Atrapada

By GiovannaGiraldo

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"Justo cuando creía que lo tenía todo claro, cuando tenía al fin las respuestas, me di cuenta que nunca había... More

Capitulo 1 - PRIMER DÍA
Capitulo 2 - SANTA SOFIA
Capitulo 3 - ALEX
Capitulo 4 - A LA UNIVERSIDAD
Capitulo 5 - LA LLAMADA
Capitulo 6 - EXCEL
Capitulo 7 - CUMPLEAÑOS
Capitulo 8 - REVELACIÓN
Capitulo 9- JUSTICIA
Capitulo 10 - Pieza de Arte
Capitulo 11 - GUERRA
Capitulo 12. SUSPENDIDA
Capitulo 13. REENCUENTRO
Capitulo 14. CONFUSIÓN
Capitulo 15. CAOS
Capitulo 16. LA GRAN MENTIRA
Capítulo 17. BIENVENIDA
Capítulo 18. REUNIÓN FAMILIAR
Capítulo 19. ROMPECABEZAS
Capítulo 20 - NOBEL
Capítulo 21 - PAZ
Capítulo 22 - CONFUSIÓN
Capítulo 24 - DALÍ
Capítulo 25 - NUEVO
Capítulo 26 - EL PLAN
Capítulo 27 - SÁBADO
Capitulo 28 - PIERRE
Capítulo 29 - TRAICIÓN
Capítulo 30 - PACTO
Capítulo 31 - MARÍA
Capítulo 32 - CÓLERA
Capítulo 33 - SINCERIDAD
Capítulo 34 - PERSEGUIDA
Capítulo 35 - FUEGO
Capítulo 36 - CASTIGO
Capítulo 37 - PARANOIA
Capítulo 38 - RETO
Capítulo 39 - PRIMER PENSAMIENTO
Capítulo 40 - AMIGOS
Capítulo 41 - RUMORES
Capítulo 42 - SUEÑOS Y PESADILLAS
Capítulo 43 - DESPEDIDA
Capítulo 44 - INVENTOS
Capítulo 45 - EL CAPÍTULO PERDIDO
Capítulo 46 - ALIANZAS
Capítulo 47 - FOTO FAMILIAR
Capítulo 48 - NEUROSIS

Capítulo 23 - ACOSADOR

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By GiovannaGiraldo

El conductor del taxi ese día era un señor de aproximadamente unos 40 años, medio calvo y que al parecer era fanático de Katy Perry. Mientras se dirigían al centro comercial Aqua, el hombre iba tarareando Roar y Sara quiso llamar a Val para que escuchara su concierto privado, pero se sintió insegura de sacar su celular. Estaba sola en la calle con un desconocido con su bolso lleno de tarjetas de crédito y un celular de brillantes, no parecía muy buena idea estar luciendo esas cosas. Al final lo único que la ayudó a mirar por la ventana mientras se unía al desafinado coro del señor.

Durante el viaje sólo hubo un momento en que se puso nerviosa, fue cuando se dio cuenta que el conductor la estaba mirando por el espejo retrovisor mientras seguía cantando, pero luego respiró aliviada cuando vio el centro comercial a lo lejos. Era gracioso pensar que tan sólo veinticuatro horas atrás había ido al mismo lugar para buscar a Tomás, se había escondido allí y luego había salido corriendo como loca, y por supuesto, ¿cómo olvidar el detalle del desmayo? En verdad esperaba que nadie la reconociera.

Al detenerse, Sara no esperó a que le cobrara y le pasó unos billetes.

—¿Suficiente? —preguntó. Cuando él asintió y fue a buscar para darle el cambio y ella salió prácticamente huyendo—. No se preocupe, gracias.

Esa era una costumbre de los Smith, odiaban pagar en efectivo y que les dieran de cambio monedas y muchos billetes que terminaban botando o haciendo estorbo. Así que cuando ellos no podían pagar con tarjeta, pagaban con billetes y rogaban que no les trajeran el cambio, fuera lo que fuera, eso quedaba de propina.

Al entrar al fin a la comodidad del centro comercial, lo primero que hizo fue buscar la plazoleta de comidas VIP. Tenía mucha hambre, no había comido nada desde el cereal del desayuno y en el colegio no había tenido tiempo. Ella vio el Café Charlotte, el mismo lugar donde había estado Tomás con sus amigos, y se dirigió exactamente a la misma mesa, luego pidió lasagna y Coca-Cola, ya que no tenía ganas de mirar el menú.

—Sabía que volverías a llamarme hoy —dijo Val al contestar.

—Eres muy optimista —murmuró Sara, había decidido llamar mientras esperaba la comida—. ¿Cómo te fue hoy?

Hubo una pausa y luego una leve risa al otro lado de la línea.

—¿Quieres decir con Cristian? —Inquirió Val— Si, ya hablé con él.

Sara hizo una mueca, no era un secreto que era pésima para las preguntas de doble sentido.

—¿Y qué tal?

—Vamos a salir esta tarde —dijo su amiga un poco tímida—, después te cuento. ¿Dónde estás, S?

—En Aqua —repuso aún enojada—, en mi casa se olvidaron que yo comía, así que voy a aprovechar para comprar algunas cosas.

Val siguió riendo, debía de estar de muy buen humor para reír tantas veces seguidas en una sola llamada.

—Obviamente eso de ser distraídos es de familia.

—Eso creo, pero aun así me dolió —dijo con un suspiro—. Nunca había pasado y lo peor es que estoy sin auto, vine en taxi.

—Ahora, eso es extraño —murmuró Val un poco más seria—. Si quieres cancelo con Cris y te acompaño.

—¡No! —exclamó inmediatamente, Val era buena amiga, pero a veces se pasaba un poco—. Ni se te ocurra, Díaz. Tú vas a salir con Cristian y luego me vas a contar todos los detalles.

—De acuerdo, mamá —bromeó su amiga. Valeria había reído y bromeado con ella en una sola llamada, era un record.

—Bien —murmuró Sara haciendo un esfuerzo por no reír—. Sólo quería decirte dos cosas. Primero: debes verte preciosa y segundo, por favor, no hables de tareas, ni libros, ni nada de eso... es molesto.

—¡Oye! ¡Yo nunca hablo de eso! —Val estalló ofendida, pero después soltó una carcajada—. S, ¿En serio no te importa estar sola?

—Claro que no —Sara sonrió ante la preocupación de su amiga—, la estoy pasando bien. Disfruta mucho tu cita, Val. Te quiero.

—También te quiero. Cuando llegue te llamo y te cuento todo. Bye.

Escuchar a su amiga emocionada y nerviosa al tiempo por su cita hizo que su humor mejorara completamente. Las citas siempre tendrían que ser así de emocionantes, pero mientras llegaba su almuerzo y se preparaba para comer, Sara se preguntó por qué no recordaba cómo se había sentido antes de salir por primera vez con Alex.

Disfrutando de la pantalla gigante que estaba pasando videos musicales, Sara decidió comer despacio y relajarse. ¿En verdad había sido esa misma mañana cuando había hecho las paces con la bruja y había salido victoriosa del escándalo de las fotos? Parecía como si hubieran pasado semanas. Por otro lado, la comida de Café Charlotte era deliciosa y en verdad estaba disfrutando ese momento de soledad. A esa hora el lugar acostumbraba a estar lleno de ejecutivos o personas que estaban de compras, la mayoría solos así como ella.

Cuando ya estaba por terminar su comida, Sara empezó a tener la sensación de estar siendo observada. Ella miró a los lados sintiéndose un poco incomoda, pero allí seguían los mismos ejecutivos que estaban almorzando, luego se fijó en las mesas del restaurante que quedaba exactamente al lado y supo a que se debía su incomodidad que ahora era mucho mayor. Era Martin Brown, un compañero de un antiguo colegio que la había acosado un año atrás hasta el punto de buscarla todos los días a la salida del Santa Sofía, su colegio actual, jurando que eran novios cuando jamás habían sido ni amigos.

Sara recordó que una vez había aceptado salir con él porque era un coctel en una de las empresas de los Brown y Martin había logrado que su mamá los hiciera ir juntos por “negocios familiares”. Al final la noche había terminado cuando había fingido estar enferma y Gaspar la había ayudado a huir de su fatídica cita. Martin, por otro lado, al descubrir que no se había enfermado en realidad, había empezado a crear rumores en la red social a la que todos los del colegio entraban haciendo que todos creyeran que era ella quien lo acosaba. Sara no había perdido el tiempo desmintiendo esos rumores, él mismo había caído cuando había empezado a buscarla en el Santa Sofía, hasta que fue Tomás quien lo había enfrentado haciendo que Martin finalmente desapareciera de su vista.

Hasta donde sabía, luego Emma se había encargado del resto saliendo con Martín. No sabía si era cierto, pero sí lo era, se lo agradecería siempre.

Sara dudo por un momento si quedarse allí y fingir que no lo había visto, pero supo que no valía la pena, Martín parecía una serpiente espiando su presa para después atacarla, una serpiente que sabía que su presa estaba alerta. Si no fuera porque Martin era de una familia muy rica, dueños de una editorial, todos lo recordarían solamente por ser un acosador. Aunque para Sara el hecho de que él fuera millonario hacía que sus actos fueran más reprochables, ya que siempre había creído que por tener dinero podía tener a la chica que quisiera y tratarlas a todas como objetos. Lo triste era que muchas se deslumbraban por lujoso Ferrari y regalos costosos y terminaban en las garras de esa serpiente venenosa.

Intentando ganar algo de tiempo para que Martín se fuera antes y no tener que cruzárselo, Sara decidió llamar a Alex, pero probablemente estaba en clase porque se fue al buzón.

—Hola... —saludó insegura—. Sólo quería saber cómo estás. ¿Sabes? estoy en Aqua, si tienes tiempo tal vez podríamos vernos un rato, llámame. Adiós.

Sara hizo una mueca y se reprochó al colgar, a veces olvidaba comportarse como una novia normal. Mientras se dirigía a la caja iba pensando en que tal vez era momento de actuar un poco más cariñosa, como una novia real, o Alex terminaría aburriéndose de ella.

Justo cuando llegó a la caja y estaba por pasar una de sus tarjetas para pagar, alguien se acercó a su lado.

—No se preocupe, yo pago —dijo Martín mientras pasaba su propia tarjeta al cajero.

Sara frunció el ceño.

—Nadie te pidió que lo hicieras —murmuró irritada.

Martín se apoyó en la pared con sus brazos cruzados y postura serena, él la miró de arriba abajo lentamente antes de responder.

—Es de mala educación ver a una chica sola y no pagar su cuenta.

—¿Y qué estás esperando? —Animó Sara—. Veo muchas chicas pagando solas sus cuentas aquí. ¡Todas están esperando por ti, héroe!

Martín soltó una carcajada.

—Cielos, te he extrañado, Smith.

Sara bufó, aún tenía su mano estirada con la tarjeta a pesar de que el cajero había recibido la de Martin y estaba muy entretenido escuchándolos.

—Cállate, Martín. Conmigo esas cursilerías no funcionan, lo sabes. Mejor úsalas con alguna tonta, no se ¿Emma López, tal vez?

—¡Ah! tu amiga —Martín finalmente sonrió con un gesto de entendimiento—. Es linda, pero hay mejores.

Sara hizo cara de fastidio.

—Mejor me voy, y no te doy las gracias porque no te lo pedí.

Al momento de dar la vuelta y empezar a caminar, sólo tuvo que contar hasta tres para que Martin se hiciera a su lado. En realidad ya se lo había esperado, no sería normal en él desaprovechara esta oportunidad para molestarla.

—¿Qué quieres, Martin? —preguntó sin dejar de caminar—. Si vine sola es porque quería algo de tranquilidad.

—Si... ya me parecía extraño que no estuvieras con tu escolta. ¿Qué? ¿Terminaron?

—Tomás es mi amigo —Sara sonrió con dulzura—. Y estoy pensando en llamarlo. Le alegraría mucho volver a verte, ¿sabes?

Martin aclaró su voz.

—Vamos, Sara. Todo eso quedó en el pasado, yo he cambiado y te lo puedo demostrar.

Sara sacudió su cabeza.

—No me interesa, Martin, en serio. Ahora quiero estar sola, ¿puedo?—  paro e hizo un gesto con las manos.

—Bieeen —él sonrió—, ese no fue un ´NO' rotundo, así que está bien por ahora. Nos vemos, cariño.

Sara se detuvo sorprendida cuando él empezó a caminar en sentido contrario, en realidad no podía creer que hubiera logrado deshacerse de Martin Brown tan fácilmente. Por un momento esperó que fuera una broma y él regresara, pero al verlo desaparecer entre la multitud se sintió más tranquila y dio inicio a su recorrido por los locales de ropa.

 Las últimas veces en que había salido de compras habían sido con su papá quien tenía un gusto impecable, pero sólo amaba comprarle vestidos elegantes y tacones altos, por lo que sus pantalones y ropa normal había tenido que comprarlas por internet en los últimos años, esta sería la oportunidad de elegir a su gusto jeans, leggings, sudaderas, ropa deportiva y muchas cosas más.

La mayor parte de las compras las hizo en la boutique de Morgana Jazz, su diseñadora favorita, desde que Sara tenía 8 años su sueño siempre había sido ser modelo de Morgana y probablemente con la Academia de Madame Mimi habría logrado en un futuro desfilar para ella, pero ahora que se había ausentado de clases ese sueño era cada vez más lejano. Al salir de su recorrido por varios locales, iba llena de paquetes y al darse cuenta que hacían falta los zapatos decidió guardar todo en los lockers que alquilaban para clientes. Cuando iba regresando se distrajo mirando la vitrina de un local.

Era una tienda de artículos de arte, habían varios cuadros, libros, esculturas y cosas para pintar de las que ella no sabía ni el nombre. Ver aquel lugar le recordó a Alex y todas las cosas de las que le había hablado, de su amor por el arte y las pinturas, probablemente fue eso lo que hizo que decidiera entrar.

—Buenas tardes, ¿en qué le puedo colaborar? —saludó muy amablemente la mujer de tez morena cabello oscuro y rizado que atendía

Sara sonrió ante la bienvenida.

—Buenas tardes, busco un regalo para... un amigo —agregó insegura—. Él estudia arte y quiero darle algo, pero quiero estar segura que es algo que él no tiene... y que nadie más tiene.

La mujer asintió con entendimiento mientras repasaba con su mirada los artículos de su hogareño local. Desde el interior, Sara se fijó en que tenía bastantes piezas que su mamá amaría, era una pena que ahora Erika estuviera pasando por una de sus crisis o tal vez la habría invitado.

—No está a la venta, pero creo que algo así es lo que busca —dijo finalmente la mujer—. Dudo que se encuentre en tu presupuesto, pero estoy segura que es único en la ciudad y en el país, mi esposo lo trajo de Francia, es para coleccionistas.

La mujer sacó un libro gigante con un título en francés y bordes dorados, era como una enciclopedia llena de pinturas que ocupaban sus páginas a todo color. A parte de que las imágenes y el diseño eran hermosos, fue el brillo de la mirada de la mujer al ver las páginas lo que la convenció que a Alex le encantaría tener algo así. Cuando se fijó que el precio que estaba en Euros, Sara empezó a meditar.

—Sí, supongo que es costoso —dijo la mujer sonriendo—. Lo siento, buscaré otra cosa.

—¡No, no es eso! —Exclamó Sara—. Sólo estaba pensando con cuál tarjeta voy a pagar. Por favor, necesito que me lo venda, pagaré más de esa cantidad si es necesario.

La mujer la miró sorprendida cuando la vio elegir la tarjeta negra.

—Yo… supongo que es un amigo muy especial para que hagas algo así, hay personas que ganan esa cantidad en un año.

Sara se encogió de hombros, para ella ese era un regalo como cualquier otro, lo único que esperaba era que a Alex le gustara.

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