Hoy es un nuevo día. Desperté de madrugada, antes de que él lo hiciera. Dormí perfectamente. Me levanté de la cama y comencé a preparar un desayuno para dos. Mientras, recordaba el episodio de ayer. Me siento culpable. No se si esta bien lo que estoy haciendo. Ciro parecía tan encantado con lo que hacíamos, hasta trató de que duerma en su pecho, como una pareja normal. Y me hubiera encantado que el sentimiento fuese correspondido, pero no fue así. ¿Lo peor de todo? Es que se siente bien. Se siente bien que te quieran, y tu no sentir nada por nadie. No tener miedo a que te lastimen. ¿En qué me he convertido?
Terminaba de hacer panqueques, cuando lo escucho venir desde la habitación. Viene con el torso desnudo, y se ha puesto su jean. Yo tengo puesta su camisa. Se que efecto causa este simple detalle en los hombres.
— Bonita, buen día.
Sonrió y le hago un gesto para que se siente mientras termino de cocinar.
— ¿Así que esta es una de tus otras tantas habilidades ocultas?
— ¿Que puedo decir? El arte de cocinar es una de mis cosas favoritas.
Cuando volteo, lo sorprendo mirando mis caderas.
Sonríe, de lado. Como siempre que lo engancho haciendo de las suyas.
— No me esperaba lo de ayer. Pero menos aun me esperaba que te fueras a dormir sin tener contacto conmigo. Y tampoco me esperaba que te levantaras antes que yo.
Reflexiono sobre que responder. Él solo me observa.
— A mí también me gustó lo que pasó anoche. Tampoco me lo esperaba. Ninguno de los dos esperaba algunas cosas, y sin embargo sucedieron. ¿No son esos detalles lo que hacen la vida sorprendente?
Esquive el momento triunfalmente.
— Mmm,mmm.
Afirma con la cabeza, sin decir más que eso. Murmura algo que no logro oír.
— ¿Nos vemos mañana, bonita?
Y ahí me di cuenta, ese momento marcó un antes y un después en nuestra relación. Ahí estaba yo, atrapada en una relación de sentimientos no correspondidos.
— Nos vemos cuando quieras, "bonito".
Me acerco a él lentamente. Él está sentado con las piernas abiertas, y yo en el medio. Lo observo devorándolo con la mirada, y comienzo a besarlo. Volvimos a la cama, y lo hicimos otra vez.
Terminamos.
— Necesito un cigarrillo.
Ciro hace un gesto de negación con la cabeza.
— No en frente mío. Deberías dejarlo. Eso mata a las personas. Aun a las más increíbles, como...
— ¿Yo?
Levanto una ceja y dejo escapar una sonrisa.
— Oh, a alguien se le han ido los humos a la cabeza.
Reímos juntos por el estúpido chiste que acaba de lanzar. Creo que es la primera vez que lo escucho bromear, y reírse de esa forma. Eso no está bien.
— Bueno, tengo que irme a trabajar.
— Si, yo también. Debería haberme ido hace ya una hora.
— ¿Así que esquivando responsabilidades?
— Si tienes que tener algo en claro, Sofia, es que nunca le escapo a nada. A nada, ni a nadie.
Deposita un beso en mi mejilla, y se larga.
Cuando parecía que justo iba a cerrar la puerta, esta se abre de repente.
— Y no quiero enterarme de que anduviste fumando de nuevo, si te descubro no me agradará.
Y se marcha por fin.
Me quedo recostada unos minutos antes de prepararme para ir trabajar. Me digo a mi misma "este hombre es genial". Quizás si lo sigo intentando me termine enamorando de él y tengamos una historia de amor con corazones volando sobre nuestras cabezas y todo eso. Siempre fui una romántica, tengo que tener mi cuento de hadas, demonios.
Tomo mi móvil, tengo varios mensajes de Jared y de Mia.
— ¿Por qué no respondes? Esperaba que nos viéramos para presentarte a Bella. Ella esta ansiosa por conocerte.
Comienzo a morder mis uñas.
— Estuve ocupada ayer, tuve que realizar unos informes que tengo que entregar hoy. Si quieres, pásate por casa por la tarde.
No tengo ganas de ver a esa chica.
Me doy un último toque en el cabello, y me voy. Cuando llego al trabajo, Rob me saluda más sonriente de lo normal.
—Tenemos buenas noticias. El cliente en el que has trabajado toda la semana esta dando respuestas positivas. Sabia que hacia lo correcto al contratarte. Eres maravillosa.
Mi día comienza espectacularmente bien.
— ¿En serio? No lo creo, esto merita una fiesta.
Empiezo a mover mis caderas de aquí para allá mientras Rob hace un baile digno de los años 80.
— ¿No estoy oxidado todavía eh?
Me hace feliz estar cerca de él. Me encantaría hablarle sobre lo que sucedió ayer con Ciro, pero no estoy segura de como pueda reaccionar. Quizás no esta bien hablar de esto con él.
Al fin termina mi día, esta Sara esperándome afuera.
— Hola guapa, no hemos hablado más.
— Sí, estuve ocupada.
Ella entrecierra los ojos.
— ¿Con Ciro?
Me da una risita pícara.
— Sí, con Ciro.
— Oh, lo sabía. Tienes que contármelo todo.
Caminamos hacia mi casa mientras fui contándole todo con lujo de detalles. Aunque todavía no estoy lista para decirle lo que siento (o mejor dicho, no siento) por Ciro.
Llego a casa y estaba Jared esperándome, apoyado en la puerta, mientras leía. Como siempre. La luz que llega de afuera y el ángulo en el que está posicionado le dan un aspecto tremendamente atractivo.
— Hola Sofi, ¿Cómo estás?
— ¿Bien y tú?
— Excelente.
Es la primera vez que veo a Sara callada.
— ¿Ella quién es?
— Es Sara.
Se saludan con un beso y entramos al departamento.
Mientras le digo a mi amiga que vaya a hacer algo de café para que tomemos, le aclaro que se quede unos minutos en la cocina, porque tenemos que aclarar los tantos con Jared. Pareció haber entendió.
— Bien, antes que nada quería disculparme por lo del otro día. ¿Olvidado?
Abre una palma para que choquemos los cinco.
— Olvidado.
— Mi chica, es ella.
Me muestra unas fotos que tiene junto a Bella en su celular. Yo sonrío, mientras algo dentro de mí se rompe.
— ¿Te pasa algo?
— No, nada. Estoy celosa, me están quitando a mi amigo, ¿qué esperabas?
Él me observa serio.
— ¿Segura que nada?
No entiendo como hace para descifrarme.
— Si... Si.
Cuando de repente se levanta del sofá para ir a vaya uno a saber donde, algo en mi instinto me hace actuar. Tome su mano para que no se vaya.
Él me mira estupefacto por mi reacción.
— ¿Sofi que haces?
— No lo sé.
Murmure esto tan despacio que no llego a escucharlo. Sus manos se escapan de las mías poco a poco.
— Si necesitas algo sabes que puedes contar conmigo. No tienes que ocultarme nada.
Le digo que si con la cabeza.
— Yo... Tengo algo que decirte.
Él se sienta de nuevo, un tanto asustado. Me presta toda su atención.
— Dime lo que quieras.
— Me gusta alguien.
— ¿Y cuál es el problema con eso?
— Que ese alguien no me quiere a mí.