-¿Connor? –musito Jane al entrar a la habitación, ya que ese no era un recuerdo, no lo reconocía, Connor nunca estuvo a merced de Davos.
Tenía heridas en todo el cuerpo, parecía cansado, estaba sufriendo. Al escuchar la voz de Jane se movió levemente, y alzo la vista.
-¿Jane? –pregunto en un susurró.
A Jane se le rompió el corazón de solo verlo allí, así que se acercó rápidamente para ayudarlo.
-Oh Dios... ¿Qué demonios te hicieron? –pregunto horrorizada, le dolía esto. –Voy a sacarte de aquí.
-Jane no... -musito Connor.
Jane intento quitar las cuerdas, pero estaban muy reforzadas con verbena. Por lo que no pudo hacerlo.
-Mierda. –murmuró, y se giró a ver a los demás. –Bonnie... Elí, Roxane, por favor.
Roxane y Bonnie se acercaron, y empezaron a quitar las cuerdas con verbena. Jane de mientras observo a Connor, y de tan solo pensar en lo que había sufrido los últimos días quería abrazarlo por el resto de su vida y nunca soltarlo.
Una vez que lo soltaron, Connor cayó desplomado al suelo, pero Jane lo sostuvo.
-Estás muy débil. –murmuró Jane.
-Estoy bien. –dijo el chico al poder ponerse de pie, pero al instante volvió a caer al suelo.
Jane se arrodillo a su lado, nunca lo vio tan mal, Connor es literalmente la persona más fuerte y poderosa que conocía. Connor empezó a toser de repente y Jane frunció el ceño.
-Verbena... te hicieron beber verbena. –murmuró, Connor negó con la cabeza.
-No importa, vámonos de aquí. –respondió Connor al verla.
Jane miró alrededor, estaba frustrada por verlo así, y estaba en crisis existencial porque quería matar a Davos en ese momento. Quebrarle cada maldito hueso y que se retorciera de dolor. Alguien abrió la puerta, y Connor se movió rápidamente junto con Jane para quedar junto con los demás, resguardándola detrás de él. ¿Cómo demonios hacia eso?
-¿Cómo demonios entraron? –pregunto Davos mirando a toda la gente dentro. –Estamos escondidos tras un hechizo.
Una chica iba detrás de Davos, era morena, de cabello negro y ojos miel, tendría si acaso unos 20 años. Davos frunció el ceño y se giró a verla.
-Lo estamos, ¿cierto Annie?
-Sí, lo estamos. –murmuró. –Pero no exactamente uno donde Jane jamás pudiera encontrarnos.
-Annie. –murmuró Roxane. –Tú hiciste el hechizo, lo de la mente de Jane.
-¡Te dije que la torturaras, no que la trajeras aquí! –la voz de Davos retumbo en el cuarto, y Jane frunció el ceño, salió de detrás de Connor y dio unos pasos al frente, Davos la miró.
-Torturarme con mis recuerdos. –dijo Jane molesta. -¿Qué demonios pasa contigo? –iba a explotar. –Vi la muerte de mi madre, de nuevo, Davos... fue horrible. –lágrimas de coraje quemaron sus ojos, y Davos frunció el ceño. -¿Cómo pudiste? No, sabes que ni siquiera me respondas...
Se pasó una mano por el cabello, frustrada.
-Durante los últimos años me he obligado a mí misma a creer que simplemente quieres cuidarme a tu estúpida y rara manera. –soltó molesta. –Quise creer que eras diferente a Giuseppe, porque él era un monstruo, pero tú... tú eres peor que él, eres un asco.
Davos se aproximó a alzar la mano, pero Jane lo detuvo.
-No pensaba matarte en serio, pero después de lo de hoy y ver lo que eres, te juró que yo misma te encajaría la maldita espada en el corazón para que te fueras el infierno. –lo dijo enserio. –Te di oportunidades, pero no sé qué carajos quieres conmigo.
-Está enfermo. –murmuró Connor. –Piensa que eres Diane, su hija muerta.
Davos se tensó antes las palabras de Connor.
-Oh, vamos... cuéntale que solamente quieres pretender que eres su padre porque asesinaste a tu hija después de convertirte. –siguió Connor. –Por eso odias a los vampiros, y te odias a ti mismo.
Jane soltó su brazo, al hacerse para atrás.
-No soy ella. –dijo mirándolo. –Nunca voy a serlo, ya tuve un padre... fue una mierda, pero si me dan a elegir, lo escogería a él.
Davos sintió la sinceridad de sus palabras, y suspiró, Jane era su debilidad, le dolía que lo odiara.
-Roxane, Elí. –murmuró Jane. –Es hora.
Jane volvió junto a Connor y las dos brujas empezaron a susurrar un hechizo. Davos río levemente, pero luego Annie también empezó a decirlo con ellas. La única que no entro de la brujas fue Bonnie, por que no conocía el hechizo.
-¿Qué están haciendo? –pregunto Davos mirándolas. –Soy demasiado fuerte...
Pero de repente, sintió un pulsante dolor en su cabeza. Que hizo que se quejara, Connor miró a Jane.
-Tenías un plan. –murmuró mirándola.
Jane sonrío.
-Eres mi punto débil, entre en pánico. –respondió. Connor sonrío.
Davos cayó al suelo. Annie se acercó a los demás, una vez que Davos estaba debilitado en el suelo, y de su espalda saco la famosa espada de madera.
-¿Quién hará los honores? –pregunto mirando a todos. –Es ahora o perderemos la oportunidad.
-¿De dónde sacaste la espada? –pregunto Jane, ya que ella la había puesto en un lugar seguro.
-Davos te estuvo siguiendo y le encontró donde la escondiste... yo la robe. –respondió Annie.
-Connor tiene que hacerlo. –murmuró Caroline.
Todos la voltearon a ver.
-¿Qué? Él prometió que lo haría. –se encogió de hombros la chica.
Connor frunció el ceño, y miró a Jane, quién solo le asintió.
-Tienes es derecho. –murmuró Jane. –Aparte de que quieres hacerlo.
-Sí pero... estoy débil, es nuestra oportunidad... debería de hacerlo Damon o Stefan. –respondió Connor.
Todos miraron a los hermanos Salvatore.
-Connor, tienes 700 años... créeme, Damon y Stefan no van a poder. –dijo Elí. –La espada fue creada para que tú la uses, estamos perdiendo el tiempo.
-Pero si estoy débil. –respondió Connor obvio.
Jane rodó los ojos y las grietas bajo sus ojos aparecieron, Connor la miró y la chica se mordió su propia muñeca.
-¿Qué? Jane, no... -dije negado.
-Cierra la boca. –tomo su cabeza con fuerza y puso su mano sobre sus labios. –La sangre de vampiro te ayudará más que la de humano, créeme.
Connor accedió, por llevaba siglo y medio deseando probar a la chica, y por qué se moría de hambre. Davos entreabrió los ojos, y al ver la escena intento moverse, pero no podía.
Connor cerró levemente los ojos, y las marcas en su rostro aparecieron, y empezó a beber de la sangre de Jane.
-Esto es incómodo. –susurró Damon.
Elena le dio un golpe con el codo.
-Están teniendo un momento, no lo arruines. –lo regaño, y Damon rodó los ojos.
Jane miró levemente a Connor y sonrío al ver como sus heridas se recuperaban rápidamente. En verdad tenía hambre. Una vez que termino, limpio sus labios y la maldita sonrisa de satisfacción de su rostro fue obvia.
-Bien. –dijo al mover su cabeza y tronar su cuello. –Voy a disfrutar esto.
Connor se encamino hasta Annie y ella le dio la espada. Connor camino hasta Davos, y lo primero que hizo fue patearlo tan fuerte que todos jurarían que la casa tembló cuando su cuerpo fue impactado con la pared. Si va a matar a Davos, iba a hacerlo a su manera.
-Así que... estos días estuviste torturándome. –dijo Connor al aparecer a su lado, Davos se quejó fuertemente. –Qué fácil es torturar a las personas cuando las amarras.
Volvió a patearlo, y los huesos rompiéndose se escucharon por lo oídos vampíricos en la habitación.
-Connor solo... -dijo Annie.
-Déjame disfrutar esto, pequeña brujita. –respondió Connor, y puso su pie sobre la frente de Davos.
-¿De verdad tienes que montar un espectáculo? –murmuró Davos a lo bajo. –Si vas a matarme hazlo ya.
Connor sonrío maliciosamente.
-Bien, sin espectáculos. –dijo al verlo. –Andando.
Jane frunció el ceño.
-¿Qué? No, Connor. –lo llamo, pero de un segundo a otro Connor desapareció, junto con Davos. –Maldita sea.
*
Connor dejo a Davos caer al suelo en medio del bosque fuertemente, por lo que Davos se quejó, y tosió sangre.
-Vaya, tu hechizo de sangre humana empieza a cobrarte la factura. –se burló Connor. -¿Qué se siente la humanidad por una vez en tu vida?
-A diferencia de ti, mi humanidad está intacta. –respondió Davos.
Connor probó con encajar la espada en su pierna. Davos grito fuertemente, y su piel empezó a desintegrarse poco a poco.
-Si no te la encajo en el corazón no morirás, pero si la encajo en otro sitio vas a sufrir lo que le hiciste a cada vampiro que torturaste... las brujas son una perra, ¿no? –saco la espada y sonrío.
-Solo mátame.
-Tengo algo mejor. –musito Connor.
Y encajo la espada en su entrepierna.
Connor soltó una carcajada y Davos grito fuertemente.
-Mierda, de haber sabido que iba a ser tan divertido lo hubiera hecho hace años. –murmuró Connor.
Saco la espada y miró a Davos, estaba sufriendo.
-Lástima que la diversión tenga que terminar. –dijo por ultimo.
Y luego encajo la espada en su corazón.
Como si hubiera alguna fuerza mágica, Connor fue empujado hacia atrás, y cayó al suelo, y la espada empezó como a temblar, mientras que Davos gritaba.
Luego de unos segundos, su piel empezó a quemarse poco a poco, y a hacerse cenizas. Connor paso saliva, hasta que el viento se llevó el resto de las cenizas.
Está hecho, Davos está muerto.
*
De un segundo a otro, los vampiros en casa de Davos empezaron a arder en llamas, lo que hizo que los hermanos Salvatore y compañía salieran de la casa.
-¿Por qué están incendiándose? –pregunto Stefan al ver a las brujas.
-Davos me hizo ligar sus vidas a la de él. –murmuró Annie. –También me pidió que ligara las suyas, pero no lo hice. –sonrío levemente. –Ustedes ayudaron a matarlo, mucha gente se los agradece.
Jane miraba al bosque tratando de escuchar algo.
Pero entonces Elí, la bruja que empezó todo esto, empezó a asfixiarse.
-Hey, ¿Qué pasa? –pregunto Bonnie al verla tan mal.
Jane la miró.
-Está vinculada a Davos. –murmuró Roxane. –Si Davos muere ella también.
Elí murió, significaba que Davos también. Jane miró la escena, como Elí se asfixio, como cayó al suelo, dramática escena. Pero tenía que encontrar a Connor.
Se movió rápidamente por el bosque hasta que percato el olor de Connor a lo lejos. La noche ya había caído, por lo que solo la luna alumbraba la noche.
-¡Connor! –lo llamo en cuanto lo vio caminando entre los árboles.
Connor le sonrío, al caminar a paso normal hacía ella, pero Jane lo fulmino con la mirada.
-¿Ahora por qué estás enojada? –pregunto una vez que llego frente a ella. –Mate a Davos, Jane... es increíble.
-¡Pudo haberte pasado algo! –le dio un golpe en el hombro. –Te lo llevaste solo al maldito bosque, Connor... ¿de verdad quiere que este feliz? Te secuestro, te torturo, y todavía juegas a que pueda escaparse y salir corriendo que todo mi maldita plan se vaya a la mierda. –dijo histérica, Connor solo la miraba atentamente. –Eres un grandísimo idiota, ¿tienes idea de lo mucho que me preocupe?
Connor la silencio al empujarla contra un árbol bruscamente y acorralarla con la palma de la mano pegada el árbol, y la otra en su cuello.
Jane lo fulmino con la mirada, pero Connor la beso.
La vampiresa se quedó estática de reacción, sintiendo cada hormona de su muerto cuerpo empezar a revolverse. Todo el enojo que traía encima empezó a desvanecerse hizo la cosa más inteligente que pudo haber hecho en su vida: corresponder. Connor puso sus dos manos en las mejillas de Jane, profundizando más el asunto, y Jane subió sus manos a los grandes hombros de Connor.
Justo cuando iba a tocar el cielo, Connor se apartó suavemente al verla.
-Así, ¿o más épico?
Jane río levemente y esta vez ella lo beso, y luego lo abrazo fuertemente. Connor estaba bien, al fin.
*
Los hermanos Salvatore, Elena y Bonnie estaban en la sala de la casa, mientras que Caroline se encargaba de prestarle ropa a Jane, quien parecía tener un tipo de colapso mental por lo del hechizo, ya que se moría del cansancio.
Connor se encamino por un pasillo, Damon le había prestado ropa y ya se había duchado, sus heridas habían sanado y tenía esa sonrisa de autosuficiencia y egocentrismo en el rostro.
Estaba siendo Connor simplemente.
Y estaba feliz, porque tenía motivos.
Se acercó hasta cerca de la chimenea, mirando el fuego, perdido en sus pensamientos. No tenía ganas de hablar, solo quería disfrutar de su vida en ese momento.
-Jane se quedó dormida. –dijo Caroline bajando de las escaleras. –Todo lo del hechizo la dejo cansada... -llegó hasta con Stefan y la rubia miró a Connor, parecía estar bien, sus heridas estaban totalmente cerradas. -¿Cómo es que se cura tan rápido?
-He vivido mucho tiempo, cariño. –respondió Connor. –Aparte, la sangre de vampiro funciona más rápido que la de humano.
Caroline rodó los ojos y Connor se puso de pie, al mirar a los hermanos Salvatore.
-Ustedes... -empezó a decir. –Gracias, por lo de hoy.
Damon frunció el ceño.
-Prácticamente no hicimos nada. –arruino el momento.
-Lo sé. –dijo Connor obvio. –Pero... Davos tortura a Jane con su mente, y ustedes estuvieron allí. –dijo sincero. –No puedo imaginarme que hubiera pasado si estuviera sola, gracias.
Stefan lo miró, y la sinceridad a través de la mirada de Connor le indico que no mentía.
-Antes de todo esto... tú y Jane iban a dejar la ciudad. ¿El plan sigue en pie? –pregunto Stefan.
Connor se encogió de hombros simplemente.
-No voy a obligarla a quedarse. –termino por decir. –Pero espero que cambie de opinión por la mañana. –dijo asintiendo con la cabeza.
Ambos Salvatore asintieron, y Connor empezó a encaminarse a lo que podría ser su habitación, pero se detuvo antes.
-Ella los adora, Damon, Stefan. –dijo mirándolos. –Y si quieren un consejo de alguien que la conoce... nunca desconfíen de ella.
Porque eso era lo que había pasado, habían desconfiado de Jane por Lily, y eso era lo que la tenía tan molesta, Connor lo sabía, porque era Connor y sabía todo.
Damon y Stefan asintieron torpemente, y Connor se encamino a su recamara, por que moría de cansancio.
*
Jane dormía plácidamente en su cama, después de su emocional y terrorífico día. Había visto a su madre, y no es que no fuera normal... sino que llevaba más de 100 años muerta. Había visto a Giuseppe, gran pérdida de tiempo. Damon y Stefan sabían la verdad, pero las cosas eran demasiado complicadas para quedarse, necesitaba salir de Mystic Falls antes de que el sentimiento fraternal se profundice y no pueda escapar del drama Salvatore jamás.
Davos había muerto.
Nunca una maldita oración le dio más gusto, porque ahora estaba confirmado, estaba muerto.
Se movió incomoda en su cama, al sentir como si alguien estuviera observándola.
-Jane. –una voz juvenil llamo su atención, despertándola.
Abrió los ojos pesadamente y se topó con una adolescente frente a ella. Tenía el cabello corto y lacio, color castaño, y ojos cafés. Jane frunció el ceño al encontrarle un retorcido parecido a su madre, Nadine, pero se le olvido la idea al instante.
¿Qué demonios hacía esa mocosa allí?
-¿Y tú eres? –pregunto aturdida.
La tipa sonrío, mirándola.
-Diane.
Jane se movió levemente en la cama, ¿Diane? ¿De dónde salió la tal Diane?
-Davos era mi padre. –termino de decir. –Y ahora tú y yo vamos a ser muy buenas amigas.
Jane abrió la boca para decirle las mil y un maneras en que podía morirse, pero la chica desapareció al instante, como si nunca hubiera existido.
Alguien empezaba a volverse loca.