LAST ROMEO

Galing kay wickedwitch_

278K 17.2K 759

Condenados a odiarse. Destinados a amarse. Desde pequeños, tanto Genevieve como R han visto cómo sus dos fami... Higit pa

Nota de la autora.
PRIMERA PARTE.
I. SHOT ME DOWN.
II. HEY BROTHER.
III. ANIMALS
IV. BANG BANG.
V. PAPARAZZI.
VI. HERO.
VII. POKER FACE.
VIII. COME, GENTLE NIGHT
IX. DON'T LET ME GO.
X. YOU GIVE LOVE A BAD NAME.
XI. ROMEO DRINK TO THEE
XII. PIECES OF ME.
XIII. TIME BOMB.
XIV. BECAUSE OF YOU.
XV. MIGHTY LONG FALL.
XVI. DAYMARE.
XVII. OVER YOU.
XVIII. SHAKE THAT BRASS.
SEGUNDA PARTE.
XIX. HEARTACHE.
XX. DISPARO AL CORAZÓN.
XXI. FALLING FAST.
XXII. LETTING GO.
XXIII. PERDÓN, PERDÓN.
XXIV. HAUNTED.
XXV. FORTUNE'S FOOL.
XXVI. MEMORIES.
XXVII. WELCOME TO HELL.
XXVIII. FIND YOU.
XXIX. BAD GIRL.
XXX. EARNED IT.
XXXI. HEART BY HEART.
XXXII. CALL ME BABY.
XXXIII. NEW DAYS
XXXIV. HE LOST EVERYTHING
XXXV. STUCK IN THE MIDDLE.
XXXVI. KENDRICK'S SACRIFICE.
XXXVII. BINARY SUNSET
XXXVIII. IT CAN'T BE
TERCERA PARTE.
XXXIX. BEHIND THESE HAZEL EYES
XL. A PATH I CAN'T FOLLOW
XLI. EVERYTHING AND NOTHING.
XLII. FROZEN.
XLIII. ALL I NEED.
XLIV. WE WERE SO CLOSE.
XLV. CUT.
XLVI. LOST.
XLVII. RECUÉRDAME.
XLVIII. WHEN THE DARKNESS COMES
XLIX. LET HIM GO.
L. ECOS DE AMOR. (1ª PARTE)
LI. ECOS DE AMOR. (2ª PARTE)
LII. PER ASPERA AD ASTRA.
LIII. LOVE DEATH BIRTH
LIV. BEGINNING OF THE END
LV. THE OTHER HALF (OF ME)
LVI. YOU RUIN ME
LVII. U R

EPÍLOGO. LAST DANCE

5.1K 405 58
Galing kay wickedwitch_

SEIS MESES DESPUÉS.

Mi compañero me dio con el trapo con el que estaba secando los vasos en el hombro, llamando mi atención; el bar en el que trabajábamos era el típico que estaba situado en el paseo marítimo para atraer la atención de gente que vivía en Positano como para los turistas que venían desde todas partes del mundo.

Levanté la vista de la barra y me fijé en lo que Guido, mi compañero, quería que viera: una chica rubia, con el cabello a la altura de las clavículas y unos hipnóticos ojos de color azul. Se había colocado en una de las mesas que había en la terraza, cerca de la puerta, y había sacado su teléfono móvil para centrar toda su atención en él.

Levanté una ceja en actitud interrogante hacia Guido, que sonreía ampliamente mientras continuaba secando vasos y colocándolos pulcramente en la estantería que teníamos detrás de la barra.

-Tiene toda la pinta de ser una turista inglesa -comentó con total naturalidad-. Y ya sabes que a mí el idioma se me da horriblemente mal.

Negué con la cabeza varias veces, divertido por su patética excusa. Desde que comenzó a trabajar en aquel bar, hace un par de días, Guido consiguió convertirse en lo más parecido a un amigo que pudiera tener en este pueblecito perdido en la costa italiana.

-¿Y por qué no usas esa excusa para intentar coquetear con ella? -pregunté con una media sonrisa.

Guido pareció horrorizado ante la idea.

-¡Eso sería una tragedia, imagínate que me equivoco con la pronunciación y digo algo que no quería decir! -exclamó-. Anda, ve. Ya me lo agradecerás después.

Me encogí de hombros, negando con la cabeza y saliendo de detrás de la barra para poder atender a la chica que aguardaba fuera, ahora con una revista de moda entre las manos. Compuse mi mejor sonrisa y carraspeé para llamar su atención; los ojos de ella me recorrieron de arriba abajo con un brillo de interés y diversión.

-¡Hola! -me saludó con una amplia sonrisa.

Me permití apoyarme en el respaldo de una de las sillas, con la libreta bailando entre mis dedos.

-¿De vacaciones? -pregunté.

Ella pestañeó con coquetería.

-Vivo aquí.

Mi sonrisa se hizo más amplia.

-Ya decía yo que tu rostro me resultaba de lo más familiar -comenté.

Ella se recolocó mejor en la mesa, apoyando la barbilla entre sus manos.

-¿Estás intentando coquetear conmigo? -preguntó la chica con una insidiosa sonrisa.

Me encogí de hombros.

-Estoy tratando de averiguar qué es lo que quieres tomar -respondí.

-Pues... no es tan difícil: un batido combinado de chocolate y caramelo -dictó lentamente para que pudiera darme tiempo a coger el pedido-. Y, si es posible, con extra de nata.

Lo apunté todo y le dirigí una última sonrisa antes de darme la vuelta para dirigirme a la barra, donde Guido no perdía detalle de lo que había sucedido en la terraza; cuando giré la cabeza hacia la chica, vi que había vuelto a centrarse en su revista de moda. Tenía el ceño fruncido y parecía bastante concentrada.

Le pasé el pedido a Guido y me quedé apoyado en la barra, observando cómo mi compañero se ponía manos a la obra. Quizá con demasiada efusividad.

-El caso... es que su cara me resulta familiar -comentó Guido, pensativo.

-Es de aquí.

Guido hizo un aspaviento con la mano y después chasqueó los dedos, como si hubiera caído en la cuenta de algo.

-¡No es la primera vez que viene! -recordó y yo tuve que hacer un esfuerzo enorme para no echarme a reír-. Suele pasarse por aquí de vez en cuando. ¿Sabes ya cómo se llama?

Me encogí de hombros y Guido me golpeó de nuevo con el trapo.

-¡Eso no se hace! -me exhortó, cabreado-. Ve ahora mismo y pregúntale su nombre. Una mujer así no merece ser ignorada.

Cogí el vaso con el batido que había pedido la chica y regresé a la terraza con deliberada lentitud; deposité con cuidado el batido encima de la mesa, atrayendo la atención de ella, que observó el batido y a mí alternativamente.

-¿No te vas a presentar, al menos? -preguntó significativamente.

Tuve que hacer un esfuerzo enorme para no echarme a reír a mandíbula batiente. Señalé el paseo marítimo y el mar que se extendía más allá; ella siguió con la mirada el movimiento de mi brazo con curiosidad.

-¿Qué importan los nombres en este maravilloso lugar? -pregunté y el pulso se me disparó.

Era como si hubiésemos retrocedido en el tiempo, remontándonos a una noche, hacía ya demasiado tiempo, en una mansión, ambos rodeados de luces estroboscópicas y una elaborada barra donde un hombre se encargaba de proporcionarnos el alcohol que necesitábamos para poder hacer más divertida la noche.

Los ojos de ella resplandecieron, con el mismo pensamiento que yo. Esbozó una sonrisa, una auténtica y emocionada sonrisa.

-Eso me resulta gratamente familiar -comentó ella, cuya sonrisa se había ido ensanchando cada vez más.

Enarqué una ceja con diversión y una pizca de añoranza.

-Luego tuviste que llamar a tu amiga para que viniera a rescatarte de mis garras -recordé con una traviesa sonrisa-. Bonnie se encargó de dejarme bastante claro lo que sucedería con mi descendencia si te había hecho algo.

Lejos ya de seguir con el juego de fingir que éramos dos completos desconocidos, Genevieve se humedeció los labios y ladeó la cabeza para mirarme mejor, recordando la primera vez que nos habíamos visto.

-Yo creo que todo funciona perfectamente -se burló Genevieve.

Me apoyé de nuevo sobre el respaldo de la silla.

-Hace tiempo que no lo comprobamos.

Ella se encogió de hombros.

-Hemos estado... ocupados -respondió.

Genevieve tenía razón: había tardado más de lo esperado en despertar del coma en el que me habían inducido después de haber sido apuñalado por Patrick Weiss y, cuando lo hice, me topé con una consumida Genevieve que no había cesado de disculparse por no haber disparado antes; mi padre se había reunido conmigo a solas para poder ponerme en situación después de haberme perdido tanto.

Me explicó cómo me había encontrado inconsciente y ensangrentado en brazos de Genevieve y un agonizante Patrick Weiss, que murió poco después de camino al hospital. Continuó diciéndome qué había sido de los Clermont, a excepción de la hermana mayor de Genevieve, quien resultó no estar tampoco al tanto de los negocios de su familia; además de los Weiss, quienes habían resultado estar tan podridos como Marcus Clermont.

Ahora que Genevieve se había quedado sin nada y mi padre había sido elegido presidente en funciones hasta que se tomara una decisión al respecto, por lo que decidió que se quedara con nosotros un tiempo. Fue entonces, una noche en la que había decidido quedarse un tiempo más en mi dormitorio, cuando me había explicado de qué habían hablado mi padre y ella en su despacho: Genevieve le había suplicado a mi padre que la ayudara a salir del país después de que detuvieran a su familia, para que no pudieran dar con ella.

Tenía pensado abandonarme pero, tras creer que estaba muerto, había cambiado por completo de opinión: quería que me fuera con ella. Que nos marcháramos de la ciudad a cualquier otro sitio.

Que empezáramos de nuevo, lejos de las garras que nos oprimían.

Habíamos dado con aquel pueblecito en la costa de Italia casi por pura casualidad: la familia de mi madre residía en Roma y nos habían ofrecido un hueco en su casa, felices y nostálgicos de ver a uno de sus nietos después de la muerte de la única hija que les quedaba; Genevieve había aceptado casi a regañadientes y nos habíamos dirigido hacia allí con la inestimable ayuda de mi padre.

Sin embargo, nos habíamos topado con un reportaje en el que hablaban de Positano y Genevieve había caído rendida ante su encanto: tuve que ponerme en contacto con mis abuelos de inmediato para notificarles el repentino cambio de planes, prometiéndoles ir a verlos en cuanto tuviéramos oportunidad.

Así que nos habíamos plantado en Positano sin un plan preconcebido y sin tener un sitio donde instalarnos. Tuvimos que hacer una ardua búsqueda hasta dar con un pequeño piso que se encontraba en alquiler; la mujer se quedó sorprendida de vernos aparecer allí de la nada, con un montón de maletas y un cachorro de dóberman hiperactivo, porque no tardó nada en dejarnos pasar para que pudiéramos echarle un vistazo.

Tras asegurarle que le pagaríamos cuotas adelantadas, la mujer nos aceptó como sus nuevos inquilinos, advirtiéndonos que nos dejaría instalarnos en aquel preciso momento, pero que mañana tendríamos que arreglar todos los papeles relacionados con el arrendamiento.

Unas semanas después, Genevieve había logrado darle un toque a nuestro apartamento para convertirlo en un hogar. Nos pusimos a buscar trabajo los dos, ya que me negaba a seguir viviendo de la caridad de mi padre, por mucho que éste insistiera.

Genevieve no tardó en dar con un puesto de trabajo en una tienda de ropa y yo... bueno, digamos que daba gracias de haberme topado con un tipo que necesitaba urgentemente alguien que tuviera un inglés fluido.

A pesar de nuestros respectivos puestos de trabajo, notaba que Genevieve estaba inquieta por algo; nuestras vidas habían dado un giro completo, cambiando lujos y fiestas de élite por horas y horas de duro trabajo para poder seguir adelante. Genevieve no se quejaba de haber abandonado su vida anterior, pero era la que más acusaba nuestra nueva vida juntos.

Tras el primer mes en Positano, cogí a Genevieve una noche para que pudiéramos hacer una valoración de cómo nos habían ido las cosas: le pregunté al respecto y, tras un poco de presión, Genevieve me confesó que estaba interesada en continuar con sus estudios y enfocarse en el mundo de la moda.

No me opuse en absoluto a ello.

Y eso me devolvió al presente, a la terraza del sitio donde trabajaba y que a Genevieve le encantaba ir por allí y fingir que no nos conocíamos de nada para marear a mis compañeros de trabajo y por pura diversión.

-¿Qué hay de la universidad? -pregunté.

Genevieve se había esforzado mucho en todo el tiempo que había reanudado sus estudios, incluso arriesgándose a mandar varias cartas a las contadas universidades que había en Italia que se dedicaban a la moda.

Ella se encogió de hombros.

-Sin noticias aún -respondió.

Quería mostrarse estoica delante de mí, pero yo sabía que estaba ansiosa por tener algún tipo de respuesta. Sin importarle lo más mínimo si eran buenas o malas noticias; lo importante es saber a qué atenerse.

Me senté a su lado y le acaricié la mejilla con cariño.

-Seguramente te dirán algo pronto -le aseguré-. Y estoy más que seguro que será un enorme y rotundo sí.

Genevieve sonrió, más animada.

-Por el momento me conformo con que me invites a este batido -replicó-. Con las prisas me he olvidado la cartera en casa...

Eché la cabeza y estallé en carcajadas.

En Positano habíamos logrado alejar nuestros fantasmas, coger todos los malos recuerdos, guardarlos en un enorme baúl y olvidarnos de él. Puede que tuviéramos nuestras recaídas, que echáramos un leve vistazo al pasado... que nos preguntáramos qué serían de todos aquellos que habíamos dejado atrás.

Nuestra relación había mejorado notablemente, lo que no quitaba el hecho que tuviéramos nuestras discusiones por pequeñas diferencias, pero Genevieve me había ayudado a salir de esa vorágine de autodestrucción en la que me había encontrado atrapado, permitiéndome encontrar otras vías mucho más saludables.

Pero, lo más importante de todo, era que Genevieve seguía a mi lado.

Estaría conmigo... siempre.

Había cumplido con su palabra: quedarse junto a mí y no abandonarme.

Y teníamos un brillante y alentador futuro por delante de nosotros dos.


_____

FIN.

Queridos lectores, lamento tener que decir que esto ha... terminado. Es cierto que estuve un tiempo sin actualizar debido a que no quería venir a mí la inspiración, pero por fin, gracias a todos esos votos y comentarios que he ido recibiendo, he podido poner el broche final a esta historia.

¡Gracias, gracias y mil veces gracias!


Ipagpatuloy ang Pagbabasa

Magugustuhan mo rin

1.2M 82.2K 35
Aspen Young quebranto sus propias reglas al cometer el error de dormir con su jefe y las consecuencias de esa noche no solo despertarán los deseos es...
1.4M 77.8K 55
Dafne comienza una nueva etapa en su vida dispuesta a convertirse en alguien con un gran futuro. Lo tiene todo: una vida feliz, una familia peculiar...
5.8M 282K 73
Si hace tres semanas me hubieran dicho que estaría en la misma habitación que Lauren Jauregui no lo hubiera creído posible, y mucho menos ser invitad...
216K 20.7K 24
Siempre tendré diecisiete años, esa no es una novedad. Ha pasado algún tiempo desde que él se fue y yo no puedo evitar sentirme cada vez más fría y s...