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Katherine abrió los ojos, y sintió las cuerdas de verbena quemando sus muñecas. Se quejó levemente y miró alrededor. La casa Salvatore, pero no solo estaba en la casa de los hermanos, no... estaba en el sótano.

-Buenos días, bella durmiente. –dijo Jane.

Y de golpe, lanzo una balde de agua con verbena sobre de Katherine. La vampiresa grito, ante el impacto, y Jane sonrío.

-Déjame ir. –dijo Katherine tirando de su cuerda, cuando se recuperó del balde con verbena.

Jane bebió de una botella con Bourbon y negó con la cabeza.

-¿Qué clase de hija sería, si dejara ir a la asesina de mi madre? –pregunto mirándola.

-¡Suéltame, Jane! –insistió Katherine.

-¡No! –dijo Jane. – ¿Tienes idea de la tortura que fue, pasar los últimos 8 años de mi vida en manos de Davos, sin mi madre para ayudarme? ¿Tienes una maldita idea de lo que es escuchar a vampiros gritar en la noche por el dolor que sienten de ser torturados, cuando tenía 11 años? –pregunto al acercarse. –No, no tienes ni idea... porque tú en ese maldito momento, estaba abriéndole la piernas a cualquier imbécil que se te pusiera en frente, ¿sabes por qué? Porque eres una maldita perra de lo peor.

Katherine la miro molesta.

-Mejor que ser la hija de una, ¿cierto?

Jane le dio un fuerte golpe en la cara, que provocaría un lindo moretón después. Katherine escupió sangre y respiro fuertemente. Nunca creyó que fuera tan fuerte.

-Sabes... quizás mi madre se equivocó al tenerme fuera del matrimonio y traer a un hijo bastardo al mundo... pero... -dijo Jane, con un tono de crueldad en sus palabras. –Creo que ese hijo bastardo tuvo una mejor vida que tu querida hija... ¿Cómo se llamaba? –pregunto y Katherine la fulmino con la mirada. –Oh, cierto... nunca le pudiste poner nombre, porque la arrancaron de tus brazos cuando era tan solo una pequeña bebe.

Katherine pataleo, furiosa.

-Tranquila Katherine, esa niña debió de estar alegre de no tenerte como madre... serias un asco también eso, como en todo.

Planeaba torturarla, hacer arrepentirse de asesinar a su madre.

-Sabes Katherine, algo tengo que agradecerte. –musito, al tomar una estaca de la mesa en el sótano. –Te agradezco que gracias a ti crecí con Davos y conocí a Connor, y también que aprendí a usar una espada. –dijo mirando a Katherine.

-Suéltame Jane. –volvió a decir Katherine.

-¿Sabes que más aprendí con Davos? –pregunto Jane, Katherine negó con la cabeza. –A torturar vampiros y hacerlos arrepentirse de su existencia, hasta que mueran.

Katherine la miró a los ojos, y sintió pánico, la chica iba enserio.

-Jane... Jane, eres mejor que yo, eres más que esto. –trato de decir.

Jane río.

-No Katherine, te equivocas. –respondió. –Soy menos que esto.

Acerco la estaca a su corazón, Katherine paso saliva.

-Katherine, ¿sabes que es mejor que una estaca de madera al corazón y la verbena? –pregunto, Katherine negó con la cabeza. –Una estaca de madera con verbena.

Y luego encajo la estaca en el cuello de Katherine, empezando su tortura, y la Pierce grito fuertemente ante el dolor de la estaca.

*

Jane SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora