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Connor y Jane quedaron de verse entre clases por los corredores. Jane había ido por la mañana a la casa Salvatore y encontró los diarios de Stefan, los había tomado y salido de allí antes de toparse con algún Salvatore. Mientras que Connor había conseguido verbena para la chica Gilbert.

-¿Estás segura que quieres hacer esto? –pregunto Connor a Jane, una vez que todos los alumnos habían entrado a clase y escucharon a Elena subir las escaleras, porque había llegado tarde.

-Ya lo discutimos muchas veces. –dijo Jane. –Anda, allí viene.

Connor desapareció al instante y Jane pretendió buscar algo en su teléfono con mucha prisa.

-Hola Jane. –saludo Elena sonriente, al pasar caminando apurada a su clase.

-Elena, ¿tienes un lápiz que me prestes? Es que tengo que ir a examen y es urgente... -dijo Jane al tomarla del brazo.

Elena frunció el ceño, y asintió, al empezar a buscar algo en su bolsa.

-¿Examen? –pregunto mientras buscaba. –Tenemos dos días de clases...

-Bueno, ya sabes... hay maestros muy malos. –dijo Jane mirándola.

-Creo que tengo alguno por aquí. –musito Elena.

Pero Connor apareció tras de ella, al encajar una jeringa con verbena. Y por el poco tiempo como vampiro, cayó al suelo al instante.

Jane sonrío a Connor.

-Cuanto amo, que tengas 700 años Connor. –murmuró al verlo.

-Lo sé, lo sé. –dijo Connor arrogantemente. –Yo también me amo.

*


Elena empezó a sentir un leve ardor en sus muñecas, y así empezó a despertarse. Cuando abrió completamente los ojos vio una gran habitación, con muebles nuevos y a una chica sentada en una silla, junto a una mesa.

-¿Jane? –pregunto al ver a Jane sentada muy cómodamente, con los pies sobre la mesa y balanceándose en la silla. -¿Qué está pasando? –quiso mover sus manos, pero estas volvieron a arder por las cuerdas llenas de verbena. -¿Por qué me tienes atada?

-Porque aparte de cleptómana, tiendo a atar gente, Elena. –dijo con sarcasmo, tenía un libro en sus manos. -¿Quién diría que Stefan Salvatore escribe cada momento que le pasa en la vida? Con lujo de detalles, aparte.

Elena trato de liberarse.

-No vas a poder, déjalo así. –dijo Jane. –Connor las amarro, y ese tipo es todo músculo y fuerza.

-¿Por qué estás haciendo esto? –pregunto Elena.

Jane tomo una papá frita de su platillo, al lado de una hamburguesa y se puso de pie, al dejar el diario de Stefan a un lado.

-¿Por qué estoy haciendo esto? Es una pregunta interesante Elena, porque... en 1864 me hice la misma pregunta cuando Katherine Pierce asesino a mi madre a sangre fría, dejando a mí... una niña de 10 años, sola en el mundo y asustada. –dijo Jane al acercarse a Elena, y se inclinó para verla a los ojos. -¿Por qué haces esto? ¿Por qué asesinas a mi madre?

Elena frunció el ceño.

-Pero nunca tuve respuesta, porque Katherine desapareció. –termino por decir. –No siempre tienes todas las respuestas en la vida, Elena Gilbert. –saco una estaca de su bolsillo e iba a encajarla en su pierna.

Jane SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora