27. NOLAN y dejar hilos de los que tirar.

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—¿Te quedarás conmigo? —le preguntó, sonaba como un crío suplicante. Lo era.

—Solo hasta que te duermas —Sonreía. Sus dedos le acariciaron la mejilla—. Cuando te sientas mejor no te haré falta, volverás a ser Nolan y desapareceré, ¿Te parece bien?

Cerró los ojos. Caer en la inconsciencia no estaba tan mal si caían juntos.

—S—sí, gracias.

El falso Lucas entrelazó su mano con la suya.

—Shh... Mi niño... Duerme...

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¡YURI! ¡BAJA DE AHÍ! ¡DEJA EN PAZ A ESA ARDILLA O TE ATIZO CON ESTA PIEDRA! —gritaba Camila, siendo una niña de trece años en el jardín trasero del Orfanato. Sujetaba en su manita una piedra demasiado grande para alzarla pero todavía así, con los músculos tensos, la alzaba.

Serhii estaba sentado en la hierba viendo curioso como Yuri trepaba como un monito a un árbol alto de ramas robustas, ágilmente escalaba por ellas hasta llegar a lo más alto con su nuevo tirachinas de caza en la mano. El aluminio recién desembalado brillaba como un tesoro. Se rascó el apósito que sujetaba una gasa gruesa a su oreja izquierda.

Volviendo al orfanato tras una dura tarde, Camila, Viktor y Serhii esperaban en el coche negro estacionado; pero Yuri y Vanko cruzaban la calle de la mano del Padre Cristóbal para reunirse con ellos cuando un coche bomba había detonado frente a un puesto de soldados, Serhii ni siquiera sabía de qué bando. Él tenía guerras más importantes entre sus cuatro paredes.

Lo que sí sabía Serhii, incluso siendo niño, era que jamás olvidaría el impacto seco del trozo de metal de la carrocería golpeando la cara de Vanko, o la forma en la que Yuri cayó de rodillas gritando sujetándose la oreja. El sonido de la explosión había dañado su oído interno haciéndole sangrar.

No había perdido audición y eso parecía una buena señal. Solo lo parecía. No se había quedado sordo pero aunque Yuri todavía no lo sabía, su oído jamás se curaría bien como le habían prometido los monjes.

Aunque en ese momento, siendo un niño crédulo, pensaba que cuando el dolor acabase el molesto zumbido del tinnitus también se acabaría.

Estaba tan contento con su nuevo juguete que no le daba importancia. Después del accidente los monjes les habían dicho que podían pedir un regalo para quitarles el miedo. Todos aceptaron el soborno, recibir un regalo de su elección no era algo que sucediese a menudo.

Y por ese motivo, porque por fin Yuri tenía un arma de verdad y no una hecha a mano, estaba loco por probar su puntería en algo vivo.

—Cami, ¿Qué te apuestas a que puedo acertarle en el ojo a esa ardilla aunque se mueva, la gorda, la que está más lejos? —dijo él desde lo alto de su rama apuntando con maestría. Serhii le vio respirar hondo sacando el aire, casi parecía que el mundo a su alrededor se deformaba, el aire que le envolvía no le llevaba ni sonido, el tiempo se paraba.

—¡Me voy a enfadar! —Gritó Camila tocando el único punto débil de su amigo.

y esa burbuja que le envolvía se rompió. Yuri apartó los ojos de su presa y miró hacia abajo asustado.

—No, Cami. No. No te enfades conmigo.

Ella se cuadró y alzó la piedra más alto.

—Pues baja. Me enfado a la de UNO... DOS...

—¡Ya voy! ¡Ya voy!

Cuando Viktor llegó con una bolsa de plástico portando el resto de presentes Yuri estaba bajando rápido para no llegar tarde a la cuenta atrás aunque Camila ya no le mirase y hubiese soltado la piedra para reunirse con él.

IF IT HADN'T BEEN FOR LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora