Almas unidas

By Goddess-Artemiss

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Desde tiempos inmemoriales, las almas de la Princesa del Destino y del Héroe Elegido por las Diosas han estad... More

Notas de escritora
1. El designio de las Diosas
2. El encuentro
3. Amor sellado
4. Sentimientos estremecedores
5. Anuncio formal
6. Eterna unión
7. Buenos amigos
8. Más allá del deseo
9. El inicio de una agonía
10. Aceptando la derrota
11. El comienzo de lo inevitable
12. El regreso de antiguas hazañas
13. Marido y mujer
14. Íntimas confesiones
15. Malas intenciones
16. Misión encomendada
17. Heridas del alma
18. Descubrimientos misteriosos
19. Enfrentamiento mortal
20. Efímera tranquilidad
21. Almas unidas
22. Dudas angustiantes
23. Corazones destrozados
24. Nefasta revelación
25. Secretos al descubierto
26. Destino definido
27. El principio de una travesía
28. La llama sagrada de Farone y el regreso de un antiguo enemigo
29. Las puertas del Crepúsculo
30. Situaciones inesperadas
31. Reavivando emociones
32. La llama sagrada de Eldin y la enfermedad del Héroe Elegido
33. Amor que sana
34. Cambios radicales
36. Tratos cumplidos
37. Sorpresivos encuentros
38. Firmes aclaraciones
39. Simples amantes
40. Juramento inquebrantable
41. Reanudando el camino
42. Misteriosas revelaciones
43. La llama sagrada de Lanayru y la otra cara de la moneda
44. Impredecible hallazgo
45. Grandes verdades
46. Impensable
47. Desgracias al acecho
48. Devastadores cambios
49. La invasión
50. La sagrada bestia de ojos azules
51. El Héroe del Crepúsculo
52. Abismo infernal
53. Lucha contra uno mismo
54. Indicias devastadoras
55. Todo tiene un comienzo...
56. ... Y también un final
57. El reencuentro de las almas
Epílogo

35. Nuevo comienzo

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By Goddess-Artemiss

Dispuestos a buscar a los Gorons, los jóvenes no se imaginaron que al abrir la puerta se encontrarían con una indeseable persona, la única que de cierta manera se entrometió en sus vidas para destruirlas.

- ¿¡QUÉ HACES AQUÍ, ILIA!? – preguntó Shad, enfurecido.

La joven se quedó en silencio observando a los hombres frente a ella. Imaginó encontrarse con el investigador detrás de la puerta, pero jamás pensó que también vería al príncipe, quien estaba muy cambiado desde la última vez que lo vio.

- Shad... Link... – susurró impactada.

- ¡TE HICE UNA PREGUNTA! ¿QUÉ HACES AQUÍ? – preguntó Shad.

- ¿A qué has venido, Ilia? – preguntó el príncipe, serio.

- Me sorprende verte aquí, Link.

- ¡Vete, Ilia, no quiero verte! Creo que fui muy claro contigo la última vez que nos vimos. – refutó el investigador.

- Shad, solo vine a decirte una cosa, nada más. – dijo con voz suplicante.

- ¡No me interesa lo que tengas que decirme! Ya me enteré de que por tu culpa no solo perdí a la mujer que amaba, también fuiste la causante de la ruptura de Link con Zelda. ¡No tienes escrúpulos!

Link se sorprendió al ver la vehemencia de Shad para defenderlo, pero al mismo tiempo supo que tenía algo que aclarar.

- No tienes por qué mencionar lo que me ocurrió, Shad, pues Zelda y yo ya nos hemos reconciliado. Ella ya se dio cuenta de que lo que sucedió no fueron más que insanas calumnias.

- ¿Qué cosa? Pero tú me dijiste que...

- Eso ocurrió recientemente, luego te lo contaré con más detalle.

Shad se sintió aliviado al enterarse de que la princesa, su amiga, ya había arreglado las cosas con Link, también se alegró por él, pues entendía perfectamente por lo que estaba pasando; sin embargo, a Ilia no podía perdonarla, pues su caso era distinto e irreversible.

- No tienes idea cuanto me alegro de que hayas arreglado las cosas con tu esposa, Link. En serio, me arrepiento tanto del daño que les hice. – dijo Ilia, apenada.

- Yo también me alegro mucho por Link y Zelda... ¿pero qué hay de mí, Ilia? ¿Me vas a devolver a Ashei? ¿Vas a regresarla a la vida? ¡Respóndeme! – preguntó el joven, exaltado, mientras agarraba a Ilia de los hombros.

- ¡Tranquilo, Shad! ¡Suéltala!

Link separó a Shad de Ilia, pues tenía que impedir que las cosas se salgan de control. Luego se dirigió a hablar con la joven.

- No sé por qué has venido, pero tu presencia solo está perturbando a Shad, y la verdad a mí me estás provocando lo mismo, pues a pesar de que las cosas entre mi esposa y yo se arreglaron, lo que causaste fue terrible. Sé que estabas en complicidad con un hechicero; ni siquiera te imaginas quién era esa persona, arriesgaste tu propia vida sin saberlo.

- Link...

- Por favor, vete de aquí. – exigió el joven con mirada fría.

- Tengo derecho a ser escuchada. – dijo seria.

- ¿Derecho? ¡Cómo te atreves a...! – dijo Shad, siendo interrumpido por Link.

Link tomó el hombro de Shad, viendo que se estaba descontrolando de nuevo.

- Shad, creo es mejor que la escuches.

- Link, yo no tengo deseos de hablar con ella, además tenemos que irnos... ya sabes quiénes nos están esperando. – pidió con mirada suplicante.

- Tranquilo, ellos están arreglando un problema que hay en la montaña, me esperarán. Escucha lo que tenga que decirte Ilia, por última vez. Te servirá para sacarte esa rabia que tienes por dentro.

Luego de reflexionarlo, el investigador decidió hacerle caso a Link.

- Te escucho, habla de una vez antes de que me arrepienta.

Ilia tomó un ligero respiro antes de iniciar su conversación, estaba asustada y nerviosa de ver las intensas miradas de los hombres a los que más había lastimado, pero debía ser valiente y asumir las consecuencias de sus actos.

- No vengo a pedirte perdón, sé que no lo tengo, pues así no haya sido mi intención, por mi culpa dejaste a tu novia en el altar y eso provocó su lenta muerte, pero yo tengo que ser responsable por las cosas que te he hecho y que sí puedo remediar.

- ¿Remediar? ¿Qué es lo que crees que puedes remediar?

La joven metió la mano al bolsillo de su vestido. De ahí sacó un zurrón que se lo estiró a Shad.

- ¿Qué es eso? – preguntó el joven.

- Confieso que durante nuestra relación te robé mucho dinero. Lo hice en los momentos en los que dormías o no te dabas cuenta. Lamento tanto lo que hice. En este zurrón está toda la cantidad que te hurté. Tómala.

- ¿Estás loca? ¿Crees que dándome dinero limpiarás tus culpas? – preguntó, indignado.

- No lo hará, pero este es el único asunto que por lo menos puedo remediar. Este es tu dinero, el poco que te costó ganar en la ciudadela de Hyrule en el momento que trabajaste ahí.

- ¡No me interesa, llévatelo! Total, eso es lo que más te gusta, el dinero.

- Escucha, quiero cambiar. Yo jamás te confesé esto, pero ahora me encuentro trabajado junto con mi madre en mi pueblo natal, Liboun.

- ¿Liboun? Eso queda a las afuera del reino de Nortus. – mencionó Link.

- Sé que ese es tu pueblo, pero no entiendo que tiene que ver conmigo. – dijo Shad, con poco interés.

- Lo que sucede es que hubo una razón por la que actué así, cosas que sucedieron en mi vida que me obligaron a sobrevivir como sea, por ejemplo, hechos que no te comenté por vergüenza...

*.*.*.*.*

La madre de Ilia, Ellen, siempre fue una mujer ambiciosa. Ella se casó con el alcalde del pueblo de Liboun, Bono, muy joven. Es cierto que se unía a él enamorada, pero también no pudo negar que el poder que tenía, y por supuesto, la buena posición económica que gozaba, la complacían enormemente.

Luego de pocos años de casados, tuvieron una niña, a la que le pusieron de nombre Ilia.

Ilia, la mayor parte del tiempo, fue criada por su madre y las mucamas del gran caserón que habitaban. Varias comodidades rodeaban a la niña y no había capricho que se le negara, pues todo lo que pedía se le concebía sin límite alguno.

Madre e hija eran muy unidas, no solo por los lazos de sangre, sino porque ambas tenían intereses parecidos.

Para Ilia, la mayor parte de su vida y juventud, transcurrieron sin dificultad alguna; pero un día la prosperidad se esfumó, pues el padre de Ilia, producto de un terrible accidente en uno de sus viajes, falleció, causando inmenso dolor en ella y en su madre.

La muerte del hombre causó la reelección de otro alcalde para el pueblo y por ende, todas las ganancias y el poder pasaron al mismo.

Ellen se vio en la obligación de despedir a toda la servidumbre y dedicarse a trabajar. Con el poco dinero que le quedaba compró una pequeña finca cafetera, que junto con su hija y unos pocos empleados sacaron adelante, sin embargo, el dinero no era suficiente para tener la vida que la señora deseaba.

Un día, hostigada de esforzarse tanto para recibir, lo que ella consideraba, poca paga, se puso a reflexionar sobre los hechos de su vida. Desde que murió su marido no volvió a comprometerse con nadie, ya sea por no haberse dado el tiempo para aquello debido al trabajo, o porque consideraba que ya estaba muy entrada en edad. La mujer era consciente de que ya no contaba con los atributos para conseguirse a un millonario y casarse con él, ella ya no estaba en esa etapa... pero su hija, sí.

Una noche, que coincidentemente la mujer se encontraba haciendo las cuentas del mes, se molestó en sobremanera al ver que las ganancias eran las mismas, y solo de pensar que no volvería a tener la cómoda vida que tenía antes, la enervaba.

- ¡Ya no puedo más, Ilia! ¡Estoy harta de vivir en esta miseria! – exclamó histérica.

- No exageres, mamá. Al menos tenemos donde vivir y que comer.

- ¿Vivir? Esta finca no se compara a la casa que teníamos cuando tu padre vivía. ¿Acaso no extrañas las comodidades que teníamos? ¿Qué cada cosa que pedías se te daba al segundo? He perdido mis joyas, mis finos muebles y objetos valiosos por obtener dinero y sacar adelante esta desfachatez de negocio.

Ilia se quedó pensando en las palabras de su madre, y la verdad sí extrañaba enormemente las comodidades que tenía en su anterior hogar; que con solo estirar un dedo se le brindaba lo que deseaba.

- Bueno, si extraño todo eso, pero ya no podemos hacer nada. Son tiempos que difícilmente volverán. – respondió apenada.

- No necesariamente, pues de ti depende que volvamos a tener la vida de antes. – mencionó la mujer con una sonrisa.

- ¿Ah?

- Ilia, tú eres joven, hermosa, y creo que debes sacarle provecho a esos atributos.

- ¿Me estás pidiendo que me prostituya? – preguntó espantada.

- ¡Nada de eso! Lo que quiero decir es que tienes la capacidad de conseguir a un hombre millonario que te mantenga, y por supuesto que de esa manera me apoyes a mí, pues no creo que me abandones después de todo lo que he hecho por ti en toda mi vida. – dijo de manera autoritaria.

- Mamá, no creo que eso sea...

- ¿Quieres recuperar la vida de antes? ¿Poder tener dinero para comprar lo que tú desees? ¿O acaso quieres seguir sacrificándote por esta finca que no nos trae nada más que lo básico para vivir?

- Claro que quiero, pero la mayoría de esos hombres ya han de estar casados o comprometidos. ¿Crees que las mujeres dejarían ir a tan buenos partidos? ¿Poder tener una buena posición o ser de buena familia?

- Eso es lo que menos debería preocuparte... pues se los quitas. – indicó sin tapujos.

- ¿¡Qué!? – exclamó sorprendida.

- Hija, hay algo que jamás te he contado. Tu padre tenía una novia antes de conocerme, ¿y qué crees que hice yo? Me crucé en el camino y se lo arrebaté. Uno nunca debe dejar pasar las oportunidades, siempre se debe luchar por lo que se quiere. – confesó con orgullo.

- Pero meterme con un chico comprometido...

- "El fin justifica los medios". Hija, hazme caso. ¿Acaso si tú estuvieras en ese lugar, otra no intentaría quitártelo? Si yo lo hice, tú también podrás hacerlo.

Luego de meditarlo, se dio cuenta de que las palabras de su madre no estaban del todo desatinadas. Total, en este mundo estábamos para luchar por lo que queríamos y conseguirlo al precio que sea.

- La verdad tienes razón, pero no sé qué hacer para encontrar a un buen hombre.

- Anda a los pueblos populares. Villa Kakariko, la ciudadela de Hyrule. Quien quita y hasta te enamoras de un empresario, un príncipe, o alguien de prestigio.

- Partiré mañana mismo. – dijo decidida.

- Pero eso sí, hija, no puedo darte mucho dinero para tu viaje, tengo que tener algo vivir. Además, no creo que lo necesites, yo sé que conseguirás a alguien muy rápido. – manifestó la mujer, orgullosa.

Dejándose llevar por la influencia de su madre y con la ambición dentro de ella, la joven partió a Villa Kakariko, escuchando que en la misma se encontraban buenos y prestigiosos hombres de los que podría sacar algún provecho.

*.*.*.*.*

Los jóvenes escucharon atentos todo lo que Ilia les relató. No creyeron que detrás de la ambición que demostró tener en el tiempo que la conocieron, estaba la influencia de una madre equivocada.

- Cuando llegué a Villa Kakariko había escuchado rumores de que tu negocio era el más próspero de la zona, fui a conocerlo y de coincidencia estabas ahí, dirigiéndolo. Iba a diario a coquetearte, pero tú ni te inmutabas. – recordó avergonzada.

- Si recuerdo, hasta que llegó el día que tuve que aclararte que estaba comprometido y que me iba a casar. – recordó Shad, con molestia.

- Bueno, lo que ocurrió después ya lo sabes. Mi madre, por medio de cartas, me presionó a que te conquiste como sea, y ella fue la que me sugirió que busque a una bruja para conseguirlo, y una vez que vi con el pasar del tiempo que mis actitudes seductoras estaban causando efecto en ti, te fui a buscar momentos antes de que entres al altar para detenerte.

- Tú y tu madre son unas...

Link detuvo las palabras del impactado joven, pues no quería que diga algo irrespetuoso hacia una madre. Luego le habló a Ilia.

- No debiste dejarte influenciar por tu madre. No soy quién para juzgarla, pero juntas debieron trabajar por cuenta propia; pedir ayuda a otros reinos si necesitaban más apoyo, hay muchas maneras de salir adelante sin cometer bajezas.

- Pero Link, es que mi madre tenía una buena vida y de repente la perdió.

- Muchas cosas marcan la vida de una persona y no por eso debe perder la humildad de su alma. Mi madre no nació en una familia de abolengo, ella desde muy joven tuvo que trabajar muy duro para salir adelante, y si se casó con mi padre fue porque se enamoraron. No por las penurias que ella pasó iba a ser una arribista capaz de pisotear a quien sea con tal de obtener lo que quería.

- Tienes razón, la verdad, ambas nos equivocamos. – reconoció con pena.

Shad, sin cerrar la puerta de su casa, se aproximó a uno de los muebles para sentarse, pues debido a las confesiones de Ilia estaba muy abrumado.

- Shad, ¿te sientes bien? – preguntó Link, acercándose.

El joven no respondió a la pregunta del príncipe, pues se trasladó a un fatídico día, en el que, sin poder controlarlo, actuó como el más vil y canalla de los hombres.

*.*.*.*.*

Shad se dirigía al Templo de la Luz, preocupado, pues se le había hecho tarde y no quería que su prometida espere mucho tiempo, y menos que su futuro suegro se enoje debido a su falta de respeto.

Iba a ser una ceremonia pequeña, solo unos cuantos invitados, entre ellos los reyes, algunos marqueses, y los amigos con los que compartió su infancia. Sus padres no estarían junto a él ese día debido a sus largos viajes, pues la decisión de casarse no fue planificada, solo les comunicó por medio de una carta que iba a contraer nupcias con Ashei; ellos, a la distancia, le comunicaron su alegría por su unión y se encargarían de felicitarlo personalmente a su regreso.

Sin embargo, había algo que lo inquietaba y fue la causante de que se haya tardado en arreglarse... de la noche a la mañana los deseos de casarse se habían desvanecido y la razón de ello... la traición.

Hace poco había conocido a una mujer, que de manera inexplicable lo había cautivado. Solo de recordar sus seductoras palabras y sus besos lo estremecían. Tanto impacto causó en él, que en todo ese tiempo ni siquiera había pensado en su novia, cosa que lo asustaba de sí mismo, pues la conciencia de haber sido un traidor no lo dejaba en paz.

- No debo pensar en eso, nadie tiene porque enterarse. Me casaré con Ashei y esto que ocurrió solo será un recuerdo... una simple aventura sin trascendencia. – pensó completamente consternado.

El joven se aproximó a la puerta para dirigirse a la carroza que lo iba a llevar a su destino, pero en la entrada se encontró con la mujer que abarcaba sus pensamientos.

- Shad...

- Ilia, ¿Qué haces a...?

- Vengo a llevarte conmigo, no permitiré que te cases. – aseguró con vehemencia.

- Ilia, lo que pasamos fue bonito, pero tú sabías que era un hombre comprometido. Ashei está esperándome en el altar. No puedo abandonarla. – respondió serio.

- ¿Los apasionados besos que nos dimos no significaron nada para ti? ¿Quieres pasar el resto de tu vida con una mujer a la que no amas?

- ¡Yo a Ashei si la amo!

- ¿Estás seguro? ¿En serio crees que la amas? – preguntó de manera capciosa.

Ilia se abrazó al cuello de Shad y juntó su frente con la de él. Esa mirada de provocación y súplica causaban múltiples sensaciones en el joven, cosas que por alguna extraña razón le costaba asimilar.

- No te cases... huyamos juntos, mi amor. – susurró, acercándose a su oído.

La cordura del joven se fue por los suelos. ¿Cómo la incoherente petición de Ilia lo había estremecido? ¿Por qué tenía deseos de abandonar todo y huir con ella, sin pensar en las consecuencias? No comprendía que le sucedía, él, una persona correcta e intachable, titubeando por un simple coqueteo.

- Está bien, vámonos, pero antes, enviaré una nota con el mensajero al templo. Seré honesto y diré las razones por las que no llegaré.

El joven se dirigió a buscar un papel para escribir la carta más dolorosa que nunca antes había hecho...

*.*.*.*.*

Varias lágrimas empezaron a recorrer el rostro del joven investigador, mientras que Link no pudo pasar por alto esa situación, así que se sentó al lado de él a preguntarle qué le ocurría.

- Shad, ¿por qué te has puesto así de repente? – preguntó preocupado.

- Reviví cosas del pasado, errores que nunca en la vida debí haber cometido y que causaron cosas irreversibles.

Ilia a lo lejos visualizó la escena del perturbado joven, pero esa distancia no le impidió seguir hablando.

- Puedo adivinar de lo que te has acordado, ya deja de culparte de eso, todo fue causado por mí; tus acciones no dependían de ti. Una vez más te pido perdón por todo, ahora he cambiado mi vida. Le conté a mi madre todo lo que ha ocurrido y poco a poco la he convencido de que podemos salir adelante con nuestro esfuerzo, sin necesidad de acudir a métodos deshonestos. La próxima vez que me enamore de un hombre será porque me fije en su valor, en su corazón, mas no en su dinero o posición social. Les pido a los dos que me perdonen, de esa forma podré empezar una nueva vida sabiendo que no me guardan rencor.

- Ilia...

- Link... en serio de ti si me había enamorado, a pesar de que no te conocí bien. Ver todas las obras que hiciste para mejorar la calidad de vida del pueblo y lo encantador y atractivo que eras, me cautivaron; y aparte de lo ya mencionado, el haberme enterado de que eras el héroe anónimo que todos querían y respetaban, fue otra cualidad que me fascinó. Lamento tanto el haberte causado problemas en tu matrimonio y me alegro mucho que mis errores no hayan impedido que tú y la princesa se arreglen.

Link se quedó pensativo con las palabras de Ilia, es cierto que le había causado mucho daño, pero este no se comparaba a la alegría que sentía por haberse reconciliado con su amada; el rencor era algo que ya no cabía en su espíritu. Mientras tanto, Shad seguía enmudecido, de ninguna manera quería perdonar a Ilia, sin embargo, Link empezó a hablarle en voz baja.

- Shad, creo que es mejor que los dos la perdonemos. – dijo serio.

- ¿Estás loco? ¿Quieres que seamos amigos y hacer como que nada ha pasado? ¡Eso nunca! Nada de eso resolverá lo que ha causado.

- No deseo que seamos amigos ni mucho menos, soy consciente que nada se resolverá, pero te aseguro que te sentirás liberado al hacerlo. Antes tenía demasiado rencor en mi alma hacia ella, pero cuando recuperé a Zelda, todo se desvaneció. No vale la pena guardar esos sentimientos que solo carcomen el espíritu; hazlo por ti, por nadie más. Sé que eso no te devolverá a tu amor, pero te aseguro que te sentirás mejor.

- Link...

- Solo piensa que tu novia se sentiría feliz de verte liberado de todo sentimiento dañino.

Las palabras del príncipe causaron sorpresa al consternado joven. No creía cómo podía existir una persona que se pudiera liberar del rencor tan fácilmente, pero luego reflexionó que la causa de ello era que su amigo había recuperado lo que tanto había deseado. Pero a él, ¿qué cosas buenas le ocurrían? ¿Llegaría a sentirse tan bien como Link?

- Yo ya me voy, espero algún día me perdonen por todo el daño que les hice. – dijo Ilia, alejándose.

La joven ya se había dado la vuelta para retirarse, pero una palabra la detuvo.

- Te perdono...

Ilia se sorprendió al escuchar la voz del investigador decirle algo tan inesperado.

- ¿Qué has dicho?

- Te perdono, Ilia... – dijo serio.

- Yo también te perdono, Ilia. A partir de ahora vive tu vida de la mejor manera, sin hacer daño. – dijo Link, igual de serio que su amigo.

La joven se sintió aliviada de escuchar que las personas a las que más daño les había hecho la habían perdonado. Ahora sentía su alma liberada después de tanto tiempo con cargo de conciencia.

Ilia, sin darse la vuelta, les dirigió unas últimas palabras.

- Gracias, no tienen idea cómo sus palabras me han ayudado. Les deseo lo mejor a los dos. Adiós.

Luego de esas palabras, sin que los hombres se dieran cuenta, dejó el zurrón de dinero en un estante cerca de la puerta; luego se retiró, prometiéndose a sí misma nunca más volver a hacer daño y luchar por lo que quería de manera honesta.

Una vez que Ilia se fue, la seriedad del rostro de los jóvenes se desvaneció. La retirada de la indeseada mujer les había devuelto la paz.

- Inexplicablemente me siento mejor. – dijo Shad.

- Te aseguro, Shad, que las Diosas te tienen preparadas grandes bendiciones, las cosas en tu vida cambiaran drásticamente, para bien. No sé por qué te digo esto, pero lo presiento.

- Eso espero. Por lo pronto dejaré el pasado atrás y me centraré en arreglar asuntos de mi vida que estaban pospuestos, como levantar el negocio de mi familia. No sé qué explicación le daré a mis padres apenas regresen, eso puede suceder en cualquier momento. Me mortifica pensar en eso. – dijo, volviéndose a perturbar una vez más.

- Yo te ayudaré en eso, recuerda que en el palacio me dediqué a manejar todos los asuntos comerciales del reino. Gracias a algunas estrategias que te daré, lograras salir adelante. – dijo dándole ánimos.

- Gracias, Link, hablaremos de ese asunto mañana. Obviamente, voy a pagarte por tu asesoría.

- De ninguna manera, esto lo hago sin ningún interés de por medio.

- Eres un gran amigo, me has ayudado mucho.

- No es nada, verás que todo mejorará en poco tiempo. Vamos a ver a los gorons, nos están esperando.

- Estoy ansioso por ir a ver a los gorons, por fin mi sueño de conocerlos se hará realidad. – mencionó, recobrando la sonrisa en el rostro.

Los jóvenes se dirigieron a la puerta para salir de la casa, pero antes, Shad tenía una duda del príncipe que le causaba curiosidad.

- Link, ¿por qué Ilia mencionó que eras "el héroe anónimo que todos querían y respetaban"? ¿Acaso tú...? – preguntó sorprendido.

- Sí, era yo. Es una historia un poco compleja, te la contaré en el camino.

Mientras los jóvenes caminaban con prisa a la Montaña de la muerte, Link le fue contando a su amigo la verdad sobre su alter ego, y otras cosas relacionadas con su esposa.

...

Ya había pasado bastante tiempo desde que los Gorons habían cubierto el agujero del pasadizo de la montaña, estaban impacientes esperando la llegada del príncipe, quien se había tardado más de lo pensado.

Navi, quien se había quedado acompañando a los gorons, vio que estos empezaban a ponerse impacientes y nerviosos debido a la tardanza del joven, así que se dirigió a todos para calmarlos.

- Tranquilos, Link vendrá pronto.

- Está tardando demasiado. ¿Y si al final de cuentas se arrepintió de ayudarnos? Talvez tiene miedo de la reacción de las personas al vernos. – dijo una de las criaturas, completamente nerviosa.

- No digas eso, yo confío en Link, y si él dice que volverá, así será. Talvez tuvo algún inconveniente con su amigo. – dijo Darunia con seguridad.

- Debe haber sido eso, es que su amigo tiene algunos problemas, pero estoy segura de que...

- ¡Ya estoy de vuelta!

Los gorons se sintieron aliviados al escuchar la voz de Link; la seguridad que se había desvanecido por unos momentos había regresado.

- Disculpen la tardanza, es que tuvimos un percance, pero ya se resolvió todo. Afuera está mi amigo, vamos a verlo. – dijo Link, animado.

Link, junto con su grupo, siguieron el largo camino del pasadizo, dándose cuenta de que la luz de las afueras estaba cada vez más cerca. Al pie de la Montaña de la Muerte se encontraba Shad, esperando con suma ansiedad.

Las penas que hace un rato lo habían perturbado se habían apaciguado un poco, pues el apoyo que Link le ofreció para levantar su negocio lo habían animado enormemente... y aunque le costaba reconocerlo, cerrar el ciclo referente a Ilia era otra cuestión que lo ayudaron a sentirse mejor y más liberado.

- Desde ahora me centraré en mejorar mi vida, lo haré por mí... por ti, mi amor. – pensó para sí mismo.

- ¡Shad!

El joven se dio la vuelta al escuchar que el príncipe lo llamaba... y se impactó al ver a las criaturas que venían detrás de él, las mismas que había soñado conocer desde que era niño.

- ¡Los...! ¡Go...! ¡Los Gorons! – gritó desorbitadamente.

Shad corrió para acercarse a los Gorons y observarlos con más detenimiento, pero estos al ver como el joven los miraba se sintieron intimidados y se pusieron a la defensiva; Link notó eso y trató de calmar las cosas.

- Él es mi amigo Shad. No se sientan intimidados por él, lo que sucede es que está emocionado por verlos.

Una vez que los Gorons vieron que Shad era una persona inofensiva, Darunia se acercó hasta él.

- Hola, muchacho, mi nombre es Darunia. – indicó cortés.

- ¿Darunia? ¿Eres el legendario líder de esta tribu? – preguntó maravillado.

- Este nombre se ha traspasado en mi tribu desde tiempos inmemoriales. Me alegra saber que aparte de Link hay otra persona que se alegra de vernos, pero me preocupa cómo reaccionarán los demás al vernos. – mencionó preocupado.

- Eso no se preocupe, yo me encargaré de integrarlos en la civilización.

- ¿Cómo?

- El pueblo no es muy grande, así que eso no será una tarea difícil. Iré a hablar con Gael, el alcalde del pueblo, es muy amigo de mi padre y estoy seguro de que me creerá.

- Si deseas voy contigo, así las cosas serán más creíbles. – sugirió Link.

- Gracias, si necesitaré que me acompañes. Gael es un buen hombre, pero es un poco especial, ya te darás cuenta. – dijo un poco nervioso.

Luego de ponerse de acuerdo con el investigador, Link se dirigió a hablar con los Gorons.

- Disculpen que los dejemos solos, pero esto es parte del proceso para poder integrarlos.

- No te preocupes, nosotros esperaremos aquí hasta que regresen, por suerte a esta parte de la montaña la gente no transita.

- No te preocupes, Link, yo me quedaré acompañando a los...

Sin previo aviso, Navi había salido del gorro de Link, olvidándose que Shad se encontraba junto a su compañero.

- Un... un... ¡Un hada! – gritó Shad, al borde del colapso.

- ¡Navi! ¿Te advertí que no salieras? – reclamó molesto.

- Lo siento, yo... yo – dijo apenada.

- Link, no sabía que tuvieras un hada.

- Sí, es mi amiga.

- Creí que solo salían por las noches para evitar a los cazadores.

- Es cierto, por eso te pido que no digas nada, si alguien la ve puede hacerle daño. – pidió preocupado.

- Tranquilo, no diré nada, pero eso sí, espero que tu amiga también se deje investigar por mí. Todas estas deidades me llaman la atención. – dijo mientras sus ojos brillaban maravillados.

- Sí, señor Shad, le responderé cualquier duda que tenga, pero por favor, no vaya a enseñarme a nadie. – suplicó Navi, desesperada.

- Tranquila, no lo haré. Bueno, es mejor que Link y yo nos vayamos.

Luego de la charla, Link y Shad se retiraron a buscar al alcalde, mientras que los Gorons se quedaron, impacientes, esperando el regreso de los jóvenes.

...

En el ayuntamiento del pueblo, el alcalde Gael, un hombre de cincuenta años, con lentes, cabello blanco y despeinado, se encontraba revisando algunos asuntos del pueblo. El hombre estaba muy concentrado con la pila de papeles en su escritorio, hasta que el sonido de la puerta lo sacó de sus pensamientos.

El secretario le indicó que dos personas necesitaban hablar con él urgentemente; escuchando eso, dio la orden de pasar, y grande fue su sorpresa al ver que se trataba de Shad, en compañía de un joven utilizando extraños ropajes.

- Buenas tardes, Gael.

- Buenas tardes, Shad. ¿A qué se debe el honor de tu visita? Veo que vienes con un acompañante.

- Le presento a Link, él es el prin... un amigo de Ordon. – dijo, evitando cometer una indiscreción.

- Mucho gusto, Link. Te llamas como el príncipe de Ordon, qué coincidencia. Lástima que está de viaje buscando a su desaparecida esposa, espero la encuentre pronto. – mencionó apenado.

Link se incomodó por el comentario del alcalde, pues a pesar de que ya había visto a Zelda, le apenaba enormemente recordar todo lo que ocurrió el día que desapareció. Shad trató de desviar el tema.

- Sí, es una gran coincidencia que se llamen igual que el príncipe. En Ordon curiosamente todos se parecen físicamente... pero es mejor dejar ese tema de lado, quiero indicarle la razón por la que vine a buscarlo.

- Dime, ¿en qué puedo servirte? Te veo muy nervioso y ansioso, al parecer es algo muy importante lo que vienes a informarme.

- Gael... el joven que ve a mi lado... ¡Ha traído a los mismos gorons a nuestro pueblo! – exclamó emocionado.

El ilustre hombre casi se cae de la silla al escuchar las palabras del investigador; creyó que le estaba haciendo una broma de muy mal gusto.

- Shad, sé que desde que eran un mocoso has tenido una loca obsesión por el estudio de los Gorons, pero no puedo creer que vengas a mi despacho a interrumpirme por algo como esto. – reclamó burlado.

- Es en serio, venga conmigo para comprobarlo.

- Pero...

- ¡Solo venga! ¡Le aseguro que todo es verdad!

Después de bastante insistencia por parte de los jóvenes, el alcalde accedió a ir hasta la Montaña de la Muerte. Se sentía sumamente enojado de ver que habían interrumpido su importante trabajo por una leyenda urbana.

Se encontraban llegando rápidamente a la parte baja de la montaña, mientras que el ilustre hombre refutaba.

- No puedo creer que me dejé convencer por ustedes. Mi tiempo es muy valioso, así que más vale que tengan una buena excusa para...

El hombre enmudeció cuando llegó al lugar destinado; ver que frente a él se encontraban los mitológicos Gorons, las criaturas que se creían extintas desde hace miles de años y que jamás se imaginó ver en directo, lo había dejado sin habla.

- ¡Los...! ¡Gorons!

Sin poder contener la sorpresa, el alcalde cayó desplomado al suelo, cosa que asustó enormemente a los Gorons, quienes estaban muy nerviosos debido a la reacción del hombre. Por otra parte, Link y a Shad reaccionaron igual de impresionados.

- ¡Gael! ¡Reaccione! – pidió Shad.

El hombre seguía sin reaccionar al llamado del preocupado investigador.

- Había olvidado mencionar que el alcalde es un hombre... un poquito nervioso e impresionable. – dijo Shad, con risa nerviosa.

- ¿En serio? ¡No me digas! Qué raro que se te haya olvidado tan insignificante detalle. – mencionó Link con sarcasmo.

- Diosas, que este señor reaccione, por favor. – exclamó Shad, desesperado.

- Link, creo que esto no funcionará, es mejor que regresemos a nuestro hogar. – dijo el jefe Goron, preocupado.

- No, Darunia, esto se resolverá, ya lo verá.

Luego de unos minutos el hombre se despertó completamente mareado, y cuando vio que encima de él se encontraba la mirada de los Gorons, se levantó de un solo salto.

- ¡No puedo creerlo! ¡Esto es una maravilla!

Gael se acercó a ver a los Gorons, hasta que vio que entre ellos se encontraba uno que era más grande que el resto; fue entonces que supuso que era el líder.

- ¿Usted debe ser el líder? Mucho gusto, soy Gael. – dijo mientras estrechaba su mano.

- Darunia, el gusto es mío. Todos los que ve aquí son mi tribu, deseamos tanto poder involucrarnos con los humanos e hylians; ayudarlos en lo que podamos con nuestros conocimientos.

- Si no me equivoco, tienen grandes habilidades en la minería y orfebrería, ¿verdad?

- Así es. – respondió con orgullo.

- ¡No se diga más! Las relaciones comerciales con ustedes serán grandes, pero eso es lo de menos, lo único que importa es anunciar que una especie perteneciente a nuestra región está viva y que no es una simple mitología. ¡En este momento haré un anuncio al pueblo!

- Gael, tome las cosas con calma, hay que ir...

El hombre hizo caso omiso a la petición del príncipe. Regresó rápidamente al ayuntamiento para arreglar todo para el anuncio.

- Te dije que el alcalde era medio especial, sus emociones son un poco inestables. – dijo Shad, con sonrisa nerviosa.

- Sí... ya me di cuenta. – respondió el príncipe con mirada perturbada.

...

Por orden de sus secretarios, toda la Villa Kakariko fue reunida a las afueras del ayuntamiento. El pueblo se preguntaba la razón por la que fueron citados, pero sus dudas fueron despejadas al ver que su alcalde se asomaba por el balcón.

- Apreciado pueblo, sé que esta manera abrupta de invocarlos los ha impresionado, pero el anuncio que tengo que hacerles es sumamente importante.

Todos guardaron absoluto silencio ante las palabras del hombre, permitiendo que continúe con su charla.

- He de anunciarles que todos estos años hemos vivido pensando que somos los únicos en esta villa, pero no es así, pues... los Gorons, los mitológicos seres representantes de nuestra tierra, se encuentran presentes, aquí.

La gente empezó a murmurar de manera desorbitada debido a las palabras del alcalde. Unos mencionaban que el hombre se había vuelto loco, otros creyeron que el trabajo estaba causándole estragos a su salud mental, entre otras cosas. El ilustre mandatario logró escuchar las palabrerías de su pueblo, así que de un solo grito los envió a callar.

- ¡Silencio, irrespetuosos! ¡Yo no estoy loco, estoy más cuerdo que nunca! Justo hace unos momentos hablé con el mismo líder de ellos. ¡Darunia! ¡Darunia, si me escucha, muéstrese ante todos, inmediatamente!

Link, Shad, junto con los Gorons, se encontraban inquietos observando al alcalde gritar como descontrolado a lo lejos.

- En serio lo lamento, no creí que el alcalde iba a ponerse tan... emocionado. – dijo Shad, avergonzado.

- De haberlo sabido hubiéramos buscado otra manera, esto será un verdadero escándalo. – dijo Link.

Darunia escuchaba como estaba siendo llamado desde la distancia, así que armándose de valor, decidió cumplir con la petición.

- Voy a salir, ya el alcalde mencionó nuestra llegada, es momento de enfrentar todo esto.

- Si desea, puedo acompañarlo. – sugirió Link.

- No, muchacho, quiero hacer esto solo.

Finalizando su charla, Darunia salió del escondite, dirigiéndose directamente a donde el pueblo se encontraba.

Link y Shad no se sintieron tranquilos, así que rápidamente siguieron al jefe Goron y se escabulleron entre los habitantes.

- ¡Darunia! ¡Venga inmediatamente!

- Señor, le dije que el pueblo no le creería, creo que necesita tomarse unas vacaciones de manera urgente. – dijo uno de los secretarios.

- ¿También piensas que estoy desquiciado? ¡Una palabra más y te juro que...!

De repente, varios gritos de sorpresa se escucharon en el pueblo, algunas personas salieron despavoridas a esconderse, mientras que otras, debido al impacto, se quedaron petrificados en sus puestos.

- ¡Ahí está el líder de los Gorons! ¡Ábranle la puerta del ayuntamiento! ¡Rápido!

Los secretarios estaban espantados de ver al Goron, pero el alcalde los sacó de su sorpresa.

- ¿Son sordos o qué? ¡Abran la puerta!

Con prisa uno de los hombres bajó a abrir la puerta, orándole a las Diosas que el ser con el que iba a encontrarse no lo devore.

Una vez que Darunia estuvo al lado del alcalde, los habitantes del pueblo se calmaron un poco, salieron de sus escondites llevados por la curiosidad de ver al ser que se encontraba junto al mandatario.

- Él es Darunia, el líder de los Gorons. Dejaré que él les dirija unas palabras.

Una vez que el alcalde guardó silencio, Darunia se dirigió al pueblo, mientras que Link y Shad, se pusieron atentos a escucharlo.

- Estimados habitantes, mi nombre es Darunia. Ahora que me ven frente a ustedes pueden darse cuenta de que mi especie no es un mito, es una realidad y quiero manifestar mi deseo para que mi tribu se integre a ustedes, así como hace miles de años lo hicimos, y hasta trabajamos en conjunto relacionándonos económicamente y apoyándonos con nuestros conocimientos. Esto no lo he hecho solo, pues gracias a un valeroso joven enviado por las Diosas, este sueño de salir y conocer la civilización se ha hecho realidad. Link, ven aquí, por favor.

El príncipe, escuchando el parlamento desde el grupo de habitantes, se sintió avergonzado al ser mencionado de esa manera.

- ¡Sube, Link! – dijo Shad.

- ¡No! ¡No pienso hacer nada de...!

El joven no pudo terminar de hablar, pues su amigo ya lo había empujado camino al ayuntamiento.

Ya en el balcón, a la vista de los habitantes, Link se posicionó junto a Darunia; ya había pasado por estas situaciones antes y no le gustaba en lo absoluto llamar la atención; en ese sentido era muy sencillo y nada escandaloso.

- Antes presentar a este joven, quiero pedirle a mi tribu que pase, pues deseo que ellos también escuchen sus palabras.

Todos los Gorons salieron de su escondite, nerviosos por provocar la misma reacción que causó su jefe hacia los habitantes. Efectivamente, la sorpresa se hizo presente, pero los gritos fueron reprimidos y nadie se volvió a esconder en los alrededores.

- Ahora que todos pueden escucharme, quiero contar que este joven a mi lado es un enviado de las Diosas. Gracias a él nosotros hemos podido salir a la luz a conocerlos, pues no habíamos podido hacerlo antes debido a que nos encontrábamos esperando su llegada. Sin embargo, ahora todo es distinto, este héroe ha roto el sello que nos había tenido enclaustrados... Ahora él les dirá unas palabras.

- Darunia, por favor, yo...

Darunia empujó a Link al frente para que se encuentre con el pueblo. Con esa acción no tuvo más opción que dar un discurso solemne.

- Buenas tardes con todos. Soy un hombre de pocas palabras, por eso simplemente les haré una petición. Los Gorons son seres vivos al igual que nosotros, pertenecen a este pueblo desde hace miles de años y por esa razón hay que tratarlos como unos habitantes más. Les pido, por favor, en el nombre de ellos, que los integren y trabajen en conjunto con ellos, pues como mencionó su líder, Darunia, sus conocimientos pueden ser muy valiosos para la mejora de este pueblo.

Todo el público se quedó en silencio ante las palabras del príncipe, pero al mismo tiempo, hubo algo en él que captó la atención de todos, en especial de las personas mayores, como el alcalde.

La apariencia del príncipe, como las ropas que estaba usando, no era del todo desconocidas. El joven les hizo recordar una leyenda de la que se dejó de hablar hace tiempo, en la que un muchacho elegido por las Diosas los salvó a todos de una gran invasión provocada por un ser de las sombras, que a su vez, estaba siendo manipulado por el villano más grande y temible de todos.

El alcalde, quien se encontraba cerca de Link, tuvo la misma sensación que el pueblo, y no dudó en preguntarle a Shad sobre aquello.

- Este chico... me recuerda al Héroe del Ocaso. Aparte tiene el mismo nombre que él.

El investigador simplemente sonrió ante el comentario del alcalde.

- Bueno, quién sabe si Link también sea un enviado de las Diosas. A veces ellas se manifiestan de misteriosas maneras.

El hombre se quedó confundido ante las palabras de Shad, pero prefirió dejar de lado sus inquietudes y seguir escuchando el discurso de Link.

- Los cambios no tienen por qué dar miedo. Si ustedes lo desean, estos pueden traer grandes y positivas recompensas.

El silencio una vez más se hizo presente en el público, cosa que preocupó al joven, pues pensó que sus palabras no habían causado el efecto deseado.

Los habitantes observaron a los Gorons, quienes estaban a su lado, con recelo, pues les costaba creer que unas criaturas de su tamaño podrían ser inofensivas; sin embargo, luego de observarlos detenidamente, más analizar las palabras que el príncipe les había dicho, empezaron a tranquilizarse. Si sus antepasados pudieron vivir en armonía con las rocosas criaturas, ¿por qué ellos no?

Luego de analizar aquello, aplaudieron con fuerza, demostrando que estaban de acuerdo con las palabras del príncipe de incluir a los Gorons con ellos.

Las personas empezaron a darse las manos con las criaturas. Algunas lo hicieron con seguridad, otras con algo de miedo o recelo, pero finalmente esos sentimientos de incertidumbre eran los que menos importaba, pues lo único valioso era que las barreras raciales fueron derribadas.

- ¡Lo lograste, Link! ¡Tus palabras ayudaron a que los habitantes nos acepten! – gritó el jefe Goron.

Darunia le dio un asfixiante abrazo a Link. Tanta fue la fuerza del agarre que al pobre joven casi lo deja sin aire en los pulmones.

- No es na... Da ¡Darunia! – exclamó asfixiado.

- Lo siento, creo que casi te ahogas.

- ¡No, como cree! ¡Nada de eso! – respondió nervioso.

Luego de ver como el príncipe recuperaba el color en sus mejillas, todos se rieron a carcajadas. En todo el lugar se percibía un ambiente de paz y felicidad al ver que la integración de dos razas diferentes había resultado exitosa.

- Link, espero que en todo este proceso, en el que vamos a tener relaciones comerciales con los Gorons, nos apoyes. – mencionó el alcalde.

- Claro que sí, cuenten conmigo para lo que necesiten. – respondió cortés.

- Mañana nos encargaremos de eso. Por el día de hoy celebraremos la llegada de los Gorons.

Luego de la orden del alcalde, el pueblo celebró la llegada de los Gorons por todo lo alto. Decidieron entre todos organizar una gran fiesta en su honor para darles la bienvenida.

...

Al llegar la noche, luego de un largo día de celebración, Link se dirigía al hostal en el que estaba hospedándose, pero Shad insistió que se quede a dormir en su casa, pues esta era bastante amplia y tenía suficientes habitaciones; después de mucha insistencia el príncipe aceptó.

- No tienes por qué molestarte, puedo quedarme en el hostal. – mencionó apenado.

- ¡Estás loco! Es lo menos que puedo hacer después de que cumpliste con uno de mis más grandes sueños; aparte, has ofrecido ayudarme a levantar mi negocio. – dijo sonriente.

- No tienes nada que agradecer, verás que en poco tiempo lograrás levantarlo. Lamento no poder quedarme a ayudarte por mucho tiempo, pero como sabes debo partir a buscar la siguiente llama.

- No te preocupes, estoy seguro de que con tus consejos podré salir adelante.

- ¿De qué se trata tu negocio?

- Está relacionado con la orfebrería y la joyería. Mis empleados se dedicaban a la recolección de piedras preciosas y las transformaban en joyas de altísimo lujo para comercializarlas a diferentes naciones... bueno, eso era antes de que ocurra este desastre. – recordó, un poco apenado.

- ¿Conoces sobre piedras preciosas?

- Claro, tengo que estudiar todos esos valiosos minerales antes de enviarlos a la fábrica.

- Lo que sucede es que en mi búsqueda de la llama sagrada, encontré esta extraña piedra.

Link le mostró la piedra a Shad, y los ojos de este se desorbitaron al analizarla detenidamente.

- ¿Por qué pones esa cara? – preguntó Link, confundido.

El joven no respondió, se levantó a buscar uno de sus libros para inmediatamente regresar a analizar la piedra.

- Esta piedra es muy antigua, la llamaban "el objeto perdido de la Diosa"

- ¿Objeto perdido de la Diosa?

- Bueno, dicen que esta piedra perteneció a una antigua Diosa, pero su tipo ya se extinguió con el paso del tiempo. Es una joya sumamente valiosa, me sorprende que la hayas encontrado, pues es única.

Mientras Shad palpaba la joya con extremo interés, Link observaba detenidamente su acción. En ese momento varias ideas empezaron a invadir su mente.

...

Luego de una extensa conversación, Link fue a su habitación a descansar. Navi aprovechó para acostarse en uno de los cojines de la cama, mientras que Midna, después de bastante tiempo escondida en la sombra del joven, hizo su aparición, estirando sus tensionados músculos.

- ¡Creí que estaría para siempre en tu sombra! ¡Qué fastidio!

- Baja la voz, Shad aún sigue estudiando, está preparando todo para investigar a los Gorons por la mañana.

- Ese chico está loco, al parecer tiene obsesión por estudiar a esas enormes bestias, hasta con el hada se maravilló. Cuidado y quiere cortarle las alas y experimentar con ella. – comentó burlona.

- ¡Cállate, princesa! Se ve que es una buena persona y no me hará nada.

- Dejen de pelear, por favor. Estoy muy cansado y quiero dormir. – rogó Link.

- Su respetadísima alteza, espero que no se te ocurra quedarte mucho tiempo en esta villa. Recuerda que tenemos que ir por la tercera llama sagrada. – recordó Midna, con ironía.

- No nos quedaremos mucho tiempo, solo ayudaré a Shad en lo que me pidió y a los Gorons también. Voy a tomar un baño, una vez que salga te preparó tu cama, Midna.

- Gracias... por cierto, Link, ¿por qué le hiciste tantas preguntas a Shad sobre la piedra que encontraste?

- Es un secreto. – respondió sonriendo.

- Si no estuviera tan cansada, me esforzaría en averiguar qué es, pero ya me tomaré el tiempo para hacerlo luego. Bueno, entra a bañarte de una vez.

Luego de que el príncipe le mostró a Midna una mueca de disgusto, dejó su escudo y la Espada Maestra a un lado, y entró a ducharse.

Midna, en un arrebato, se lanzó a la cama de Link a relajarse, provocando que Navi se moleste debido al cimbrón que esta provocó al lanzarse de manera tan poco delicada.

- ¡Cuidado!

- Tienes alas, por favor, es imposible que te...

La princesa crepuscular enmudeció al ver que la Espada Maestra, sin razón aparente, empezó a brillar de manera tenue.

- ¿Viste eso, hada? – preguntó sorprendida.

- ¿Qué cosa?

- La espada empezó a brillar, aunque ahora su resplandor se apagó de repente.

- Debe ser tu imaginación. ¡Ya déjame dormir! – reclamó enojada.

- ¡Ya, está bien, escandalosa!

Luego de su conversación con Navi, Midna siguió observando la Espada Maestra de manera atenta, y pudo corroborar que de ella ni un solo resplandor volvió a salir. En ese momento pensó que todo era producto de su imaginación y decidió dejar el tema de lado.

...

Comentarios finales:

Bueno, este ha sido un capítulo tranquilo. Se ha relatado la integración de los Gorons y también unos cuantos e interesantes detalles, que espero hayan sido muy observadores al haberlos descubierto; no daré pistas, lo dejaré como un enigma, por ahora. Lo único que sí fue impactante fue la confesión de Ilia hacia Link y Shad, que por cierto, trataron de comportarse con ella a la altura y cortar la relación con madurez. Con esto, he cerrado el ciclo de Ilia.

A partir del siguiente capítulo comenzará la búsqueda de la última llama sagrada, y es justamente en la región de Lanayru que ocurrirán situaciones muy interesantes... en todo ámbito. La historia no está muy alejada para llegar a su final, sin embargo, aún faltan muchos temas que tocar.

Espero que lo leído haya sido de su agrado. 

Saludos cordiales y hasta la próxima.

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