar molesto, metió las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón y se echó hacia delante como si quisiera intimidar a Yoongi.

— De nada por cuidar a tu novia. — le soltó.

Yoongi pestañeó y se quedó mirando a Joon como si nada. — Pues gracias, tío. — dijo, irónico como de costumbre. — No te he pedido que lo hagas. Piérdete, hasta nunca.

Kangjoon dijo algo entre dientes -seguramente un insulto- que no escuché o entendí. Antes de que estuviera demasiado lejos, exclamé: — ¡Hasta mañana! — me dirigí a Yoongi antes de que él tirara con brusquedad de mí hacia delante. Instintivamente, me llevé una mano al vientre. Volví a marearme. — Oy-

— ¿Estás bien? 

— ¿Qué es esto? ¿Es cierto lo que estoy viendo? ¿Es Min Yoongi preocupándose por mí?

Mi fingido y exagerado sarcasmo le hizo enarcar una ceja y olvidarse del asunto. — La próxima vez no vendré a salvarte de las garras de ese gilipollas. 

— ¿Por qué has venido a buscarme?

— Ya te lo he dicho. Para que no se te pegue la gilipollez de ese tío. — Abrí la boca para preguntarle el motivo real, pero Yoongi alzó nuestras manos y miró la mía con el ceño fruncido. — ¿Por qué tienes las manos tan calientes? Siempre las tienes heladas.

Me encogí de hombros. — No sé.

— Bueno, sólo espero que ese imbécil no te las caliente porque como sea así se va a quedar sin manos.

Me reí. — Cuando estás celoso te vuelves muy violento.

— No estoy celoso de ese gilipollas.

— Entonces, ¿para qué has venido a buscarme? — insistí. — Pensé que estarías con Hoseok...

— Sólo quería verte — Antes de que yo dijera algo sobre lo romántico que había sonado, Yoongi levantó el índice y añadió: — porque estoy harto de Hoseok y tú eres la única que sabe mantener una conversación con un tono que no supere los cien decibelios.

Sonreí, aunque acabé haciendo una mueca. Caminamos en silencio durante unos interminables minutos. Empecé a quedarme atrás conforme Yoongi caminaba. Él parecía el tipo que no se daba cuenta de nada, el típico tío que pasaba de todo, pero era mucho más observador y atento de lo que pensaba. Se paró en seco, soltó mi mano, se giró, entornó ligeramente los ojos y  me miró con una ligera sonrisa.

— ¿Qué te pasa?

— ¡Nada! 

Entrecerró los ojos hasta que formaron una delgadísima línea. — Si a ti no te pasa nada, yo no soy bipolar.

— En serio, no me pasa nada. Estoy bien.

— Es como si llevaras quince días con resaca. 

— Yoon-

— Te has puesto el vestido, casi no hablas, nunca tienes hambre, estás sensible a mi tactotienes calor... — enarcó sutilmente una ceja.

— Pero-

— Pasas mucho tiempo con ese idiota...

Puse los ojos en blanco y solté una carcajada, aliviada. Le di un golpe suave en el pecho. Pensé que ya tenía sospechas sobre el embarazo, pero resultó estar preocupado por otra cosa bastante más distinta. — ¿Crees que te estoy poniendo los cuernos con Joon? ¡Menuda idiotez!

— No es una idiotez, es algo de sentido común. — dijo, intentando defenderse. 

— Estás celoso... — canturreé. Para qué mentirme, Yoongi era adorable cuando tenía celos. Siempre y cuando no se pasara de la raya -en ambos sentidos- y comenzara a comportarse como un acosador. 

— Vale. Lo que tú digas. Ahora vas a volver tú sola. — Yoongi empezó a caminar. Alcancé su mano antes de que me volviera a dejar atrás, entrelacé nuestros dedos e hice que me esperara para poder caminara  su lado. — Ya que te has puesto el vestido, pensé que podríamos tener una cita. Pero tu estupidez me ha hecho cambiar de idea.

— De todas formas, estoy un poco cansada...

— El litio me deja como sedado, pero no soy tonto, Hyesun.

Fruncí el ceño. — No te estoy ponien-

— Sé que te pasa algo. Físico.

Tragué en seco. — Sólo quiero dormir, estoy bien.

Me miró, suspicaz. No dijo nada, se limitó a suspirar. Quise preguntarle a qué se refería, pero yo también decidí guardar silencio. Yoongi parecía inquieto. Sabía que tenía algo que contarle, y él, seguramente, también quería contarme algo a mí. Si Jimin estuviera allí, hubiera notado la inusual incomodidad entre nosotros dos y hubiera comenzado una terapia de pareja para que nos soltáramos todo lo que queríamos decir. Pero Jimin no estaba allí, yo no tenía demasiadas fuerzas ni la confianza suficiente para decir a Yoongi lo que creía y él no parecía estar de muy buen humor, así que mantuve la boca cerrada.

Callejeamos hasta llegar a una de las avenidas del centro. Las luces y la gente hicieron que me mareara una vez más. Yoongi iba algo distraído, así que no se dio cuenta de que en vez de darle la mano me había agarrado a su brazo - o simplemente me ignoró-. Caminamos entre la gente a paso tranquilo, siendo esquivados a algunos transeúntes que iban bastante más rapido que nosotros. Yoongi agitó el brazo con cara de asco para que dejara de rodearlo con los míos. Metió las manos en los bolsillos de su sudadera negra, pero al rato volvió a sacar una sola mano para buscar la mía y sujetarla con fuerza.

— ¿No podemos coger el metro? — protesté. — Quiero descansar...

Yoongi señaló con el mentón el escaparate de una tienda de ropa. — ¿No crees que te quedaría muy bien esa falda?

— Mmh, no me gusta.

— ¿Y el bolso?

— Ugh, Yoongi. Vámonos. No quiero andar más, me duelen las piernas, tengo que estudiar... — lloriqueé, hundiendo mi cara en su cuello y moviendo la cabeza de un lado a otro. — Ni siquiera sé si podré llegar viva hasta el apartamento.

— ¿No quieres nada en especial en este momento?

— Sí. Dormir. — Solté. Yoongi se rió y tiró de mi mano para reanudar la marcha. Supe qué tramaba cuando siguió preguntándome si me gustaba lo que veía detrás de las cristaleras de los comercios. — Ah, Yoongi, ¿por qué no me preguntas directamente lo que quiero por mi cumpleaños?

Él fingió no saber nada. — ¿Qué cumpleaños? ¿El tuyo no es en abril?

Me parecía tierno que no se atreviera a preguntarme qué regalo me gustaría tener por mi cumpleaños. Era demasiado orgulloso para hacerlo, pero aún así quería agradarme. Quedaba menos de una semana para mi cumpleaños, así que Yoongi debía de estar volviéndose loco buscando un regalo para mí.

— Me conformo con una tarta de tres pisos. — le dije.

— ¿Cuándo es tu cumpleaños? No lo recuerdo.

— Deja de fingir, Yoongi.

Se dio por vencido. Miró hacia otro lado mientras sonreía, y de repente, se paró en seco. Se quedó mirando el final de la avenida unos cuantos segundos, hasta que le pregunté que le pasaba. No hizo falta que Yoongi respondiera, escuché los gritos inconfundibles de Hoseok a lo lejos. Creí que Yoongi saldría corriendo al oír y al ver a Hoseok, pero me equivoqué. Se dio la vuelta despacio, conmigo de la mano, chasqueó la lengua ladeando levemente la cabeza y suspiró.

— Voy a hacerme el sordo. — sentenció.

— ¡Suga! — oí a Hoseok, a nuestra espalda. Me giré casi por instinto. Una chica con el pelo oscuro recogido en una coleta estaba a su lado, y los dos también iban dados de la mano. — Hemos estado buscándote por medio... Ah, hola, Hye.

— Hola.

— ¡Ay, por fin te conozco en condiciones! — exclamó la chica que estaba a su lado. Sus ojos oscuros ligeramente delineados en negro brillaban con ilusión. La reconocí mientras ella hablaba con Hoseok a gritos de lo contenta que estaba por poder conocernos. Era la chica que había llegado con el coche nacarado a recoger a Hoseok un día. Su novia. Cogió la mano que Yoongi no me agarraba y la estrechó con fuerza. — Man Seulsung, encantada.

— Jeon Hyesun.

— ¡Te dije que podías utilizar mi apellido!

— Ah, perdona. Jung, — recalcó la chica, rodando los ojos y luego riendo de manera escandalosa. — Jung Seulsung. ¡Me alegro de conocerte!

— Seullie creía que erais imaginarios. — comentó Hoseok, carcajeándose.

— Ya sabes, Hobi le daba mucho a los opiáceos y pensé que deliraba...

Yoongi se escondió detrás de mí e ignoró por completo a Hoseok y Sung. Me resultó extraño que no dijera ningún comentario con respecto a lo empalagosos y felices que eran los otros dos. Yoongi se calló hasta que Hoseok se puso a agitarle y a gritar cerca de su oído.

— ¡Joder! ¿¡Qué coño te pasa!? — Yoongi se tapó las orejas con las manos y empujó a Hoseok hacia atrás con cara de asco.

— El renacer de la bestia parte... Ups, he perdido la cuenta. Pensé que estabas catatónico. Lo siento~

— La próxima vez que grites juro que voy a meterte la mano en la boca hasta que toque tus cuerdas vocales y voy a arrancártelas de cuajo, lo jur-

Tapé la boca a Yoongi. — Está un poco violento porque hace mucho tiempo que no teníamos una cita y Yoongi está un pelín nervioso...

— Ay, qué monos. Una cita. — Seulsung pegó a su novio en el brazo. Juntos se rieron como si fueran dos fans incondicionales de un grupo musical prefabricado para adolescentes. — Nosotros no queríamos interrumpir nada, ¿verdad que no, Hobi?

— No, no; sólo estaba un poco precupado porque Suga se fue sin dejar rastro cuando estábamos juntos y pensé que se iba a tirar a las vías del tren.

— Sí, fue muy gracioso. Dijo que se iba a por tabaco y nunca volvió, como en las películas. — añadió ella.

— Nosotros estábamos también teniendo una cita, así que ahora esto se ha convertido en una cita doble, ¿no?

Seulsung se pegó a Hoseok. Él pasó un brazo por su cintura al instante. — ¡Es como el sueño de mi adolescencia!

— Qué horror. — oí protestar a Yoongi.

— Vamos a un lugar tranquilo a tomar algo, ¿qué os parece?

— Contigo ningún sitio es tranquilo, Hoseok. — gruñó Yoongi, que empezaba a perder la paciencia a pasos agigantados.

— Por mí vale. — dije.

— Traidora. — Yoongi me fulminó con la mirada, y durante todo el trayecto hasta una cafetería algo alejada de la avenida, me hizo el vacío.

Dejó de ignorarme cuando me senté a su lado y busqué su mano por debajo de la mesa para juguetear con ella mientras Seulsung relataba cómo Hoseok intentó colarse en la zona de prenatales del hospital sólo para llamar su atención. Yoongi dejó de estar tenso y pareció relajarse bastante. Hacía un esfuerzo muy grande para no levantarse de allí y decir a la pobre Seulsung que su tono de voz era mucho más irritante que el de Hoseok antes de irse con toda la dignidad del mundo.

La novia de Hoseok continuó hablando sin parar, y él llegó con un trozo de tarta de chocolate muy apetecible, pero que a mí me hizo tener náuseas. No dije nada, simplemente arrastré la silla, me levanté y corrí al baño de la cafetería para poder vomitar allí. Pegué la frente contra la pared alicatada y fría del baño para no perder el equilibrio después.

Un golpe me indicó que alguien había entrado al baño. Tiré de la cadena con un suspiro para deshacerme del vómito y salí hacia los lavamanos con la cabeza gacha.

— Debe de ser una mierda estar preñada, ¿no?

Yoongi estaba apoyado en la porcelana blanca del lavabo, con las manos en los bolsillos y actitud despreocupada.



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