Capítulo 37: Egoísmo

28 7 1
                                    

“Mátenme” Rogo “Por favor, que alguien me mate. Prefiero la muerte a seguir sufriendo este dolor”

Esos eran algunos de los pensamientos que atacaban su cabeza cada vez que Yoloth entraba a la habitación cargando una charola repleta de comida.

—Vamos Kiefer abre la boca— Pego nuevamente la cuchara a los labios del chico esperando que en esta ocasión se dejara alimentar. Sin embargo el susodicho continuaba con la nariz arrugada y los labios fuertemente apretados.

Suspiro agotada. Si Kiefer quería actuar como un niño pequeño ella lo trataría como a uno.

— ¡Mira Kiefer! Aquí viene el avioncito— Un poco confundido miro a la chica hacer maromas con la cuchara. No entendió a que se refería con ese “avioncito” pero de igual forma mantuvo apretados los labios y en esta ocasión desvió la mirada hacia otro lado, sus brazos estaban demasiado lastimados como para arrebatarle el tazón y tirarlo junto con ella por la ventana — ¡Kiefer!— Regaño molesta.

—Olvídalo. No voy a comer esa porquería.

—No es ninguna porquería— Defendió frunciendo el ceño —Es la famosa sopa “levanta muertos” de mi familia. Mi madre la hace cada vez que mi hermano y yo nos enfermamos.

—Prefiero la muerte más dolorosa a seguir comiendo esa basura así que guarda tus comentarios para alguien que quiera escucharlos.

Ante los ojos de Yoloth ese comentario fue tan grosero que de verdad le hizo enfurecer. Se llevaba horas enteras preparando esa comida como para que ese niñito caprichoso la rechazara de esa manera.

Todo lo contrario a Kiefer quien ya no podía soportar una cucharada más de “eso” que la niña llamaba delicioso. El llevaba cinco días, cinco malditos días siendo alimentando con esa misma comida que en vez de “levantar muertos” como Yoloth seguía llamándole lo hizo ir y venir de la tumba tantas veces que ya perdió la cuenta. En sus 20 años de vida nunca consumió algo tan asqueroso como esa sopa; las verduras estaban gruesas y medio crudas, comer un pequeño trozo significaba estar a punto de atragantarse, y lo peor era el sabor. Un sorbo era equivalente a tragar hiel.

— ¡Eres un malagradecido!— Yoloth lo fulmino con la mirada y luego de recoger la bandeja de la cama salió de la habitación, desquitando su molestia con la puerta.

Cuando se vio nuevamente solo, Kiefer se acomodó cuidadosamente en la cama dispuesto a seguir durmiendo. Faltaban algunas horas para que anocheciera, se lo decía el ambiente colorido que se filtraba por la ventana, lamentablemente los medicamentos que le receto el amigo de Carlos eran lo suficientemente fuertes como para provocarle más sueño de lo normal, y aunque al principio se negó a recibir ayuda de un curandero no pudo resistirse. Era eso o seguir escuchando los molestos regaños de la mocosa.
Su brazo dominante y una de sus piernas tuvieron que ser enyesados, tenía cuatro costillas rotas, su brazo izquierdo simplemente sufrió de una pequeña herida aunque se rompió un ligamento y ni qué decir del resto de su cuerpo. Heridas por todas partes, algunas habían sanado pero otras como el corte en su abdomen necesitaban más tiempo del que tenía, haciéndole ver como una momia recién salida de la cripta.

Sin embargo todo aquello no era importante. No iba negar que estar 24 horas en cama era fastidioso, recibir ayuda de Yoloth y Austin tambien era malo pero lo que avivaba su malhumor giraba en torno al líder de Albanorth.

A los pocos segundos de que Zagan regreso al mundo mágico perdió el conocimiento y al despertar se encontraba en una habitación que no reconocía, algo normal considerando que habían sido traídos a la casa de Carlos.

Pregunto por Alai pero lo único que fueron capaz de decirle es que estaba en la habitación de al lado y su recuperación avanzaba a grandes pasos.

El Libro De YolotWhere stories live. Discover now