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Jane suspiro por enésima vez en el día, al escuchar los alardeos de Davos.

"Connor es nuestro cazador estrella"

"Connor es el orgullo de esta gran familia"

"Connor, Connor, Connor"

Davos había estado hablando tanto del tal Connor que ya hasta sentía que lo conocía. Sí, era el cazador favorito de Davos. Sí, era fuerte y poderoso. Sí, hoy llegaría a la gran mansión de sus viajes de Europa.

Sí, todo el mundo amaba a Connor.

-Podemos pasarnos tu discurso de dos horas, ¿ya hacer que entre el tal Connor? Es invierno, va a congelarse. –dijo fastidiada, sentada en un sofá.

Davos la miró mal y se escuchó una fuerte carcajada desde la puerta de entrada. Jane sonrío, porque al parecer alguien reía aparte de ella en la mansión. Todos siempre estaban muy robotizados y amargados, solo Davos a veces se reía solo de sus chistes sin gracia.

-Me agrada la niña Salvatore. –lo escucho entrar, pero se detuvo en seco al ver que no era precisamente una niña.

Jane estaba en la plena juventud, tenía si acaso 16 o 17 años, y era hermosa, como una chica perfectamente bien creada y estructurada, y se burlaba de Davos, lo cual... hizo el clic que faltaba en la casa. Eran pocos los que se reían de Davos en su propia cara.

-Jane, solamente. –corrigió la chica, analizándolo con la mirada.

Connor era un vampiro literalmente perfecto. Tenía unos ojos avellana que transmitían diversión y gracia desde sus adentros, cabello castaño y algo largo por la época, junto con su gran altura que hacía que se sintiera pequeña, y sus desarrollados músculos después de tantos entrenamientos.

-Connor. –dijo el chico sonriéndole a la hijastra de Davos, mientras que el olor de sangre humana entraba por sus fosas nasales y se deleitaba con la atracción atmosférica que sintió al instante por la chica.

*

Jane se movió levemente en la cama, y sintió a alguien al lado de ella. Y como sus piernas se entrelazaban torpemente, de manera brusca para tratar de despertarla.

-Connor.... son las 8 de la mañana. –murmuró amargamente, una vez que Connor consiguió enredar sus piernas.

Solían hacer eso cuando dormían juntos, porque sí habían dormido juntos en varias ocasiones. Aunque solo dormir.

-Hora de despertar, bella durmiente. –dijo Connor con su habitual humor, su sonrisa y comentarios sarcásticos. Jane volvió a cerrar los ojos, y a recargarse en su hombro, quería seguir durmiendo.

-Tienes tu habitación, ¿sabías?

-Sí, ya sé que la casa de tus hermanos es enorme y sobran habitaciones para todos, deja de presumir. –respondió, al moverse y pasar sus brazos por detrás de su cabeza, mirando al techo.

La cabeza de Jane fue obligada a caer en su pecho, aún adormilada.

-Déjame dormir. –pidió la chica berrinchudamente.

Jane se mantuvo en medio de sueño un rato más en el pecho de Connor, pero tuvo que despertarse por que el perfume de Connor estaba un poco fuerte, siempre hacía lo mismo, se llenaba de perfume hasta morir y como ella era vampiro se intoxicaba. Se sentó en la cama y suspiró pesadamente.

Jane SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora