Hold me tighter (HMT2) » Sug...

By thatsmyego

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Yoongi sigue necesitando a alguien que lo abrace fuerte. El único problema es que Hyesun ya no está para hace... More

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t r e s
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t r e c e
c a t o r c e
q u i n c e
d i e c i s é i s
d i e c i s i e t e
d i e c i o c h o
d i e c i n u e v e
v e i n t e
v e i n t i u n o
v e i n t i d ó s
v e i n t i t r é s
v e i n t i c u a t r o
v e i n t i c i n c o
v e i n t i s é i s (i)
v e i n t i s é i s (ii)
v e i n t i s é i s (iii)
v e i n t i s i e t e
v e i n t i o c h o
v e i n t i n u e v e
t r e i n t a
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t r e i n t a y u n o (ii)
t r e i n t a y u n o (iii)
t r e i n t a y d o s
t r e i n t a y t r e s
t r e i n t a y c u a t r o
t r e i n t a y c i n c o
t r e i n t a y s e i s
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t r e i n t a y n u e v e
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c u a r e n t a y d o s
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I
II
III
IV

c u a t r o

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By thatsmyego

Kangjoon escuchó atento toda la historia. Desde el supuesto suicidio hasta las tardes lluviosas de Londres en las que Yoongi y yo nos quedábamos en la cama sin hacer absolutamente nada. Jimin se tomó dos cafés más porque la velada se alargó más de lo que tenía planeado. Cuando acabé de hablar sentí que me había quitado un grandísimo peso de encima. Pedí un vaso de agua y me lo bebí casi de un sólo trago. Tanto hablar me había dejado sin saliva.

— Resumiendo,  — apuntilló enseguida Jimin — que se fue con el amor de su vida y ahora lo único que quiere es deshacerse de él.

— No me extraña. Menudo cabrón.

— ¡Aleluya! ¡Alguien que al menos piensa como yo! — exclamé feliz, juntando las manos en una sonora palmada. Di un golpe suave a Jimin en el hombro, fingiendo estar enfadada. Él emitió un gemido agudo y absurdo. — ¡Y no quiero deshacerme de él! Sólo quiero que me deje. Y ya está, todo solucionado.

— ¿Y por qué no hablas con él?— sugirió Jimin todavía frotándose la zona dolorida.

— ¿Por qué no le pegas una paliza? — bufó Joon. Al parecer continuaba teniendo graves problemas de irascibilidad. Se cruzó de brazos y apoyó la espalda en el respaldo, de morros, sin dejar de protestar.

— Tampoco soy tan violenta. Y tampoco creo que sea necesaria una paliza.

— Te juro que como vea a ese... — Joon empezó a removerse en la silla, inquieto, protestando entre dientes y seguramente dispuesto a buscar por todo Seúl a Yoongi. Yo me reí, nerviosa, y le pedí que se calmara con los brazos en alto. — Opto por dejarle paralítico.

— Yo opto por tener una charla civilizada y un beso después~ — Canturreó Jimin, moviendo la cabeza de lado a lado, sonriente.

Suspiré. — Lo siento, pero yo no opto por ninguna de las dos opciones.

— ¡Hye! — protestaron los dos, al unísono.

Me encogí de hombros. — Todavía tengo que pensarlo bien...

Estuve cerca cinco minutos escuchando quejas por parte de ambos. Kangjoon seguía diciendo que lo mejor era dar un ultimátum a Yoongi utilizando la violencia, casi a gritos, mientras que Jimin defendía que el cabrón y yo debíamos solucionarlo cuanto antes porque éramos su pareja preferida. Al final, tuve que poner orden entre los dos. Ahogué un grito y cambié completamente de tema, anunciando que debía ir al banco a cambiar todas las libras esterlinas que había metido casi a presión en el bolso. Los tres salimos de la cafetería después de que Jimin intentara -fallidamente- ligar con la camarera que nos atendió. Le di unas palmaditas en la espalda, a modo de consuelo.

Echaba tanto de menos el centro de Seúl que acabe comportándome como una niña en Disneylandia. Emocionada, señalando cada rincón de cada calle, tirando de la chaqueta vaquera de Jimin o dando golpes en el brazo a Kangjoon. Al final, los dos chicos me acompañaron durante toda la mañana, ayudándome con los recados. Creé una cuenta bancaria a mi nombre y arreglé el papeleo de la universidad. Me sorprendió que Kangjoon se moviera por el campus con toda naturalidad, así que le pregunté. No sólo sobre los estudios, también por su vida en general; aunque él se me adelantó y me preguntó si de verdad estudiaba psicología. Debió de verlo apuntado en los formularios.

Estuvimos unos cuantos minutos formando un buen escándalo porque ambos nos dimos cuenta de que éramos compañeros de facultad, y probablemente de clase. Incluso Jimin se puso a dar saltitos a pesar de que él ni siquiera estudiaba en la universidad. Después, Joon me explicó que tuvo que dejar el trabajo -y todo, al fin y al cabo- porque tuvo que irse de Seúl para cuidar a su abuela enferma. Estuvo tan ocupado que no contactó conmigo, aunque sí supo que me habían atropellado. Kangjoon se disculpó conmigo por no haber ido a visitarme, pero le dije que no era necesario, que su abuela era mucho más importante que yo. Joon parecía apagado al hablar sobre su abuela, así que me fue fácil suponer que la pobre mujer había muerto.

Las horas pasaron rápido. Cuando me quise dar cuenta, Jimin ya estaba cogiendo el metro para irse a sus clases en el conservatorio de danza. Le prometí que le invitaría a una cena. Era lo menos que podía hacer para agradecerle lo que estaba haciendo él por mí.

Entre promesas, charlas con Kangjoon, paseos por la facultad de psicología -Joon insistió en mostrármela porque era bastante grande y estaba seguro de que iba a perderme-, entre explicaciones y platos de comida, acabé llegando a casa de Jimin a casi media noche, con él cargando más bolsas con comida regalada dentro.

Entramos en el apartamento intentando no romper el silencio. Las luces volvían a estar apagadas, yo volvía a estar cansada y Jimin volvió a darme las buenas noches, pero Yoongi no volvía a estar dormido en el sofá. No le di mucha importancia. De todas formas, Yoongi ya me daba igual. Jimin parecía algo más preocupado, pero se le pasó cuando insistí en que iba a hablar con él en cuanto llegara a la casa. Bueno, y porque también prometí a Jimin que le haría el desayuno a la mañana siguiente.

La puerta de mi habitación estaba cerrada a cal y canto, como yo la había dejado. Giré el picaporte despacio, intentando no hacer ruido. Suspiré, agotada, con un dolor de pies terrible por caminar tanto y tan a lo tonto por la ciudad. Encendí la luz y ahogué un grito.

— ¿Doy tanto miedo?

Para ser sincera, sí. Yoongi daba algo de miedo. Estaba sentado al borde de la cama, con los codos apoyados sobre las rodillas y los dedos entrelazados, mirando al suelo, con el largo flequillo grisáceo tapándole parcialmente los ojos, que estaban cercados por unas ojeras rojizas. Me pregunté enseguida cuánto tiempo llevaba Yoongi sin dormir. Me apoyé sobre el marco de la puerta, cruzada de brazos y aparentando tener una actitud relajada cuando en realidad todas las luces de emergencia estaban encendidas en mi interior por culpa de Yoongi.

—¿Qué quieres?

— Sólo hablar. — respondió, con frialdad. Yoongi inspiró fuertemente y soltó el aire por la nariz, despacio. —No quiero que estés así conmigo, Hyesun.

Cada vez que decía mi nombre era como si algo dentro de mí me dijera que la mejor y única opción era besarle. Era la única persona capaz de llamarme por mi nombre completo con un tono amenazante, dulce y seductor a la vez. Me gustaba que me llamara Hyesun y no Hye, como hacía la mayoría de la gente. Supuse que eso era una de las pocas cosas que hacía especial nuestra relación. Cerré los ojos con fuerza y me dije a mi misma que me mantendría impasible. Le miré. Pensé que vendría a declararme la guerra firmemente, pero parecía relajado.

— No puedo estar de otra forma contigo.

— Te pedí perdón. — añadió. Hablaba más deprisa de lo normal, cosa que me sorprendió. Quizá quería acabar de hablar lo antes posible. — Sólo quiero arreglar las cosas, sabes que te adoro. Hye, venga. Quiero volver a dormir contigo, quiero volver a poder hablarte sin que me ignores, quiero volver a...

"Hye". Resoplé. — Las palabras bonitas ya no funcionan conmigo, Suga.

Que le llamara por su apodo con cierta sorna debió de pillarle con la guardia baja. Se rió, sarcástico como siempre, y se dejó caer sobre la cama, boca arriba. Estiró el brazo sobre el colchón y miró hacia el lado donde yo había dormido la noche anterior.

— En serio, quiero volver a dormir contigo.

— Vete.

— ¿Vas de chica mala?

— Venga, pírate. No vas a volver a dormir conmigo más. Vamos, sal de aquí.

Volvió a reírse. — Hye, no te va el papel de chica rebelde, siempre me has parecido una niña buena. Y guapa, preciosa.

—Ya no soy una niña estúpida que se cree tus palabras.— Solté, esperando que se fuera de una vez. —La puerta está abierta. Levántate y vete.

— ¿Cuáles son las palabras mágicas? — Canturreó.

— Fuera.

— No voy a irme. No hasta que te tumbes conmigo, me abraces y me digas que todavía me amas. Porque sé, cielo, que todavía me quieres.

Me irritaba que actuara tan raro. Fruncí el ceño. — Te has drogado, ¿verdad?

Levantó las manos. —Estoy limpio, limpísimo.

— Mira, Yoongi, no sé lo que te pasa, pero vete ya. Quiero descansar. Fuera.

—  Quiero recuperarte, eso me pasa. Quiero recuperarte y no voy a discutir contigo. Si lo quiero, lo quiero.— sentenció, reincorporándose poco a poco. Su mirada había cambiado. Parecía algo cabreado. — Hye, quiero arreglarlo. Sabes que no acepto un no por respuesta.

— No hay nada entre nosotros. No hay nada que arreglar.

Yoongi ladeó la cabeza y entornó los ojos. Sonreía, pero no era una sonrisa amarga, ni triste, ni irónica. Sonreía como si se estuviera divirtiendo. Yo puse los ojos en blanco.

—Hye, me confundes.

— Vete de una jodida vez de la habitación, Yoongi. — le pedí, perdiendo la calma.

— Me miras como lo hacías antes pero me dices que lo nuestro está muerto. ¿A qué juegas?

— Deja de joderme. ¿A qué juegas tú? ¿Eh, cabrón? — Cerré la puerta casi sin darme cuenta porque mi subconsciente sabía de sobra que iba a ponerme a gritar en un pestañeo.— Me llamas zorra cada dos minutos y luego vienes diciendo que quieres recuperarme. Ley número uno de todas las leyes: ¡no se recupera al amor de tu vida llamándole zorra!

Yoongi empezaba a sonreír más. — Grítame lo que te dé la gana, no pienso ceder.

— ¿Sabes? Si crees que ahora voy a acercarme a ti para gritarte, te equivocas. No voy a dejar lo que pase lo de siempre. Nada de besarme para que me calle y nada de echar un polvo. ¿Crees que soy tonta?

Yoongi dejó de sonreír. Hizo una mueca, fastidiado, y se levantó de la cama, chasqueando la lengua. Se pegó a mí. — Vaya, has aprendido bien mi método.

Le aparté de un empujón, fuerte. Yoongi me amenazó con la mirada, pero la sostuve. — Vete. Ahora.

— Ya verás cómo en dos días vuelves a decirme lo mucho que me quieres.

Señalé la puerta abierta. — Ya verás como en dos días me has perdido para siempre.

Se rió nuevamente, y antes de salir de la habitación, Yoongi se acercó a mí y me plantó un beso corto en los labios. Él hubiera continuado besándome si no fuera porque le di un manotazo antes de que pusiera sus manos en mi cintura para acercarme a él. Volví a empujarlo con cara de asco.

— Sí, ya veremos. Buenas noches, Hye.

Me lanzó un beso antes de bufar algo entre dientes. Le vi buscar sus botas en el hall y le vi irse por la puerta, calcando los puños en los bolsos de su chaqueta. Cerró con un portazo.

Yo iba a volverme para irme a dormir, pero vi cómo Jimin asomaba la cabeza por un lado del sofá, escondiéndose.

— Te he visto.

Salió de su improvisado escondite señalando hacia la puerta. — ¿Y eso es todo? ¿No hay más drama? He estado a punto de prepararme un sándwich pensando que ibais a estar así durante horas.

Le fulminé con la mirada. Jimin soltó una risilla nerviosa. — Buenas noches, Jimin.

— Hey, ¿podemos ver una película?

Suspiré. — ¿Por qué dices cosas tan aleatoriamente?

— Eso es un sí.

— Estoy cansada...

— Venga, que así te olvidas de Suga.

Me cogió de la muñeca y tiró de mí hasta el sofá, donde me obligó a sentarme.

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