Capítulo 36: Amanecer

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Kiefer abrió lentamente los ojos, intentando acostumbrarse a la luz solar que se reflejaba en la ventana. Un poco desorientado recorrió el lugar con la mirada notando inmediatamente que se encontraba en la habitación de la mocosa.

Muchas preguntas rondaron su mente desde… ¿Cómo llego aquí? Hasta ¿Cómo termino la pelea? Sin embargo en la habitación no había nadie capaz de responder sus dudas, o eso fue lo que creyó.

—Es bueno verte despierto.

Murmuro una voz a sus espaldas. Kiefer no necesito valerse de sus habilidades mágicas para reconocer esa voz chillona, llevaba tanto tiempo escuchándola que podía encontrarla entre millones de voces.

Se volvió hacia el baño, encontrándose con Yoloth parada en el umbral de la puerta. Sonreía amablemente y entre sus manos cargaba una jarra con agua que dejo en la mesita de noche.

— ¿Cómo te sientes?— Pregunto sentándose en el borde de la cama
— ¿Ya no tienes fiebre?

—Pues…— Kiefer intento hablar pero se detuvo cuando Yoloth levanto su brazo derecho y puso debajo de este un aparatito delgado que no reconoció.
— ¿Qué es esto?– Pregunto mientras intentaba levantar el brazo, sin embargo Yoloth lo detuvo.

—Es un termómetro. Sirve para medir la temperatura— Le explico con una gran sonrisa que a Kiefer le provoco escalofríos. Prefirió ignorar ese sentimiento y se decidió por responder sus dudas.

— ¿Cómo llegue aquí?— Interrogo poniéndose rápidamente de pie.

Lamentablemente no había dado ni dos pasos cuando el mundo entero comenzó a dar miles de vueltas. Sin poder evitarlo sus piernas flaquearon y estuvo a punto de caer de bruces al piso de no ser porque la mocosa lo sostuvo con fuerza de la cintura, regresándolo nuevamente a la cama.

—Ten cuidado. Aun estas muy débil— La niña lo miró preocupada.

Kiefer asintió levemente, apretó con fuerza su cien tratando de eliminar el mareo que seguía provocando caos en su cuerpo. Movió su cabeza de izquierda a derecha y pregunto nuevamente.

— ¿Dónde está Alai? ¿Sigue peleando contra Zagan?

—No te preocupes por Alai— Yoloth ladeo la cabeza hacia un lado sonriendo con dulzura, provocando otro horrible escalofrió en Kiefer.

— ¿Por qué no debería preocuparme? Ese idiota intervino en la pelea, seguramente mi viejo le está dando una paliza.

Kiefer intento ponerse nuevamente de pie, pero Yoloth recargo todo su peso en sus hombros regresándolo de golpe a la cama. Quiso reclamar pero la chica lo interrumpió.

—No te preocupes por Alai— Repitió agrandando su sonrisa, y en esta ocasión Kiefer fue consciente de que la mocosa se estaba comportando de forma extraña. —Él está descansando. Claro… si es que hay descanso en el mundo de los muertos.

Sus ojos se agrandaron y pudo jurar que olvido como respirar.

¿Había escuchado bien?

— ¿Qué… que dices?— Tartamudeo.

—Alai murió— Reafirmo con tranquilidad. —Austin y Carlos murieron, incluso yo lo hice.

De repente el panorama que lo rodeaba se desvaneció. En un abrir y cerrar de ojos la habitación llena de color y posters de chicos fue reemplazada por un cuartito más pequeño y tétrico en donde el color dominante era el blanco.

Bajo rápidamente de la cama y comenzó a buscar una puerta o una ventana, al menos algo que lo ayudara a salir.

—No hay salida…— Aclaro la jovencita meciéndose de un lado a otro. —Te quedaras aquí con nosotros.

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