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Davos entreabrió los ojos al sentir pasos dentro de la habitación. Podía sentir las cuerdas en sus manos, presionando fuertemente su piel, lastimándolo. Con un cuerpo humano, el mínimo daño le dolía como el infierno.

-Despierta.

La voz taladro sus oídos, haciéndolo sentir mil veces peor de lo que ya se sentía. La voz de su hija nunca se escuchó tan clara, inclusive creyó que tendría una pesadilla, una terrible pesadilla.

-Despierta, papá.

Por fin abrió los ojos al ver a Diane en frente de él.

-Diane. –murmuró al sentir que el alma se quería salir del pecho, nunca vio físicamente a Diane de nuevo. -¿Cómo es que puedo verte?

-Los hechizos de tus brujas empezaron a tener diferentes cambios... cuando la mente de Jane se abrió pude hacer una conexión con ella, y ahora muchas personas pueden verme si yo quiero que me vean... -explico brevemente la chica, mirando a su padre. –Aunque sigo siendo un fantasma, claro.

-Ayúdame a salir de aquí. –pidió Davos al empezar a jalonear las cuerdas.

-No vas a poder escapar... Connor las reforzó y ahora él es 1000 años más fuerte que tú, sin mencionar que tiene fuerza de un vampiro, por supuesto. –respondió Diane al cruzarse de brazos.

-Eres mi hija, sácame de aquí. –insistió algo histérico, mirándola.

-No. –respondió Diane. –Jane no se merece esto, no merecía nada de lo que le hiciste.

-Lamento haberte asesinado. –dijo sin escucharla. –Acababa de convertirme, no podía controlar mis emociones... fue un accidente.

-No estoy ayudándolos porque me mataste. –dijo Diane al mirarlo a los ojos. –Si no por el montón de actos horribles que hiciste cuando por fin tenías control de tus emociones.

Davos frunció el ceño.

-Todos los humanos que mataste, vampiros que asesinaste... Jane, Connor, los hermanos Salvatore... todo lo que has hecho, eres un monstruo. –discutió la chica, con rencor en sus palabras y Davos paso saliva. –Alguien tiene que detenerte.

Diane seco la lagrima de su mejilla.

-Es una lástima que sea yo quién tenga que hacerlo, papá. –dijo por ultimo.

*

-¡Damon! –chillo Jane cuando su hermano menor le encajo la espada de metal en el estómago.

-Nadie dice que no tengas cuidado. –respondió Damon con el ego hasta los cielos, porque últimamente había estado practicando con las espadas y ahora era bastante bueno.

Jane saco la espada y la dejo caer en el suelo del bosque.

-No puede ser Jane, yo mismo te entrene... -dijo Connor al aparecer rápidamente frente a la chica. -¿Cómo Damon te encajo una espada?

Jane frunció el ceño al ver su herida curarse y suspiró.

-He estado muy... -empezó a decir, al pasarse una mano por el cabello. –Distraída.

Connor le alzo una ceja y luego Jane solo miró a Bonnie, que iba saliendo del auto donde venían Stefan, Elena y Caroline.

-No hemos entrenado en días, que es diferente. –reprendió Connor y Jane sonrío, al mirarlo.

-Eso pasa cuando prefieres entrenar con Damon que conmigo. –dijo la chica Salvatore.

Connor sonrío y Damon prefirió entretenerse saludando a Elena con un beso baboso.

Jane SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora