Dolce amore

By AngieRosas058

1.5M 95.3K 19.3K

Saga Flores en la Mafia #4 Se dice que siempre llega alguien a nuestras vidas para salvarnos de nuestra oscur... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 43
Capítulo 44
Medusa
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Epílogo
Agradecimientos
La nueva era

Capítulo 42

30.2K 1.7K 288
By AngieRosas058

Karla

Hago una mueca, cuando la enfermera cura mis heridas de la espalda, suspiro cuando siento como saca un pequeño pedazo de vidrio de mi piel.

Después de saber que todos estábamos vivos, nos dirigimos hacia un hospital para que trataran nuestras heridas y que un médico, viera a Rea, por su embarazo.

Maldita sea...— siseo en griego— espera que te ponga las manos encima, zorrina pelirroja. Me las cobraré cada una de ellas

Escucho la risa ahogada de Enzo, quien me observa desde la camilla a mi lado. Otra enfermera también, estaba curando sus heridas y los hematomas de su espalda.

—Dea, sabes que no entiendo el griego y la enfermera tampoco— responde con diversión.

Que bueno— mascullo— maldita sea

—Dea—

—¿Qué?— gruño, miro a la enfermera— oiga, debo decirle que soy la peor paciente que puede tener, también soy enfermera—

—Y yo lo confirmo— agrega mi esposo entre risas— así que, no se preocupe si la maldice todo el tiempo—

La enfermera que me atiende, simplemente se ríe mientras niega divertida.

—La comprendo perfectamente, es difícil estar del otro lado. Cuando se supones que salvas vida—

Miro a mi esposo con una sonrisa, en un acto infantil le saco la lengua. En respuesta, el también me saca la lengua.

—¿Ves, Eros?— digo en burla— ella me comprende... ¡Ay!—

Chillo, cuando siento el pinchazo de dolor cuando tantea los bordes de las heridas de mi espalda.

—Lo siento, se irá en un momento—

—Llorona— se burla mi esposo

En represalia, le muestro mi dedo del medio. Simplemente, niega divertido sin dejar de reírse.

Ciertamente, no sé si debería preocuparme que después estar casi al borde de la muerte. Nosotros solamente no estemos molestando, por pequeñeces y sin tomarle mucha importancia a que uno de los dos, podría haber muerto en esa explosión.

Mi ánimo baja un poco, al recordar los sucesos de las últimas horas. Trago saliva, cuando mi mente proyecta el momento del derrumbe y la explosión.

Por poco, lo pierdo para siempre.

Enzo, parece notar mi cambio de ánimo, porque me sonríe.

—Aquí estoy, dea— me mira— y no me iré. Nunca—

Sonrío ligeramente.

—Más te vale, idiota— resoplo— necesitas aguantarme más tiempo—

—Oh, dio. Que Lucifer, me libre— rueda los ojos con falso sufrimiento, me río— ¿Sabes? Ahora, que todo terminó te daré el divorcio. Si paso otros seis meses contigo, terminaré suicidándome con cianuro—

No puedo dejar de reírme ante su escena dramática, cruzo mis brazos por encima de mi pecho. Mirándolo con desafío y burla.

—Bien, haré una fiesta de divorcio— sonrío— para festejar que me libre de un idiota sin cerebro—

—Bien, le diré a Dante, que me lleve a un bar nudista como fiesta de divorcio—

—Bien— afirmo con orgullo.

Las enfermeras solamente se ríen, ante nuestro acto de una pareja que ha decido divorciarse por que ya no se soportan.

—Bien— responde igual manera— no fue un placer, estar casado contigo, Karla—

—Digo lo mismo, Enzo— bufo— ni pienses, que te dejaré mi colección de vibradores—

—Como quieras, pero el Ferrari de Serguei, me lo quedo yo—

Abro y cierro la boca, en falsa indignación.

—Ni lo sueñes, ese Ferrari es mío— refuto— ¡Me lo quedo yo!—

—Ni modo, dea— hace un falso puchero— tu quisiste los vibradores—

—¡Te los devuelvo!—

—Mmm...— responde—déjame pensar...—

Me río, cuando coloca su mano debajo de su barbilla antes de mirarme y sonreír de igual manera.

—No, el Ferrari está mejor—

Entrecierro mis ojos en su dirección.

—Te odio—

—El sentimiento es mutuo, querida— responde

La enfermera termina de curarme la espalda y darme las indicaciones a seguir, me acerco hasta la camilla de Enzo. Sonrío, por que esto me trae un deja vú a cuando fuimos atacados en Roma y ambos, nos curamos las heridas.

—¿Te trae recuerdos, dea?— asiento— que bueno, porque a mí también—

Abro suavemente sus rodillas, para colocarme en medio de sus piernas. Suspiro con alivios, cuando sus manos encuentran mi cintura para acercarme un poco más.

—Señor, necesito que se quede quieto— pide la enfermera

Bufo con diversión, tomo sus manos para quitarlas de mi cintura y colocarlas en la camilla.

—Le pide algo imposible— respondo— es como niño pequeño—

Enzo, simplemente se ríe para después soltar un siseo bajo.

—¿Qué tan grave está su espalda?— le pregunto a la enfermera.

—Heridas superficiales, pero hay algunas que son profundas—

Asiento ante la información. Nos quedamos en silencio, hasta que la enfermera termina de curar sus heridas. Le da unas últimas indicaciones, antes de que se vaya para darnos privacidad.

Tomo la pequeña maleta con ropa, que nos trajo Flavio; la abro para sacar una camisa limpia que le entrego.

—Gracias, dea—

—¿Necesitas ayuda, Eros?—

—No, estoy bien, dea— responde— me molesta un poco, pero nada que no pueda soportar—

—Estaremos bien, en un par de días— sonrío

Me acerco un poco más, quito sus manos de los botones para abrochar yo la camisa uno a uno. Suspiro, al ver los hematomas en todo su pecho y abdomen, sin poder evitarlo uno de mis dedos traza uno.

—Estaré bien, dea— toma mi mano y deposita un beso en mi palma— estaremos bien—

Mis ojos se llenan de lágrimas, niego varias veces.

—Sentí que te había perdido...— digo con voz ahogada— ver esa explosión y saber que no había salido...— tomo una respiración profunda— temí lo peor. Creí...—

—Shh—

Sus brazos vuelven a recibirme en un cálido y fuerte abrazo, coloco mi cabeza en su hombro.

—Todo ha terminado, dea— murmura, asiento— después de hacer nuestras ultimas diligencias, podremos descansar como merecemos—

—Necesito vacaciones— digo de repente— ser mafiosa, es cansado—

Siento, como su pecho vibra por su risa. Asiente antes de besar el topo de mi cabeza.

—Necesitamos vacaciones, con urgencia—

Me salgo de sus brazos, para poder mirarlo. Sus ojos azules, brillan con amor puro hacia mí, mi mano acaricia su mejilla suavemente.

Atraigo su rostro hacia el mío, para besarlo. Sus manos se aferran a mi cintura, acercándome más a su cuerpo, nos besamos un par de minutos, hasta que escuchamos un carraspeo detrás de nosotros.

Miramos en dirección del carraspeo, para encontrarnos con Flavio, observándonos con cierta pena por habernos interrumpido.

—Lo siento, señores—

—No hay problema, Flavio— sonrío

—¿Novedades?— pregunta mi esposo

—Si, tenemos a Bassi y Costa— asentimos— también a algunos de sus hombres que sobrevivieron a la explosión, mal heridos pero vivos—

—¿Qué más?— inquiero

—Tenemos a Donato Bassi— responde— y algunos de sus socios que apoyaban la causa de Marcello y Rubí—

—Estamos completos, entonces— afirma Enzo, Flavio asiente— bien. Llévalos al almacén— lo mira— ya sabes cual, Flavio—

Una sonrisa se forma en el rostro del guardaespaldas.

—Por supuesto, señor—

Está apunto de irse, pero Enzo; lo detiene de nuevo.

—Flavio, una ultima cosa— dice— habla con Dante, dile que necesitaré varios de sus explosivos especiales— sonríe— de preferencia, un lote completo—

—Muy bien, señor. Así será— afirma— ¿Me dejará jugar con ellos?—

Nos reímos por lo bajo, ante el entusiasmo de Flavio, parece que también se la tiene jurada a Marcello y a Rubí.

—Claro, ¿por quien me tomas, Flavio?— responde Enzo— es más, dales una buena bienvenida de nuestra parte—

—Gracias, señor— inclina su cabeza— con gusto lo hare. Con su permiso, señores—

Finalmente, el guardaespaldas se va dejándonos solos nuevamente. Suspiro con cierto cansancio.

—¿Quieres que nos vayamos a casa, dea?—

—No— respondo— quiero saber como está Rea y los demás—

Su mano toma la mía, para entrelazar nuestros dedos. Sonríe ligeramente, antes de darme un último beso.

—Entonces, vamos a ver la víbora y a su pequeña viborita—

Golpeo su brazo, se ríe. Sin poder evitarlo, me uno a su risa ante como las ha llamado.

—Eres incorregible—

—Así me amas, dea—

Beso su mejilla.

—Y te amaré siempre—

Ambos nos sonreímos para comenzar a caminar hacia los pasillos, en dirección a la habitación de mi mejor amiga.

Por fin, después de tantos meses.

Todo ha terminado

***

El sonido constante de las máquinas, la despiertan de su sueño profundo. Abre los ojos con cuidado antes de cerrarlos de nuevo, ante la intensidad de la luz de la habitación.

Carajo, ¿qué fue lo que pasó?

Piensa, mientras una pequeña punzada golpea su cabeza. Lleva su mano hasta su cabello, buscando una manera de calmar el dolor de su cráneo. Nuevamente, abre sus ojos, pero con más lentitud para que su vista pueda acoplarse a la luz del lugar.

Un techo blanco, es lo primero que ve cuando su vista se aclara. Observa a su alrededor, para tratar de tratar de ubicarse.

Estoy en el hospital

Intenta moverse, pero es como tratar de mover una tonelada de piedras. Respira profundamente, mientras los recuerdos del día anterior golpean su mente como un tren.

La Toscana

La prueba

El secuestro

El fuego

Explosión

Derrumbe

El cuerpo de Enzo, cubriendo el suyo.

Después

Nada

Todo está oscuro

En un segundo esfuerzo por moverse, siente un peso familiar en su pierna derecha. Mira hacia abajo y sonríe, al encontrar una cabellera negra recostada en la cama, lo sacude suavemente para que despierte.

—Hey, muñeco...— sin reacción— Sevastien—

Se sobresalta ligeramente al ver como su esposo se incorpora de un salto, mira hacia a todos lados, cuando sus ojos se encuentran. Sonríe con emoción, antes de que se lo espere. Su esposo la envuelve en sus brazos, con fuerza.

—Muñeca, no sabes el susto que me metiste— murmura— carajo, pensé que algo te había pasado, cuando no te vi salir...—

Rea, coloca su cabeza en su pecho. Suspirando suavemente.

—Lo sé, muñeco. Todo pasó muy rápido— responde, entonces bufa— demonios, le debo la vida al idiota ese—

Sevastien, suelta una risa baja al escuchar su queja, podría jurar que su esposa está colocando los ojos en blanco.

—Pensaba restregarle en su cara, que le salvé el culo toda mi vida— niega divertida— demonios, Sevastien. Era mi momento de hacerlo sufrir—

Ambos se ríen de buena gana. Antes de que un pequeño silencio llene la habitación, ambos no estaban seguros de cómo abordar el tema acerca del nuevo bebé que venía en camino.

—Sevastien, hay algo...—

Su esposo se separa de ella, para sentarse en la cama.

—Lo sé, muñeca—

Con una pequeña sonrisa, coloca su mano en su vientre plano y con el pulgar lo acaricia por encima de la tela.

—¿Lo sabes?—

Asiente aún con una sonrisa.

—Tendremos otro bebé— afirma— un tercer renacuajo—

Observa, como los ojos de su esposa se llenan de lágrimas mientras asiente.

—¿Ella está bien?— pregunta con preocupación— ¿Nuestra niña, está bien?—

Sevastien, asiente con emoción al saber que comparten el mismo presentimiento.

—Amor, ambas están bien— asegura— de hecho, todo está muy bien—

—Pero, creí...—

—Yo también, muñeca. Yo también— suspira— supongo, que al final los milagros si existen, incluso para nosotros los mafiosos— sonríe— Rea, todo está muy bien. No hay peligro alguno, para ambas—

—No puedo creerlo...— murmura— tendremos otro bebé...— sonríe— ¡Tendremos otro bebé, muñeco!—

Con esfuerzo, Rea; se abalanza contra su esposa mientras varias lagrimas bajan por sus mejillas.

Sevastien, no duda en atraparla en sus brazos, lleno de emoción por la llegada de su hija. A pesar de que no estaba planeada, llegaría a una familia donde nunca faltará el amor.

—Tiene que ser una niña, muñeco— habla contra su hombro, sin dejar que las lágrimas corran por sus mejillas— no podré más con Serguei y sus condones—

Asiente con diversión.

—Será una niña, muñeca— se miran— nuestra pequeña muñequita—

—Nuestra muñequita—

Sevastien, limpia con suavidad las lágrimas del rostro de su esposa. Lo toma entre sus manos para besarla suavemente antes de unir sus frentes.

—Será mi dolor de cabeza— afirma su esposo, se ríe— y me dirá abuelo, la niña—

—Bueno, de mi no lo aprenderá—

—No, ya se— rueda los ojos— hay que mantener alejada a la niña, de Serguei—

Rea, toma el rostro de Sevastien para besarlo una última vez.

—Te amo, muñeco—

—Te amo, muñeca—

Acaricia su vientre otra vez, donde se encuentra su hija. Una que ambos deseaban y anhelaban, pero no lo sabían.

Por fin, habían sido recompensados.

—Mamá y papá, te aman, muñequita— habla— te esperamos, con ansia en casa con tus hermanos—

Poco después, toda su alocada familia entra para felicitar a la pareja con las nuevas noticias.

Sevastien y Rea, se miran mutuamente sonriendo al ver como todos, hablan entre ellos acerca del nuevo miembro que suma a esta loca familia, pero que desbordaba de mucho amor.

Esperaban ansiosos la llegada, de la pequeña muñequita Stirling.

***

Sicilia, Italia

Días después

Bajo de mi nuevo Ferrari con una sonrisa en mi rostro, debo agradecerle seriamente a mi esposo, por habérselo quitado a Serguei; en la partida de póker.

Le coloco la alarma para entrar a la bodega, donde me esperan para la sesión de tortura de los traidores. Silbo una alegre melodía en griego, por que sí.

Hoy es un buen día para torturar hijos de puta.

—Al fin llegas—

Sonrío, ignorando el comentario de mi mejor amiga. Habían pasado varios días desde que sucedió lo del secuestro y la explosión, todos nos hemos recuperado de buena manera.

Los niños, fueron traídos hasta Italia por sus abuelos, ellos los cuidarán hasta que hayamos terminados con nuestros últimos asuntos.

Afortunadamente, Rea y la bebé, están muy bien. No hay riesgos en este embarazo, por lo que puede llevarlo tranquila y sin preocupaciones. Toda la familia está emocionada para la llegada de la nueva renacuaja de los Stirling.

—Perdonen, pero es que me entretuve— respondo

—Con qué habrá sido...— dice irónica mi cuñada

Le guiño un ojo mientras le tiro un beso.

—¿Qué? ¿Ya una no puede amanecer de buen humor?— inquiero divertida.

—Solamente, si el sexo está de por medio, Bianchi— agrega Katherine, con una sonrisa— pero, te concedo que también amanecí de buen humor—

—¿Estuvo duro el rodeo con Dominick?—

Todas nos reímos cuando la alemana, me golpea en el brazo. Niego divertida mientras las cuatro nos adentramos hacia otra sala. Sonrío de felicidad al escuchar los gritos de dolor del otro lado de la habitación.

—Ah, viene mi parte favorita— habla Anne sacando un cuchillo— ahora sí, nadie me va arruinar la diversión—

—De hecho...—

Abro las puertas dobles de la otra sala, para mostrar el escenario a nuestra frente. Las cuatro sonreímos, al ver alrededor de cincuenta personas o hasta más, atadas a diferentes sillas siendo torturados por un verdugo distinto.

—Tenemos mucha diversión—

—Sin duda, esta noche...— Rea sonríe— ¡Oye, muñeco! ¡Dime que trajiste el ácido!—

—¡¿Tu qué crees muñeca?! ¡Mejor ven a juntarte conmigo!— sonríe— ¡Traje muchos juguetes!—

Todas se dividen por parte de la sala, le doy un asentimiento a Marissa cuando le encaja un cuchillo en el ojo a uno de Bassi; su grito de dolor penetra mis oídos antes que lo saque de nuevo y se lo encaje en el otro ojo.

Un par de sillas más adelante, veo como Vía; le rompe los huesos a un hombre con un mazo. A su lado, Guido con unas pinzas de jardín, corta dedo a dedo de otro hombre, quien no deja de suplicar porque lo suelte.

Un grito agudo de dolor, me hace girarme. Me río a carcajadas, al ver como Katherine; corta una mano con una sierra manual haciendo que la sangre chorree por todos lados. Dominick a su lado, simplemente la mira con una sonrisa.

Vivianne, por el otro lado. Coloca una pecera pequeña llena de pirañas a los pies de uno de los socios de Costa; le hace una seña a uno de sus hombres.

—Toma la pecera—

—Sí, señora—

Hago una ligera mueca, cuando toma la cabeza del sujeto de la silla para sumergirla dentro del agua. Rápidamente los gritos ahogados del dolor, hacen eco en la sala; el agua no tarda en tornarse de color rojo.

—Recuerda, Anne— le hablo alto— todos deben estar vivos—

—Ya sé, pero si se muere no es mi culpa. Es la suya, por ser un llorón y debilucho— saca la cabeza del agua y lo abofetea un par de veces— oye, estúpido—

El hombre, hace un ruido. Mi cuñada, me muestra el rostro desfigurado por las pirañas, la sangre escurre por todos lados.

—¿Ves? Está vivo— lo sacude— nada que de preocuparse—

Niego divertida, sigo caminando por la sala viendo como todos son torturados de diferentes maneras.

—¡Cabron, me robaste la idea de los clavos!—

—Dijiste que podíamos usarla—

Ruedo los ojos, ante la discusión de Enzo y Vladimir.

—Si, le dije a mi hermana que podría usarla— refuta mi esposo— no dije que tú también—

—Bueno, te aguantas— asegura mi cuñado— porque, si no, un clavo irá hasta tu culo—

Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura, mientras coloco mi barbilla en su hombro sonriendo. Beso su mejilla.

—Uhh— miro la escena— mucha sangre—

—Lo sé, dea. Bonito, ¿no?—

Miro el cuerpo que se encuentra en la silla, está bastante golpeado y tiene varios cortes en el pecho y cuello.

—Eros, está muerto—

—Ups— se encoge en hombros— creo, que corté la vena que no era. Dijiste tres dedos hacia la izquierda—

—Te dije dos a la izquierda— chillo— cortaste la carótida, idiota—

—Bueno, de todas formas, iba a morirse—

Ruedo los ojos, pero no puedo evitar sonreír. Dejo que mi cuñado y él, arreglen sus problemas maritales mientras me encamino hacia la enorme consola que hay al frente de todos.

Veo a Dante, agachado moviendo algunos cables; cuando me mira inclina su cabeza.

—Dama—

—Hola— sonrío— ¿Está todo listo?—

—Justo acabo de terminar— afirma— solo a ti, se te ocurre algo como esto— niega divertido— ya ni yo, llego tan lejos—

—Lo sé— miro hacia las personas— pero, no tengo ganas de mancharme las manos con sangre. Simplemente, quiero explotar cosas—

Miro la consola, con los múltiples botones y palancas que hay en el panel de control. Señalo.

—¿Me explicas?—

—Por supuesto, dama— me señala una silla— si gusta sentarse—

Siguiendo sus indicaciones, comienza a explicarme como funciona el aparato. Señala el primer panel de control rojo.

—Este es para los brazos y manos— señala uno— Izquierdo, manos. Derecho, brazos—

Asiento, escuchando con atención. Señala el segundo panel de color verde.

—Este es para los pies. De igual manera, botones para izquierda y derecha—

Indica el panel amarillo

—Este para hacerlo explotar desde adentro— sonrío— hará mucho desastre, pero veo que le gusta—

—No te imaginas cuanto— respondo.

—Siguiendo con mi explicación—

Conforme me explica, me muevo en la silla siguiendo cada panel. Señala el panel color naranja.

—Para explotar cabezas—

—Uhh— silbo— este me gusta—

Señalo el último panel, este es de color azul. Arqueo una ceja con intriga.

—¿Y este?—

Dante, me da una sonrisa sádica antes de asentir.

—¿Por qué no lo prueba usted misma?— señala los botones— este es de un solo botón—

—Muy bien— sonrío— aquí vamos—

Mirando los múltiples de botones, presiono uno de manera aleatoria con una sonrisa en mi rostro. Una explosión se escucha en alguna parte y posteriormente muchos gritos de dolor, hace eco en la sala.

Me carcajeo al ver como un hombre que no había sido torturado, ahora llora como niña. Mira hacia abajo, solamente para observar el enorme agujero que tiene entre las piernas, la sangre escurre a montones.

—Joder, acabas de cumplir mi sueño, Dante— digo entre risas— explotar penes, había sido una de mis mejores fantasías— lo miro— no mentían, cuando decían que eras el mejor en explosivos—

No puedo parar de reírme, ante la cara de todos al ver cómo es que literalmente; le he explotado el pene a un hombre.

Amo mi juguete.

—Me imaginé, que querría cobrarselas de manera única, dama—

—Sin duda, lo has hecho realidad— me río— ¡Enzo! ¡Ven a ver esto, amore!—

Hace algunos años, Dante; había creado unos mini explosivos especiales. Pequeños, pero muy poderosos para mutilar miembros. Cuando le comenté lo que quería hacer, no dudó en decirme que lo haría realidad.

Estos explosivos, tiene un comando de ignición a distancia lo que los hace muy peligrosos si no sabes quien te lo colocó. Puedes caminar por la calle y de repente.

¡Boom!

Mueres explotado y tus restos, vuelan por la calle junto a tus sesos.

Habíamos colocado cientos de ellos, en diferentes partes del cuerpo de todos los traidores, para hacerlo sufrir un rato. El panel de control, me permite manejar cuales puedo explotar y a quien. También, le agradezco que me lo pusiera con colores para no perderme.

—Joder, te amo, Dante— digo— te compraré explosivos, más seguido—

Enzo, se acerca hasta a mí. Mirando todo con curiosidad junto a una sonrisa, me mira.

—¿Feliz, dea?—

Asiento, como una niña pequeña de cinco años. Por eso, amo a mi esposo, me cumple los caprichos. No importa que tan sanguinario sea. Me hace levantarme de la silla, para sentarme en sus piernas, juntos miramos los diferentes controles.

Lo beso brevemente

—Gracias, Eros—

Sonríe

—Todo para mi esposa— mira a Dante— gracias, viejo. Te debo una grande—

—No hay de que, Enzo. Admito, que será algo entretenido de ver— nos asiente— disfrútenlo—

—Lo haremos— decimos al unísono

—A ver, dea. Dejame explotar uno—

Enzo, observa algunos segundos los diferentes paneles de control hasta que se detiene en el panel amarillo.

—Mi hermana, va odiarme, pero será por una buena causa— sonríe, antes de gritar— ¡Oye, Vladimir!—

Vladimir, no tiene tiempo de voltearse por que Enzo, presiona uno de los botones del panel amarillo. En menos de un segundo, el hombre que estaba torturando explota; rociando de sangre y órganos en todo el cuerpo.

Mi esposo, se carcajea ante la expresión estupefacta de Vladimir, sin poder evitarlo comienzo a reírme también.

—Pero... ¿Qué mierda?— nos mira— ¡Voy a cobrármela, cabron!— mira todo su cuerpo— ¡Joder, que asco! ¡Kitten, el imbécil de tu hermano me acaba de hacer explotar un cuerpo!—

En vez de ayudarle a su esposo, escuchamos la sonora carcajada de Vivianne desde el otro lado de la sala. Todos nos echamos a reír ante el aspecto de Vladimir.

—¡Kotik! ¡Te ves muy bien en color rojo sangre!—

—Oigan, yo quiero jugar con eso— agrega Dominick— compartan, tenemos muchas cosas que explotar—

Cuando menos lo espero, todos se encuentran a nuestro alrededor buscando que botón pulsar para hacer explotar a alguien. Dante, les da la misma explicación que a mí y prontamente, todos tomamos un turno para explotar cuerpos.

—Maldita sea, esto es tan divertido— agrega Olivia— nunca se me había ocurrido en mi vida—

—Mierda, muévete, Caruso— dice Marisa— déjame explotar el ultimo, antes de que vaya por Leandro—

Marissa, explota una cabeza de un socio traidor y se ríe. Choca los cinco con su hermano.

—Así se hace, sorella— sonríe

—Oye, préstame las llaves de la camioneta—

—Toma— se las lanza— sin ningún rasguño, Marissa—

—Como sea— responde— ¡Diviértanse sin mí!—

Nos despedimos de ella, mientras que no dejamos de jugar. Poco a poco, los hombres traidores mueren por explosivos o por falta de los miembros. Cada uno se ríe y disfruta de todo esto.

¿Ven? 

No tengo mala ideas, para divertirnos un rato.

Las chicas y yo, explotamos los penes que más podamos. No paramos de reírnos al ver todas las expresiones de sufrimiento y dolor de los hombres.

Cuando, no quedan más hombres, miembros, cabeza o penes que explotar, miro a Enzo; con una sonrisa quien asiente. Le da una señal a Flavio, quien acaba de volver de hacer unas diligencias.

—Trae lo mejor para el final, Flavio—

Su sonrisa, nos dice lo que debemos saber.

—Por supuesto, señor—

Flavio y otros guardaespaldas, se marchan a la habitación conjunta que hay. Minutos después, regresan arrastrando tres sillas consigo, sonrío al oír los gritos ahogados de la zorrina.

—Bien hecho, al ordenar que le pusieran una mordaza a la zorra esa, dea—

—Por supuesto— bufo— no quería estar oyendo, sus gritos histéricos—

Flavio, coloca frente a nosotros. A Marcello, Rubí y a su tío, Donato. Los tres, estaban hecho mierda en especial la zorrina, parece que Flavio, volvió abrirles las viejas cicatrices que yo le hice y los ríos de sangre seca, manchan su rostro.

Lo miro arqueando una ceja.

—¿Tu hiciste eso?—

Asiente con una sonrisa orgullosa.

—Por supuesto, señora. Necesitaba cobrármelas—

—Buen trabajo— apremia Sevastien— ¿No quieres trabajar conmigo? Te pagaré el triple, de lo que ganas con el estúpido de tu jefe—

—Agradezco la oferta, señor Stirling— inclina su cabeza— pero declino, mi lealtad está con los italianos y será así, el día que me muera—

—Buen intento, ruso imbécil— agrega Enzo— gracias, Flavio. Nosotros te amamos, también—

—Ahora— digo interrumpiendo su conversación— nuestra última diversión—

La zorra de Rubí, me aniquila con la mirada. Se remueve en la silla, buscando una manera de soltarse mientras grita miles de cosas detrás de la mordaza, sonrío con maldad.

Miro a Dante

—¿Ya los tienen?—

Asiente

—Si, los coloqué de igual manera que los demás— señala un área blanca— esos, son los suyos—

Todos nos movemos a la sección blanca, donde hay otro panel de control, con diversos botones.

—Yo empiezo— hablo, miro a Marcello— esto será bastante divertido, para mí señor Costa—

El hombre, no dice nada simplemente se mantiene callado. Aceptando su destino. Pulso el botón, que estoy segura que lo hará hacer sufrir, un segundo después la explosión hace eco y sus gritos, llenan la sala.

La sangre, salpica en todos lados, pero no en nosotros. Me carcajeo al ver su expresión de dolor, los demás me siguen en mi risa. Suspiro divertida, al ver sus lágrimas mientras observa el enorme agujero que hay en medio de sus piernas.

—¿Duele, hijo de puta?— digo con suavidad, asiente, incapaz de hablar— es una pena, porque...—

Pulso otro botón y en un instante, su pie derecho explota arrancándole otro grito de dolor. La sangre, no deja de escurrir por el piso, los gritos amortiguados de la zorrina, se escuchan, pero no son relevantes.

Disfruto, de sus expresiones de dolor y miedo hacía mí. Nunca debieron subestimarme, no saben lo que soy capaz de hacer con tal de proteger a mi familia. En especial, a mi esposo.

—Mi turno, dea— susurra en mi oído— déjame, terminar con él—

Sonrío

—Claro, Eros. Todo tuyo—

Enzo, se inclina hacia el panel buscando el botón correcto, cuando lo encuentra. Sonríe con enorme satisfacción, mirando a Marcello.

—Nos vemos en el infierno, cabron—

Sin más preámbulos, presiona el botón haciendo explotar la cabeza de Marcello. Toda la sangre y sesos, baña a la zorrina quien grita con horror ante la escena. Todos nos reímos, al verla llorar ahogadamente detrás de la mordaza.

Tengo que reconocer algo.

Todos somos unos hijos de puta sádicos. Pero, así es nuestra vida y nos gusta vivirla.

—Pongan al tío de la zorra, enfrente de ella— dice Rea— creo, que debemos darle un mejor espectáculo de cerca

Nuestros hombres, acomodan al tío de Bassi, quien se debate para soltarse de sus ataduras mientras grita, que lo dejemos en paz. Pero todos, ignoramos sus gritos.

Cuando tío y sobrina, se encuentran frente a frente. Ambos se miran con terror puro, le doy el pase a mi mejor amiga quien se inclina sobre el panel.

—No voy hacerle de mucha diversión, a la renacuaja ya no le gustó y no tarda en hacerme vomitar—

Sin esperar a que alguno diga algo; Rea presiona uno de los botones. Entonces, el rostro de la zorrina, se torna de color rojo carmesí y su grito, llena la sala. Mira con horror el lugar donde estaba la cabeza de su tío, ahora solamente hay un enorme vacío.

—Bien, la última del día—

Me levanto de las piernas de Enzo, para acercarme a la zorrina quien se debate a muerte cuando me ve de cerca. Sus ojos están llenos de terror puro y las lagrimas se deslizan por sus mejillas.

Sonrío con suavidad, antes de bajar la mordaza de su boca. Sus sollozos, hacen eco en la sala.

—Por favor...— hipea— no...no me h—hagas...— tartamudea— yo...—

Río, negando suavemente. Cruzo mis brazos por encima de mi pecho, arqueo una ceja.

—Te advertí, lo que pasaría si me tocabas los ovarios— espeto— te advertí, que pesaría si intentabas tan solo, tocarle un pelo a mi familia—

Saco mi arma y le disparo justamente en uno de sus pechos. Grita y solloza, pero lo ignoro.

—Jamás...— digo con voz fría— debiste, tocar a mi familia—

Disparo una segunda vez, esta vez en su pecho izquierdo. Grita de nuevo.

—¡Detente! ¡Estás loca!—

—Déjame pensar...—

Un tercer disparo, esta vez en su vientre.

—No— sonrío— en algo te concedo la razón, zorra estúpida—

Me agacho, para estar a su altura. Coloco el cañón caliente de mi arma debajo de su mandíbula, para que me mire. Sonrío.

—Estoy loca— afirmo— muchos deben temerme, por que no saben hasta donde puede llegar mi locura—

Río por lo bajo.

—Italia, ya está rendido a mis pies, a los de la Dama de la Mafia Italiana. Mis órdenes se cumplen. Todos me respetan. Nadie me subestima y el que intente hacer lo contrario...—

Sonrío aún más.

—Se las verá conmigo—

Jalo el gatillo, disparando justo debajo de su mandíbula. La sangre me salpica en el rostro, pero no me importa, veo como su cabeza cae hacia atrás muerta y con los ojos bien abiertos. La ultima imagen que se quería que se llevara, era mi rostro.

Miro a Enzo, al hombre que es mi esposo y compañero de vida. Sonríe ligeramente, asintiendo hacia mí. Sonrío.

Nadie puede con nosotros. Nunca podrán derrocarnos. Nuestro poder es grande y cualquiera que intente quitárnoslos, se encontrará con nosotros.

Somos los Capos de la Mafia Italiana.

Y toda Italia, está a nuestros pies.

Muevo con impaciencia, mi pie de un lado a otro mientras observo la ventana del avión. No puedo evitar preguntar, por milésima vez.

—¿Me dirás a dónde vamos?— hago una puchero— ¿Por favor?—

Enzo, se ríe negando con la cabeza. Levanta su vista del computador, para sonreírme.

—No, dea. Se paciente—

—¡No puedo ser paciente! ¡Llevamos muchas horas dentro de este aparatejo!— chillo— ¿Por qué estás tan tranquilo?—

—Por que sí— responde— falta poco, dea—

—Eso dijiste, hace tres horas—

—Realmente, estamos cerca—

Bufo, mientras me recuesto en mi asiento. Temprano en la mañana, Enzo me despertó para decirme que nos íbamos de viaje para tomar unas merecidas vacaciones.

¿El problema?

No me dice a dónde vamos.

Habían pasado algunas semanas desde que terminamos con nuestro problema principal. Fueron días duros, reparando los estragos que había ocasionado Rubí y Marcello, pero las cosas por fin están marchando bien.

—¿Ya merito?— digo con impaciencia— mi trasero, duele de estar sentado—

—Entonces, ponte de pie—

—¡Ja!— exclamo con sarcasmo— que gracioso eres, Eros—

Mi esposo se ríe de manera burlona, por mi impaciencia. Ruedo los ojos.

—¿Verdad, dea?—

—No, ya me agradas—

—Caprichosa—

—Idiota—

—Pero el mejor de los idiotas que te ama, amore—

—Eso...— siento las mejillas rojas— ¡Eso es injusto!—

—La vida es injusta—

—¡Agh!— bufo— dormiré, me despiertas cuando lleguemos—

—Sin duda, dea— sonríe— sueña con mi pene, preciosa—

—¡Enzo!—

Se carcajea ante mi chillido de indignación, sin poder evitarlo me río yo también. Seguimos hablando y molestándonos entre nosotros hasta que llegamos a tierra firme.

—¿Ya puedo quitarmela?—

La risa de mi esposo, se causa un cosquilleo en mi espalda mientras me guía por la calle de nuestro lugar misterioso de nuestras vacaciones.

—Falta menos, dea. Un par de metros—

Suspiro, mientras que la suavidad de la seda acaricia mis párpados. Enzo, me había puesto una venda para evitar que descubriera donde estábamos, según él; teníamos que está en un punto específico.

—Si me caigo, Enzo. Te voy a dar el divorcio—

—Tranquila, dea— responde— ya llegamos—

Espero pacientemente, mientras desanuda la venda detrás de mi cabeza. Escucho varios ruidos y diferentes olores golpean mi nariz. Cuando la venda es quitada de mis ojos y mi vista se aclara, lo primero que veo es el mar.

Un mar muy azul y hermoso.

Frunzo el ceño, señalando toda una costa que se me hace conocida.

—Ese es el Antiguo Puerto Veneciano—

—Así es, dea—

Señalo más a lo lejos.

—Y ese es el faro de Chania—

—Lo sé, dea—

—Pero, se supone que todo esto está...—

Entonces, caigo en cuenta en donde estamos. Miro a mi esposo, quien sonríe con sus manos dentro de los bolsillos.

—Dime que no estamos, donde creo que estamos, Eros— digo con emoción.

—Estamos donde crees que estamos, dea—

—No—

—Sí—

—¡No!— chillo— tiene que ser un sueño—

Enzo, se acerca hasta mí tomando mi cintura para besarme brevemente. Sonríe, contra mis labios.

—Bienvenida a casa de nuevo, dea—

—No puede ser...— murmuro— estamos...—

—Estamos en La Canea, Creta...—

—En Grecia—

—Así es, dea—

Antes de que lo espere, me abalanzo contra mi esposo besando todo su rostro. Enzo, me atrapa en el vuelo y se ríe.

—¡Me trajiste a Grecia! ¡Me trajiste a mi hogar de origen!— chillo— ¡Te amo! ¡Te amo! ¡Te amo!—

Sigo besando su rostro, sin importarme que las personas nos vean. Sonrío con emoción, mi esposo he cumplido uno de mis sueños.

Volver a mi casa. A mi lugar de origen.

Lo beso una ultima vez con fuerza, sonriendo contra su boca.

Sin duda

Serán unas increíbles vacaciones.














¡Feliz miércoles a todas! 

Por fin todo ha terminado y los responsables han pagado por sus errores...

Nadie puede contra los capos de la mafia italiana 🔥 😎

Ahora, todos podemos respirar en paz...

Yo todo es amor y alegría jajaja

Por último...

¡Nos fuimos a Grecia! 

Karla y Enzo, están en Grecia para sus vacaciones ;) y conocer parte del origen de Rea y nuestra dama.

Espero que les haya gustado...

Sin más que decir...

¡Nos leemos pronto!

Atte. Su escritora 💜 ✨


Continue Reading

You'll Also Like

707K 63.2K 61
No era nuestro momento, lo sabíamos... Estar juntos no era lo correcto. Pero, ¿Qué pasa cuando el deseo es más fuerte que la razón? Hay cierto plac...
96.5K 6.9K 47
Segundo libro "Sensaciones Italianas" Los juegos nunca terminan. Todo me dice que debo regresar a Italia. Ese país cambió mi vida entera ya nada es...
7.6K 677 12
Él la envenenó con el amargo sabor de la traición y ahora ella busca derretir el hielo de su corazón con el fuego ardiente de la venganza. Velkan Va...
81.4K 5.1K 37
-¿Vas a matarme acaso? -elevo mis cejas-. Que valiente de tu parte. Sí, de seguro será mejor matarme sin que yo sea capaz de poder defenderme -bajo m...