3. NOLAN y un mal viaje

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Alimaña

Eso era Nolan, y lo sabía.

Y a Nolan, la alimaña tatuada, le dolía el cuerpo y parte del alma.

Subía las escaleras lentamente hasta llegar al tercer piso de aquel edificio mugriento que se caía a trozos. Se deslizó pesadamente entre grietas, pintadas y cables pelados.
Hogar dulce hogar, decían.

Buscó las llaves en el bolsillo deseando llegar a su cama. Pero su deseo se esfumó en cuanto las llaves se introdujeron en la cerradura y giraron.
En un repentino momento tuvo ganas de alejarse de allí de nuevo. Huir como siempre huía. Correr escaleras abajo y perderse en las calles de la ciudad.

"Otra vez" pensó con una media sonrisa.

Pero no. Necesitaba dormir. Su cuerpo maltrecho y agotado no podía más.

Cuando abriendo la puerta tropezó consigo mismo pensó con torpeza que esa era una señal.

"Cuando uno tropieza con su propio pie estando quieto...es signo de que se debe descansar".

Nolan debía parar un momento y tomar aire para no dejar de respirar, se lo había ganado.

Entró y dejó la chaqueta sobre el respaldo de una silla. Resbaló y cayó al suelo, pero no se molestó en recogerla. De todas formas no habría podido agacharse ni aunque se lo hubiese propuesto.

—Cariño, Ya estoy en casa —dijo en voz alta.

Sabía perfectamente que su voz sonaba tan amarga que a menudo resultaba desagradable. Agria, como la mayonesa cortada. Le encantaba, y menos mal, porque no podía evitarlo.
Sus palabras iban sudando su desconsuelo allá por donde fuera, cual monstruo de lodo y mierda que salpicaba a todos a su alrededor manchando sus malditas vidas perfectas.

Sabía, por la hora, que su compañero de piso estaría allí dispuesto a darle algún tipo de reprimenda por haber desaparecido sin dar señales de vida durante un tiempo tan prolongado.

Tres días son muchas horas, y más dedicándose a lo que se dedicaba.

Como suponía, el muchacho apareció desde su habitación con cara de reproche; más melodramático que Barbra Streisand. 

En aquel apartamento, como los vampiros, se vivía la noche y se dormía de día. Sky se preparaba para salir a trabajar al mismo tiempo que se escondía el sol, Nolan lo agradeció con el corazón porque nada deseaba más que estar a solas y dormir.

—¿Dónde has estado? —le preguntó su amigo, si es que podía considerarse como tal... el único que tenía.
Era la primera persona que había conocido al llegar a aquella ciudad de locos, tres años atrás. Había llegado solo, sin blanca y destruido; con un DNI falso, una única muda y un nombre que ya nadie recordaba.

Al principio, los primeros meses, habían vivido juntos en los baños de la estación de tren, su tremendo palacete con olor a orín.

Pero las cosas habían cambiado mucho en tres años, habían acabado viviendo en el pequeño piso que Nacho les había proporcionado en un edificio a escasos cinco minutos del local que regentaba. En aquel minúsculo piso de dos habitaciones vivían cinco personas y todos se dedicaban a la prostitución en la calle al servicio de Nacho.

IF IT HADN'T BEEN FOR LOVEOnde as histórias ganham vida. Descobre agora