Capítulo 16: El libro y la bebé

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Por muy difícil de creer los días siguientes fueron más tranquilos de lo que imagine. Alai compartía más tiempo con mis padres que yo, escuchaba atentamente cada una de las historias de mi padre sobre su juventud y ayuda a mi madre en labores de la casa, fue ahí que descubrí que Alai es mejor cocinero de lo que algún dia seré yo.

Mientras que Kiefer pues…. sus días se resumían en prácticamente lo mismo.

Despierta pasado de las 10 de la mañana, mira horas enteras televisión mientras se atragante de comida.
No hace nada, no dice nada a menos que sea para pedir comida. Y por extraño que sea en ningún momento ha cruzado palabra con alguno de mis padres, cuando se encuentran y estos tratan de entablar conversación con el simplemente los ignora o los manda al demonio.

De eso ya varios días. Hoy era sábado, pero lo importante aquí no era eso sino lo que este dia significaba.

Por fin regresaría el hermano de Karen, al fin obtendré respuestas y probablemente una forma de regresar a estos dos al mundo mágico del que vienen.

Me mire por última vez en el espejo y luego de tomar mi bolso salí de mi habitación en donde me esperaba nada más y nada menos que Austin, quien me acompañaría a la tienda.

-¿Lista?- Pregunto mi amigo frotando repetidas veces las palmas de sus manos, algo que suele hacer cuando está nervioso.

-Eso creo…- Sonreí tratando de sonar segura pero duda mucho haberlo conseguido, todo este asunto me pone los nervios de punta.

Tengo la esperanza de que el hermano de Karen tenga las respuestas para las miles de preguntas acumuladas en mi cerebro, sobre todo ahora que note que el estúpido libro de las profecías sigue escribiendo por si solo lo que está sucediendo.

Es como un diario automático, lo más extraño de este asunto.

Austin guardo en su mochila el libro de las profecías y sudando frio recorrimos el pasillo hasta llegar a las escaleras, desde ahí pude ver como mi madre discutía con Kiefer.

¿Ahora qué hizo? Preferí no intervenir y escuchar lo que estaba sucediendo.

-He dicho que no iré contigo- Dijo el enano cambiando una y otra vez de canal.

-Pero Kiefer…- Soltó mi madre en un suspiro. –Llevas mucho tiempo encerrado, deberías salir y tomar un poco de aire fresco-

Mi madre tan preocupada como de costumbre.

-He dicho que no y es mi última palabra- Prácticamente tiro el control de la televisión al sofá y frunciendo el ceño se cruzó de brazos.

-No le hables así, lo dice porque está preocupada por ti- Apoyo Alai, quien cargaba una canasta, la misma que mi madre usa para traer la despensa.

-¡¿Quién demonios está hablando contigo?!-

Como si los resortes del sofá se hubieran salido Kiefer se levantó de golpe y con los puños fuertemente cerrados encaro a su enemigo. Austin y yo nos miramos de reojo temiendo un enfrentamiento por lo que rápidamente terminamos de bajar las escaleras.

-¿Qué sucede?- Interrogue al llegar, obteniendo la atención de los tres.

-Nada importante, Alai me acompañara al supermercado y pensé que Kiefer tambien quería venir, ya sabes pasar algo de tiempo con mis sobrinos- Mi madre me miro de reojo y sonrió aunque fue más una mueca que una sonrisa. 

Voy a matar a Kiefer, lo juro. Nadie lastima el corazón de mi madre.

-Kiefer…- Llame entre dientes recibiendo un gesto de desagrado de su parte. Pensé que me mandaría al demonio pero no lo hizo, tomo la caja con galletas sobre la mesita del centro y dando grandes zancadas fue hasta la cocina.

El Libro De YolotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora