Escrito en las estrellas (Cor...

By LucyMellark

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Lucy Gray es coronada vencedora de los Décimos Juegos del Hambre, mientras el joven mentor Coriolanus Snow, r... More

BOOKTRAILER / SINOPSIS
Personajes
Fanfics Lunus/Snowbaird
Contenido multimedia
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PREFACIO
PRIMERA PARTE
1. Nuestra Victoria
2. Reencuentro
3. Un nuevo comienzo
4. Hospital
5. Buena suerte (Reeditado)
Ideas para portada
Portadas
6. Capitolio (Reeditado)
Aviso
7. Familia (Reeditado)
8. Mansión Snow (Reeditado)
9. Confesiones (Reeditado)
10. Nuevo día
11. Primera salida
12. Pareja
13. Pasados revelados (Reeditado)
14. Tigris (Reeditado)
15. Cita (I) (Reeditado)
15. Cita (II) (Reeditado)
16. Ciudad (Reeditado)
17. Parque
18. Cena (Reeditado)
19. Snow
20. Análisis
21. Preparación
22. Cambios
23. Estrategia (Reeditado)
24. Futuro
25. Cafetería
26. Lucy
27. Canto (Reeditado)
28. Atardecer
29. Romance público
SEGUNDA PARTE
30. Equipo de preparación
31. Escándalo Nacional
32. Amor
33. Momentos previos
34. Entrevista individual
35. Lucky Flickerman
Aviso importante
BODA DE ROSAS (Capítulo futuro)
36. Escenario
37. ROMANCE
38. Juegos
39. Sorpresas
40. Discurso (Reeditado)
41. Descanso
42. Compañeros
43. Reunión
44. Reflexión
45. Regalos
46. Secretos
47. Doctora Gaul
48. Inesperado
49. Música
50. Chocolate
51. Delivery
52. Desayuno
53. Madame
54. Restaurante
55. Tiresias
56. Previa
57. Baird
59. Ravinstill
60. Almost star-crossed lover
61. Primos
62. Contrato
63. Sesión de fotos
64. Ambientación
65. Crisis
66. Protector (Reeditado)
The First Victory Tour (Propos)
67. Snow Western Hognose
68. 24 de octubre
69. Cumpleaños
Material gráfico Snowbaird
Extra Capítulos 48-50 (IG account)
70. Tranquilidad
71. Amigos
72. Sorpresas
73. Anillo de promesa
CAPÍTULO 74: EL VALS

58. Padres

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By LucyMellark

CAPÍTULO 58: PADRES

POV LUCY

-Suéltalo -dice Coriolanus.

Hemos estado los últimos diez minutos caminando por el jardín sin rumbo fijo, hasta que él decidió que era suficiente y me llevó a los bancos de piedra blanca bajo la elegante y antigua pérgola.

-¿Qué dices?

Coryo me observa apenado por tener que hablar de esto.

-Amor, yo sé que el tema de tu familia te afecta, es inútil que finjas frente a mí. Ambos compartimos el mismo dolor, no lo olvides. ¿Pensaste en tu madre cuando ellos contaron eso?

-Así es, no entiendo porque. Pensé que podría contenerme y creía tenerlo algo superado después de tanto tiempo. Es solo que... Owen...

-¿Qué sucede con él?

-La manera en la reaccionó cuando se la mencionaron me resultó tan familiar. No sé cómo explicarlo.

-Es lo normal, Lucy. El lenguaje corporal puede delatarnos, nos dimos cuenta de la situación sin que dijeran demasiado.

-Lo sé, pero aún así... -Corto la frase porque no estoy segura como continuar y cambio de tema-. ¿No es curioso, Coryo?

Él entrecierra los ojos y me mira fijamente.

-Baird...Se apellidan Baird. Ese es mi apellido paterno.

Cuando me registraron en el Distrito Doce como ciudadana de Panem, mentí respecto al orden de mis apellidos y decidí que el apellido principal fuera el de mi madre.

-¿Te crees que no he analizado lo mismo que tú? Estoy observando detenidamente a Owen desde la primera vez que lo conocimos, Lucy.

-¿Y?

-Me llama la atención que tengan sus ojos puestos en ti. Pero pienso que es una simple casualidad debido a que tus apellidos son algo normales en Panem, cariño. Eso no significa nada -concluye.

-Y no pretendo insinuar eso... De todas formas, debo confesarte algo.

-¿Qué?

-Ese hombre fue a vernos varias veces cuando estaba en el zoológico. Estaba tratando de hacer memoria porque sabía que lo había visto en alguna parte y fue allí. Siempre venía en la mañana mientras tú estabas en clases. Algunas veces se acercaba y nos dejaba comida a todos, y otras veces solo a mí y a mi compañero de distrito. Incluso una vez logró colarse después que tú compañera fue asesinada, después de que lo hiciste tú... creo. Dijo que tenía permiso para llevarnos comida y medicinas. Nos entregó personalmente pastillas para el dolor, las infecciones, y ungüentos para quemaduras. Me llamó a mí porque, según él, yo siempre era la persona más confiada y cuando vio mis quemaduras me preguntó que me había pasado; le dije que había sido por intentarle salvar la vida a mi mentor y me contestó que estaba muy orgulloso de mí y que había escogido bien. Ahora entiendo que lo dijo porque me invirtió dinero en mí. Luego de ese comentario, me pidió que le dejara ver mis heridas y fue muy caballeroso conmigo, aunque se horrorizó un poco al ver los cortes y quemaduras al quitarme los vendajes, me desinfectó las zonas afectadas, aplicó ungüentos, me volvió a renovar el vendaje y me obligó a tomar medicina. Me indicó que tomara los dos medicamentos cada ocho o doce horas hasta iniciar los Juegos del Hambre e incluso después si me dejaban ingresar con medicación. Luego me preguntó si alguien más estaba en las mismas condiciones que yo o peores; y atendió a todos los que dejaron ayudarse sin siquiera mostrar cara de asco, solo bondad y compasión. Me quedé mirándolo de cerca las casi tres horas que estuvo con nosotros. Juro que pensé que era médico o enfermero, hasta que lo volví a ver hoy y descubrí que es empresario.

-¿Por qué no lo dijiste ahí dentro?

-No quería meterlo en problemas, él siempre dijo que podía ayudarnos siempre y cuando no dijéramos que él lo hacía. Solo sabíamos su nombre, o más bien su apodo... Chris, de Christopher Baird.

-¿Y qué hay de Owen?

-No recuerdo haberlo visto hasta la fiesta del otro día.

-No me extraña que hayas reaccionado así ahí dentro ahora que me dices esto. Él parece que hizo más cosas por ti que yo...

-Eso es mentira, nadie ha hecho más cosas por mí que tú. Tú también me conseguiste medicina, vendaste mis heridas todos los días, me alimentaste, me protegiste, me diste consuelo, me amaste y me salvaste la vida. Tú eres la razón de que no haya perdido la razón y que sea tan feliz ahora. No te sientas celoso por lo que dije ¿Si?

Pongo mis manos sobre sus mejillas suavemente y ambos nos miramos a los ojos fijamente.

-Sacrificaste muchas cosas por mí y tú sabes lo mucho que lo valoro -concluyo-. Ese hombre, en cambio, solo fue solidario con todos.

-En especial contigo.

-Ahora lo sé, fue mi patrocinador. Debería darle las gracias en privado ¿me vas a acompañar?

-Sí eso te hace sentir más segura, por supuesto.

-Siempre me siento más segura contigo, Coryo.

Y lo besó, él apenas tarda unos segundos en reaccionar y devolverlo. Luego aparto mi rostro del suyo ante el temor de arruinar mi maquillaje o manchar su rostro. Por suerte no es el caso, efectivamente esas tintas de labios que me aplicaron no manchan, ni se salen con tanta facilidad. El rostro de mi novio luce impecable.

-¿Se nota que he estado a punto de llorar?

-Un poco. ¿Traes tu maquillaje?

Asiento y le pasó mi cartera para que la abra y vea como arreglarlo. Primero saca una toallita desmaquillante y con una punta limpia alrededor de mis ojos explicándome que se corrió levemente delineado negro. Luego aplica unas gotitas de mi base y lo sella con polvo compacto que vuelve a pasar por todo mi rostro y me da la tinta de labios para que me lo retoque usando el espejo del polvo compacto como guía. Él se justifica diciendo que no es tan prolijo como para ayudarme con eso y yo de todas formas se lo agradezco. Después de terminar con mis labios, uso el tono rosa levemente oscuro que es similar a los labios de Coriolanus y le doy un tono parejo a los suyos en los bordes. Me sorprende que él no se queje para nada, aunque supongo que todos los chicos del Capitolio son abiertos en este aspecto, tienden a cuidarse mucho. Aprovecho también a ponerle una suave capa de polvo compacto claro y guardo todo nuevamente en mi cartera.

-No sabía que tenías tantas cosas aquí dentro.

-Las mujeres siempre estamos preparadas para todo. Si te duele el estómago en unas horas de tanto comer me avisas, tengo unas pastillas en otro bolsillo más pequeño y Madame tiene otras para el dolor de cabeza.

Eso hace que él empiece a reír, hasta que una voz a nuestras espaldas nos interrumpe.

-Disculpen por interrumpir. Todos los andábamos buscando -dice Persephone.

-No pasa nada, estábamos por volver, de todas formas. ¿Sucedió algo?

Digo dándome vuelta y mirándola.

-Era para decirles que como casi todos invitados llegaron mientras ustedes no estaban, va a empezar la cena.

­-Gracias, Persephone. Ya vamos a entrar.

Ella empieza a alejarse y yo me pongo de pie rápidamente.

-¿Por qué tanto apuro?

-¿Te molesta si hablo con ella un poco?

Coriolanus luce confundido y parece entender que él no está incluido en la conversación. Debe adivinar el tema de conversación.

-Haz lo que quieras, cariño. Me mantendré atrás de ustedes. -Le agradezco-. Solo... no te metas demasiado entre ellos. Deben resolverlo cuando estén listos - murmura.

-Tranquilo, no seré tan directa.

-¡Ve!

Alcanzo a Persephone a pocos metros y la tomo del brazo, haciéndola voltearse.

-Disculpa, solamente quería alcanzarte.

-¿Por algo en particular?

Trato de inventar algún modo de iniciar conversación con ella sin que se aleje y digo lo primero que se me viene a la mente.

-¿Estás bien por lo que pasó adentro?

-Si te refieres a mi casi caída, sí. Lo que pasa es que creo haber elegido los zapatos equivocados, el piso es más resbaladizo de lo que esperaba y no estoy acostumbrada a este tipo de tacos. Mi padre me dijo que comprara otro diferente por seguridad y no le hice caso. Fue un gran error.

-¿No trajiste alguno extra? Botas o zapatillas.

-No realmente, creí que podría soportar con estos toda la noche.

-Tigris y yo hemos traído algunos, podemos prestarte, no vas a disfrutar este día si te la pasas pensando en la forma de no caerte.

-Pero...

-Pero nada, ven conmigo y te prestamos el que mejor te quede.

-¿Y Coriolanus?

-Él...

Giro la cabeza hacia atrás y lo veo caminando tranquilo detrás de nosotras, mirándome cada tanto.

-Amor, ¿puedes ir entrando? Nosotras iremos a recepción.

-¿Vuelven pronto?

-Por supuesto.

-Bien.

Coriolanus pasa por mi lado, besa mi mejilla suavemente y pone en mi mano mi teléfono móvil, que él tenía guardado en algún bolsillo de su traje.

-Llámame si necesitas ayuda. Te amo.

-No más que yo -le discuto.

-Eso no es verdad, Lucy Gray. -Responde fingiendo seriedad.

-Lo sé, solo estoy bromeando. Ve con Madame, seguro debe estar preocupada.

-Ya mismo.

Lo vemos alejarse y entrar por el sector que va directo al salón mientras nosotras nos dirigimos por el ala este.

-¿Te puedo preguntar algo? Es que no quiero ofenderte.

-Lo que quieras.

Trato de evitar mi impulso inicial de morderme el labio por los nervios de no saber qué me va a decir.

-¿Qué le hiciste a Snow? Parece otra persona, casi no lo reconocemos desde que... básicamente, desde que te conoció.

-¿A qué te refieres?

-No me malinterpretes. -Murmura con una leve sonrisa en su rostro-. Lo digo en un buen sentido. Nunca recuerdo haberlo visto feliz y sonriente de forma genuina, hasta su mirada parece más cálida y amable cuando te observa o está cerca de ti. Todos coincidimos en eso en el curso, sobre todo los que vimos de cerca cómo surgió la relación desde el comienzo.

-¿Siguen hablando de nosotros en La Academia?

-Con menos frecuencia, pero sí. Son la sensación del momento.

Siento que mis mejillas se calientan al escuchar eso y ella se da cuenta porque, de inmediato me toma del brazo con cuidado y camina conmigo en silencio hasta que proceso la información.

-¿Y cómo lo toman?

-Bien. Es curioso, pero no deja de ser una linda historia de un amor que rompió todas las barreras. ¿Por qué preguntas?

-Curiosidad -respondo simplemente.

-¿Es verdad que serás estudiante de La Academia en el próximo semestre? Todos andan diciendo eso desde el evento televisivo.

-Esa es la idea, pero antes me deben nivelar. No estoy segura si entraré en el año que estoy cursando en el Doce, o me colocaran en un grado menor.

-No creo que tengas problemas con eso, tienes a uno de los mejores estudiantes como novio para apoyarte. Aparte, no pasa nada si te incluyen en un grado menor. Tú no tienes la culpa de que el Doce no reciban la misma educación que aquí. Incluso, hay bastante diferencia entre La Academia y otras escuelas públicas del Capitolio. Así que, quedate tranquila.

-Gracias, eres muy amable.

-Y tú también lo eres. Pero ojalá tu novio pensara lo mismo que tú. A veces pienso que me tiene miedo.

-¿Miedo? -Repito pensando que estoy escuchando mal.

Si me hubiera dicho que la odiaba me hubiera sorprendido menos.

-Sí, miedo. A veces por más que lo intente no logra ocultarlo con su rigidez, ni con su amabilidad.

-Pero no tiene sentido. Pareces buena chica, tienes un bonito aspecto y nada aterrador.

-Ese es el gran misterio, nunca supe el porqué. Pero, así están las cosas. Da igual, no debemos agradarle a todo el mundo ¿no?

-Tienes razón, basta con agradarle a las personas que queremos.

-Tal cual. -Me sonríe amablemente-. Espero que no tengas problemas con él por juntarte conmigo ahora.

-No lo creo. Él me dio vía libre para hablar contigo. Incluso quiere que me relacione con los demás.

-Eso es lindo de su parte, te quiere incluir en su vida en todo aspecto.

-Lo ha hecho desde el día uno, Persephone.

Dejo pasar el tema de Coriolanus y Persephone porque él debe tener un buen motivo para sentir cierto rechazo por ella; o tal vez simplemente no se lleva bien con todos sus compañeros por igual. Definitivamente tengo que descubrir el motivo. Aún así no puedo evitar pensar que ella no tiene que ver eso, sino su padre a juzgar por la reacción de los primos Snow cuando llegamos.

Finalmente, luego de perdernos unos minutos en algunos pasillos, logramos llegar al sector donde guardan nuestras cosas. Les muestro una tarjeta plástica con QR y ellos la pasan por el sensor identificando el casillero en cuestión.

-¿Necesita todo, señorita Gray?

-No, solo el bolso plateado, por favor.

-Como desee. -El joven lo busca y me lo entrega-. Aquí lo tiene.

-Se lo devolveré en breve.

Él asiente y yo guio a la chica hasta unos sillones cercanos. Ambas nos sentamos y yo rebusco entre las bolsas de tela los zapatos de Tigris y míos que trajimos por si acaso. Ella tenía tanto miedo por nuestra comodidad que trajo cuatro pares distintos.

-Pruébate el que quieras, estoy segura que alguno te va a resultar cómodo. Yo calzo treinta y seis o treinta y siete y Tigris treinta y siete. -Digo al notar que trata de buscar la numeración.

-Yo estoy entre esos también, a veces hasta me queda bien el numero siguiente según el tipo de calzado.

-Deberías probar los de Tigris, entonces, es ese color cobre o el negro.

-Perfecto.

Al final, luego de observarla caminar un poco y preguntarle varias veces cuál cree que le queda mejor, se termina decidiendo por el negro y vuelve a sentarse a mi lado mientras guardo todo nuevamente.

-¿Qué hacen con tantos pares en un bolso?

-Ni lo preguntes. Se trata de Tigris, incluso si vamos a un evento simple, es capaz de llevarse una maleta entera de maquillaje y accesorios por si los necesitamos. Sería buena manager y asesora de imagen -bromeo.

-¿Ella quiere ser diseñadora de moda?

-Eso creo, realmente le apasiona la ropa. Tiene pilas de libretas en su habitación llenas de diseños.

-Tiene que aprovechar la popularidad de ganó ahora, es su momento. Sé que no han sido fáciles las cosas para ella hasta ahora, para nadie creo.

-¿Para ti tampoco? Pude deducir que perdiste a tu madre porque no vino y por tu padre. ¿Fue durante la guerra?

-No, fue un año antes durante un accidente. Por suerte no vivió para ver el desastre que ocurrió en su país. Aunque mi padre, mi hermanito y yo quedamos destrozados.

-Es entendible, lo lamento.

-Gracias. ¿Puedo preguntar algo más?

-Por supuesto.

-En televisión y en las entrevistas has hablado mucho de tu madre, pero ¿qué hay de tu padre?

-No sé quién es, no lo recuerdo. No tengo forma de saber si está muerto o sigue vivo, si es lo que querías saber. Incluso de mi madre no tengo muchos recuerdos, quedé huérfana de pequeña al igual que Coryo.

-Perdón, no debí preguntar. Es un tema más delicado de lo que pensé.

-Lo es, pero ¿qué puedo hacer? No se puede cambiar el pasado.

-Solo sobrevivir, supongo.

Me río tristemente porque tiene razón. Solo se puede sobrevivir y seguir adelante tratando de forjar un futuro mejor para uno.

-Bien, no hablemos de cosas deprimentes, no vinimos aquí para revivir traumas pasados, ni llorar. Volvamos con el grupo antes salgan a buscarnos. -Concluye ella metiendo sus zapatos en bolsa de tela que venían los de Tigris para luego poder devolvérmelos.

Nos acercamos al mostrador y devolvemos el bolso.

-Disculpe ¿Podría decirnos donde están los baños de mujeres? -pregunto.

-Por supuesto, hay en varios sectores, uno cerca del salón y otros en el pasillo de la izquierda al final y también en el primer piso cerca de las escaleras, esos los encontrarán con facilidad.

-Se lo agradezco.

-De nada. Tengan una agradable noche, señoritas.

Cuando al fin nos alejamos, Persephone se detiene y se atreve a preguntar:

-¿Quieres ir ahora?

-No realmente, solo quería saber por si acaso. Pero si tú quieres, te puedo acompañar.

-Vamos al que está cerca del salón, creo que los he visto.

Me toma delicadamente del brazo y me guía allí. Al final ambas aprovechamos para retocarnos el maquillaje compartiéndo lo que ambas trajimos. Ella se retoca con una sombra líquida llena de glitter en tonos metalizados y me quedo viéndola fijamente porque el efecto se ve realmente hermoso.

-¿Quieres que te aplique?

-¿Eh?

-Si tú quieres puedo ponerte un poco de esto, aunque me da miedo arruinar tu maquillaje porque no combina mucho. A no ser que...

Ella rebusca en su porta maquillaje y sonríe al sacar unos potecitos con glitters plateados y de tonos variados completamente trasparentes.

-Esto irá perfecto contigo. ¿Lo intento?

-¿Por qué no?

-Me gusta esa actitud. Vas a brillar, literalmente hablando.

Ella se acerca a mí y empieza combinar los diferentes tonos sutilmente con unas brochas sobre mis parpados y contornos de ojos. Se toma tanto tiempo respetando los límites de mi maquillaje y los tonos que no parece que se hayan aplicado por separado, creando un efecto realmente lindo según la posición desde donde se vean. También aplica un poco en la zona alta del pómulo justo donde me aplicaron el iluminador y me rocía lo que creo que es un spray fijador.

-Eso es todo, te quedó bien. Cuando subas al escenario a cantar y te enfoquen con las cámaras se va a ver aún mejor, te lo aseguro.

-Gracias.

-No es nada, Lucy.

Ella guarda los productos y brochas en su porta maquillaje.

-Por cierto, Coriolanus dijo que ya tienes teléfono.

-Los dos, la doctora Gaul nos regaló dos modelos idénticos. Solo que para mí es el primero.

-Interesante. Esa mujer puede ser muy generosa si se lo propone.

Y si tiene intenciones ocultas. Digo para mis adentros.

-¿Sabías que muchos alumnos no se anotan en las materias optativas porque le tienen pánico a esa mujer? No los culpo sinceramente.

-¡Qué va! -Lanzo una carcajada.

Trato de fingir que ella no me genera terror, aunque por dentro me estremezco, ya la conozco demasiado y no quiero descubrir más cosas de esa psicópata en cuerpo de mujer.

-Espera a conocerla un poco más como profesora y entenderás lo que digo. Es extremadamente exigente y extraña. Como sea, no quiero asustarte antes de tiempo porque no la tendrás hasta casi el fin de cursado. Pásame tu teléfono, por favor.

Sin entender demasiado el motivo, obedezco y se lo entrego desbloqueado. Veo que rápidamente busca algo y empieza a escribir, luego me muestra la pantalla.

-Ese es mi número, cuando quieras escríbeme para charlar o juntarnos antes de que vuelvas al Distrito Doce. Te mostraría algún lugar que no conozcas o podríamos ir de compras.

-Lo haré -prometo.

En ese mismo momento le mando un mensaje con un saludo y le digo que también me agende cuando lo lea.

En el momento que volvemos al salón nuestros compañeros de mesa se quedan mirándonos y nos preguntan se está todo en orden, les decimos que sí, que solo necesitamos un tiempo de mujeres y nos volvemos a sentar en nuestros lugares. 

Muchos empezaron a comer, pero Coriolanus no tocó su comida durante mi ausencia. Cuando me siento a su lado, toma de inmediato mi mano y me clava la vista muy significativamente como preguntándome si todo salió como quería, no le digo nada y solo beso su mejilla por un segundo. Mi chico no come, ni suelta mi mano hasta que me ve agarrar el tenedor y comer una especie de ensalada, sopa de verduras cocidas y trozos de pescado de mi propio plato, el cual varios integrantes de la mesa me aclaran que le llaman ceviche en el ámbito culinario. Yo reconozco que algunas veces lo probé cuando nuestro grupo paraba en zonas marítimas y teníamos posibilidades de hacer comidas más variadas, solo que no sabía que tenía un nombre específico. Nadie se sorprende por mi comentario. A estas alturas, todos saben que la mitad de mi vida he sido nómada.

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