Capítulo 3: El extraño libro dorado

64 12 1
                                    

No puedo con mi mala suerte...

Dedique gran parte de mi valioso tiempo buscando un libro interesante y cuando parece que lo he encontrado resulta que no puedo terminar de leerlo.
No entiendo porque Joseph tuvo que aparecer en un momento como este.

Por su culpa me quede en la parte más interesante de la historia.

Es un inconsciente.

—¿Por qué apareces así?— Pregunte llevando una mano en forma dramática a mi pecho —Casi me matas de un susto.

—¿Casi te mato de un susto?— Reprocho fingiendo una sonrisa, de verdad está molesto —Quien casi muere de un susto aquí soy. Te dije que no te movieras de…

—Dijiste que no quemará la tienda— Recordé —Y por si no te has dado cuenta la tienda sigue intacta.

—Yoloth…— Mascullo entre dientes mientras me asesinaba con la mirada.

—Joseph...— Murmure su nombre y le devolví su mirada ponzoñosa.

La forma en la que nos asesinábamos con la mirada haría pensar a cualquiera que de verdad nos mataríamos. Incluso estoy llegando a pensar lo mismo.

—Basta niños.

Llamó una voz femenina poco conocida para mí.

Aleje mí mirada un instante de Joseph y la pose en la portadora de aquella voz, quien no era otra más que Karen. Estaba tan concentrada en él esquelético de mi hermano que no miré a la mujer junto a él.

De verdad agradezco que nos haya separado pero no veo necesario que nos llamara niños.

¿Cuándo entenderán que ya no soy una niña?

—Es hora de irnos— Informó Joseph relajando un poco su amargado rostro. —Te espero en el auto.

Nos dedicó una última mirada, dio media vuelta y se marchó.

Cuando mire a mi hermano desaparecer tras un estante deje salir un suspiro y mire de reojo a Karen, quien me regalo una agradable sonrisa.

—Deberías disculparte con el— Recomendó la mujer.

—¿Disculparme con él?— Repetí indignada, recibiendo un suave asentimiento de su parte —No tengo porque hacerlo.

Y luego de decir eso regrese el pesado libro a la mesa y me cruce de brazos.

Tal vez en este instante me estoy comportando como una mocosa malcriada pero no puedo evitar sentirme molesta.

—Tu hermano estaba muy preocupado por ti— Retomó Karen, dándome un suave apretón en el hombro —Me dijo que eres tan despistada que tal vez te perdiste en alguna parte de la tienda, supongo que por eso se molestó tanto contigo cuando te encontró.

Ese idiota…

¿Quién cree que soy como para perderme en un lugar como este? Tal vez no soy una chica lista pero no tan tonta como para hacer algo como eso.

—Supongo que tienes razón— Acepté en voz baja, aunque eso fue lo suficientemente humillante como para romper mi orgullo.

El Libro De YolotWhere stories live. Discover now