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By -ItsJanie

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π‘Ž 𝑙𝑖𝑑𝑑𝑙𝑒 π‘ π‘’π‘π‘Ÿπ‘’π‘‘β† ☘ Cuando la atracciΓ³n por alguien es demasiado fuerte, no importa todo lo que t... More

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By -ItsJanie

 —Sigue así, nena. Eso es excitante... —Susurró él.


Seguí con mis ojos cerrados y seguí moviéndome hasta que me canse. Me acosté por completo y trate de respirar, aún tenía el consolador dentro de mí, mis piernas temblaban y ya estaba agotada, sólo quería dormir. De repente sentí la mano del Señor Good haciendo a un lado la mía y apoderándose del Señor Rosa; comenzó a sacarlo y luego empujarlo, me sorprendí un poco, ahora era él quien me estaba masturbando.

Sentí su cálida lengua alrededor de mi clítoris y el Señor Rosa aún seguía moviéndose, gemí, estaba ardiendo, literalmente, mi cuerpo ardía en tanto placer. Amaba a este hombre tanto y que él me masturbara se sentía como placer de los mil dioses. Joder, si así es la tierra no quiero imaginarme el cielo.

No resistí tanto placer y lujuria que comencé a correrme, acompañado de esto comencé a jadear y gruñir. Él sacó el consolador de mí y dejo que me corriera más tranquila, abrí mis ojos por un momento y lo vi, todo mi cuerpo estaba colapsando, cerré mis ojos y me quede dormida.

El sonido de un celular me despertó. Abrí los ojos, aún estaba oscuro, el Señor Good se levantó de golpe y comenzó a buscar el teléfono, no sabía a donde ir para buscarlo, hasta que se acordó de sus jeans y ahí está el celular.

— ¿Bueno? —Respondió —Oh Jim, eres tú, ¿Qué tal? —Bosteza —Si, son las... —Ve la pantalla del celular —...cuatro y media... Ah, sí, tienes razón y ¿En qué te puedo ayudar? —Se queda en silencio mientras escucha lo que le dice el tal Jim — ¡Oh Dios! Claro, tomare el primer vuelo que me lleve allá... Muy bien, te veo dentro de poco, cuídate.

Terminó la llamada y empezó a buscar su ropa, al parecer.

— ¿Todo está bien? —Pregunto.

—Sí, Emma. Todo está bien pero tengo malas noticias... —Susurra.

— ¿Qué sucede? — Me removí en la cama preocupada.

—Me acaba de llamar Jim, mi teniente... Es como mi jefe, me llamó para decirme que necesita que vaya a Turquía. — La tristeza en su voz me encogió el corazón... él se iría y quien sabe por cuanto tiempo.

— ¿Qué? ¿Por qué? —Susurro melancólica. Él se acuesta a la par mía con su pijama puesta.

—Me necesita... — Dijo en voz baja, mirándome fijamente.

—Yo también te necesito... — Respondí con voz gangosa y aguda, el nudo en mi garganta se hizo presente.

Él suspira y acaricia mi mejilla. Una lágrima corre por mi mejilla y él la limpia.

—No llores, por favor, Emma.

—Es que... No quiero que me dejes... —Me lance encima de él y lo abrace con fuerza, aferrándome a su cuerpo. No lo quiero dejar ir, menos ahora.

—Emma... Por favor, no hagas esto más difícil. Sabes que es mi trabajo, estos días que he estado aquí han sido como vacaciones. —Explica Jonathan y acaricia mi espalda.

—Yo lo sé, pero no tienes idea de la falta que me harás... —Susurro en sus labios y lo beso. — ¿Cuándo regresaras?

—No lo sé, no quiero decirte que regresare el otro mes porque quizás no sea así, tal vez regrese dentro de dos o tres meses, quizás el próximo año. No lo sé Emma, el tiempo más largo que me he ido de aquí ha sido durante siete años... —Resopla.

No puede ser... Escuchar "siete años" destroza por completo mi corazón.

—Prométeme que harás todo lo posible por volver lo antes posible... Promételo —Susurro en sus labios.

—Te lo prometo, Emma—Suspira. Acaricio su mejilla y me besa lenta y apasionadamente.

—Antes de que te vayas... —Digo entre besos —Quiero que me hagas tuya...

Él me suelta y se ríe por lo bajo.

— ¿Creíste que me iría de aquí sin antes hacerte el amor? —Pregunta y siento que frunce el ceño.

Sonrió como estúpida al escucharlo decir eso, es tan tierno.

—Sólo quería confirmarlo...

—Ven acá, nena.

Me agarra de la cintura y de un movimiento rápido queda sobre mí y me empieza a llenar de besos alrededor de toda mi mandíbula, cuello y clavícula.

—Me encanta besar tu piel... —Suspira sobre mi cuello haciendo un hormigueo en todo mi cuerpo.

—Me encanta que lo haga... —Gimo y cierro los ojos sintiendo el placer y derritiéndome como mantequilla en sus brazos.

Empieza a lamer mis pechos y mi cuerpo se arquea topando con su pelvis y su dispuesto miembro. Me acuerdo de que se puso de nuevo sus pantaloncillos. Que ridículo.

— ¿Por qué te pusiste de nuevo la pijama? —Pregunté con dificultad.

Él no responde y sigue besándome.

𝓉𝑜 𝒷𝑒 𝒸𝑜𝓃𝓉𝒾𝓃𝓊𝑒...

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