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Jane estaba sentada en el sofá, abrazando sus piernas, mientras que trataba de borrar el recuerdo de un vampiro asesinando a su madre.

-Jane, cariño... -alguien toco su hombro, sacándolo de su shock. -¿Estás bien?

-Sí. –respondió, y otra lagrima cayo por su mejilla.

Davos se inclinó hasta quedar a su altura.

-¿Qué va a pasar conmigo ahora? –pregunto. –Mamá está muerta... papá está muerto y su familia también... -su voz se quebró. –Estoy sola.

-No estás sola. –se apresuró a decir. –Yo voy a cuidarte.

Jane lo miró.

-Tú eres como ella. –murmuro mirándolo.

-Sí, pero yo no voy a hacerte daño. –le dijo mirándola a los ojos. –Tú eres una hija para mí, y siempre vas a serlo, aunque seas una Salvatore. –acaricio su cabello.

-Ella... -dijo la niña, al recordar a la mujer que asesino a su madre. –Es un monstruo.

-Todos nosotros somos monstruos. –respondió Davos. –Por eso Jane, tienes que aprender a defenderte de ellos... pelear contra ellos, matarlos.

Jane frunció el ceño. Ella no quería hacer eso.

-Ellos deben morir, porque hacen cosas horribles, como la que paso con tu madre hoy.

Jane asintió levemente con la cabeza, sin estar totalmente convencida.

*

-Son unas inútiles. –dijo Jane molesta a las brujas en la casa.

-Jane... -intento calmarla Stefan.

-No podemos percibir ninguna magia, ya lo intentamos. –dijo Bonnie.

-¡Pues no es suficiente! –dio un golpe sobre la mesa. –Estamos todos aquí atrapados perdiendo el tiempo mientras Connor está sufriendo con Davos.

Parecía que en cualquier momento iba a perder la cabeza. Cada minuto que pasaba era una tortura para Connor, y lo sabía.

-Jane, cálmate... vamos a encontrarlo. –intento ayudar Caroline.

Jane solo fulmino a todos con la mirada, por que odiaba a todos. A sus hermanos, a los demás, a sí misma, y a Connor por dejarse llevar. Pero aparte de su odio contra el mundo, había algo en aquella casa que hacía que quisiera lanzarse por la ventana, le faltaba el oxígeno, tenía ansiedad y quería matar a alguien.

Se pasó una mano por el cabello, frustrada.

-¿Te sientes bien? –pregunto Stefan, mirándola tan nerviosa.

-Sí y no. –respondió al empezar a caminar nerviosamente de un lado a otro. –Tengo que salir de aquí... -su respiración empezó a ponerse irregular.

-Jane... -intentaron detenerla, pero ella empezó a caminar en dirección a la puerta.

Pero se detuvo por la barrera mágica en la puerta.

-¡Mierda! Necesito salir de aquí. –dijo exasperada.

-Creo que esto tiene que ver con magia... -murmuró Bonnie. –Solo le afecta a ella.

-¡Detengan el ruido! –dijo Jane mirando alrededor.

Jane se llevó las manos a la cabeza, como si en verdad un ruido fuerte estuviera afectándola.

Jane SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora