Las 3:45 marcaba el reloj de pared, y ya solo contaba el tiempo para bajar las persianas y cerrar con llave antes de salir.
Desde luego ni un alma fue a pararse en el café, las personas pasaban y miraban al interior, dándose cuenta de que el dependiente estaba más distraído en las manecillas y un libro de historietas sobre el mostrador que en trabajar en la dichosa bebida insípida que preparaba. Si pudo haber tenido algún cliente, Donghae lo rechazo, era un hecho.
Estaba asimilando, que después de lo que ocurrió en el instituto con Lee HyukJae, su cliente frecuente no volvió a aparecerse para pedirle lo único que le quedaba bien, un licuado de fresas. Asi que solo le quedaba armar el rompecabezas y comprender entonces porque tenía tantas fotografías de él en el trabajo. HyukJae era su misterioso cliente de día con día.
La campanilla de la puerta tintineó, indicándole la llegada de alguien al local. Lentamente fue alzando la mirada hasta toparse de frente con el dueño de sus pensamientos actuales.
-¡Esta aquí!- Donghae se lanzó sobre el mostrador, rodeando con los brazos el cuello del chico, que usaba sus atractivas gafas de sol en interiores, y esas gorras tejidas que le iban bastante bien. Al apartarse, rápidamente se avergonzó de su atrevido acto. –Lo siento- se disculpó, haciendo una leve reverencia.
El chico no tenía alguna reacción en específico, cuando de pronto llevo una mano a su rostro y aparto las gafas.
-¿HyukJae?
Este agacho la cabeza. -Podrías darme un...
-Licuado de fresas- a completo sin dificultad alguna, viéndose atónito. –E-enseguida.
El azabache dio media vuelta dirigiéndose a la parte de atrás, donde se apresuró a tomar la fruta y la leche de la nevera. Mientras tanto HyukJae busco su mesa habitual, y fue a sentarse algo vacilante.
No tardo ni cinco minutos en volver con la copa al tope sobre la bandeja metálica en sus manos.
-Aquí tienes- dijo automáticamente, tan acostumbrado a esas conversaciones que mantenían en sus visitas.
-Gracias Donghae.
El aludido seguía sin cambio en la cara. Era ridículo, puesto que ya imaginaba que ambos personajes en realidad eran uno, asi que debía estar tomándolo con ligereza.
-¿Por qué estás aquí?
HyukJae estaba a punto de beber de su copa, cuando la pregunta le llego como un balde de agua helado. Trago saliva y mordió los labios resecos. –No pude evitarlo perdona. Me iré si te incomoda.
Donghae se movió veloz y detuvo cualquier movimiento que indicara que se apartaría. Entonces arrastro la silla y tomo asiento a su lado, soltando un suspiro.
-¿Cómo están tus manos?- El pelinegro le sonrió ligeramente, tan rápido que no pudo apreciarlo, y le permitió a Hae alzar por sí mismo las mangas del suéter. Al roce de la tela hizo una mueca de dolor. -Vaya que te recuperas rápido. Como cuando HeeChul y Si... eh, no importa- se corrigió a sí mismo, temeroso de lo que iba a salir de sus labios.
-Aún tengo que esperar a que cierren totalmente. Sora piensa que debo quedarme en casa hasta entonces.
-¿Sora?
La mirada en el menor le indicaba que estaba curioso, seguramente por la mención de un nombre femenino que no podía ser el de su madre.
-Sora-noona, mi hermana.
-¿¡Tienes una hermana!?- de nuevo esa expresión entre embrollada y sorprendida, que hizo reír apenas a HyukJae. –Cielos, ella debe estar muy molesta. ¿Le has dicho que venias?
-No soy un niño, joder.- gruño, volviendo a tomar atención a su bebida rosada. Últimamente media mundo quería protegerlo, un acto que a su parecer era demasiado hipócrita en algunos, y eso no iba a dejar de irritarlo.
-Vamos, esas heridas no son para menos. Acabas de hacértelas. Tú debes estar en casa cuidándote para volver pronto a las clases.
-¿Volver?- repitió HyukJae, y apretó la mandíbula. – No pienso volver a ese infierno.
-¿Qué?- se sobresaltó. -Pero aún nos queda medio año.
-Me da igual.
-¡HyukJae!
El pelinegro se levantó como un trueno del asiento, y se colgó la chaqueta, saco su billetera y dejo el dinero exacto sobre la mesa.
-Gracias por el licuado, como siempre, estuvo delicioso.
-¡No me jodas con eso!
-Me voy.
-¡LEE HYUKJAE!
Donghae observo con cólera, como el tipo escapaba de él dejándole con cientos de palabras atoradas en la garganta. De pronto estaba preocupándose, y a la vez estaba intrigado por obtener las respuestas de su boca, hacia lo que vio en el baño, lo que paso antes de este embrollo, y su actitud fría de ahora. Lamentablemente no obtendría nada de él ese día.
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HyukJae llego a su hogar con el corazón acelerado en el pecho, su respiración era errática luego de haber ido corriendo hasta ahí. Los ladridos de Choco le trajeron de vuelta a la realidad, y se agacho a recogerla entre sus brazos. La pequeña bola de pelos le observo con sus redondos ojos, y saco la lengua húmeda para limpiar con ella las lágrimas que derramaba su dueño.
-Eres una chica linda ¿ah?- En respuesta, esta ladro y meneo su pequeña colita, a lo que Jae sonrió. –Te mereces un premio.
Llevo arrastrando sus pesados pies hasta la cocina y saco el sobre de carne seca que guardaba en la alacena, vaciando el contenido en el plato especial de Choco que dejo después en el suelo. Su mascota devoraba literalmente la comida, sin prestarle mayor atención a él.
-¿A esto se debía tanta ternura, querías carne? ¡Bah! Que gran amiga- Ironizo.
El ruido de la puerta de entrada cerrándose alerto a Hyuk de la llegada de su hermana, o en su defecto, de Kyuhyun. No espero que fueran ambos.
-¿Estuviste aquí todo el día como indique?
Sora se apartó el abrigo y bufanda, dejándolos botados sobre la mesa junto con el bolso de mano y las llaves.
-¡Hey, tienes que recoger eso!
-Deja de ser dramático- protesto la chica. –Tú y tus problemas con el orden. Respóndeme.
-Si- suspiro el pelinegro sin mirarla.
-No es verdad- dijo la voz del crio que ya estaba volviendo a desesperarle, ¿Qué no podía dejar de entrometerse?
-¿¡Donde estuvo entonces!?- chillo su hermana, con fingida indignación.
-Lo vi saliendo de la cafetería de Donghae, se escabullo entre la multitud.
-¡No había ni un alma, ¿cómo iba a poder escabullirme?!
Sora alzo una ceja y Kyuhyun sonrió con júbilo. Si, se había delatado solo como el idiota que era.
-Tengo que encerrarte ¿verdad? No me hagas poner llave a tu habitación Lee.
Entre gruñidos de enfado, respondió: -No es necesario, hago lo que quiero, no puedes limitarme.
-¿Quieres apostar?
HyukJae no quería, vaya que no, de lo contrario se la pasaría el resto de sus días siendo dominado por esa chica que decía cuidar de él. Más parecía que le retenía.
-Kyuhyun se ha ofrecido amablemente de quedarse contigo mientras yo este fuera.- indico –No puedo creer que sea más responsable que tu Hyuk.
-¡No le necesito!
Sora ignoro su rabieta, y fue hacia la estufa eléctrica seguramente para ver la cena. Al poco segundo la escucho suspirar como hacia cuando había hecho alguna travesura.
-Y dices que puedes solo, idiota.
Ambos, tanto Kyuhyun como HyukJae fueron acercándose, para ver que todo el agua del ramen estaba evaporado, y algún guiso imposible de identificar, desparramado en el mueble con un color negro quemado.
-¡Te dije que lo sacaras del fuego en cinco minutos!
-¿¡Crees que soy una alarma!?
-¡No, eres un imbécil idiota! ¿Qué crees que voy a cenar?
-¡Cenaremos!- corrigió el pelinegro, tratando de desafiarla, pero esa mirada en el rostro de ella le hizo titubear.
-¡Tú ya has ido con ese muchacho a comerte alguna chatarra y beber azúcar sin más! ¡No te incluyas, porque no pienso compartir contigo NADA!
Como un cachorro reprendido, dio un paso atrás y vio como Sora alzaba el teléfono local.
-¿Hola? Quiero una orden a domicilio de kimchi por favor.
Kyuhyun reía libremente a su costado, tomándose el estómago entre las manos y desternillando más cada que veía su cara enfurruñada.
-Cállate ya mocoso.