94: Tiempo libre.
En algún momento durante nuestro escape, taché «liberar a Willy» de la lista de pendientes en mi mente y experimenté un gran, gran alivio.
No pueden imaginar la ola de emociones que le siguieron y me abrumaron, como un golpe, como un nudo desenredado; como un peso menos en mi frágil mundo, cuando acepté el movimiento vertiginoso de tres sirenas a mi lado como la realidad que era en lugar de una ilusión causada por la desesperación y el miedo a fracasar.
El júbilo y el alivio, mezclados con la adrenalina del momento; todo, lo exterioricé con un golpe fuerte de mi cola que me empujó con una mayor velocidad a través de los caminos burbujeantes e inexplorados del fondo del mar.
No causamos daño a Mako y evité el golpe de un ancla en el proceso, ¡por poco! Tuvimos éxito, sí, a pesar del equipo de rescate creado sobre la marcha (a pesar de la desconfianza desarrollada), por no mencionar las circunstancias desagradables que nos llevaron a ese punto en primer lugar. Entonces, insisto: ¡el plan fue un éxito!
Ahora lo único que importaba era correr y correr o; mejor dicho, nadar ¿a dónde? Solo sabía que cuanto más lejos posible de esa gente, mejor.
Cuando atravesamos la frágil barrera entre el mundo extraordinario y la suburbana vida ordinaria de Costa Dorada, noté que habíamos llegado a un área aislada rodeada de palmeras dónde las rocas filosas de la costa se levantaban y formaban un muro a nuestro alrededor, casi como lo haría el estanque si no se hallara ubicado dentro del cono volcánico.
Fue difícil solo quedarse quieta y en silencio, pues el viento pareció ensañarse en especial con nuestra ropa y cabellos, sacudiéndolos con fuerza y a la arena a nuestro alrededor. A pesar del alboroto, la vista no dejaba de ser increíble, como siempre lo era cuando hacía una parada por todas y cada una de las playas de la costa.
El sol, una gran esfera anaranjada se tomaba su tiempo para descender con parsimonia, y desde nuestra posición daba la impresión como si estuviera hundiéndose en el mar.
No fue sino al recuperar mi apariencia humana, colocar mis pies de humana en mis cómodos zapatos humanos y esperar mientras las demás hacían lo propio, cuando formulé la pregunta que todas nos hacíamos pero que, por alguna razón, ninguna era capaz de mencionar en voz alta:
-¿Ahora qué?
Hubo un prolongado silencio, durante el cual nos miramos las unas a las otras y luego, casi como si no pudiéramos evitarlo, miramos con atención a Emma.
¿Costumbre, gajes del liderazgo?, ¿confianza?
-Vamos a mí casa. -contestó Emma a la pregunta no formulada, sin proporcionar detalles o razones. Se giró y comenzó a caminar.
La casa Gilbert. Sí, un hogar seguro, cálido y acogedor en una situación normal y cotidiana como lo era comer yogurt, o hacer la tarea de geografía y matemáticas, ver películas de terror o solo... pasar el rato. Lindo. ¿Pero, en esta situación? Peligroso.
-No, no, esperen -dije, tan pronto como comprendí lo mala idea que era-. No podemos ir a casa -solté de golpe y solo entonces, Emma, Cleo y Rikki se detuvieron de forma abrupta y las tres al mismo tiempo, como si estuvieran sincronizadas, giraron sus cabezas para mirarme-. Estarán buscando como locos. -les dije y entonces tragué saliva porque no era ajena a ser la anfitriona de inesperadas e indeseadas visitas.
-¿En serio? -Chilló Cleo con un tono de genuina sorpresa, como si no esperara aquello en lo absoluto. Miró a Emma y a Rikki, con la interrogante escrita en su ceño fruncido-. ¿No puedo regresar con mis papás? -Lo preguntó con una mezcla de disgusto e incertidumbre-. ¿Por qué?
-Será el primer lugar donde empezarán a buscar. -le respondí, llenando el vacío donde las demás guardaron silencio.
Cleo no pareció más feliz con la respuesta en lo absoluto: cruzó los brazos sobre su pecho y frunció el ceño, para demostrar su enfado e inconformidad.
Solo entonces, Emma, quién hasta entonces se había limitado a contemplar nuestro intercambio en silencio, tomó la palabra.
-Kayla tiene razón. Sería arriesgado. -coincidió, mordiéndose el labio, pensativa, y el rostro de Cleo cayó.
-Pero... es mi casa. -replicó Cleo, con el ceño fruncido y los labios curvados, en una especie de queja con puchero.
-Eso a ellos no les importa. -le aseguré.
No les importó encerrarlas antes y no les importará un detalle como invadir propiedad privada, eso seguro.
- ¿Durante cuánto tiempo? -volvió a chillar Cleo, al cabo de unos segundos.
-No lo sé. -que Emma, ¡Emma, de todas las personas!, no tuviera una respuesta para esa pregunta, pareció horrorizar a Cleo.
-Espera, ¿si no podemos regresar a casa... a dónde iremos? -inquirió la morena notando cada vez más problemas, con su rostro que comenzaba a palidecer y sus ojos inquietos flotando entre Rikki, Emma y yo.
Nos miraba, cada vez más preocupada, afligida y un tanto expectante, como si esperara que alguna de nosotras saliera con un súper plan que lo resolvería todo.
Bueno... no.
Pero, en serio, ¿qué rayos vamos a hacer?
Y no me refería a geográficamente (no tenía planes de regresar a mi casa en... nunca), sino, en general, con nuestras vidas. Me enfoqué tanto en liberar a las chicas del encierro y tal, y... no pensé en lo que pasaría a continuación. No pensé en lo que pasaría a la larga. Con nosotras, con Denman, con nuestras vidas, con nuestro futuro, con... todo.
Como una especie de acuerdo tácito (dios sabe quiénes podrían estar esperándonos en casa y, aparte, no podíamos permanecer de pie, mirándonos las unas a las otras sin saber muy bien qué hacer con nuestras vidas), decidimos descansar sobre las rocas y debo decir que eran los asientos más incómodos del mundo pues no eran almohadas o cojines suaves, era roca sólida, pero ¡hey! es mejor que estar encerrada bajo llave o ser secuestradas por personas horribles y malintencionadas.
Al cabo de un par de minutos me di cuenta de, ¡y vaya coincidencia!, este era el lugar donde hace mucho tiempo, cuando éramos novatas en esto de ser sirenas, encontramos por accidente mientras huíamos luego de evaporar toda el agua de una piscina y encerrar a Miriam y a su séquito. Buenos tiempos.
- ¿Qué vamos a hacer ahora, ah? -Cleo estaba llena de preguntas hoy, y no era para menos. Cuando la miré, tenía sus ojos color café fijos en Emma y solo en Emma, porque ¡por supuesto, no vaya a ser que a Rikki o a Kayla se les ocurra un plan! ¡Oh, dios no lo quiera!-. Ellos... ¡lo saben todo! -Añadió, y cuando abrió mucho los ojos y su rostro se contorsionó en una mueca de miedo, juraría que estaba a punto de echarse llorar-. ¡¿Tenía caso escapar?! -chilló, y entonces sus ojos se anegaron en lágrimas.
Emma acercó a Cleo a su costado para darle un pequeño abrazo.
-Hicimos lo correcto -le dijo Emma-. No podíamos quedarnos allí. Quién sabe qué nos harían.
-¡Saben quiénes somos, no tiene caso! ¡Nos atraparán! -Cleo estaba entrando en pánico, eso seguro. Sus ojos iban de un lado a otro, pensando, ideando-. ¿Y si... si dejáramos que nos hicieran algunas pruebas sería tan malo? -fue tanto desgarrador como desesperante ver la esperanza revolotear en los ojos brillantes y trémulos de Cleo.
-¡¿Y por qué no regresas para que Denman pueda meterte en un tanque para ver si hablas con los peces?! -Rikki hizo una imitación de la voz de Cleo mientras ponía los ojos en blanco-. ¡¿Te volviste loca?! -entonces explotó.
Cleo saltó y se encogió ante la dureza en las palabras de Rikki, filosas y acertadas y en efecto dolorosas, como espinas.
-Cleo, hicimos lo correcto al escapar -insistió Emma, con un tono calmo y conciliador, notando la tensión entre ellas dos-. Si siguiéramos allí...
-Seríamos una atracción de feria. -Completó Rikki, a secas.
-O sushi. -me estremecí ante la idea.
Cleo lloró un poco más, superada por toda la situación y mientras lo hacía, Rikki quien parecía incómoda con la escena miró a cualquier parte menos a ella, mientras Emma permanecía cerca, consolándola, y yo las miraba de reojo.
Cada vez que escuchaba a Cleo sollozar y lamentarse, me sentía cada vez peor, por haber contribuido en ello. El desconsuelo de Cleo, la ira de Rikki y la tristeza de Emma. No sé si las chicas están enteradas de que cooperé con Denman y aunque no lo sepan con certeza no son tontas; sin embargo, actuaban con normalidad (o lo más normal que se puede estar en esta situación) y no habían hecho ningún comentario al respecto. De cualquier manera se enterarían (yo se los diría) y me parecía incorrecto que desde ahora intentara proporcionar consuelo cuando tuve mi parte de responsabilidad en ello.
Al cabo de unos segundos, Cleo se desinfló como un globo y cuando me animé a mirarla se dedicaba a mirar la arena bajo sus zapatillas como si fuese la cosa más interesante y aburrida del mundo. No quería hacerla sentir mal, en lo absoluto, pero debíamos ser realistas. Entregarnos a esas personas, cooperar con ellos (como yo hice, por cierto) sería un grave error.
-¿Qué podemos hacer?
Ok, bien, podríamos:
1. Huir de la ciudad (dificultad fácil).
2. Huir del país (dificultad media).
3. Huir del planeta (alta dificultad, por no decir imposible).
Desaparecer a Denman y compañía de la faz de la tierra (aparte de difícil, moralmente cuestionable, pero no por ello imposible).
-¿Huimos de la ciudad?
Irnos de la ciudad. Wow. Era una frase simple, pero no era algo fácil de realizar. Dejar todo, escapar y quizás seguir huyendo... por el resto de nuestras vidas. Antes habría estado encantada con la idea de irme muy lejos de Costa Dorada, ahora, la idea hace que se forme un nudo en mi garganta. Es algo irónico considerando como solía aborrecer mi vida aquí antes.
-Tal vez -confesé. Era eso, o deshacernos de Denman y sabía que al menos la mitad del grupo estaría en desacuerdo con la idea-. No sabemos cuándo, cómo, o dónde volverán a aparecer pero no quiero estar allí cuando lo hagan. -y miré a mi alrededor solo para estar segura de que, en efecto, estábamos solo las cuatro, pero con Denman no se podía estar segura de nada.
A lo lejos, lo suficientemente lejos como para no ser capaces de vernos, pero nosotras sí a ellos, vislumbré a los numerosos vacacionistas nadando o montados sobre una tabla de surf, o en flotadores, o asoleándose, dándose un chapuzón y tomando todo lo que la fugacidad de la temporada podía ofrecer; y míranos a nosotras: nuestras vidas como las conocíamos terminando en frente de nuestras narices por gente asquerosa.
-¿Buscándonos? ¿A las cuatro? -No fue sino al observarla, cuando noté los profundos y agudos ojos azules de Rikki fijos en mí con perspicacia -. ¿Estás segura de eso? -me sentí mareada y tragué el nudo que se formó en mi garganta. Oh, cielos, aquí viene-. Porque... la última vez que comprobé, estaban interesados en nuestras -dio un vistazo a Emma, a Cleo y por último, así misma-... colas -entonces me miró-. No en la tuya. -sentenció.
-Rikki... -a pesar de la ya característica intervención de Emma en su esfuerzo perenne por detener a la otra rubia cuando estaba a punto de decir algo que siendo cierto, nadie deseaba escuchar, esta careció de la fortaleza necesaria pues más que severo, había cansancio y desanimo en toda ella. Como si cargara con el peso del mundo en sus espaldas.
Lo que sea que Emma iba a comentar murió cuando Rikki quién, decidida a no ser interrumpida durante su hilo de la conversación, realizó un firme movimiento de su mano que indicaba silencio.
-Hay algo que aun no entiendo -comentó mientras se encogía de hombros de manera casual, relajada incluso, pero conocía a Rikki y sabía que ella ahora mismo estaba cualquier cosa, menos relajada-. Denman sabe sobre los poderes, ni siquiera pareció sorprendida. -no fue una pregunta pero de todos modos Rikki cortó la frase allí a propósito y me miró, expectante.
¿Fuiste tú?
Traté de mantenerme serena y erguida ante la obvia acusación que vendría de la mano con una misteriosa desaparición y posterior rescate y reencuentro, pero cuando rompí el contacto visual segundos después, Rikki, comprendiendo que mi silencio era una confirmación, borró la sonrisa de sus labios y abrió los ojos como platos.
-¿Bromeas?
-¡No lo hice a propósito! -chillé demasiado rápido y un poco a la defensiva.
Rikki me conocía, ella sabía que yo nunca le revelaría nada a Denman... al menos no, por voluntad propia.
-Lo sabemos, ¿verdad, Rikki? -Emma asintió y le dio a la otra rubia una mirada severa, luego hizo una pausa, cuidadosa y calculada, y añadió-. Nos tenías preocupadas. -dijo su voz y ojos suaves encontrándome en una pregunta implícita, dejándome a mí la elección de hablar o no.
-Lo que Emma quiere decir es... nos debes una explicación. -intervino Rikki, devolviéndola y le dedicó a la otra rubia una mirada de aburrimiento.
Oh, cielos, ¿por dónde comienzo? Supongo que por el principio, claro. Respiré hondo y... me encogí de hombros.
-Llegué a casa y mi padre lo sabía todo. Me mostró unas fotografías que tomaron de nosotras... en el agua, con unas...
-Cámaras submarinas. -completó Rikki, con expresión sombría.
-Sí, exacto -asentí-. No pude negar nada -añadí con pesar-. Después, Denman apareció y quería saber todo. Quería que le contara todo sobre... ser sirenas -podía sentir la mirada de las chicas fija en mí, con completa y absoluta atención, mientras yo me sumergía en el relato-. Por supuesto, me negué, pero me amenazó. Dijo que si no cooperaba con ella, ustedes serían las siguientes. No tuve opción.
-¿Qué tanto sabe?
-Los poderes, la transformación, Mako.
-¡Cielos!
-Les habría enviado un memo avisándoles que estábamos hundidas hasta el fondo -añadí con rapidez, adelantándome a la siguiente pregunta que sabía Rikki haría-... pero estuve bajo arresto domiciliario y sin el celular -añadí, un tanto exasperada por lo impotente e inútil que fui entonces, y como lo odié-... Muchas cosas estuvieron... fuera de mi control. -me limité a decir, sin deseos de ahondar en detalles escabrosos.
Y eso fue todo, eso era todo. No había más.
Las disculpas no valían nada, no. Porque sabía, muy en el fondo, que eso solo era una pequeña parte de todo lo que estaba mal. Ya no había un secreto que ocultar, ya no había algo que proteger, ya no más. Fracasamos y era solo cuestión de tiempo hasta que todo el mundo se entere.
-¿Qué te dijo ella?
-Ya no tiene caso. Eran todas mentiras. -Hasta la última sílaba.
-Sí, nos capturaron de todas formas. -ironizó Rikki, pero su tono ya no era acusador, sino más bien resignado. No había recuperado su sarcasmo habitual, pero era algo.
Entonces cuando miré a Rikki, recordé algo importante.
-Rikki, ¿dónde vives?
Rikki pestañeó un par de veces y me miró con la más genuina de las sorpresas nunca antes vista en sus grandes ojos azules.
-¿Para qué quieres saber? -preguntó y por alguna razón sonaba aprensiva.
-Cuando escapé, las busqué casa por casa y me di cuenta que no sé cuál es tu dirección, eso dificultó mucho la búsqueda.
Rikki nos miró en blanco durante un segundo, como si estuviera sorprendida, y al segundo siguiente frunció el ceño.
-¿A quién le importa eso ahora? -Rikki se cruzó de brazos y pareció incluso más molesta de lo que lo estuvo cuando supo que le revelé a Denman nuestros poderes-. ¿Quiere alguien recordar nuestras prioridades? -Exigió, tras rodar los ojos de una forma un tanto exagerada-. Porque yo no.
-Lo sé. No tienes por qué hablarme así -le dije, en esta ocasión con muy poca paciencia residiendo en mí como para tolerar su malhumor por más tiempo-. Solo tuve curiosidad ya que nunca he ido a tú casa.
-Sí y como sigan así las cosas, no regresaré por un largo tiempo. -buen punto.
-Rikki tiene razón. No podemos seguir pensando en lo que no podemos cambiar -Emma sacudió la cabeza de un lado a otro y tuve la impresión de que ese consejo estaba dirigido en especial para ella misma-. Tenemos que pensar en un plan.
-¿Cómo cuál?
Emma no dijo nada, se limitó a mirar el agua que chocaba contra las rocas filosas y regresaba al océano, con tanta atención y durante tanto tiempo, que comencé a pensar que no había escuchado mi pregunta, o la ignoró.
-No lo sé.
Y allí estaba, esa fue su respuesta: simple, honesta y desgarradora.
~.~.~.~
¡Hola!
Decidí publicar a la medianoche porque... mañana no trabajo jaja. Y porque el internet o la página o el destino, no sé, no me lo permitió durante la mañana.
Ahora, el capítulo es suuuper tranquilo, al menos en apariencia pero las chicas están tratando de lidiar con todo este embrollo en el que están metidas... muy a su manera.
Emma lo hace cuidando de otros y siendo la "sensata y tranquila", Cleo es la que deja salir sus emociones con más facilidad y eso no tiene nada de malo ojo. El problema es que Rikki y Kayla, son muy herméticas con sus emociones. Rikki recurre al enfado y Kayla al sarcasmo.
Kayla se siente culpable por todo y cree que es su culpa. Esta niña necesita un abrazo urgente. ¿Lo recibirá y de quién? Jaja.
Bueno, quisiera saber sus opiniones sobre el cap y si querían ver algo más. Sé que fue muy corto pero intentaré hacer los siguientes un poco más largos.
Recuerden que estamos en la recta final y quiero darle a cada escena su momento especial.
Quisiera saber qué creen que pasará, estoy pensando en cambiar unas cositas.
En fin... ¡nos leemos pronto!
Pd: voy a dormir.