NOVA

By lnavello

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En un futuro cercano, la superpoblación amenaza con arruinar la economía mundial. En respuesta, los gobiernos... More

Parte 1 - TIERRA
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Parte 2 - NOVA: Día
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Parte 3 - NOVA: Noche
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56

Capítulo 4

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By lnavello

Durante el resto del día, Nadine no hizo absolutamente nada más que navegar por su Tablet e ignorar a todo el mundo, aunque leer no era uno de sus pasatiempos favoritos. El cuartel de Nadine era uno mixto, el pudor al parecer ya no era algo para preocuparse según los organizadores del proyecto NOVA. En lo personal, se sentía confiada en su cuerpo y no iba a ponerse mojigata ahora cuando en el verano usaba unos diminutos bikinis y fotógrafos la perseguían por doquier, pero notó la incomodidad de varios de sus cohabitantes y se apiadó de ellos.

No había recibido ningún otro mensaje en la tablet y se dispuso a ignorar el primero asumiendo que había sido una broma de alguno de sus nuevos compañeros.

Durante la cena, nuevamente consiguió de la máquina expendedora purés desagradables con olor a podrido que le hicieron revolver el estómago y hacer arcadas. No pudo comer más de unos bocados con la esperanza que en algún momento decidieran servirles algo sólido y con menos hedor. Comió sola nuevamente, escuchando algunos murmullos o comentarios aislados sobre su presencia en el proyecto NOVA, pero los ignoró y puso su mejor fachada altanera. La única diferencia fue que pudo observar la llegada de un recién reclutado, un reflejo exacto de ella misma unas horas atrás.

Se trataba de un muchacho joven, todavía en la adolescencia, cuya piel color caramelo apenas si se distinguía por la palidez del miedo en su rostro. Sus ojos oscuros estaban casi desorbitados y hablaba en un idioma que Nadine no lograba identificar con exactitud. La Dra Loven lo ignoró completamente y lo dejó allí parado enfrentando las mesas de la cafetería como si de un perro se tratase. A diferencia de cuando había llegado, algunos chicos de su edad se pararon y le dieron unas palmadas de aliento en la espalda intentando animarlo, pero no dijeron ninguna palabra que no fuese en inglés.

Cuando se estaba por levantar de la mesa para volver al cuartel y buscar algún lugar para ducharse, una muchacha sonriente y de ojos brillantes se sentó frente a ella haciendo casi rebotar su bandeja contra la mesa.

—¡Hola! Soy mi nombre es Cécile Moreau, soy de Francia —dijo rápidamente en inglés con un evidente acento francés que no daba lugar a dudas de dónde era —Y por supuesto que se quién eres, ¡la famosa Nadine Ruetter! Soy una gran fan.

Siendo honesta, había esperado que esto sucediera un poco antes, no era para nada inesperado. La cabeza de Cécile estaba cubierta de unos pequeños rulos bien formados que se balanceaban con cada movimiento de una forma casi cómica. No era una de sus usuales compañías pero necesitaba a alguien con quien hablar en este infierno, quisiera o no.

—Hola Cécile, ¿hace cuánto que estás aquí? —preguntó usando su más inocente sonrisa.

—Tres meses —contestó con la boca llena —si les sigues la corriente no es tan malo. Mejor que comas esta porquería, sino te darán un sermón salido de una película de terror; yo hice lo mismo cuando llegué.

—¿Quieres decir que esto es lo único que hay para comer? —preguntó sin disimular su horror.

—Oh si, la pasta esta tiene toda la nutriente que se necesita. Incluso están adaptados a cada uno de nosotros de acuerdo al seguimiento médico que nos van haciendo.

—Moriré de hambre

—No, no lo harás. Lo comerás como el resto de nosotros —dijo con un suspiro resignado.

No le importaba, no comería esta basura por más nutritiva que fuese a menos que se estuviese desvaneciendo de hambre. Una nueva persona se acercó a la mesa y se sentó al lado de Cécile también sonriente.

Genial, pensó, estoy atrayendo todas las caricaturas.

—Este es Hashimoto Kaoru, todavía sigue en el curso intensivo de inglés aunque ya casi que lo domina. Kaoru, ella es Nadine Ruetter, es famosa ¿sabes? —introdujo Cécile intentando ingerir lo más rápido que podía la comida para no sentirle el gusto.

El joven japonés continuó con su sonrisa e hizo una leve inclinación a modo de presentación. Tenía que admitir que la sonrisa de ambos era contagiosa.

—Konbanwa, Hashimoto-san —respondió ella con una de las únicas palabras que sabía en japonés inclinándose levemente.

Lejos de tener el efecto esperado de admiración, el joven japonés abrió los ojos en pánico y comenzó a mirar hacia todos lados mientras Cécile se atragantaba con el puré en un ataque de tos.

No creo que mi mala pronunciación haya sido para tanto, pensó Nadine un poco ofendida.

—Kaoru, ¡Kaoru! No pasa nada, todavía no tuvo la inducción. ¡Cálmate! —dijo Cécile aun tosiendo mientras intentaba hacer reaccionar al joven tirando levemente de su camiseta.

—¿Cuál es su problema? —demandó Nadine— Solo intentaba ser educada.

—Mañana tendrás una inducción donde te explicarán todo, pero debes saber que no se puede hablar otro idioma que no sea inglés. Aquellos que no pasen una prueba tienen un curso mega-intensivo para que aprendan rápido.

—¿Me estás jodiendo? —preguntó Nadine incrédula.

—Ojalá, los que superen un cierto número de faltas son.... castigados... mira, mejor déjalo para que te lo expliquen mañana. —dijo Cécile un poco nerviosa con los ojos aun llorosos por haberse atragantado con la comida.

—Tu buen japonés, Nadine —dijo Kaoru respirando fuerte por los nervios e intentando disculparse.

—¿Entonces esto es todo un plan de EEUU? —preguntó Nadine intentando darle sentido a todo lo que le estaban diciendo.

—No creo, solo usan el idioma que más nacionalidades conocen para que sea más fácil nuestra comunicación. Mira alrededor Nadine, somos un arcoíris —dijo Cécile haciendo un ademán con sus manos hacia ambos lados.

—¿Pero el idioma qué más se habla no es el Mandarín o el Hindi? No recuerdo cual pero era uno proveniente de Asia.

—Realmente no tengo idea, pero quizás solo sean más habitantes. El inglés es un poco más global en términos geográficos.

Nadine intentó procesar lo que esto significaba. Era verdad que necesitaban una forma de poder comunicarse, pero la selección del inglés parecía un poco arbitraria... Aunque tenía que admitir que seguramente fuese más rápido para el proyecto NOVA. Ahora que lo pensaba, los países con más habitantes deberían tener más probabilidades de estar en el loto, pero mirando alrededor las nacionalidades parecían bastante parejas. El Loto estaba ponderado por cantidad de habitantes, eso era una novedad.

Una voz nerviosa pero lo suficientemente alta para ser escuchada desde su mesa la sacó de sus pensamientos e hizo llevar su mirada hasta la mesa en donde el chico nuevo había sido escoltado. El muchacho estaba hablando de forma apurada casi al borde de la desesperación intentando que alguien le respondiera. Los que lo rodeaban solo negaban con su cabeza o intentaban explicarle algo en inglés.

Nadine distinguió palabras que sonaban a isha, azalá, qibla, y Makkah, pero solo logró comprender lo que estaba ocurriendo cuando el nuevo joven se levantó, se sacó su camiseta y mirando desorientado alrededor en búsqueda de algo que no pudo encontrar, se acuclilló en el suelo en llantos sobre ella. Procedió a murmurar algo mientras inclinaba rítmicamente su cuerpo.

Varias personas, algunos similares al joven en rasgos y otros que no tanto, se acercaron a él en forma apresurada intentando detenerlo, pero el joven los ignoró.

—Oh no, espero que logren convencerlo —dijo Cécile sombríamente.

—¿Cuál es el problema? Solo está orando —excusó Nadine sin comprender.

—¿Crees que en un lugar donde solo se puede hablar en inglés permiten las religiones? –dijo Cécile arqueando las cejas testeando a Nadine.

En el otro extremo de la cafetería, uno de los jóvenes que se habían acercado al chico musulmán le dijo algo fuertemente en árabe que hizo parar las oraciones. El chico nuevo abrió los ojos aterrorizado mirando en todas direcciones mientras que el que lo acompañaba le hizo señas para que se sentara nuevamente en la mesa en silencio.

—Valiente —admiró Kaoru.

—Esperemos que todavía tenga chances de equivocarse con el idioma, si contó mal está afuera —agregó Cécile.

—¿Afuera?

—Nadie vuelve de los castigos, Nadine —explicó Cécile, su sonrisa inicial apagada.

Me cago en todo, pensó Nadinecomenzando a tener miedo de verdad.    

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