El Libro De Yolot

De Deylin020697

1.3K 317 80

¿Alguna vez te has puesto a pensar que los libros que lees por muy fantasioso que parezcan tienen algo de rea... Mais

Prólogo
Capítulo 1: Yoloth Ariella Mayer
Capítulo 2: Tienda de antigüedades
Capítulo 3: El extraño libro dorado
Capítulo 4: Colgando en sus manos
Capítulo 5: Rompiendo las leyes de la física
Capítulo 6: Alai y Kiefer
Capítulo 7: El poder de la voz
Capítulo 8: El príncipe de las llamas oscuras
Capítulo 9: Enfrentamiento
Capítulo 10: Un viaje al pasado
Capítulo 11: Preguntas sin respuestas
Capitulo 12: Un trató con el demonio
Capítulo 13: Mi amigo mi enemigo, mi enemigo mi amigo
Capítulo 14: Cayendo en la oscuridad.
Capítulo 15: Caos en el centro comercial
Capítulo 16: El libro y la bebé
Capítulo 17: Una extraña sensación
Capitulo 18: ¿En donde esta Kiefer?
Capítulo 19: El día que todo comenzó parte 1
Capitulo 20: El día en que todo comenzó parte 2
Capitulo 21: Secretos
Capítulo 22: Austin
Capítulo 23: Zapatos blancos
Capítulo 24: ¿Intervención divina?
Capítulo 25: Me gustas
Capítulo 26: Cupido parte 1
Capítulo 27: Cupido parte 2
Capítulo 28: Cupido parte 3
Capítulo 29: Una noche inolvidable
Capítulo 30: Una luz en la oscuridad
Capítulo 31: El secreto mejor guardado
Capítulo 32: Un visitante inesperado
Capítulo 33: Entre su vida y la mía
Capítulo 34: Decisión
Capítulo 35: Luchando por un futuro
Capítulo 37: Egoísmo
Capítulo 38: Lo que esconde su mirada
Capitulo 39: Es momento de decir "Adiós"

Capítulo 36: Amanecer

13 4 0
De Deylin020697

Kiefer abrió lentamente los ojos, intentando acostumbrarse a la luz solar que se reflejaba en la ventana. Un poco desorientado recorrió el lugar con la mirada notando inmediatamente que se encontraba en la habitación de la mocosa.

Muchas preguntas rondaron su mente desde… ¿Cómo llego aquí? Hasta ¿Cómo termino la pelea? Sin embargo en la habitación no había nadie capaz de responder sus dudas, o eso fue lo que creyó.

—Es bueno verte despierto.

Murmuro una voz a sus espaldas. Kiefer no necesito valerse de sus habilidades mágicas para reconocer esa voz chillona, llevaba tanto tiempo escuchándola que podía encontrarla entre millones de voces.

Se volvió hacia el baño, encontrándose con Yoloth parada en el umbral de la puerta. Sonreía amablemente y entre sus manos cargaba una jarra con agua que dejo en la mesita de noche.

— ¿Cómo te sientes?— Pregunto sentándose en el borde de la cama
— ¿Ya no tienes fiebre?

—Pues…— Kiefer intento hablar pero se detuvo cuando Yoloth levanto su brazo derecho y puso debajo de este un aparatito delgado que no reconoció.
— ¿Qué es esto?– Pregunto mientras intentaba levantar el brazo, sin embargo Yoloth lo detuvo.

—Es un termómetro. Sirve para medir la temperatura— Le explico con una gran sonrisa que a Kiefer le provoco escalofríos. Prefirió ignorar ese sentimiento y se decidió por responder sus dudas.

— ¿Cómo llegue aquí?— Interrogo poniéndose rápidamente de pie.

Lamentablemente no había dado ni dos pasos cuando el mundo entero comenzó a dar miles de vueltas. Sin poder evitarlo sus piernas flaquearon y estuvo a punto de caer de bruces al piso de no ser porque la mocosa lo sostuvo con fuerza de la cintura, regresándolo nuevamente a la cama.

—Ten cuidado. Aun estas muy débil— La niña lo miró preocupada.

Kiefer asintió levemente, apretó con fuerza su cien tratando de eliminar el mareo que seguía provocando caos en su cuerpo. Movió su cabeza de izquierda a derecha y pregunto nuevamente.

— ¿Dónde está Alai? ¿Sigue peleando contra Zagan?

—No te preocupes por Alai— Yoloth ladeo la cabeza hacia un lado sonriendo con dulzura, provocando otro horrible escalofrió en Kiefer.

— ¿Por qué no debería preocuparme? Ese idiota intervino en la pelea, seguramente mi viejo le está dando una paliza.

Kiefer intento ponerse nuevamente de pie, pero Yoloth recargo todo su peso en sus hombros regresándolo de golpe a la cama. Quiso reclamar pero la chica lo interrumpió.

—No te preocupes por Alai— Repitió agrandando su sonrisa, y en esta ocasión Kiefer fue consciente de que la mocosa se estaba comportando de forma extraña. —Él está descansando. Claro… si es que hay descanso en el mundo de los muertos.

Sus ojos se agrandaron y pudo jurar que olvido como respirar.

¿Había escuchado bien?

— ¿Qué… que dices?— Tartamudeo.

—Alai murió— Reafirmo con tranquilidad. —Austin y Carlos murieron, incluso yo lo hice.

De repente el panorama que lo rodeaba se desvaneció. En un abrir y cerrar de ojos la habitación llena de color y posters de chicos fue reemplazada por un cuartito más pequeño y tétrico en donde el color dominante era el blanco.

Bajo rápidamente de la cama y comenzó a buscar una puerta o una ventana, al menos algo que lo ayudara a salir.

—No hay salida…— Aclaro la jovencita meciéndose de un lado a otro. —Te quedaras aquí con nosotros.

Kiefer dio un gran salto cuando sintió algo posarse alrededor de su pierna.

Miro atónito el cadáver sin vida de Austin agarrarse con fuerza a su pierna, Kiefer palideció y por más que quiso moverse o siquiera alejarlo, no pudo. Estaba demasiado ensombrecido observando lo que quedaba de Austin.
En donde debería estar aquellos ojos azules solo quedaban dos cuencas vacías, su rostro estaba lleno de heridas pero la más significativa era la  de su abdomen, en donde se podían ver claramente los intestinos colgados.

Salió del estado de shock cuando Austin logro tirarlo al suelo. El chico se arrastró desde sus pies hasta su abdomen, Kiefer intento alejarlo pero antes de poder tocarlo algo o mejor dicho alguien sostuvo sus brazos desde atrás.

Carlos…

El estómago de Kiefer se revolvió cuando miro fijamente al anciano. Su estado era igual o peor que el de Austin; intentaba hablar pero solo alcanzaba a emitir pequeño gemidos, sencillamente porque le arrancaron la lengua. Y aunque conservaba sus ojos, estaban faltos de brillo y de vida, la delgada herida en su cuello le dijo la razón por la que murió. Pero lo peor no era eso sino que ambas piernas habían sido apuntadas, pudiendo observar el pedazo de hueso salir de cada pierna.

No pudo soportarlo más, ladeo la cabeza hacia un lado y vacío su estómago. Con cada arcada no solo su estómago se encogía, su corazón palpitaba rápidamente contra su pecho y aunque no quiso admitirlo pudo sentir las lágrimas bajando por sus mejillas.

—Estamos muertos por tu culpa— Susurro una voz femenina.

Desvió un poco la mirada hacia Yoloth, quien aún se encontraba de espaldas y encorvada.

—Es tu culpa…— Dijo nuevamente, pero esta vez Kiefer observo como ella misma se rompía el cuello volviéndose hacia a él. —Es tu culpa…— Repitió.

Pateo el cuerpo de Austin y con un codazo en el estómago logro alejarse de Carlos. Intento ponerse rápidamente de pie pero Carlos y Austin tomaron ambas piernas, por instinto y sintiéndose temeroso de ver el cadáver andante de Yoloth venir hacia él, Kiefer se vio obligado a retroceder, arrepintiéndose en el momento. Dos brazos salieron de la pared y se enredaron en su cuello.

Sin saber hacia dónde correr se arrastró hacia una esquina del cuarto. Poco a poco el dueño de esas manos termino de salir de la pared, Kiefer sintió su corazón encogerse cuando entendió que esa persona era Alai, y si la forma en que murieron los demás fue inhumana la del líder de Albanorth no fue mejor.

Su cuerpo estaba lleno de graves quemaduras que lo hacían irreconocible, sus labios fueron sellados con unas puntadas y en su pecho había un enorme hueco que le permitía ver a través de él.    
  
Kiefer se hizo bola y lloro amargamente cuando los cuerpos comenzaron a rodearlo, susurrando las mismas palabras de la bruja “estamos muertos por tu culpa”.

—Váyanse…— Rogo amargamente, sintiendo los toques de los cadáveres en diferentes partes de su cuerpo. El aroma a quemado mezclado con la sangre le provocaban grandes nauseas. —Por favor déjenme. Se los su…

— ¡Kiefer!— ¿Esa voz? — ¿Kiefer me escuchas?

Con el corazón palpitando fuera de lo normal y aun sintiéndose temeroso Kiefer alejo las manos que cubrían su cabeza. Abrió lentamente los ojos encontrándose nuevamente en la habitación de Yoloth y esta vez completamente solo.

—Despierta Kiefer— Dijo una voz contra su oído, curiosamente Kiefer sintió que algo o alguien estaba moviendo su cuerpo. —Despierta… ¡Alai te necesita!

Al instante en que esas palabras fueron dichas la habitación comenzó a desintegrarse dejando como resultado una fría oscuridad. Inconscientemente Kiefer cerró los ojos, abriéndolo segundos después topándose esta vez con Austin y Carlos, no muertos sino vivos.

—Qué alegría…— Austin llevo una mano contra su pecho y suspiro aliviado. —Pensé que no lo lograrías.

Sintiéndose mas confundido que antes Kiefer se sentó en el suelo y miro detenidamente a los hombres.

Todo lo que vivo… ¿Fue una pesadilla? No era de extrañarse cuando fue envenenado con “tormenta”

— ¿Qué le paso?— Pregunto mirando de reojo a la chica que dormía a su lado.

—Yoloth curo tus heridas y luego se desmayó— Explico Austin con voz preocupada mientras colocaba la cabeza de su novia sobre sus piernas.

Kiefer la miro fijamente por un instante y posteriormente examino su cuerpo. En definitiva las heridas que le hizo Zagan estaban curada, aunque el dolor seguía presente.

“Debo recompensarla” Pensó Kiefer, tratando de incorporarse sin embargo su magia no estaba completamente restaurada y casi se fue de bruces contra el suelo de no ser porque Carlos lo ayudo.

—Alai no soportara mucho más…— Susurro Carlos haciendo que rápidamente recordara la razón por la que estaba ahí.

La mirada de Kiefer se desvió hacia el lugar en donde se llevaba a cabo la pelea. A diferencia de su padre que lucía impecable y solo tenía algunos rasguños en sus brazos y rostro, Alai estaba al borde del colapso. La camisa blanca que llevaba esa noche estaba manchada de sangre fresca debido a la puñalada en su pecho y el corte profundo que recibió en la espalda, ni que decir del resto del cuerpo; incluso sus piernas estaban heridas y por la forma en que se movían Kiefer comprendió que estaba a punto de tocar el suelo.

Respiro hondo una y otra vez intentando disminuir el dolor que aquejaba su cuerpo. Aunque sus heridas se cerraron completamente todavía necesitaba de mucho tiempo para sentirse totalmente recuperado.
Inconscientemente presiono la palma de su mano contra la herida en su abdomen e inhalo profundamente. Le hubiera gustado tener un poco más de tiempo para recuperar aunque sea el cincuenta por ciento de su poder, pero eso era imposible.

Se vio obligado a actuar cuando su padre utilizo la técnica “lluvia de meteoritos” y cientos de bolas de fuego cayeron como gotas de lluvia contra Alai.

El dolor pasó a segundo plano y corrió hacia ellos. La postura encorvada y la mirada gacha le hicieron entender que Alai se había dado por vencido, ni siquiera se percató del campo de fuerzas que convoco para protegerlo.
Necesito de unas cuantas palabras para regresarlo a la realidad.

—Te dije que no murieras tan fácilmente— Regaño con una pequeña sonrisa.

Alai se volvió rápidamente hacia él asombrado de tenerlo ahí de pie y no moribundo como hace más de dos horas. Kiefer abrió un pequeño hueco en el campo de fuerzas y fue así Alai, quien aún se encontraba en estado de shock.

— ¿Cómo te encuentras?— Interrogo con la mirada fija en su progenitor, quien de brazos cruzados y con una mueca de asco escuchaba su conversación. — ¿Puedes seguir luchando?

Alai pasó rápidamente su mirada por su propio cuerpo y trato de levantarse, cayendo en el intento.

—Tengo algunos tendones rotos, tres costillas fracturas, una herida en la espalda y otra de menor importancia en el abdomen. En esta condición solo soy un estorbo— Acepto con la mirada baja, y Kiefer no negaría sus palabras.

Así como agradecía que estuviera vivo tambien agradecía que estuviera lo suficiente lastimado como para no ponerse mucho más en riesgo.

—Dame un poco de tiempo y terminaremos lo que empezamos.
Sin rastro de emoción Kiefer clavo su mirada filosa en su padre esperando que no fuera tan cabeza dura como al principio y aceptara.

—Haz lo que quieras…

Fue la vacía respuesta que le dio. Kiefer asintió levemente y dándole una última mirada a su progenitor se colocó de espaldas frente al líder de Albanorth.

—Sube— Ordeno.

Alai miro dudoso esa espalda delgada. Le llenaba de vergüenza ser cargado frente a todos pero lo ponía peor saber que era un estorbo, dejo salir un suspiro y enrollando sus brazos alrededor del cuello de Kiefer subir a la espalda del más joven, que cauteloso se colocó de pie, desvaneció el campo de fuerzas y lo llevo hacia los demás.

—Cuídalo por mí— Pidió dejándolo a cargo de Carlos, quien simplemente asintió.

Kiefer y Alai se vieron fijamente por un instante. El segundo trato de decir algo pero lo único que salía de su boca eran palabras sin sentido e incluso pequeños gemidos de dolor.

—Yo…— Cuando Alai había encontrado las palabras correctas Kiefer detuvo sus palabras posando un dedo sobre sus labios.

—No importa cuánto tiempo me tome, si salgo vivo de esto seguiré luchando por ti.  

Sin esperar una respuesta se colocó rápidamente de pie y regreso junto a su progenitor. Listo para la segunda ronda.

— No importa cuánto tiempo me tome, si salgo vivo de esto seguiré luchando por ti — Repitió Zagan con voz burlona. —Eres más patético de lo que imagine.
Aunque sus comentarios tenían el propósito de hacer enfadar a su hijo consiguieron todo lo contrario.

—Tienes razón el amor me volvió patético— Acepto curvando los labios en una enorme sonrisa. —Pero no me siento mal por eso, al contrario me abrió los ojos y ahora soy capaz de entender que todo esto estuvo mal desde un principio. Que esta maldita guerra no tiene sentido porque comenzó de un rumor sin fundamentos.

Esas cuantas palabras fueron lo suficientemente certeras como para borrar el buen humor de Zagan.

—Si no eres capaz de creer entonces muere con ellos…

Al instante en que ese comentario fue dicho Zagan se abalanzo contra su hijo menor, iniciando lo que sería la segunda ronda entre ambos.
Kiefer esquivo rápidamente el ataque sintiéndose en desventaja pues no contaba con su espada, no recordaba que había sucedido con ella después de haber sido utilizada para apuñalarlo, aunque imaginaba que podía estar bajo los escombros. Intento llamarla usando su magia pero su padre preveía sus acciones y atacaba con más fuerza, era difícil invocarla y esquivar a la vez. Fue por eso que tomo la decisión de valerse de su magia para terminar de una buena vez por todas con la pelea.

Kiefer se agacho cuando el sable de su padre estuvo a punto de cortarle la cabeza, aprovecho esa oportunidad para darle una patada en el estómago pero Zagan fue más rápido tomando su pie en el aire y con una sola mano levanto a su hijo menor del suelo e hizo que golpeara el pavimento.

—Débil…

Escucho a su padre decir segundos antes de que intentara apuñalarlo, por suerte Kiefer fue un poco más rápido y girando sobre el suelo logro esquivar el ataque. La tierra tembló cuando la espada perforo el pavimento, en cuestiones de segundos Kiefer se encontraba de pie intentando herir a su progenitor con algunas bolas de fuego que eran repeladas con un campo de fuerzas.

Bufo cuando la espada fue elevada hacia el cielo y un gran torbellino de fuego rodeo la punta de la espada, el príncipe de las llamas oscuras intento esquivarlo pero antes de poder hacerlo el remolino de fuego fue arrojado, no hacia el sino tras ambos, provocando que un circulo de fuego redujera a nada el campo de batalla. Y aunque el fuego no era tan dañino debido a su poder elemental no podía cruzar las llamas sin salir lastimado, casi no tenía magia y por consecuente su recuperación era cada vez más lenta, como la de un humano ordinario.

Retrocedió unos pasos cuando Zagan se acercó hacía el apuntándolo con la espada. Quiso esquivarlo como en otras ocasiones pero al final se decidió por mantenerse firme, solamente así se desharía de una vez por todas de esa arma del infierno.

Conforme avanzaba su andar fue ganando velocidad hasta que el arma traspaso su cuerpo. Kiefer escupió un puñado de sangre y ahogo un gemido justo en el momento en que a los lejos escuchaba a alguien gritar su nombre.
No necesito verlo para saber quién era y aunque se sentía morir por dentro, sus labios se curvaron en una hermosa sonrisa.

—Muere de una vez…— Murmuro Zagan contra su odio e intento sacar el arma de su interior, sin embargo no fue capaz de hacerlo ya que Kiefer se agarró con fuerza del filo de la espada, negándose a dejarlo escapar. —Pero que…

—Dile a dios a tu preciada espada.

Su sonrisa se extendió cuando Zagan intento con mayor fuerza sacar la espada de su cuerpo. En un rápido movimiento Kiefer acumulo gran parte de su energía en la palma de su mano libre y partió en dos la espada.

Nada se comparaba con la satisfacción de ver a Zagan derrotado.

—Tú… vas a pagar por esto.

Con el pedazo de espada en la mano Zagan trato de alejarse de él  pero su hijo fue más rápido y tomándolo de ambos brazos lo pego contra su pecho. Soporto el dolor que provoco el pedazo de espada todavía incrustada en su abdomen y usando sus manos de conductor traspaso cada gota de magia hacía del cuerpo de su progenitor, y aunque al principio Zagan solo sintió una pequeña corriente eléctrica poco a poco fue lo suficientemente fuerte como para que llamas oscuras comenzaran a rodearlo.

Primero sus ropas, aquellas que fueron fabricadas con material anti inflamable se quemaron lentamente hasta que el fuego se extendió por todo su cuerpo.
Kiefer soltó a su progenitor y cayo de rodillas al suelo con la respiración entre corta, mientras que Zagan trataba inútilmente de apagar el fuego. Y aunque al principio mantenía un poco de cordura todo su autocontrol se esfumo cuando las llamas comenzaron a quemar su piel, grandes gritos fueron emitidos de su garganta.

Esperando eliminar el fuego rodo una y otra vez en el suelo sin conseguir absolutamente nada.

Kiefer y los demás vieron como lentamente aquel hombre malvado imploraba clemencia. Aquellos gritos estaban cargados de tanto dolor que Kiefer dudo momentáneamente si dejar que su padre fuera consumido por el fuego.

Batallo por un instante hasta que al final con un tronar de dedos las llamas se extinguieron dejando solo humo a su paso.

El príncipe de las llamas oscuras intento varias veces ponerse de pie fallando en los múltiples intentos. Quería cerciorarse de que su padre estuviera vivo o al menos, que no tuviera quemaduras de gravedad.

La principal característica de las llamas oscuras es que solo podían apagarse por su creador, teniendo la habilidad de quemar cualquier material y tardaba un poco en consumir el cuerpo humano, quemaba la piel lentamente hasta el punto de que la víctima imploraba la muerte.

Alejó sus pensamientos con un movimiento de cabeza, el humo al final termino de dispersarse y fue capaz de ver el despojo humano que quedo como resultado del incendio. Zagan todavía estaba vivo, su pecho subiendo y bajando era clara señal de eso aunque su estado no era mejor que el suyo. Aunque puso la última gota de magia en ese ataque fue lo suficientemente certero como para provocar lesiones que tardarían meses en sanar; su camisa de seda y el chaleco negro se extinguieron dejando como resultado quemaduras de tercer grado en el abdomen y el pecho, sus pantalones estaban intactos considerando que el principal blanco de las llamas oscuras fue de la cintura para arriba, parte de su rostro termino como quemaduras, no tan severas como el resto, pero Kiefer estaba seguro de que quedaría una cicatriz permanente. Y su cabello, ese cabello castaño rebelde fue borrado por el fuego.

Zagan lucia demacrado y se sentía humillado. Pero a diferencia de su hijo menor aun tenia las fuerzas suficientes para ponerse de pie.

Por inercia Kiefer intento incorporarse de nueva cuenta, dándose de bruces contra el suelo.

Con mucha dificultad Zagan se colocó de pie, se tambaleo en algunas ocasiones pero supo mantenerse. Pisando torpemente camino hacia su hijo; estaba débil y adolorido, era cuestión de tiempo para que perdiera el conocimiento.

Al ver las intenciones de Zagan automáticamente el cuerpo de Alai se movió por cuenta propia y en cuestión de segundo estaba entre medio de ambos.

—Aléjate…— Gruño, apuntándole tontamente con lo que quedaba de su espada.

Zagan sonrió de medio lado creyendo que el líder de Albanorth era la persona más estúpida que había conocido. Digno ejemplar para su hijo menor.

—Un brujo defectuoso no es capaz de detenerme— Sentencio.

—Qué suerte que no está solo— Declaro una voz que no reconoció y segundos después un par de hombres se posicionaban junto a su enemigo.

De no ser porque el dolor se extendía cada vez que sonreía, Zagan hubiera soltado grandes carcajadas cuando vio a ese par de humanos amenazarlo con un par de ramas.

Vencerlos no sería problema pero estaba demasiado lastimado como para perder el tiempo prestándole atención a seres tan patéticos como esos.

—Nos volveremos a ver.

Esas fueron las últimas palabras dichas por Zagan antes de aparecer en libro de las profecías en la palma de su mano. Padre e hijo conectaron miradas por un instante hasta que el actual líder de Abaddon abrió el libro y una luz brillante se extendió por todo su cuerpo.

Inconscientemente Austin y Carlos cubrieron sus ojos con sus brazos, un ruido seco inundo sus oídos y segundos después, cuando el brillo desapareció Zagan tambien lo hizo.

Lo único que quedo del líder de Abaddon fue el libro de las profecías y mucha destrucción.
 
Kiefer suspiro y miro fijamente el cielo. A este punto de la pelea la noche había desaparecido y la luna cubierta por nubes grises fue reemplazada por un brillante amanecer.

Un amanecer que traía buenas y malas cosas para todos.

Continue lendo

Você também vai gostar

119K 15.3K 77
˚→ ˚→ ˚→ Ann Taylor una joven mexicana de 22 años, llena de sueños viaja por primera vez a Italia, en medio de su recorrido en las ruinas antigu...
151K 19.8K 69
Sinopsis Tras encender el gas para perecer junto a quienes codiciaban la fortuna de su familia, Lin Yi transmigró a otro mundo, ¡y estaba a punto de...
5.5K 219 16
Choi Nio es un chico adinerado pero eso no evita que la monotonía lo invada,salir con sus amigos le aburre,al igual que hacer cualquier cosa,sus padr...
1K 158 8
Entre licores y amorío, el individuo forja su destino. Un cítrico necesita entonces ser formado; pero, para eso dos mitades deben ser compactadas. El...