Las canciones de Celestina

By MoonRabbit13

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Cada medianoche, en una radio independiente, comienza el programa de La Celestina. Una misteriosa locutora de... More

Sinopsis
Canción 2
Canción 3
Canción 4
Canción 5
Canción 6
Canción 7
Canción 8
Canción 9
Canción 10
Bonus Track
Canción 11
Canción 12
Canción 13
Canción 14
Canción 15
Canción 16
Canción 17
Canción 18
Canción 19
Canción 20
Canción 21
Canción 22
Canción 23
Canción 24
Canción 25
Canción 26
Canción 27
Canción 28
Canción 29
Bonus Track
Canción 30
Canción 31
Canción 32
Canción 33
La última canción
Bonus Track - Epílogo
Agradecimientos
Otros títulos y... ¿continuación?
El consultorio amoroso de Celestina para personajes en apuros
Extra I: Un tiempo despúes
Extra 2: Historias que inspiraron a Las canciones de Celestina
Extra 3: Preguntas y Respuestas
Especial de San Valentín 1° Parte
Especial de San Valentín 3° Parte
Especial de San Valentín 2° Parte

Canción 1

15.7K 1.4K 394
By MoonRabbit13

So turn it up, turn it up (hey!)

As loud as you can make it go

'Cause love is on the radio


On air: El cartel se iluminó.

Respiré hondo y miré a mis compañeros. Casiano y Perséfone estaban del otro lado del vidrio que separaba la cabina del locutor del resto del pequeño estudio. El muchacho de cabello rubio parecía querer estar en cualquier parte que no fuera aquí, pero la chica morena alzó los pulgares y sus labios formaron un silencioso "vos podés".

Solté el aire que había acumulado en mis pulmones y tomé el micrófono con manos temblorosas. Pero cuando hablé, mi voz se oyó firme y amable, como si estuviera hablando con un amigo y no con una audiencia desconocida, tal como me había enseñado Guido.

—¡Buenas noches, Córdoba! El reloj acaba de dar las doce y mientras los autos se convierten en calabazas y los caballeros en ratas, FM 93.2 los invita a desvelarse un poquito en compañía de la mejor música romántica y de quien les habla...—. En ese instante me di cuenta de que no quería ser reconocida. Aún me daba algo de timidez hacer esto y si iba a hacer este trabajo, no debía tener rosto, ¿cierto? El anonimato sería la mejor forma de crear un ambiente íntimo y de quitarme la vergüenza—. Celestina.

Del otro lado del vidrio vi la confusión en los rostros de mis compañeros, no habíamos hablado nada sobre seudónimos. Bueno, yo no les dije que planeaba usar uno. Pero les sonreí, haciéndoles saber que sabía lo que hacía... o eso creía.

—A partir de esta noche, estaré con ustedes en cada velada hasta las dos de la mañana para compartir canciones e historias de amor y desamor. Así que no sean tímidos. Si tienen mensaje que quieran dar o simplemente hablar con alguien, no duden en llamar al número de la radio. Y por supuesto, no duden en pedirnos esa canción que tanto quieren oír o dedicar.

En ese momento, como lo habíamos ensayado, Casiano colocó la intro del programa. Pude escucharla a través de los auriculares que llevaba, los cuales me conectaban a la cabina de controles gracias a un viejo micrófono que tenían para poder comunicarse conmigo. Una música dulce y con la melodiosa voz de Perséfone que decía:

Love, amour, liebe, amore, liubof, ai, amor. Podés llamarlo como quieras, o podés decirlo en el lenguaje universal: la música. Escuchá las mejores canciones románticas en Stereo Hearts. Por FM 93.2, Radio Underground, lo raro es ser igual a todos.

Sonreí al escuchar el nombre del programa. Había sido idea de mi hermana, fanática de Maroon 5, y que a todos nos había parecido el nombre perfecto. Esperé a que acabara y volví a tomar la palabra, un poco más relajada. Pensar en Blanca y Olivia escuchando la radio desde nuestro departamento, por alguna razón, me tranquilizaba un poco. Sólo un poco.

—Así es gente bonita, el amor está en el aire. Y ¿qué les parece si damos inaugurado este espacio con una canción bien alegre? —En cuanto miré a Casiano, él supo exactamente qué canción quería que transmitiera—. Arrancamos con Love is on the radio, del grupo británico McFly. Suban el volumen y disfruten de la música.

De alguna forma había logrado modular mi voz de tal forma que sonaba como una chica entusiasta y amable, deseosa de hacer nuevos amigos. Cuando en realidad, me estaba muriendo de los nervios. Pero cuando escuché los primeros acordes de la canción sonando en mis auriculares, me permití soltar un gran suspiro de alivio.

—¡Muy bien, Celeste! —Escuché la alegre y melodiosa voz de Percy a través de los auriculares—. Para haber sido tu primera vez al aire, estuviste increíble. Si tuviera alguien a quien dedicarle una canción, sin dudas llamaría.

—Vos ya tenés a quién dedicarle canciones —le contesté a través del otro micrófono que tenía para comunicarme con ellos.

Mientras sonaba las primeras canciones del programa, me recosté un poco por la vieja silla del locutor y sonreí ante su comentario.

Perséfone tenía una perfecta vida amorosa con su novio Guido, a pesar de ser dos entes completamente opuestos. Verla a ella, con su cabello rizado y estilo bohemio, y a él, con su cabello teñido de rojo y onda punk, juntos, había sido lo más loco del campus hace unos tres años. Aunque debía admitir que había sido yo quien la animó a darle una oportunidad a mi compañero de clases. Guido y yo estudiábamos Lenguas Extranjeras en la Universidad Nacional de Córdoba y, cuando se dio cuenta de mis conocimientos sobre el romance, no dudó en pedirme ayuda para conquistar a una chica que le gustaba. Después de todo, mis consejos si le habían servido. Y quizás por eso ella me había arrastrado hasta esta pequeña estación de radio abandonada que ahora se había convertido en una radio alternativa.

Percy y Guido habían encontrado esta vieja radio hace unos meses cuando buscaban un departamento para mudarse y como amantes de la música que eran, decidieron comprar la radio junto con el departamento de arriba y tener su propia estación. Pero había unas horas que todavía no podían rellenar con programas. Fue entonces cuando a mi amiga se le había ocurrido convertirme en una locutora y tener mi propio programa, con mi música favorita: la romántica.

♥ ♥ ♥

—Sabes que a mí no me gusta mucho la música pop, pero confío en tu gusto musical —me había dicho aquella vez, con su cantarín acento. A pesar de haber venido de Brasil ya hacía cuatro años a estudiar Periodismo, todavía le costaba despedirse de su acento que la hacía resaltar donde fuera. Eso y su piel morena y cabello rizado—. Además, le estaríamos haciendo un gran favor a la comunidad. ¡Podrías salvar vidas!

Sí, a veces mi amiga era bastante exagerada... y astuta. Ella me había hecho la propuesta en presencia de mi hermana melliza y ambas me acorralaron.

Estábamos en el viejo departamento de mis padres que ahora compartía con mis tres hermanos y mi pequeña sobrina. Un piso de tres habitaciones ubicado en el centro de Córdoba capital. Era sencillo y pequeño, pero cómodo y alborotadamente acogedor. Estábamos como siempre estábamos las tardes libres, tiradas en los puff que sacábamos al pequeño balcón, tomando mate, escuchando música fuerte, viendo a mi sobrina, Olivia. jugar con sus cochecitos y muñecos; y en el mejor de los casos, chismeando los dramas de nuestra vecina de al lado. Era una tarde completamente normal, hasta que Percy soltó su bomba. Blanca, mi hermana melliza...

Sí, mi hermana y yo nos llamábamos Celeste y Blanca. Eso podía pasar cuando nacías el 20 de junio, tu papá era un profesor de historia patriótico e hincha de Racing y los planetas se alineaban en tu contra. Blanca había nacido cinco minutos antes y adoraba comportarse como la hermana mayor. Ella era más mandona y decidida, andaba sin rodeos y sin pelos en la lengua. En cambio, yo era más torpe y despistada, algo tímida y nunca era descortés. Nuestra madrastra siempre decía que Blanca era géminis y yo de cáncer, aunque yo no estaba muy segura de qué significaba eso.

―Lo va a hacer ―declaró mi hermana y la miré horrorizada. Teníamos la misma cara de muñeca de porcelana, con grandes ojos de un azul verdoso y pómulos pronunciados que yo. Éramos idénticas, salvo nuestro cabello. Mientras el de ella era rubio como el de papá y nuestros hermanos mayores, el mío era de un naranja furioso, heredado de mi mamá.

―Esperen. Esperen. ¿Quieren que yo sea locutora de radio? ―exclamé―. Pero, ¿se volvieron locas?

Todos sabíamos de la radio de Percy y Guido, prácticamente era de lo único que ellos hablaban desde que comenzaron su proyecto. Pero de ahí a esto había un largo trecho. Había un abismo.

Sin embargo, tanto a Percy como a Blanca les parecía una muy buena idea. Y aunque yo me negaba a hacerlo, ellas insistieron e insistieron... Y siguieron insistiendo durante una semana. Me hincharon tanto los ovarios que al final terminé aceptando.

♥ ♥ ♥

Y aquí estaba. En una pequeña habitación sin ventanas y con paredes cubiertas de paneles acústicos, dividida en dos por un vidrio. Mi lado estaba solamente amueblado por dos sillas de hierro plegables, una mesa redonda donde se encontraba el micrófono y mis notas y, en una esquina, estaban los instrumentos de los chicos de la banda. Como la radio sólo funcionaba entre semana, por ahora, Guido y sus amigos usaban el estudio para ensayar los fines de semanas con su banda de rock: La sombra de Peter Pan. Del otro lado del vidrio, podía ver el estudio con las paredes de un celeste desgastado y manchado apenas decoradas con la bandera de la banda; abarrotado de equipos de sonido y un viejo sillón floreado, y una mini-heladera que había traído Guido para "los chicos de la radio", como llamaba a sus cinco amigos que se habían sumado al proyecto, entre los que estábamos Casiano y yo y a los que se sumaban él y Percy. En total éramos siete caraduras improvisando en un estudio que se le venía el techo abajo. Solamente nos teníamos a nosotros y nuestro amor por la música.

—Después de esta canción entrás, Celeste —escuché la voz de Casiano a través de los auriculares cuando ya habían pasado unas cuantas canciones, llamando mi atención hacia su figura detrás del vidrio.

Casiano Ivanov era el mejor amigo de Guido y guitarrista de la banda. Sin embargo, parecía que lo único que compartía con Guido era su estilo punk. Mientras que Guido era pura alegría y entusiasmo, siempre haciendo reír a la gente; Casiano era una criatura somnolienta, apática y gruñona. Era muy flacucho y estaba lleno de tatuajes y piercings. Sin embargo, tenía cierta belleza en sus rasgos delicados, sus ojos azules y su largo y alborotado cabello rubio.

Casiano no había querido ser mi compañero, pero como él era el operador principal y yo no entendía cómo carajos funcionaba el equipo de audio, él había sido obligado a ayudarme. Lo que hizo que me ganara su odio eterno, aunque él parece odiar a todo el mundo. Casiano odiaba con toda su oscura alma la música romántica. En realidad, todo lo que considerada cursi y yo entraba en esa categoría. Así que no nos quedó otra, éramos dos personas totalmente opuestas y que no se llevaban del todo bien obligadas a permanecer juntas durante dos horas en la misma habitación, apenas separados por un vidrio.

En cuanto terminó la canción, volví al micrófono.

—Y ese fue Abel Pintos con esa hermosa canción llamada La llave, el primer tema pedido en la radio —dije y estaba segura que se podía oír mi sonrisa. Era obvio que esa canción la había pedido Blanca. Pero de igual manera era un buen comienzo—. Como dice Abel, el amor entra sin pedir la llave. Así, de sopetón, sin que nos demos cuenta. Y para cuando reaccionamos ya estamos con el agua al cuello. Eso es lo maravilloso de ese sentimiento, como puede cambiar nuestro mundo en un suspiro. De eso se trata este programa, de un espacio donde podamos, oír y hablar sobre el amor y los diversos sentimientos que provoca, sin vergüenza. Pero el tiempo corre y está a punto de ser la una de la mañana. Yo me tengo que ir, pero ustedes pueden quedarse toda la noche con Radio Underground y las mejores canciones de rock seleccionadas por El Ruso —anuncié, haciendo referencia al apodo de Casiano. Sin querer, todos en la radio habíamos elegido usar seudónimos—. Por mi parte, me despido. Gracias por acompañarnos en nuestro primer programa. ¡Buenas noches!

Y el cartel se apagó.

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