Capitulo 20: El día en que todo comenzó parte 2

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Abrió lentamente los ojos tratando de acostumbrarse a la luz del sol que golpeaba con intensidad su rostro ahora fruncido por tener el claro cielo frente a él. Miro a su derecha notando que ya no se encontraba dentro del lago sino junto a este, completamente vivo y no siendo comida para peces.

Desorientado se levantó del suelo notando que su cuerpo mojado estaba cubierto por algo que no era suyo. Una capa roja que al tomarla comprendió que pertenecía a un hombre adulto y alto, muy alto.

¿Pero… de quién?

-Veo que ya despertaste-

Kiefer se sobresaltó y su cuerpo se erizo en cuanto escucho una voz ronca salir de la nada. Rápidamente apretó aquel objeto contra su pecho y busco con la mirada el origen de aquella voz encontrándose con un hombre sentado en las raíces del mismo árbol en el que alguna vez estuvo recostado él.

Con cierto temor y confusión Kiefer evaluó de pies a cabeza a esa persona notando inmediatamente que no era ningún de los hombres que lo lanzo al lago. Era un adulto, lo supo inmediatamente. Su cuerpo al igual que el suyo estaba completamente mojado, su pecho no tan delgado pero tampoco musculoso estaba descubierto y solamente llevaba unos pantalones negros, en sus manos reposa una camisa de seda negra que escurría con mucha fuerza y aunque trato de ver su rostro este era cubierto por su cabello largo, que por cierto le llegaba hasta los hombros y tenía un color extraño.

Platinado…

Esa era la primera vez que Kiefer miraba ese tipo de cabello.

-¿Quién… eres tú?- Pregunto con algo de dificultad pues su garganta todavía dolía por haber tragado tanta agua.

Kiefer espero pacientemente una respuesta que jamás llego. Sus ojos miraron con cierta curiosidad como aquella persona se ponía de pie y dándole la espalda se colocaba su camisa de vuelta, aunque Kiefer alcanzo a ver unos extraños símbolos en su espalda que le dieron mucha curiosidad y probablemente no olvidaría nunca.

-No es importante…- Susurro el desconocido.

Antes de que pudiera argumentar algo más aquella persona subió con mucha facilidad el frondoso árbol en el que hace tan solo unos segundos estuvo recostado y como si fuera un mono se paseó con mucha destreza entre las ramas del árbol. Pero eso no fue lo más sorprendente, sus ojos casi se salen de la órbita en cuanto aquel hombre salto con mucha facilidad hacia otro árbol, el que estaba al otro extremo del lago.

Definitivamente eso fue lo más sorprendente que tuvo la oportunidad de ver.

Ese hombre era verdaderamente increíble.

-¡Sera mejor que regreses por donde viniste!- Grito el desconocido, quien ahora se encontraba en el suelo recogiendo su espada. –Estos lugares son peligrosos para un niño como tú-

Kiefer salió rápidamente de su trance al ver como el desconocido comenzó a alejarse.

-¡Espera!- Llamo parando el andar del hombre, quien en ningún momento le dio la cara. – ¿Cuál es tu nombre?- Pidió esperando que en esta ocasión por lo menos le mirara, necesitaba saber quién le había salvado.

Pasaron algunos segundos en los que permaneció inerte sin formular palabra alguna provocando que el corazón del joven Kiefer palpitara a una velocidad poco normal. La ansiedad de saber el nombre de su salvador le estaba matando y aun no terminaba de entender la razón.

-¡Regresa a tu casa! Hijo de Zagan- Dijo lo último mirándole de reojo provocando que por milésimas de segundo Kiefer alcanzara a ver unos ojos negros.

Y aunque siguió gritándole al desconocido que le dijera su nombre este continúo con su camino hasta perderse entre los árboles.

Suspiro por lo bajo y formando una extraña sonrisa que no supo describir llevo la capa del desconocido contra su pecho sintiendo un olor cálido llenar su nariz. Probablemente no había conseguido su nombre pero tendría en mente esos ojos negros, su cabello plateado y esas extrañas marcas en su espalda esperando algún dia volverlo a encontrar para agradecerle por salvarlo.

El Libro De YolotWhere stories live. Discover now