Alissa ✔️

Od Deborah_Coria

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Alissa
DEDICATORIA
♠ Prólogo ♠
♠ Ocultos por la luna ♠
♠ Noticia inesperada ♠
♠ Pequeños secretos ♠
♠ Nostalgia ♠
♠ Secretos oscuros ♠
♠ Camino a la perdición ♠
♠ Último recurso ♠
♠ La boda ♠
♠ La historia de Narisa ♠
♠ Sin perdón ♠
♠ Sombras en la oscuridad ♠
♠ Revelaciones ♠
♠ Pérdida de la Inocencia ♠
♠ Bienvenida a la Oscuridad ♠
♠ Condenada por Amor ♠
SEGUNDA PARTE ♠ Bienvenida al nuevo mundo ♠
♠ De regreso al pasado del nuevo presente ♠
♠ El Primer amor de Narisa ♠
♠ De Regreso a la Oscuridad ♠
♠ En busca del amor♠
♠ Prisionero del Deseo ♠
♠ Victoria ♠
♠ Rosas Negras ♠
♠ La Piedra de Luz ♠
♠ Sedienta de Maldad ♠
♠ La Profecía ♠
♠ La era Oscura ♠
♠ La Rebelión ♠
♠ Lealtades y Traiciones ♠
♠ Preludio en tinieblas ♠
♠ El infierno se desata ♠
♠ Ensueño ♠
♠ Epílogo ♠

♠ La Semilla del Mal ♠

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Od Deborah_Coria

Alissa se preparaba para una nueva noche. Su instinto de cazadora estaba latente, lo que la tenía sedienta. Se asomó al balcón de la alcoba, cerró sus ojos y extendió sus brazos, recordando que solía relajarla cuando era humana. Pero esta vez pudo desplegar sus "alas" y pronto levitaba sobre la ciudad.

Bajó sobre una calle desierta en busca de su próxima víctima. Caminó disfrutando del brillo de la luna a lo lejos. Algunas nubes intentaban taparla, pero al final asomaba para mostrar su belleza. Unas gotas comenzaron a caer sobre el pálido rostro de Alissa. Se detuvo a sentir la lluvia y le fue inevitable evocar la historia que Tadeus le contó acerca de la noche en que murieron sus padres, aun así, no evitó que se sintiera llena de placer.

A lo lejos un aroma la envolvió, era dulce e irresistible. Caminó en dirección hacia donde sus instintos la guiaban. Afuera de un bar un joven fumaba su cigarro, notando que alguien lo observaba, por lo que volteó de inmediato a mirar hacia Alissa. Ella le sonrió con dulzura en un intento de coqueteo. Caminó contorneando las caderas para atraer aún más la atención del joven.

—¿Quieres uno? —le ofreció un cigarro.

—¿Cómo te llamas? —Alissa aceptó el cigarro y el joven le extendió un cerillo para que pudiera encenderlo. Dio la primera pitada e hizo círculo con el humo al expulsarlo.

—Leo —respondió sonriente y sus ojos marrones parecían brillar en la oscuridad de la noche.

Alissa sintió una punzada en el pecho. Leonardo, como el nombre del asesino de sus padres. Tuvo un deseo imperioso de acabar con él en ese mismo segundo, pero se contuvo, allí estaría muy expuesta. Debía llevarlo a un lugar más "privado".

—Alissa —continuó con el coqueteo susurrando su nombre sobre sus labios.

La invitó a tomar una copa y ella aceptó. No tenía mucho interés en conocer al joven, pero debía continuar con su juego para obtener lo que buscaba. Al cabo de una hora salieron para ir al apartamento de él, pero ella lo apartó en un callejón oscuro, instándolo de manera sensual a tener una noche de aventuras. Leo la siguió de inmediato, no podía negarse.

Alissa lo atracó contra la pared y lo besó, preparando a su víctima. Pero algo sucedió. Recordó las noches estrelladas bajo el viejo árbol en el jardín del castillo Van der Vaart. Recordó acariciar el cabello ondulado y largo de un hombre, el cual no era Tadeus. Recordó el rostro del hombre, cuya descripción concordaba con la del asesino. ¿Acaso había tenido un amorío con el enemigo?

Se apartó del joven, pero esta vez no dejó que las emociones se antepusieran. Sus filosos colmillos asomaron, sus ojos habían adquirido un color rojizo, las venas se marcaron en su rostro: estaba lista para atacar a su presa. Se abalanzó sobre Leo y le absorbió toda la sangre que corría por sus venas. Luego de que el cuerpo sin vida cayera al suelo, Alissa se tambaleó y se apoyó contra una de las paredes del solitario callejón. Observó el cadáver y se alejó sosteniéndose de lo que podía. Llegó hasta la plaza principal y se sentó en uno de los bancos, secó la sangre de sus labios con su manga y observó el cielo. No sabía qué pasaba con esas imágenes que iban y venían sin control.

Tuvo el impulso de llorar sin consuelo. Se sintió indefensa en ese momento. Otro recuerdo vino a ella, esta vez estaba sentada en la cocina del castillo hablando con Leonardo, robándole un beso. Abrió sus ojos tratando de borrar aquella imagen de su memoria y a lo lejos alcanzó a reconocer una silueta.

Se puso de pie y caminó con sigilo, dudaba en ir hacia esa persona, pero algo dentro le decía que debía hacerlo. Tocó el hombro con suavidad y Narisa volteó a verla. Su expresión fue de horror, recordaba que su madre estaba muerta, Leonardo la había matado. Un hombre caminaba hacia aquella mujer que se parecía mucho a su madre.

Narisa enmudeció por completo. No sabía qué decir, miró a David que se aproximaba y él notó la angustia en la mirada de su madre, por lo que aceleró su paso. Alissa volteó a mirarlo con los ojos llenos de lágrimas.

—¡Madre! —gritó David, haciéndole señas para que retuviera a Alissa. Era el momento justo para capturarla y esperar a que Anneke regresara con la piedra de luz.

Alissa retrocedió unos pasos. Narisa tomó su mano en un intento por reconfortarla y que no se fuera de su lado.

—¿Te sientes bien?

Alissa no respondió. Se liberó de la mano cálida que la sujetaba mientras todo su cuerpo temblaba. No podía quedarse en ese lugar y echó a volar.

David corrió tratando de alcanzarla, pero no lo consiguió. Regresó junto a su madre, quien lloraba mientras su cuerpo se sacudía por los nervios.

—¿Qué pasó? ¿Por qué no la retuviste?

—Hay algo de bondad dentro de ella, lo sé. Pude verlo en sus ojos, todavía vive en algún rincón de su ser. Todavía no es una bestia.

—Con mayor razón debiste detenerla.

—No pude, lo siento.

—No importa —David abrazó a su madre, entendía lo fuerte que fue para ella el hecho de que Alissa la reconociera a distancia, aun cuando ellos no se habían percatado de su presencia—. Hallaremos el modo de traerla de vuelta al clan de los buenos.

David trató de buscar palabras reconfortantes para su madre, pero por dentro temía fracasar y perderla para siempre.



Alissa voló hasta el cementerio del castillo para corroborar una vez más que la tumba de su madre no estaba. Así fue, solo la tumba de sir Patrick Van der Vaart yacía en la tierra fría. Buscó a su alrededor y no halló nada. Ahora comenzó a dudar si estaba con Tadeus por voluntad propia. Todo podía tener sentido, tal vez Leonardo no era el asesino de su familia. Pero cómo saberlo si esos eran los recuerdos que más pesaban en su memoria mientras frágiles imágenes le recordaban que una vez amó a otro hombre.

Regresó confundida al que ahora era su hogar. Sus ojos brillaban como consecuencia de las lágrimas que se acumulaban. Intentó ser fuerte, pero los recuerdos borrosos de otro lejano amor la debilitaban, la perturbaban. ¿Cómo podía ser capaz de mirar a su marido si la acechaban recuerdos de otro hombre, de otros besos, de otras caricias? Y no era cualquiera, era aquel ser que todo el inframundo señalaba como el asesino de sus padres. ¿Cómo enfrentarse a ello?

Se detuvo en uno de los pasillos, no soportaba la angustia que la consumía. Se sentó a llorar en un rincón. Se sentía vulnerable ante las emociones que la embargaban. Escondió su cabeza entre sus brazos y simplemente se desahogó. Una mano fría se posó con dulzura en su hombro, era Tadeus que se sentaba junto a ella. La rodeó con sus brazos, pero la mujer no le correspondió el gesto.

—¿Qué sucede, querida?

—Si te digo me creerás loca.

—¿Por qué dices algo así?

Los ojos llorosos de Alissa se clavaron en los de Tadeus, quien tenía una expresión fría a pesar de las dulces palabras que le regalaba.

—Vi a una mujer idéntica a mi madre.

El silencio de Tadeus incomodó a la joven. Él se limitó a mirar a otro lado, buscando alguna mentira creíble, mientras la rabia brotaba por dentro como un manantial sin poder demostrárselo a su esposa. No debía exponer sus planes. Alissa frunció el ceño ante la reacción de su marido.

—Tal vez era parecida. Cariño, tu madre murió hace muchos años atrás en las manos de Leonardo Jacometti. ¿Lo recuerdas?

Alissa desvió su mirada hacia un punto blanco de la pared. Recordaba el dulce beso que una vez le robó a Leonardo, las caricias bajo el viejo sauce del castillo. Claro que lo recordaba también la noche de tormenta asesinando a sus padres mientras Tadeus la ayudaba a escapar, de lo contrario ella sería un cadáver enterrado en la tierra fría.

—Sí, lo recuerdo.

—¿Entonces por qué dudas?

—Tal vez en el fondo deseo que mi madre esté conmigo.

—Tengo una sorpresa para ti —Tadeus cambió el tema, prefería evadirlo que tener que inventar más mentiras.

Se puso de pie y ayudó a Alissa a que se levantara. Le vendó los ojos y la condujo por el pasillo hasta la alcoba. Una vez que abrió la puerta, le quitó la venda dejándola caer al suelo. Un camino de rosas la conducía hasta la cama y muchas velas iluminaban tenuemente el lugar. Alissa caminó de la mano de Tadeus, él sabía conquistarla. ¿Cómo podía dudar de su amor y de los recuerdos que tenía? Su conjetura final fue que Leonardo enloqueció cuando ella se enamoró de su marido y que por eso mató a su familia y, si no hubiese sido por Tadeus, quizá a ella también.

Besó con dulzura a su amado, entregándose a una noche de pasión. Enredando sus delirios con la lujuria de él. Luego cayeron en los brazos de Morfeo, abatidos por el cansancio.

Alissa se encontraba una vez más en 1800. Corría por el bosque desbordada por las lágrimas, buscaba a alguien. Tropezó con una raíz y cayó de bruces. El miedo se apoderaba de ella, pues el bosque estaba oscuro y siempre tuvo la sensación de que algo la acechaba allí. El crujir de las hojas la alertó, pero se sintió calmada cuando Leonardo apareció entre la oscuridad. "Me traicionaste", le reclamaba con odio. Las palabras iban y venían durante esa disputa de amantes. "Eres egoísta y cobarde", vociferaba iracundo Leonardo.

Despertó con su rostro empapado. Deseaba que las pesadillas terminaran de una vez. Deseaba olvidarlo para ser feliz junto a su amado. Volvió a conciliar el sueño después de unos minutos dando vueltas en la cama, intentando no despertar a Tadeus.

Un vestido de novia envolvía su cuerpo y se enredaba entre sus piernas mientras corría con desespero por los pasillos del castillo que ardía en llamas. Buscaba a sus padres entretanto Leonardo la perseguía con una filosa espada. Se encontró con sus padres en medio del pasillo, ellos habían ido por ella. En un intento por proteger a su hija, sir Patrick fue herido mortalmente por la espada de Leonardo. Frustrado por haber matado a la persona equivocada, intentó matarla. Pero esa vez, Narisa y ella corrieron pidiendo ayuda.

Leonardo las alcanzó con rapidez y las encerró al final del pasillo. Ahí fue cuando mató a Narisa sin piedad para que nada se siguiera interponiendo entre él y Alissa. En ese momento apareció Tadeus junto a varios de sus hombres, quienes redujeron a Leonardo. La joven salió del castillo junto a su amado, con su vestido de novia teñido de rojo.

Despertó una vez más sobresaltada. Tadeus notó la agitación de su esposa, por lo que la abrazó para calmarla. Algo estaba fallando con el hechizo de la joven, por lo que se levantó de la cama y sacó de uno de los cajones un pequeño frasco con un líquido azul. Lo vertió en una copa y lo mezcló con sangre.

—Bebe esto, te ayudará con la jaqueca.

Alissa lo tomó sin saber lo que contenía en realidad. Al terminar la copa cayó desvanecida. La bebida era una poción para que olvidara los pocos recuerdos que conservaba de Leonardo. Estaba preocupado de que su plan fallara al final de todo y había trabajado muy duro para que las cosas no se salieran de control. El hecho de que se encontrara con su madre había activado algo en ella y por más que no le contara de los sueños e imágenes que solía tener, Tadeus se caracterizaba por ser muy perceptivo.

De inmediato mandó a llamar a Victoria, enterándose en ese momento de que la pelirroja había abandonado la mansión y que su padre lo sabía.

—Encuéntrenla y mátenla —les ordenó a sus hombres de confianza. La bruja sabía todos los pormenores de sus planes a futuro, no le convenía mantenerla lejos y con vida.

Sabía que ella había experimentado cierto acercamiento con Leonardo. Le resultó misterioso que ambos abandonaran la mansión al mismo tiempo. No podía confiar en nadie. Su corazón era tan frío que ya había olvidado la calidez del amor que una vez sintió por la pelirroja.

Salió del cuarto en busca de su padre. Irrumpió en su habitación echando a todos los sirvientes que se encontraban allí.

—¿Qué sucede, hijo?

—¿Confirmaron tu muerte?

—Sí, han corrido el rumor de que estoy muerto. El plan de tu amante funcionó.

—¿Sabías que ella no está?

—Mmmm... Me la crucé ahora que lo recuerdo. Dijo algo así como que su trabajo había terminado. Sonaba más a despecho que otra cosa. Si fuera tú, cuidaría mis espaldas. Si no hay nada como una mujer despechada, imagínate una bruja...

—Debe haber ido tras Leonardo. No sé qué tiene que todas caen en sus encantos.

—No me preocuparía tanto.

—Ah, ¿no? Alissa se encontró con su madre. Claro que eso la confundió y supongo que debe haber despertado algún tipo de recuerdo emotivo en ella porque la encontré llorando en el pasillo.

—No te asustes como un niño acorralado —lo regañó sir Thoumas—, aquí dentro la tienes controlada. No la dejes salir y ya.

—¡Pero sueña con Leonardo! —vociferó Tadeus—. ¿De qué tipo de control me hablas? La piedra de fuego no funciona tan bien como parece.

—Ten en cuenta que el bien y el mal pelean en su interior por ver quién gana. Es eso o porque removieron las otras piedras. ¿No pensaste en ello cuando enviaste a tu brujita a buscarla?

—¿Eres mi enemigo o mi padre?

—Puedo ser ambos si así lo deseo. Pero por ahora soy tu padre. Solo quiero ampliar tus perspectivas y enseñarte a pensar mejor al momento de tomar una decisión. Hasta ahora no me has escuchado, te has dejado llevar por los susurros de tu amante y no has escuchado al hombre que tiene más batallas ganadas que perdidas. Estaba esperando que llegara el momento en que acudas a mí y te des cuenta de que soy yo quien te ha estado apoyando durante todos estos años. Las amantes van y vienen.

Tadeus lo miró haciendo un gesto lleno de soberbia. Entendía que su padre tenía razón, pero su orgullo pesaba más que cualquier otro sentimiento.

—Espero que puedas mantenerte oculto hasta la batalla final. Ellos deben seguir creyendo que estás muerto, no contarán con tu presencia cuando vengan por mi esposa.

Tadeus se dirigió hacia la puerta, pero su padre lo retuvo. Algo más había por decir en aquella distante relación que tenían. Algo que lo llevaría directo al poder o a la derrota.

—¿Qué hay del heredero? No hay señales de que Alissa lleve vida en su interior.

—Tengo otras cosas por las que preocuparme en este momento —respondió el joven a la vez que volteaba a verlo.

—No lo creo. Si ellos logran rescatarla y ella no tiene un heredero del mal, tu plan habrá fracasado.

—Estoy trabajando en ello, pero si continúas presionándome no podré hacerlo.

Esta vez estaba decidido a abandonar la habitación y todo tipo de plática con su padre, pero una vez más fue interrumpido.

—Una cosa más.

Tadeus suspiró, ya no soportaba las exigencias de su padre ni sus sermones. No volteó a verlo, permaneció parado con su mano posada en la perilla de la puerta.

—¿Cómo harás con la memoria de Alissa?

—Ya me encargué de ello.

Sin darle más explicaciones a su padre, se fue azotando la puerta. Sir Thoumas sonreía complacido por el comportamiento de su hijo, pues era el tipo de respuesta que esperaba de su parte, su carácter estaba bien definido y era el único que merecía ser su sucesor.

A la noche siguiente, Alissa despertó de un largo y profundo sueño. No recordaba nada de lo que había sucedido. Solo su matrimonio con Tadeus y el asesinato de sus padres. Toda señal de angustia había desaparecido.

Se levantó furiosa al hallarse sola en la habitación. Salió en busca de su marido, quien estaba en una junta con sus mejores hombres. Irrumpió en la sala, abriendo las puertas de par en par a través de la telequinesis.

Tadeus enarcó una ceja ante el mal carácter de su esposa y sus hombres se retiraron ante su señal. Las puertas se cerraron con furia. La mujer caminó hasta él con mirada desafiante, sentándose sobre la mesa, justo frente a él.

—¿Sucede algo? —la enfrentó con firmeza.

—Eso mismo me pregunto yo. Llevamos pocos días de casados y lo que menos espero es despertar sola en la cama. Se supone que debes complacerme.

—Hay cosas importantes que resolver.

—¿Más importantes que yo?

Hubo un silencio incómodo entre ambos. Alissa se levantó y caminó hasta la puerta.

—Sucede que todo el inframundo está presionando por un heredero. Durante muchos años congelamos nuestra relación y ellos han comenzado a... inquietarse.

Alissa sonrió con malevolencia y volteó a observar a su marido. Su mirada era distinta a la de la noche anterior. Ésta era tan despiadada como la de él. La mujer dulce, comprensiva y confundida había sido enterrada.

—Puedes decirles a todos que esta noche me he levantado sintiendo un latido incesante en mi interior y no es el mío, mi corazón está muerto. Llevo a nuestro hijo en el vientre.

Alissa abrió las puertas una vez más con su poder y las cerró del mismo modo. Tadeus sonrió triunfante, sus planes marchaban en la dirección correcta. Alissa había cambiado no solo por la poción que le había dado de beber, sino que el mal nacía dentro de ella, tal como la profecía lo decía. Ahora se había ganado el poder que su padre tanto ofrecía.

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