Atrapada

By GiovannaGiraldo

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"Justo cuando creía que lo tenía todo claro, cuando tenía al fin las respuestas, me di cuenta que nunca había... More

Capitulo 1 - PRIMER DÍA
Capitulo 2 - SANTA SOFIA
Capitulo 3 - ALEX
Capitulo 4 - A LA UNIVERSIDAD
Capitulo 5 - LA LLAMADA
Capitulo 6 - EXCEL
Capitulo 7 - CUMPLEAÑOS
Capitulo 8 - REVELACIÓN
Capitulo 9- JUSTICIA
Capitulo 10 - Pieza de Arte
Capitulo 11 - GUERRA
Capitulo 12. SUSPENDIDA
Capitulo 13. REENCUENTRO
Capitulo 14. CONFUSIÓN
Capitulo 15. CAOS
Capitulo 16. LA GRAN MENTIRA
Capítulo 17. BIENVENIDA
Capítulo 18. REUNIÓN FAMILIAR
Capítulo 19. ROMPECABEZAS
Capítulo 20 - NOBEL
Capítulo 21 - PAZ
Capítulo 22 - CONFUSIÓN
Capítulo 23 - ACOSADOR
Capítulo 25 - NUEVO
Capítulo 26 - EL PLAN
Capítulo 27 - SÁBADO
Capitulo 28 - PIERRE
Capítulo 29 - TRAICIÓN
Capítulo 30 - PACTO
Capítulo 31 - MARÍA
Capítulo 32 - CÓLERA
Capítulo 33 - SINCERIDAD
Capítulo 34 - PERSEGUIDA
Capítulo 35 - FUEGO
Capítulo 36 - CASTIGO
Capítulo 37 - PARANOIA
Capítulo 38 - RETO
Capítulo 39 - PRIMER PENSAMIENTO
Capítulo 40 - AMIGOS
Capítulo 41 - RUMORES
Capítulo 42 - SUEÑOS Y PESADILLAS
Capítulo 43 - DESPEDIDA
Capítulo 44 - INVENTOS
Capítulo 45 - EL CAPÍTULO PERDIDO
Capítulo 46 - ALIANZAS
Capítulo 47 - FOTO FAMILIAR
Capítulo 48 - NEUROSIS

Capítulo 24 - DALÍ

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By GiovannaGiraldo

Al final no le costó mucho trabajo convencer a la mujer de vender el libro que no estaba a la venta. Aun así, mientras lo guardaba en una elegante caja con detalles dorados, Sara percibió que ella estaba nostálgica y eso le dio un nuevo valor y respeto a ese libro. Por un momento pensó en devolverlo, pero luego decidió que con lo que había pagado por él podrían comprar algo con el mismo valor sentimental, mientras que ella sólo tenía una oportunidad de sorprender a Alex.

Cuando finalmente le entregó el paquete, Sara hizo una mueca al sostener el peso con ambas manos.

—¿De qué está hecho? ¿De plomo? —jadeó ante el esfuerzo, pero la mujer sólo siguió riendo mientras salía del local.

Sara miró en dirección al lugar donde tenía guardado sus paquetes y decidió no caminar más y entrar a la primera tienda de zapatos que encontró, las vendedoras soltaron risillas al verla dejar la caja sobre el puff y sentarse en el suelo agotada, aunque luego miraron la caja con curiosidad cuando le pagó a una para que la cuidara mientras se probaba algunos zapatos. Cuando ya estaba en medio de su nueva misión fue que al fin recibió la llamada de Alex.

—Acabo de salir de clase —dijo él del otro lado, se escuchaba música de fondo—, puedo pasar por ti en media hora, ¿o prefieres que nos veamos en otra parte?

Sara se mordió el labio.

—Es que no tengo auto y he hecho algunas compras. ¿Puedes venir?

Al otro lado alcanzó a escuchar las risas de Alex.

—¡Mujeres! Ya salgo para allá.

Sara guardó su celular mientras aprobaba unos sneakers Isabel Marant que se estaba probando, ya llevaba elegidos otros pares más, pero ya que Alex iría por ella no habría problema con llevar unos paquetes de más. Una de sus pasiones eran las botas; altas, cortas, con o sin tacón, en diferentes colores, aunque ese día se le estaba haciendo un poco difícil elegir. Para el momento en que Alex llamó avisando que ya había llegado, sólo había agregado a su numerosa compra unos botines color fucsia.

—¿Tenías que comprar todo el centro comercial? Hay más compradores, ¿sabes? —bromeó Alex mientras, con ayuda de uno de los trabajadores de la tienda de calzado, llevaban los paquetes a su convertible.

A pesar de que Alex parecía estar de muy buen humor ese día, Sara se ruborizó.

—No te burles, esto no lo hago muy seguido.

Él seguía sonriendo cuando abrió el baúl, como Sara llevaba la caja con el libro en sus brazos, prefirió esperar hasta que terminaron de subir todo para guardarla con delicadeza.

—Temo preguntar qué puede comprar una chica que pese tanto —murmuró Alex fingiendo un estremecimiento.

—Te sorprendería —ella sonrió cuando finalmente se acercó y lo saludó con un abrazo—. Gracias por venir.

Sara estaba por separarse para ir al puesto delantero, pero Alex la detuvo rápidamente cubriendo su rostro con sus manos. Él se quedó por un momento allí en silencio, tan sólo mirándola y Sara sintió su mente en blanco, no se le ocurría nada que decir. Finalmente fue él quien sonrió y se separó para guiarla a la puerta.

—Quiero llevarte a un lugar —dijo Alex cuando ella empezó a mirar por la ventana notando que se estaban dirigiendo al lado contrario de su casa.

La temperatura estaba empezando a bajar y Sara se cubrió más en su suéter, nunca antes había entrado a la zona universitaria de la ciudad, pero por lo que sabía el área donde iban entrando estaba llena de pubs, bares y lugares no muy recomendables para menores de edad. Aunque no era como si tuviera miedo de ir allí.

—Nunca había entrado a esta zona —confesó finalmente—, honestamente pensaba que ustedes se la pasaban en bibliotecas estudiando.

Alex empezó a reír.

—Precisamente por eso es que crearon este lugar, para cuidar nuestra salud mental.

Ellos tuvieron que dar un par de vueltas antes de encontrar un lugar donde estacionar. Jamás se habría imaginado que aquella zona fuera tan concurrida, pero habían varios autos de lujo estacionados en partes bastante oscuras, o era muy seguro por allí o se habían arriesgado a un robo para poder ir a celebrar.

—Esta zona está vigilada —dijo Alex cuando abrió su puerta para ayudarla a bajarse—. Quiero que conozcas un bar a donde voy seguido. Está lleno de pinturas y obras de arte… De hecho yo he realizado algunas.

Sara sonrió al comprender su entusiasmo y permitió que la llevara de la mano. A pesar de que era una zona muy concurrida, la música era tranquila y quienes iban a reunirse allí vestían hasta trajes ejecutivos y se reunían en grupos a hablar y tomar algo. Cuando llegaron al lugar, Sara sintió un déjà vu, aunque no por haber estado allí antes, era por el nombre del lugar. El bar se llamaba ‘Dalí’ y eso le recordó a Valeria y a todo lo que había tenido que pasar antes para fingir frente a Alex que era una persona culta. Mientras Sara admiraba un mural lleno de mariposas y figuras extrañas, se sintió tranquila de poder sólo disfrutar del lugar sin preocuparse por actuar.

Al parecer Alex era bastante conocido allí, al entrar varias personas lo saludaron por su nombre, pero nadie la detuvo o se percató de que ella era menor de edad. La entrada de Dalí era como un mini túnel con pinturas hasta en el suelo, todas llenas de color y una parte con firmas y mensajes de varias personas y en varios idiomas. Al salir del túnel la golpeó esa sensación de estar entrando en otra dimensión, allí el lugar era muy grande, lleno de mesas, gente reunida y pinturas por toda las paredes. En una esquina había una tarima donde había una joven tocando guitarra, era un ambiente muy cálido a pesar de que un molesto olor a cigarrillo era el aire puro que se respiraba allí.

Alex la llevó a una mesa vacía y él mismo movió su silla educadamente para que se sentara.

—Hola, Al. ¿Lo de siempre? —preguntó un joven que iba vestido como todos los demás, pero quien al parecer era el mesero.

—Por supuesto, Sergio —lo saludó Alex—. Mira te presento a Sara, mi novia.

—Hola —Sara le ofreció la mano algo nerviosa tras haber escuchado a Alex presentarla por ese término. Sergio, por otro lado, estaba sonriendo ampliamente.

—Wow ¿De dónde la sacaste? ¿De Miss Universo?

—Algo así —Alex la miró—. ¿Quieres cerveza o algo más fuerte?

Al escuchar la pregunta lo primero que se le vino a la cabeza fueron las fotos con las que habían intentado chantajearla y por las que sus papás habían tenido que pagar a esa revista para evitar el escándalo, luego vio la imagen de Tomás y la promesa que le había hecho. No podía hacerlo, pero mientras Alex y su amigo la miraban, Sara se prometió a si misma que sólo sería un poco.

—Por ser la más bella de este lugar, para ti va gratis —dijo Sergio antes de ir por el pedido.  

—Voy a tener que traerte más seguido, así nos puede salir todo gratis —comentó Alex, pero Sara apenas y lo escuchó, ahora toda su atención estaba en la chica que estaba cantando en vivo. Tras ella había un mural gigantesco con varias imágenes formando un collage.

—Dijiste que habían tuyas ¿Cuáles son? —preguntó  distraída.

—¡Ah, sí! —Exclamó Alex—. Mira, atrás de la tarima, todos esos garabatos en la pared los hice yo—  dijo orgulloso.

Probablemente por eso era tan conocido allí, sus famosos “garabatos” ocupaban el lugar más importante del bar. El mural tenía una zona ajedrezada y otra llena de colores vivos como amarillos, naranjas y verde lima formando un extraño arcoíris. A pesar de ser muy hermoso, ella no lograba entenderlo.

—¿Y en qué te inspiraste? —decidió preguntar.

Alex sonrió.

—Esto a veces no es de inspirarse, cariño, es de dejarse llevar por los colores. Los colores son sólo una señal de que la naturaleza es fuerte y nuestras vidas son un juego.

Cuando Sergio dejó las cervezas, le hizo un guiño y luego se fue a llevar el resto a otra mesa. Mientras que Alex inmediatamente empezaba a beber con confianza, Sara bebió un poco y decidió admirar a la cantante nuevamente.

—Bien —Alex aclaró su voz—. Ahora si me puedes contar toda la historia de esas fotos.

Sara suspiró al recordarlo.

— Sí, esta mañana un amigo nos ayudó a cambiar la historia. Él trabaja en la revista que las compró y ahora van a hacer parte de un artículo del alcohol.

Alex se quedó pensando.

—¿Y qué dijo tu mamá?

—No mucho... la verdad es que las cosas están un poco extrañas en casa.

—Eso si está mal —Alex negó lentamente mientras bebía un poco más—. Sé que no es mi problema, pero creo que todo sería mejor si vivieras con tu papá.

Sara saltó.

—¿Por qué lo dices?  

—Porque veo que no eres feliz con ella, o eso creo —repuso con un encogimiento.

Sara asintió.

—Tal vez, pero ahora eso es casi imposible, tengo que esperar hasta cumplir los 18.

Por un momento se quedaron en silencio, después él la tomó de la mano y la llevó a sus labios.

— Creo que eso puede ser un problema... para nosotros.

Sara asintió.

—Yo creía que podríamos hablar con mis papás, pero ahora con esas fotos es imposible.

—Lo sé —Alex maldijo por lo bajo mientras se terminaba la botella—. Siento como si fuera un ataque para mí y no para ti. Como si alguien no me quisiera en tu camino.

Sara frunció el ceño ante eso, ella estaba a punto de contarle lo que había descubierto sobre su mamá llevándola al penthouse esa noche, cuando Sergio llegó con otra botella. Ella miró el reloj, ya eran las 8:30, el tiempo se había pasado volando y si Alex seguía bebiendo de esa forma no iba a permitir que la llevara a casa, además el olor a cigarrillo la tenía mareada. Su salvación fue precisamente la caja pesada que estaba en el baúl del auto de Alex, aprovechando esa excusa para hacer salir a Alex de allí, ella se levantó y lo agarró de la mano.

—Alex, vamos al auto, tengo algo para ti.  

—¿Para mí? —Alex bebió un poco más y se levantó, le hizo otra señal a Sergio, algo como “Anótalo a mi cuenta” y luego la llevo a la salida.

 Afuera la temperatura había descendido mucho más y a Sara el frio la hizo abrazarse a sí misma. Al llegar al auto fue directo al baúl, Alex parecía un poco confundido cuando abrió, pero su rostro estuvo completamente contrariado cuando la vio sacar la caja pesada.

 —Mira, es para ti —Sara se hizo a un lado para dejar que él la abriera.

 —¿Esto? — Alex parecía más confundido que emocionado, pero al momento en que abrió la caja y vio la tapa del pesado libro, sus ojos empezaron a iluminar. Él la miró con la boca abierta—.  ¿De dónde lo sacaste?

—Esas cosas no se preguntan —dijo con un guiño.

Alex sacudió su cabeza varias veces mientras abría las primeras páginas y veía las obras plasmadas en sus páginas.

—Es que esto es… nunca me habían regalado algo así —él cerró el libro y se acercó, la tomó en sus brazos y la besó—. Eres la mejor novia del mundo.

Sara se ruborizó.

—Um, gracias. Pero la mejor novia del mundo ahora debe volver a casa.

Mientras Alex volvía a abrir su libro, Sara fue a sacar su bolso del puesto del copiloto y se sobresaltó al ver la cantidad de llamadas pérdidas.

—Creo que no me puedes llevar, Alex —habló en voz alta desde el puesto delantero—. Todos me están esperando.

—Bien, te enviaré en un taxi —escuchó que él decía desde atrás. Sara no supo cómo, pero cuando cerró la puerta y regresó a la parte de atrás, él ya había detenido un taxi y con la ayuda del conductor estaban empezando a pasar sus paquetes.

No le gustaba mucho la idea de ir en un taxi tomado en la calle a esa hora, tenía la esperanza de que Alex tomara nota de los datos al igual que el vigilante de su edificio y luego se fuera para su casa. Pero cuando el taxi arrancó y Sara miró hacia atrás por última vez, se dio cuenta que Alex no iba para su auto, él estaba volviendo a Dalí.

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