NOVA

By lnavello

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En un futuro cercano, la superpoblación amenaza con arruinar la economía mundial. En respuesta, los gobiernos... More

Parte 1 - TIERRA
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Parte 2 - NOVA: Día
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Parte 3 - NOVA: Noche
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56

Capítulo 12

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By lnavello

Nadine supo que algo andaba mal desde el momento en que llegó a la mesa de la cafetería y se percató de la ausencia de Cécile. La vivaracha joven de acento francés era siempre la primera en llegar y la última en irse, dado que era una de las pocas personas que Nadine conocía que odiaba dormir.

—¡Siento que estoy perdiendo el tiempo de vida con los ojos cerrados! —decía Cécile hasta el cansancio cada vez que alguien se quejaba de tener sueño.

Kaoru no la había visto y Signe no había llegado. Un mal presentimiento se adueñó de Nadine al punto que su corazón comenzó a palpitar de forma desenfrenada y su mandíbula se tensionó firmemente haciendo que sus dientes rechinaran. Con determinación, caminó hacia el cuartel de Cécile, varios metros más lejos que el asignado a ella misma, en búsqueda de su amiga e implorando todo el camino para que no hubiese desaparecido del proyecto a causa de alguna locura de los funcionarios.

El panel biométrico no le permitía la entrada a un cuartel que no fuese el suyo, pero en el momento que vio a una pareja salir se escabulló dentro antes de que las puertas automáticas se cerraran.

—¿Cécile? ¿Estás aquí? —gritó a la inmensidad de la habitación sin importarle las miradas reprobadoras de los otros ocupantes.

—¡¿Cécile?! ¿Alguien ha visto a Cécile? —preguntó a cada persona que veía.

Un hombre de aspecto hindú le señaló una de las literas al fondo un poco asustado y se retiró rápidamente de su vista, huyendo sin disimulo. El mal presentimiento de Nadine creció a medida que se acercaba a una litera inferior donde un bulto estaba tapado con una manta. Apresurando su paso al punto de casi correr, Nadine se arrodilló al lado de la litera y con una mano destapó al bulto. Cécile estaba allí, respirando, pero su frente estaba empapada de sudor haciendo que sus rulos se pegaran en ella; su semblante estaba pálido y enfermo.

—Cécile, ¿qué diablos te pasa? Iré a llamar a uno de los doctores —dijo amagando a irse antes de ser atajada por una mano resbaladiza que le agarró el antebrazo.

—¿Estás loca? Si se enteran que estoy enferma es el fin para mí. Me sacaran de aquí y me llevarán derecho a una jeringa del tamaño de un taladro —espetó Cécile con dificultad, su otra mano agarrando su vientre—. Es solo un mal estomacal, me sentiré mejor en unas horas.

—No creo que esto sea un simple dolor de estómago, no te mientas a ti misma. ¡Necesitas ayuda! —insistió Nadine intentando zafarse.

—¡Baja la voz! ¡Se van a enterar! —respondió Cécile dándole un tirón para luego sumirse en un gemido.

¿Qué hago? ¡¿Qué hago?!, pensó Nadine estupefacta mirando con impotencia a su amiga sufrir.

—No... — logró articular Cécile antes de lanzar todo el contenido de su estómago al costado de la litera.

Intentando no vomitar por acto reflejo debido al ácido olor, Nadine encontró que volvía a tener el control de sus músculos y, despejando su mente turbada, ayudó a Cécile a que se incorporara. Pasando los brazos de su amiga por sus hombros, levantó a ambas con fuerza.

—Vayamos a los baños a ver si una ducha fría logra bajar la fiebre... —dijo tanto para Cécile como para ella misma.

No llegaron siquiera a la entrada del cuartel, Cécile era un peso muerto que gemía con cada paso.

—Para, Nadine, para. No puedo... El mundo me da vueltas. Déjame sentarme —logró articular la enferma con dificultad.

Se sentaron en una de las literas cerca de la puerta. Varias personas que entraban y salían del cuartel se las quedaron mirando entre confundidas y asustadas pero ninguna atinó a sugerir llamar a uno de los doctores. Algunos le dieron palabras de aliento, otros susurraban con lástima, otro simplemente se apuraban por salir de su rango de visión. Todos sabían, incluyendo Nadine y Cécile aunque no quisieran admitirlo, que los doctores ya estaban alertados ya sea por las cámaras de seguridad como por algún dispositivo intercutáneo. Esto no era un simple dolor estomacal, solo quedaba esperar.

Un hombre en particular se acercó decidido y se sentó al otro costado de Cécile, su mirada llena de profesionalidad inquisidora.

—¿Qué sientes? —preguntó con acento castellano observando cada detalle e indicándole que se recostara en la litera.

—¿Eres médico? —inquirió bruscamente Nadine antes de que su amiga respondiera, su desconfianza ganándole a la cortesía.

—Lo era en mi vida anterior, al menos. Trabajaba en una clínica de Guatemala. No creo que pueda ser de mucha ayuda pero al menos puedo intentar deducir lo que le está ocurriendo a esta joven, si está interesada —contestó el hombre con educación.

—Siento náuseas y todo me da vueltas, pero lo peor es el dolor de estómago... me duele muchísimo —explicó Cécile, sus ojos cerrados fuertemente y su respiración agitada.

El hombre comenzó a palpar el estómago de la chica entre gemido y gemido, haciéndole preguntas varias e intentando calmarla con sonrisas y palabras bonitas. En lo personal, Nadine aborrecía a los médicos. Todo ese rollo de poner la salud de uno en manos de una persona que prácticamente no conocías era preocupante, pero el hombre parecía uno de los pocos que amaba su profesión y tenía vocación para ella.

Antes de que el médico pudiese anunciar un diagnóstico, la Dra Loven y uno de sus colegas, el Dr Gupta, ingresaron por la entrada seguidos de un camillero. Nadine se interpuso sin pensarlo entre ellos y la aterrorizada Cécile, sin decir una palabra.

—Nadine, no tenemos tiempo para tus caprichos. Apártate para que podamos ayudar a Cécile —dijo la Dra Loven con frustración haciendo un ademan con la mano.

—No dejaré que se la lleven —amenazó Nadine.

—Dr. Gonzalez, perfecto que usted esté aquí. ¿Cuál cree que es el diagnóstico según lo que pudo observar? —preguntó la Dra. Loven ignorando por completo a Nadine al descubrir al médico intentando tranquilizar a una Cécile en pánico.

—Diría que su apéndice estalló —respondió el Dr. Gonzalez cortante.

—Excelente, está usted en lo cierto. Es lo que hemos concluido nosotros. Sería buena idea que comenzara a pensar cómo trataría este caso sin los elementos básicos, a modo de práctica para cuando estén en NOVA —aclaró la Dra. Loven como si estuvieran en una clase de secundaria.

El Dr. Gonzalez no respondió, pero tampoco se mantuvo al lado de Cécile. Con una mirada desafiante a los doctores del proyecto NOVA, se retiró del cuartel con sus puños cerrados fuertemente emanando ira.

—En serio, Nadine, apártate o serás removida del proyecto por obstruir con los procedimientos básicos. Eres inmadura y caprichosa, eso está claro, pero no eres tonta. Sabes perfectamente que no conseguirás nada más que tu propia perdición con este pequeño acto de rebeldía —retó la Dra. Loven.

Tenía razón, no conseguiría nada parándose allí como un pilar, debía ser inteligente, debía que negociar. Intentando hacer caso omiso a los llantos de Cécile que le hacían un nudo en el estómago, Nadine miró a la Dra. Loven con la frente en alto.

—¿Qué es lo que harán con Cécile ahora? —preguntó con su máscara impávida mordiéndose el interior de la mejilla para no delatar su inseguridad.

— Le haremos una pequeña cirugía y un tratamiento de antibióticos. —respondió la Dra. Loven con una expresión extrañamente satisfecha en el rostro.

— ¿Y luego volverá al proyecto NOVA? —continuó Nadine. Necesitaba toda la información que estuvieran dispuesta darle.

— Testearemos un nuevo procedimiento y unos nuevos antibióticos con ella. Si todo es un éxito entonces volverá al proyecto NOVA, en caso contrario se mantendrá en estudio y será un nuevo sujeto de pruebas para otros estudios —respondió la doctora nuevamente con inusual honestidad haciendo que los sollozos de Cécile se incrementaran.

— Déjenme estar a su lado durante el procedimiento. No molestaré, no haré un escándalo ni me pondré en su camino; simplemente déjenme hacerle compañía a Cécile —propuso Nadine mirando a la Dra. Loven a los ojos.

— ¿Eres consciente que tu amiga estará anestesiada y no sabrá que estás allí? —inquirió la doctora.

— Sí, y si la situación no termina en un éxito no me interpondré —mintió Nadine.

La verdad era que si los experimentos que iban a realizar en Cécile fallaban, haría lo imposible para que no la volvieran a tocar; pero no podía adelantarse. Cuando llegara el momento al menos estaría con ella haciéndole compañía y tendría su alrededor analizado al detalle para decidir cómo actuar.

Ante el leve asentimiento de la Dra. Loven, subieron a Cécile en la camilla y comenzaron a caminar por los pasillos de las instalaciones con dirección a una recóndita sala de operaciones. La mano de Nadine aferrando fuertemente la de Cécile en todo momento. 

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