Axel
Llegamos al establo donde se encuentran la mayoría de los caballos. Todos ellos nos pertenecen a cada uno de los hijos de nuestros padres. Mi padre compro uno cuando Tyler nació y le dijo a mi madre que ese caballo le pertenecía a él, lo mismo sucedió conmigo y con Becca solo que en lugar de ser un caballo a ella fue una yegua, incluso antes de morir ya había hablado con su hombre de confianza para hacer lo mismo con Mara.
Un fin de semana que vine con Dafne se enamoró de la yegua de Becca, lo hablé con mi madre y entre todos compramos un poni para ella y se lo regalamos hace unos meses atrás el día que cumplió tres años.
Desde que se lo regalamos me ha pedido que la traiga todos los fines de semana para enseñarla a montar, ahora dejo de ser una aprendiz para ser una jinete con su poni.
Cuando su poni se cansaba de practicar con ella yo preparaba mi caballo y nos íbamos a todo galope por las hectáreas que le pertenecen a mi familia. A veces había mucho sol, otras veces el aire golpeaba nuestros rostros o incluso una vez nos mojamos con el agua de la lluvia, pero eso no impedía que pasáramos un momento entre padre e hija arriba de ese caballo.
Entramos a las caballerizas y ella corre al lugar de zanahoria.
—Zanahoria nos vamos de paseo —el animal relincha de emoción cuando se acerca mi hija.
Tomo las sillas de montar y pongo la del poni antes de ir a poner la del mío.
—Derín, escoge el caballo que quieras —señala mi hija a la castaña.
—¡Oh! ¡No pequeña! No quiero meterme en sus cosas —responde mientras termino de asegurar la silla en el poni— Además yo puedo esperarlos aquí.
—Papi, dile algo —me habla mi pequeña cuando termino.
—Hija no podemos presionarla si no quiere —me agacho a su altura.
—Pero yo quiero que nos acompañe —refunfuña mi pequeña rubia.
Me giro a la castaña para decirle algo.
—Angelito no es que no quiera, no se montar —responde agachándose detrás de ella.
—Yo no opino igual —murmullo para otro lado.
—¿Qué dijiste papi?
Tengo que aprender a callarme las verdades y más cuando mi hija este presente y no sepa que responderle.
—Porque no vas a ver como esta zanahoria —le pido para poder hablar a solas con la castaña.
Tomo su mano y salimos de las caballerizas. Se suelta como si mi tacto la quemara.
—Es verdad lo que le dijiste o es porque no quieres estar a mi lado.
—De verdad no se montar —responde viendo en dirección a la casona evitando mi mirada.
—Eso no recuerdo yo —se me vuelve a salir el comentario y ella no sabe qué cara poner.
Solo noto como su cara se comienza a poner color carmín.
—Podrías no decir eso cuando tu hija está a unos metros de nosotros y puede estar escuchando lo que decimos —me reclama después de que se recompone.
—Yo recuerdo que eras muy buena montando, ahora me sales con que no sabes montar.
—¡Calla! —tapa mi boca con la palma de su mano.
Lamo su mano y me destapa la boca.
—No hablo en ese sentido, me refiero a que nunca me he subido a un caballo —limpia la palma de su mano con sus vaqueros.
Ahora la puedo detallar completamente. Luce vaqueros, un top verde con un suéter tejido abierto con calzado deportivo.
—En toda tu vida no has subido a un caballo.
—No, claro que he subido a un caballo. Mi padre me subía con el cuando era niña pero ya no lo he vuelto hacer —responde con algo de nerviosismo.
—¿Tienes miedo que el caballo te vaya a tirar?
—Claro que tengo muchísimo miedo. Hace años que no subo a un caballo, además de que cuando lo hacía me encontraba acompañada de mi padre.
—Nada de eso te va a pasar —respondo tomando su mano—. Subamos en mi caballo, prometo no dejarte caer y que termines haciendo el ridículo —levanto mi mano en juramento.
—Está bien, no es como que tengo mucha confianza en ti, pero hare lo que sea por Dafne —regresamos adentro tomados de la mano.
Mi hija parece que tiene una importante conversación con su poni, pero al vernos se acerca a nosotros.
—Regresaron.
Asentimos.
—Derín nos acompañara a montar —señalo.
—Si —celebra corriendo a abrazarla.
—No te vas a arrepentirte —la castaña la toma en sus brazos.
Saco los caballos de sus caballerizas y le pido a Derín que siente a Dafne en el poni. Tomo los sombreros vaqueros para taparnos del sol. Pongo el más chico en cabeza de mi hija y tomo el de Becca y se lo entrego a Derín mientras yo hago lo mismo con el mío. Al terminar la ayudo a subir y yo lo hago detrás de ella. Tomo las cuerdas de ambos caballos y los comienzo a dirigir hacia el infinito campo.
El poni de Dafne está amarrado a las cuerdas del caballo en el que vamos Derín y yo. El trote es lento, quiero que Derín deje los nervios atrás para que el animal no sienta su miedo de hacer el ridículo como ella dice.
Las cuerdas las sujeto con mi mano derecha y con la izquierda sostengo la cintura de Derín para que me sienta, la castaña está rodeada por mí.
—Dafne sabes esta es primera vez montando —menciona la castaña.
—Yo no opino igual —respondo sin pensar.
Mi hija levanta su rostro a nosotros.
—¿En serio? Yo ya soy toda una jinete —presume la pequeña.
—Podrías dejar de decir eso, es la tercera vez que lo dicen en el transcurso del día —masculla delante de mí.
—Es inevitable —menciono con una sonrisa en mis labios.
—Déjate de reír —masculla.
—No me rio por ti, mi hija no deja de vernos —respondo en un susurro en su oído derecho.
Nos vamos acercando al límite de la tierra de mi padre, los demás terrenos pertenecen a otras familias amigas de mis padres y abuelos quienes eran los dueños originales del terreno. Detengo los caballos, bajamos y nos sentamos bajo un árbol. El cielo ya comienza a pintarse de naranja y nos quedamos sentados por un largo rato, las chicas recorren un camino donde se encuentra un árbol con alguna fruta de temporada, las cortan y regresan conmigo, me entregan un par para mí. El cielo se oscurece y yo me pongo de pie.
—Nos vamos chicas —tomo a mi hija para subirla en zanahoria, pero el animal suelta un quejido.
El cielo ya está completamente oscuro no puedo revisar al animal para saber si se ha lastimado con algo o tal vez si algún animal lo pico.
—Suban al caballo —indico.
Derín lo hace primero y después le entrego a Dafne para que se vayan juntas.
Regresamos a la casona con Dafne en los brazos de Derín. Les pido que entren a la casona mientras yo guardo los caballos y les doy algo de agua y comida.
Cuando entro a la casona ya toda la familia está sentada en el comedor.
—Corre hijo, te estábamos esperando —me llama mi madre entregándole un plato a Becca.
Lavo mis manos antes de sentarme con la familia.
***
—Papi podemos ver una película —pregunta Dafne cuando la ayudo a quitarse el pijama.
Derín iba a realizar la tarea, pero le dije que me dejara a mi mientras ella se daba un baño que pensaba hacer antes de irse a dormir.
—Princesa es un poco tarde para eso —respondo desasiendo la trenza con la que Derín la peino.
—¡Por favor papi! —suplica la muy lista.
Me entrega su cepillo y lo aliso hasta que ningún nudo se forma.
—Solo vamos a ver una —sigue insistiendo.
—Solo una —señalo y ella asiente complacida.
Salimos de su habitación. Nos encontramos con su abuela sentada en el sofá junto al bebé en sus brazos.
—¿Cómo estuvo el paseo?
—Agradable —respondo—. Hace meses que no me subía a un caballo. Fue una buena terapia para olvidarme por unos instantes de todo el trabajo acumulado.
—Se les veía en su rostro a los tres —responde mi madre quitándole su biberón al bebé.
—Papi le puedo decir a Derpine —pregunta mi hija y asiento.
Se aleja a buscar a la castaña.
—¿Todo bien con Derín? —pregunta mi madre provocando que frunza el ceño y asienta.
—Todo perfecto, ¿Por qué la pregunta?
—Mara dijo que los vio muy raros en la mañana, yo obviamente no creí nada de lo que dijo, pero pues me tenía que asegurar —responde meciendo al niño.
—Paranoias de mi hermanita, ya todos la conocemos —respondo sacando mi móvil del bolsillo del pantalón.
Reviso si no tengo ningún mensaje de parte de Gina mi asistente. Deje a mi equipo de producción con algunas cosas pendientes por realizar y al parecer todo marcha perfecto ya que no hay llamadas y mensajes por parte de ellos y es que fui muy específico cuando les dije que me tomaría el día para mi hija.
Las palabras que Derín me dijo en la mansión me afectaron, yo nunca quise decir o hacerla entender que mi hija era un estorbo para mí, pero de alguna forma si le di a entender eso. Lo único que quiero es que piense que soy un padre insensible que no quiere y le importa su hija. Cuando obviamente no es asi, mi hija se convirtió mi prioridad desde que fue dejada en la puerta de mi casa.
—Ahora que lo recuerdo —habla mi madre haciendo que me gire a verla—. Becca menciono que mañana se va a probar una última vez el vestido y pensé que de una vez pasaba por el de Dafne.
—Gracias por avisarme madre, yo no tengo control en estas cosas, agradezco que ambas me ayuden.
Me pongo de pie y saco mi cartera para entregarle mi tarjeta.
—No hijo —rechaza mi mano— El vestido ya está pagado.
—Ya sé que ambas lo han pagado, pero no te la doy por eso. Quiero que Derín busque un vestido para la boda y que lo pagues con la tarjeta, —asiente tomándola— pero te voy a pedir una condición.
—¿Cual hijo?
—No le digan que yo estoy pagando por el vestido. Quiero que escoja el que más le guste sin que sepa que soy yo quien pago ¿Entendido?
—Está bien —guarda la tarjeta en su suéter.
Las voces de Dafne y Derín se escuchan cercas.
—Que van hacer ahora.
—Dafne quería ver una película —respondo—. Nos vamos después de acabe.
Asiente mientras me pongo de pie para buscar en la cocina si hay palomitas de maíz.
Las meto al microondas y después la vacío en un tazón. Regreso a la sala donde ya están la castaña y mi hija, pero mi madre ya no.
—Traje palomitas —menciono dejándolas en la mesita de centro.
Nos sentamos los tres en el sofá más largo, Dafne se encuentra en medio de los dos sosteniendo el tazón de las palomitas mientras miramos mi película navideña favorita de todos los tiempos desde que soy un niño.
Las risas y preguntas curiosas por parte de mi hija no faltaron durante la película. Nunca decepciona la película si quieres pasar un momento en familia.
Me giro a ver a mi hija para ver cómo va con la película, pero la imagen cambia provocando que mi corazón se acelere. Ambas se encuentran dormidas.
Recuerdo la hora que Derín menciono que se levantaron de la cama. Mi hija esta abrazada a Derín que envuelve su cuerpo con una manta en la cual ambas se tapan. La cabellera rubia de Dafne está en su pecho muy cerca su corazón mientras la mano derecha de Derín la sujeta de la espalda para que no se caiga.
—Axel, nos vamos —pregunta mi madre llegando a la sala.
—Shh —apunto a las chicas.
Asiente.
—Te espero en la camioneta —sale de la casona.
—Derín —la llamo muy cerca de su oído.
Me acerco a quitarle a Dafne, pero no puedo ya que ambas se encuentran abrazadas muy fuerte.
—Mmm —responde a mi llamado abriendo los ojos.
—Es hora de que se vayan a dormir —menciono.
Me trata de entregar a Dafne, pero mi hija esta sujetada muy fuerte.
—Llévala tú —respondo.
Asiente poniéndose de pie y se encamina a la habitación. Da unos cuantos pasos, sus piernas no coordinan ya que lleva sus ojos cerrados y el cerebro dormido.
Me voy detrás de ella sujetándola de la cintura. Recarga su cabeza en mi pecho mientras abro la puerta de la habitación.
Camina pegada a mí. Nos detenemos frente a la cama. La siento para que me pueda entregar a Dafne y acostarla en su cama para después llevarla a la mía.
Me entrega a Dafne, quito las cobijas y las vuelvo a colocar sobre el cuerpo de mi hija, pero no puedo jalar de ellas ya que Derín se ha acostado encima de ellas.
—Derín —la llamo en un susurro.
Tomo sus manos para engancharlas a mi cuello y tomarla después de la cintura y salir con ella.
—Hueles delicioso —menciona en mi cuello donde esconde su rostro.
Después de decir esos comienza a dar lamidas, mordidas y besos en mi cuello.
—Eres el papi más sexy que he conocido —susurra pegada a mi cuello donde no deja de succionar mi piel.
No quiero imaginar cómo mañana tendré de morada esa parte de mi cuerpo.
—Derín vamos a dormir —la sostengo de la cintura para que salir, pero el siguiente movimiento que hace provoca que me pierda por unos segundos.
Pega sus labios con los míos dejándose caer en la cama donde mi hija duerme. Agradezco que sea grande y que mi hija este en la orilla.
Saco mis manos debajo de su cuerpo para apartarme de ella y poder separarme, pero ella sujeta con fuerza mi nuca para no separar los labios de mí. Pasea sus manos por mi cabello y no me resisto más y yo también la beso con las ganas que me aguardaba desde que la volví a ver por segunda vez.
Sus dulces labios besan igual a como recuerdo que lo hizo en aquella discoteca, a excepción del sabor de sus labios y es que aquella vez tenían un ligero sabor al alcohol que ambos consumimos juntos.
—Sabes delicioso —susurra cuando nos separamos para tomar algo de aire.
Los besos van bajando de intensidad y en un movimiento me aparto de ella. Me enderezo y aliso un poco mi ropa. La quiero volver a tomar, pero ella ahora se encuentra pegada al cuerpo de mi pequeña rubia asi que mejor la dejo descansar saliendo de la habitación.
Salgo de la casona donde mi madre ya se encuentra adentro de la camioneta como me dijo. Abro la puerta y mi madre levanta la vista de su móvil.
—Perdón por la tardanza —enciendo la camioneta.
—¿Las chicas pudieron volver a dormir? —pregunta con la vista en su móvil.
—Sí, solo que Derín se quedó en la misma habitación con Dafne ya que no podían más del sueño.
—Mara dijo que habían despertado muy temprano —responde ella.
—No creo que hayan terminado de ver la película, pero yo solo lo hacía para complacer a mi hija —respondo.
—Y no te juzgo por eso hijo, yo también hacia esfuerzos sobre humanos con ustedes —responde regresando la vista al aparato que lleva en sus manos.
Conduzco en silencio hasta la mansión. Entramos a nuestras respectivas habitaciones después de desearnos las buenas noches.
Me quito la ropa y entro a la ducha para quitarme el sudor del cuerpo. Me arrojo a la cama vistiendo solo mi bóxer y antes de cerrar los ojos recuerdo el beso que me robo Derín al cual no pude resistirme.